Partida Rol por web

28 de agosto de 1999 - 12:00

Al mediodía comenzó el juicio a Sir Bastien y sus compinches, al menos los capturados. En la sala de audiencias, abarrotada de sidhes, Lady Sarianne y Lord Lothar se sentaban en el frente, en calidad de jueces. Sir Bastien, pálido y delgado por su encierro, se sentaba en el lado derecho con cadenas en las manos y en los pies. Sus cómplices aparecían de la misma guisa. Lady Marion, como su defensora, se sentaba a su lado.

Un enviado de los Reyes, Lord Paul ap Eiluned, sería quien verificara la validez del proceso. No todos los días se juzgaba a un antiguo Lord por cargos tan rastreros.

-Estamos aquí para juzgar a Sir Bastien ap Gwydion por los cargos de asesinato, violación y tortura. -La mirada de Lothar barrió la sala de audiencias, concurrida, y se fijó en Sir Aster. El Liam permanecía entre el público con la mandíbula crispada-. En virtud de los poderes que los Reyes me han concedido, doy comienzo al juicio.

Lothar se sentó de nuevo y Lady Sarianne le susurró unas palabras al oído. Lothar sacudió la cabeza y movió una mano para que diese comienzo.

-Yo acuso a Sir Bastien -dijo Aster levantándose y saliendo al medio, donde todos pudieran verlo-. Es sabido que desde que mi hermana le ganó y se apropió de su feudo, la ha odiado. Ha prometido venganza. Y ya sabéis cuál ha sido.

Señaló con asco al Gwydion mientras se dirigía al resto de la concurrencia.

-Engañó a Lady Marjolaine para que fuese sola al bosque, y aun así se llevó a Heltarion con ella. Tal era su temor. Pero este indeseable mató al Scathach a distancia para tener a mi hermana a su merced. Creo, mis señores, que no es necesario que relate el estado en el que dejó a la Baronesa. Todavía me duele pensar en sus heridas. Es por ello que confío en que la justicia de los Condes sepa castigarlo con toda la dureza que es precisa.

Era el turno de Lady Marion para rebatir las palabras de Aster.

Marion se levantó y rodeó la mesa. Por primera vez desde que había llegado a la Flor de Piedra Marion se dejaba ver sin perlas. Algunos malpensados podrían sentirse inclinados a creer que no quería que la recordasen defendiendo a Bastien.

-Alguien engañó a Lady Marjolaine para que fuese al bosque, y mató a su guardaespaldas. Alguien la atacó. Y cualquier castigo que se me ocurra para el culpable es poco. Pero Lady Marjolaine no le vio la cara, ni identificó su voz. No hay nada que indique que Sir Bastien estuviera allí, o que cometiera ese acto tan atroz. El odio de mi vasallo por vuestra hermana no es ningún secreto. Cualquiera podría haberlo aprovechado para tenderle una trampa. Confío en que los Condes tengan la sabiduría para distinguir la justicia de la venganza.

La canciller no pudo evitar sonreír al ver el aspecto de Bastien. Aquel no era suficiente castigo, pero saber que no había sido bien tratado calmaba su enfado.

Axelle se encontraba de pie cerca de la silla del Conde, como siempre había sido, y por primera vez tenía en frente a Marion, quien normalmente también se encontraba cerca de Lothar. Por un momento su sonrisa se amplió al escuchar la declaración de la baronesa, pero se ensombreció al oír las últimas palabras que salieron de su boca. No entendía como podía defender a ese despojo sembrando la duda y que no se le cayera la cara de vergüenza, después de todo pertenecía a su corte y era su responsabilidad saber que pasaba en ella.

-No pudo identificarles porque la hechizaron -dijo Sir Aster-. Pero, mi señor Conde, vos que sois Gwydion podéis identificar las mentiras. ¿Puedo preguntar a los acusados uno por uno si han participado en los hechos?

Lothar cabeceó y Aster se volvió hacia los acusados. Uno por uno respondieron negativamente. El Liam se giró hacia Lothar.

-Mienten -dijo Lothar.

-¿Qué va a decir Lord Lothar si no es que mentimos? -se preguntó en alto Bastien con media sonrisa-. Este juicio es una farsa, decidido desde el primer minuto el veredicto. Sin ninguna prueba nos arrestaron y sin ninguna prueba nos van a juzgar. No hay más evidencia que el testimonio de un Conde Luminoso que tiene una cruzada contra los Oscuros. Ésta no es más que una prueba de la misma. Puede que nos condenéis a lo que queráis condenarnos, mi señor, pero la Corte Oscura no dejará pasar que nos estáis juzgando como os da la gana. ¿Qué tenéis que decir a ello, Lady Sarianne?

