Partida Rol por web

10 de agosto de 1999 - 20:15

El grupo encabezado por la Canciller Axelle llegó al parque de Blois donde se decía que Sir Bastien se reunía con sus hombres. Allí estaban, tomando cerveza en un banco rodeando a su señor. El sidhe Gwydion miró desafiante a la hueste de la Fiona. No eran demasiados: la propia Axelle, Ariadna, Sir Aster, Jemaine y Sir Marlow, pero contaban con buenas armaduras y los hechizos protectores del propio Lothar y de Marion.

Los escasos mortales del parque paseaban a varios metros de ellos, ajenos a la tensión entre ambas fuerzas armadas.

-Buenas noches, Canciller -saludó Sir Bastien arrogantemente-. Os invitaría a sentaros, pero no hay espacio para tanto metal en este banco.

-Qué amable, aunque preferiría que me ofrecieras tu rendición -Axelle alzó la barbilla y apretó con fuerza la empuñadura de su espada envainada-. Sir Bastien, por el poder que me ha sido concedido por Lothar, Conde de la Flor de Piedra, os ordeno que dejéis las armas.

La Canciller sabía que no iba a ser tan fácil, de hecho esperaba que no lo fuera; pero así había que hacer las cosas.

-¿Y a qué se debe el honor de contar con la atención de Lord Lothar? -inquirió Sir Bastien. Ni él ni sus compañeros se movieron del sitio.

-¡Violasteis a mi hermana! -exclamó Sir Aster desenvainando su espada-. He venido a haceros pagar por ello, ¡basura!

Axelle cerró los ojos al escuchar los gritos e Sir Aster y solo los abrió cuando hubo terminado. Odiaba que hablasen por ella si se encontraba al mando, pero no era el momento ni el lugar para ponerse tiquismiquis.

-Es mi último aviso, Bastien. Ordenad a vuestros hombres que bajen las armas o me veré obligada a utilizar la fuerza -el cuero de su mano enguantada crujió al retorcerse alrededor de la empuñadura de su espada-. Si bajáis las armas tendréis derecho a un juicio justo.

"Vamos, haced algo Bastien, dejad que os abra en canal".

Sir Bastien ladeó la cabeza, sonriente.

-Sabéis, Axelle, Lord Ibrahim me arrebató la posibilidad de tener un duelo justo con vos. Lo he estado deseando desde entonces.

El Gwydion desenvainó la espada y sus hombres hicieron lo mismo.

Ariadna hizo recuento de los hombres que había y los que estaban de su lado. Las cuentas no salían, y estaba claro que Sir Bastien no iba a rendirse. Habría que pelear, pelear de verdad y a muerte.

Los gritos histéricos de Sir Aster, haciendo alarde de su temple, hicieron que imitase el gesto de la Canciller sin darse cuenta, emitiendo un leve resoplido por lo bajo. Después se preparó desenfundando la espada. Era lo mínimo que Marjolaine se merecería por su parte.

Axelle sonrió complacida y desenvainó la espada.

-Estaba deseando que hicierais eso, ser -dijo elevando la voz para hacerse oír y se lanzó directa a la batalla.

Sir Bastien sonriö a su vez y se lanzó al encuentro de Axelle. El primer intercambio de golpes apenas hizo mella en la Canciller.

Axelle paró el primer impacto con genuina habilidad y sonrió. Sin embargo sabía que los siguientes no serían tan fáciles de esquivar: Sir Bastian era un duelista experto y probablemente solo estaría tanteando el terreno, al igual que ella. La Canciller, que había frenado el avance de la espada de Sir Bastien, consiguió romper la guardia del caballero impactando así el filo en su costado.

LA espada de Axelle dio de lleno a Sir Bastien, pero no pareció que le importase demasiado. Los hombres del Gwydion cargaron contra los defensores de Axelle. El troll enarboló su martillo hacia Ariadna. Impactó de lleno en su costado y, a pesar de estar protegida por el acero de su armadura, lo notó en las costillas.

Ariadna encajó el golpe con un grito de dolor y trató de defenderse enarbolando su espada en dirección al troll. Un corte en su costado hizo brotar la sangre. El troll se tambaleó como si estuviese drogado. El efecto de su tesoro no había funcionado con el recio guerrero.

Al ver que Ariadna estaba en peligro, Sir Aster dio un paso lateral y se encaró al troll y al sidhe al que ya se enfrentaba. A pesar de tener dos contrincantes, su manejo de la espada le permitió herirlos y ralentizarlos. No muy lejos, Sir Marlow era como un relámpago. Se movía tan rápido que al pestañear se le perdía de vista. Iba de un lado a otro dando espadazos, chocando aceros y devolviendo golpes. Jemaine manejaba un hacha de grandes dimensiones con bastante torpeza. El aguijoneo constante de su enemigo le ralentizaba.

Axelle se escabulló por uno de los flancos de Bastien y se preparó para atacar de nuevo, pero no fue lo suficiente rápida: su espada acabó chocando contra el acero del caballero obligándola a volver a empezar. La Canciller aprovechó ese momento para mirar a su alrededor y le gustó lo que vio. Parecía que a Sir Aster y Sir Marlow, y aunque de Ariadna no podía decir lo mismo, estaba bien defendida. Eso quería decir que Axelle era libre de centrarse solo en Bastien.

El Gwydion se echó a reír.

-¡Parece que no es vuestro día, Fiona!

Dio un paso a un lado y levantó la espada, girándola en el aire y buscando un hueco en el costado de su armadura para clavarla con letalidad.

El filo de la espada de Sir Bastien se abrió paso entre las placas de su armadura y abrió la piel de Axelle introduciéndose profundamente en su costado. La sidhe se quedó sin respiración y se alejó sacando así el frio metal de su cuerpo.

¿Cómo podía haber ocurrido algo así? Bastien era bueno, pero no tanto, y ella no recordaba haber dado un paso en falso. El ensueño no debía estar de su lado. La Canciller levantó y atacó esperando crear una distracción suficiente para permitirla alejarse hacia Marlow o Sir Aster y así ganar algo de tiempo.

El dolor era más difícil de ignorar de lo que había imaginado, le nublaba los reflejos volviéndola un blanco fácil. Aster era un excelente guerrero, pero estar a dos bandas haría que tarde o temprano flaquease.

-¡Centraos en vuestro enemigo! -rugió arremetiendo de nuevo.

El dolor también hacía que aflorase la ira.

La espada de Ariadna se hundió de nuevo en la piel del troll, dibujando con la sangre una flor roja en el suelo. El troll volvió a tambalearse, pero movió la cabeza y terminó por despejarse. Volvió a levantar el martillo para intentar aplastarle la cabeza.

Su contrincante era de notable talla, y ver el martillo alzado sobre su cabeza le produjo una visión sobrecogedora. No obstante, logró moverse a tiempo para evitar que cayese con toda su fuerza sobre ella. Notó un leve roce, quizá, pero nada que no le impidiese volver a atacar.

Bastien no detuvo el espadazo de Axelle con su arma, sino que lo aguantó con la armadura. Adelantó el cuerpo y buscó con la mano un saliente de las hombreras de la Canciller. Le dio la vuelta y la sujetó contra su pecho mientras mantenía su espada bien pegada a su cuello.

-Ordenad que paren, Canciller -dijo en su oído el Gwydion-. Mi arma es un Tesoro. Os mataré si es necesario.