Partida Rol por web

El Condado de la Flor de Piedra

25. Paseo por el bosque

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12/07/2011, 12:56
Conde Lothar

29 de mayo de 1999 - 22:12

El bosque, tras el atardecer, tenía un cierto aura de encanto. No era muy ortodoxo que el Conde la ofreciese salir a pasear de noche, a solas y en el bosque, lejos del feudo, pero su invitación sonaba bastante seria. Dado que su ánimo había mejorado mucho y que le había pedido que cantase para él un par de veces (sin llegar al abuso que había habido con Nadia, aunque no estaba segura de por qué), ¿por qué negarse? A Sir Marin le había encantado la idea, pero no sin advertirle que una joven doncella se debía a su prudencia y a su buen nombre.

El Conde tardó un poco en aparecer, pero al hacerlo, Ariadna pudo comprender su demora. Llevaba su mejor túnica y su pelo estaba tan suave y brillante que bien podría haberlo cepillado durante horas.

-Lamento el retraso.

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12/07/2011, 14:17
Dama Ariadna

La joven comenzaba a sentirse inquieta cuando apareció el Conde. Relajó los hombros y curvó los labios en una amable sonrisa para recibirle. Le gustaba el bosque, pero no de noche. No es que tuviera miedo, pero le había parecido inapropiado portar su espada y, la verdad, comenzaba a sentirse insegura sin ella. Después de lo ocurrido con Sir Bastien había comenzado a replantearse su seguridad y estaba por pedirle a Sir Aster que la instruyese junto a la Dama Danielle de nuevo en el arte de la espada para refrescar ciertas cosas. Sólo por si se daba la casualidad de que lo necesitaba. También se le había pasado por la cabeza la Canciller Axelle… Desde luego de espadas tenía que saber, pero no estaba del todo segura cómo podría llegar a funcionar aquello.

Ariadna también había puesto cierto esmero en arreglarse, no tanto como el Conde, pero lucía un bonito recogido con una tiara y una capa de color azul claro que la resguardaba del fresco de la noche. Había aceptado con gusto la invitación, aunque no paraba de hacerse preguntas y, por supuesto, había escuchado las palabras de Sir Marin y las tenía bien presentes. Ante todo era una Dama.

-No importa. Aunque empezaba a sentirme algo inquieta –comentó echando un vistazo a su alrededor-. Es un lugar bonito, pero la noche le da cierto aire misterioso y extraño.

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12/07/2011, 14:35
Conde Lothar

-Sí. Pero conmigo estáis a salvo, Dama. No hay criatura en este lugar que no me obedezca si así lo deseo.

Le ofreció el brazo y echaron a caminar.

-No nos alejaremos mucho, pero espero poder estar a solas con vos, lejos de oídos indiscretos y de miradas prejuiciosas. Tengo algo que comentaros y proponeros.

Había algo en ese lugar... algo curioso. Le hormigueaba el estómago y la sensación se extendía hacia abajo. Era extraño.

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12/07/2011, 15:21
Dama Ariadna

Ariadna se dejó llevar, cada vez más nerviosa e impaciente. Por su cabeza rondaban cientos de preguntas e ideas de todo tipo, pero no quería dar nada por sentado. Aun así no podía evitar que la curiosidad le hiciera imaginar en su mente soñadora muchas de las posibilidades. ¿Estarían allí realmente a salvo de oídos ajenos y miradas indiscretas?

Dejó que avanzaran un trecho embelesada por aquel aura extraña que poseía el lugar y que parecía estar engatusándola también antes de hablar.

-No negaré que me tenéis totalmente intrigada, mi señor. Primero por lo extraño de la invitación y ahora vuestras palabras.

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12/07/2011, 16:12
Conde Lothar

-Lo sé. Pero no quería que una carta fuese interceptada, dando lugar con ello a más habladurías. Dama Ariadna, vos sabéis bien que las condiciones del condado no son las mejores. No estoy en mi mejor momento. Pero poco a poco voy recuperándome. Desde que vos estáis aquí... -El Conde se detuvo y la miró-. He mejorado más que en todo el tiempo anterior. Eso, sencillamente eso, merece un premio.

