Partida Rol por web

25 de julio de 1999 - 11:20

Ariadna despertó a solas en su habitación en el palacio de Lady Marion. En las sábanas aun quedaba el olor de Marlow, que se había marchado con una mentira y mucha prisa. Al menos esta vez se había despedido.

Con más ánimo que la vez anterior pero la misma sensación de decepción, Ariadna se levantó decidida a seguir con su vida normal. De todas maneras era placer por placer y no había mucho más a lo que darle vueltas. Cuando estuvo lista bajó a desayunar entonando una canción por lo bajo mientras caminaba.

Por su lenguaje corporal cualquiera diría que aquella mañana había sacado a relucir más que nunca el carácter orgullo y arrogante de los Gwydion, aunque sin perder la elegancia propia de una sidhe. Era algo que no acostumbraba a hacer, sólo cuando se enfadaba con su padre o su tutor. Pero no, aquella vez no había enfado aparente. Estaba incluso de buen humor, pero sus ojos se paseaban con indiferencia por el resto de los cortesanos. Buscaba a Bastien, aunque no tenía muy claro el fin.

Sir Bastien no estaba allí, aunque mediante preguntas sutiles pudo descubrir que el Gwydion tendía a despertarse pronto, desayunar frugalmente y marcharse a su sala de entrenamientos, donde pasaba las mañanas. Al ir a buscarlo allí lo encontró luchando contra el maniquí de madera en el que Marlow había probado su habilidad el día anterior. Sir Bastien vestía una túnica sencilla y tenía el pelo suelto y húmedo por el sudor. Hundió la espada en el pecho del maniquí mientras soltaba un grito, sacándola después haciendo saltar miles de astillas. Se giró y miró a Ariadna con una ceja levantada, aunque no dijo nada.

Ariadna sonrió y dio varios aplausos suaves desde el umbral.

-Bravo. Aunque durante el torneo peleasteis mucho mejor-. Examinó la sala brevemente, con mirada felina y se apresuró a preguntar-. ¿Interrumpo demasiado? No quisiera importunar vuestras prácticas.

-No, no interrumpís, mi señora.

El sidhe se echó la larga melena oscura hacia atrás y se procuró una toalla para secarse los brazos y el cuello.

-Imaginaba que os despertaríais más tarde. Se dice que permanecisteis despierta hasta altas horas de la noche.

Ariadna miró hacia otro lado, divertida.

-No eran tan altas, que yo recuerde. Me entretuve leyendo algunas cosas. Vos al parecer nada de eso, madrugáis mucho.

Avanzó varios pasos dentro de la habitación y se cogió las manos tras la espalda.

-Ayer no estabais cuando vine al feudo. Aunque imagino que la Baronesa ya os habrá informado de que me alojaré aquí algún tiempo.

-No me lo ha dicho ella, sino la Dama Olive. Lady Marion no suele coincidir mucho conmigo. ¿Puedo preguntar qué leíais? -inquirió, avanzando hacia ella.

Ariadna dejó que se acercase, y cuando estuvo de frente se desvió hacia otro lado, como interesada en algún arma. Conocía la mayoría, al menos de vista.

-Claro. Teatro. Adoro el teatro. Y para conciliar el sueño algunos apuntes.-Hizo una mueca y se giró hacia él de nuevo con el ceño fruncido-. Qué desconsiderado por parte de Lady Marion no avisaros. Imagino que estaría ocupada con otros asuntos.

-Gobernar un feudo es un quebradero de cabeza. Aún recuerdo cuando las preocupaciones no me dejaban dormir... -respondió Sir Bastien agriamente-. Estoy seguro de que Lady Marion sufre de lo mismo.

Ariadna torció el gesto.

-Quizás tengáis razón. Con el tema de Lady Marjolaine... No ha sido el momento más propicio para tomar su puesto como Baronesa.

Sir Bastien llevaba unos protectores en las manos y no había rastro de anillos en ellas.

-¿Créeis que no ha sido el momento propicio? ¿Por qué?

Ariadna parpadeó varias veces, como si no fuese obvio el motivo.

-Bueno, se respira cierto revuelo en todo el Condado respecto a ese tema. Seguro que a vos también se os ocurren circunstancias mejores.

-Un buen líder aparece en los tiempos de crisis para solucionarlos. Mirad al Rey David, en Concordia. ¿No ayudó a poner fin a la Guerra de los Cinco Años en América?

Ariadna se cruzó de brazos.

-La comparación me parece desmedida, pero bueno. Si soluciona el tema de Lady Marjolaine e impone un poco el desorden que hay, tal vez se la tenga en más consideración.

-Estoy de acuerdo, y la ayudaré en lo que me sea posible. Después de todo, soy parte de su corte -contestó Bastien moviendo las muñecas como para calentarlas-. Como vos, ahora. ¿Puedo preguntar el motivo por el que habéis venido, dejando atrás a Marjolaine?

-Efectivamente -respondió-. Bueno, mi estancia aquí será temporal. El ambiente en los Cedros estaba tenso y ya poco más podía hacer allí, así que decidí acompañar a Lady Marion para ayudarla y esta no puso reparos. Considero que mi presencia puede serle de más utilidad investigando que haciéndole compañía a Marjolaine. Es una lástima que un lugar tan agradable se haya vuelto tan sombrío... Pero se hacía difícil mantener el ánimo alto en esas circunstancias, y es mejor ser optimista en la medida de lo posible.

-¿Investigando? ¿El qué? -inquirió sir Bastien.

-Bueno, el tema de Lady Marjolaine no se va a solucionar por una revelación de Arcadia. Aunque podría -Ariadna cerró los ojos brevemente y suspiró. Su voz denotaba cansancio-. Me está trayendo demasiados quebraderos de cabeza...

-¿Estáis cansada? -Por el tono, Sir Bastien pareció compadecerse por ello. Se acercó a ella y le puso grácilmente una mano en el hombro-. Bueno, cuando encontréis a ese vampiro me imagino que querréis cobraros el precio de la virtud de Lady Marjolaine. Pero quizá sería mejor que descansárais para ello. ¿Cómo va la investigación? Imagino que no muy bien...

Ariadna le devolvió una trémula sonrisa.

-No, si no fue un vampiro -dijo algo apenada-. En ese supuesto caso sí, me tomaría la venganza por mi cuenta por lo que me hicieron. Y por Marjolaine, claro. Mas parece que todo conduce a un callejón sin salida, así que... No sé, no soy detective.