-No es momento de que preguntéis nada, Sir Bastien -dijo Sarianne tajante-. La Corte Oscura busca la justicia en este asunto, y eso es lo que yo me encargaré de conseguir.

-No quisiera obstaculizar el proceso -dijo Marion, dando un paso al frente y sin volverse para mirar a su vasallo-, ni mucho menos poner en duda vuestra palabra, Lord Lothar. Pero es cierto que Sir Bastien también os amenazó a vos. Y también estos hombres. Quisiera darle la oportunidad a la Condesa de confirmar vuestro juicio, si lo desea, a través de un miembro de vuestra Casa que ella designe.

-Dado que la única Gwydion presente en la sala es la Canciller Ardelis, que sea ella quien hable -dijo Sarianne.

-Así lo haré, mi señora -dijo la Canciller-. Y debo decir que estoy en desacuerdo con el Conde. Mi sangre Gwydion no ha detectado nada.

-¡Mentira! -exclamó Lothar poniéndose en pie como con un resorte-. La Canciller está mintiendo. ¡Está encubriendo a Sir Bastien voluntariamente!

-Lord Lothar, os ruego prudencia. La Canciller ha afirmado que no ha percibido nada, no que estén diciendo la verdad -dijo Sarianne-. Vuestro sentido no es infalible, o eso tengo entendido. Con una diferencia tan evidente entre dos Gwydion, no creo que esto pueda usarse como prueba.

Axelle empezó a temblar, a simple vista parecía hacerlo por la rabia, pero había algo más. Daba la sensación de que un fuerte debate se llevaba a cabo en su cabeza.

Primero miró a Sarianne totalmente perpleja, y después a la Canciller Ardelis. Por último dio un paso al frente. Su respiración era agitada y parecía no saber muy bien que estaba haciendo.

-¡Mis señores! -exclamó intentando hacerse oir por encima del barullo-. Encuentro normal que la Canciller Ardelis no haya sentido nada pues sus oídos ni siquiera llegan a entender el doble sentido de unas palabras, y más difícil encuentro que sepa reconocer la mentira en ellas. Por sus venas no corre sangre Gwydion, y por la manera en la que osa mentirnos de este modo dudo que tenga sangre en absoluto.

Al terminar de hablar Axelle no miró a Ardelis, sino a Sarianne.

Los murmullos se multiplicaron. La Canciller Ardelis miró a Axelle fríamente mientras que Sarianne pareció bastante sorprendida y contrariada. Lord Quent elevó la voz entre los demás:

-Duras palabras las que pronunciáis, Dama Axelle. Pero, sin pruebas, las acusaciones no son sino calumnias.

-Lo único que necesitamos es un tercer Gwydion para confirmar que mis palabras son ciertas -contestó Axelle rápidamente-. Yo no soy quién tiene miedo de descubrir la verdad, Lord Quent. No me voy a ir a ningún sitio.

-Perdón -dijo Danielle tenuemente-. Si se me permite hablar... Yo estoy también enterada del hecho. Ardelis no pertenece a la Casa Gwydion.

Lady Marion se volvió hacia los jueces. Buscó brevemente la mirada de su prometido antes de hablar.

-Por favor, recordemos que estamos en un juicio. Las palabras, las acusaciones vacías y los rumores no son pruebas. A lo mejor Sir Earil puede aclararnos a qué Casa pertenece la Dama Ardelis.

Lady Evonne seguía el juicio desde un segundo plano, de forma seria y sin interrumpir. Aquello había ocurrido antes de su llegada y era un asunto complicado y difícil de llevar. Confiaba en lo que hacía Marion, ya había hablado del tema con ella, pero en cierto punto las cosas empezaron a torcerse y salieron a relucir acusaciones que hicieron, esta vez sí, que la Leanhaum prestase verdadera atención. Una Gwydion que no lo era...

La Baronesa sin tierras se irguió en su asiento recolocando algunos mechones de pelo tras las puntiagudas orejas y buscó con la mirada a la acusada en cuestión. Todavía le costaba recordar algunos nombres, y a esa mujer precisamente no la conocía demasiado. Sí que se ponían las cosas interesantes en aquel lugar.