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12/07/2011, 16:40
Dama Ariadna

Ariadna escuchó con atención sus palabras. Se sentía realmente halagada, había conseguido lo que nadie en mucho tiempo y, aunque fuese mediante la música, no era lo mismo que con Nadia. O eso quería creer, que había sido toda ella, incluida su amabilidad, su gentileza, su honor... Pero lo había hecho de forma altruista, a sí que no deseaba nada a cambio.

-Me alegro enormemente de escuchar esas palabras, Lothar. Ver que vuestro ánimo mejora es para mí todo un orgullo -respondió con un brillo de satisfacción y alegría en los ojos-. Más mi bondad para con vos es completamente altruista. No lo he hecho por ganarme vuestro favor, y premiarlo sólo lo convertiría en habladurías. No merezco ni deseo un presente por vuestra parte aparte de veros feliz y poder cantaros. Con eso me basta, mi señor. Lo digo completamente en serio.

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12/07/2011, 17:02
Conde Lothar

-Lo sé, lo sé, pero eso no quiere decir que no quiera daros lo que os merecéis. Habéis probado saber escuchar y saber hablar cuando es preciso. Por ello, deseo que paséis a formar parte de mi Consejo Privado. Y yo haría el Juramento para tomaros como mi vasalla por tanto tiempo como yo sea vuestro señor -dijo el Conde.

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12/07/2011, 17:26
Dama Ariadna

Los ojos de Ariadna se dulcificaron. Sir Marin, desde luego, estaría encantado con las nuevas aunque ella no del todo. Eso suponía más miradas críticas, más cuchicheos y habladurías y, desde luego, más responsabilidades. Lamentablemente, nadie le había enseñado a rechazar una oferta tan suculenta sin ofender al que la ofrece, sin contar que era un gran honor  que no se concedía a cualquiera y se veía, en cierto modo, obligada a aceptarlo. No podía hacerle ese desprecio.

Hizo una reverencia flexionando las rodillas a la par que las palabras salían de forma nerviosa de sus labios.

-Mi señor, será un gran honor serviros lo mejor que pueda. Gracias por vuestra confianza. Juro que seré sincera y justa cuando os aconseje, como hasta ahora, mirando lo mejor para vos y para el Condado de la Flor de Piedra. Espero no defraudaros en la tarea.

Era consciente de que Lothar estaba depositando en ella una confianza mayor que la que podía tener prácticamente en cualquiera de sus vasallos actualmente. Una parte de sí estaba aterrada. La otra, con un hormigueo de satisfacción y orgullo alojado en el pecho.

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12/07/2011, 17:51
Conde Lothar

-Te tomo como mi vasalla. Eres de mi casa como sus propias piedras. Me comprometo a sostenerte, protegerte y mantenerte. Me comprometo a honrar tus servicios como merecen, y a recompensar la lealtad con justicia. Como la luna a los mares bajo ella, que mi voluntad sea a la tuya. Te hago el juramento de Restitución -pronunció Lothar, sosteniéndole ambas manos. Luego se miró la suya y vio que de la nada aparecía una moneda de oro con la efigie del Conde. Se la extendió a Ariadna y, cuando la aceptó, sostuvo su mano entre las dos suyas. Sonrió-. No sé por qué, Ariadna, pero cuando os miro...

Lothar frunció el ceño ligeramente, como si pensara algo. Y luego acercó su rostro al de ella y buscó sus labios.

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12/07/2011, 19:23
Dama Ariadna

Ariadna no fue capaz de distinguir sus intenciones hasta que sus labios estaban sobre los de Lothar, correspondiéndole incluso. Seguía notando aquel agradable hormigueo que descendía por su vientre, y era difícil de ignorar. Hasta varios segundos después no se dio cuenta de la verdad, y le cayó como un jarro de agua fría sobre la cabeza. El bosque, apartado y con un ambiente ideal, el extremo cuidado para arreglarse, el ofrecimiento de un cargo de importancia… ¿Cómo había podido ser tan tonta de pensar que sólo le iba a ofrecer un título? Esperaba al menos que sus intenciones hubieran sido honesta y que el desliz del final sólo fuese fruto de... ¿De qué?

Con toda la delicadeza que pudo, y forzándose a sí misma a recordar quién era, se apartó del rostro de Lothar con las mejillas encendidas y bastante azorada. Ni siquiera pudo mirarle a la cara.

-Yo… L-lo siento. No era mi int… -intentó excusarse, pero las emociones se le agolpaban en la cabeza. Cerró los ojos un momento para retomar la compostura, y cuando habló de nuevo lo hizo mirándole a los ojos y recordando quién era-. Lothar, esto no me parece buena idea. En absoluto. No sé qué… sentís vos por mí ni por qué. Os tengo mucho aprecio, y sois muy atractivo, desde luego, pero… No he venido a la corte con intención de cortejaros ni mucho menos, y mi honor no me dejaría aunque quisiera. Toda esta situación es demasiado compleja y complicada como para dejarme llevar porque sí. Y vos mismo me lo habéis dicho hace escasos minutos; a penas nos conocemos –sus ojos se entristecieron-. Os juré lealtad y hace apenas segundos he jurado seros sincera y mirar por vuestro bien y por el del condado. No comprendo por qué ha pasado esto, pero no creo que sea lo mejor.

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12/07/2011, 20:06
Conde Lothar

El Conde se apartó, ruborizado.

-Lo... lo siento, Dama. No quería propasarme. No sé qué me ha pasado. Os juro que... -Levantó una mano y rozó la mejilla de Ariadna, y sus labios-. Estáis demasiado hermosa como para que pueda dominarme. Es eso. Yo...

Carraspeó y se echó hacia atrás de nuevo.

-Perdonadme, por favor... Estoy cometiendo demasiados errores con vos y no lo deseo.

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13/07/2011, 03:55
Dama Ariadna

De repente se fijó más y Lothar le pareció diferente, más atractivo, más sugerente y con unos labios que invitaban a continuar lo que había dejado empezado. Al hormigueo se le sumó un nudo en la garganta y un deseo que pocas veces había sentido antes, y menos con aquella intensidad. Le costaba recordar razones por las que no hacerlo.

-Por favor… -murmuró mientras los dedos del Conde pasaban de forma suave sobre los suyos. Lo que no supo es si lo decía para que se contuviese o para que continuase.

Cuando él se apartó, de nuevo con excusas, apenas pudo apartar la mirada. Una mirada larga e intensa que en nada tenía que ver con la dulce Ariadna. Recortó distancia de nuevo.

-No importa... Vos también estáis realmente atractivo esta noche, mi Señor. No sé que me habéis hecho pero… -se paró con la frase a medias a escasos centímetros de su rostro. Lo deseaba, pero estaba mal. Fue lo único que pudo razonar-. Deberíamos volver. Por favor.

Cogió la mano de Lothar apretándola con fuerza, la misma que le había entregado el símbolo de su juramente, y tiró de él para llevarle de vuelta al feudo. Una parte seguía aterrada por la incertidumbre mientras que la otra chillaba frenética que tenía al alcance de la mano aquello que deseaba. Era una locura.

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13/07/2011, 10:36
Director

-¿Hola? -dijo una voz en la oscuridad. Vieron que entre los árboles se movía una figura envuelta en una capa negra, quizá con un vestido debajo. La penumbra dejaba entrever un moño y un rostro pálido, desconocido para Ariadna.

-¿Quién sois vos? -inquirió el Conde-. Es... -susurró para Ariadna, su voz suave y atrayente-. Debe de ser una mortal perdida.

-Vosotros sois los amigos de Edith. Los otros duendes -apartó la mirada y cerró los ojos. Era mayor, debía de rondar los cuarenta.

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13/07/2011, 10:47
Dama Ariadna

Ariadna se sobresaltó al escuchar la voz, aunque eso le hizo recuperar el sentido común. Miró a la extraña y se quedó junto a Lothar. Él lo había dicho, nada le ocurriría mientras estuviese a su lado pues todas las criaturas le obedecían. Pero claro, aquello era una mortal y al parecer sabía quienes eran, cosa que no le agradó en absoluto. ¿Sería ella la causante de lo que le estaba pasando? Pero... ¿cómo?

-Deberíamos irnos, mi Señor -repitió.

No sabía por qué, pero no le gustaba aquella situación lo más mínimo.

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13/07/2011, 10:53
Director

La extraña olfateó en su dirección, cerrando los ojos. Una sonrisa apareció en su rostro.

-Debemos irnos -dijo el Conde-. Adiós, quien quiera que seais. No temas, Ariadna, se olvidará de todo lo que ha pasado gracias a las Nieblas.

-No. No os vayais -La mujer se limpió la frente con la mano y se acercó a la pareja-. No os vayais, por favor.

-¡Retrocede! -gruñó Lothar, con la voz cargada con Soberanía. La mujer frunció el ceño, pero no obedeció.

Pero Ariadna pronto notó que eso no importaba. Dejó de sentirse amenazada y pasó a sentirse fascinada por la mujer. Curioso.

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13/07/2011, 11:13
Dama Ariadna

El cúmulo de emociones extrañas empezaba a hacerle sentir la cabeza embotada, aunque no se dio realmente cuenta de ello. Tenía pensamientos más llamativos como la mujer que estaba frente a ellos.

-¿Quién sois? -preguntó, aunque en tono cordial y amable.

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13/07/2011, 11:19
Director

-Me llamo Adèle -abrió los ojos momentáneamente y miró a Ariadna. Soltó un gemido de placer-. Oh. Sois tan bella... Sois tan hermosos...

A pesar de que era de noche, Ariadna percibió que los ojos de la mujer eran prácticamente todo pupila. Una fina aureola clara los bordeaba. Parecía sumida en el peor de los colocones, como decían los mortales.

La mujer extendió una mano y fue a tocar a Ariadna, pero Lothar se interpuso.

-¡Basta ya! Os ordeno que os marchéis. ¡Ya!

Adéle apretó los dientes y miró al Conde.

-Tus poderes no funcionan conmigo. ¿Y los míos? -Sus ojos se volvieron rojos por un momento y Lothar soltó un grito. Cayó arrodillado y tembloroso, murmurando algo entre dientes.

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13/07/2011, 11:40
Dama Ariadna

En cierto modo le pareció hasta graciosa la forma en que los admiraba, tan obnubilada por su belleza. El hecho de que se acercase no le gustó tanto, aunque tampoco hizo ademán de retroceder. Pero cuando Lothar cayó al suelo después de que la extraña hubiese ignorado totalmente la Soberanía el miedo la abordó.

-¡Lothar! –gritó asustada mientras se arrodillaba frente a él, interponiéndose entre ambos. Le puso una mano en el hombro, notando su temblor, y le acarició el rostro-. Dios mío…

¡Idiota, idiota,idiota! Pensó. Tenía que haberse llevado su espada, pero no, por estar más elegante se la había dejado en la habitación. ¿Es que no iba a aprender? ¿Cómo iba a defender a su Señor si quedaba más que claro que sus poderes no funcionaban con aquel… ser. Ariadna se levantó y miró a Adelé con los ojos enfurecidos.

-¡Basta! No volváis a hacer eso... Por favor os lo pido. ¿Qué quieres?

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13/07/2011, 11:56
Adéle

-Tengo sed -dijo la mujer. Sobre el labio inferior aparecieron dos puntas blancas. Colmillos.

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13/07/2011, 11:58
Dama Ariadna

Ariadna se quedó paralizada en el sitio. Era un... vampiro, un ser banal contra el que no podían luchar. No con lo que tenían que era nada. Pero no podía dejar que el Conde sufriera daños. Más. Era su deber como vasalla protegerle.

-Yo... Dejad que se vaya -pidió con un hilo de voz.