Partida Rol por web

El viejo estaba allí, sentado en una piedra, con una hierba en la boca que rumiaba distraídamente. Al ver a la joven policía se levantó como un resorte, atento a lo que tuviera que decirle.

Tras un segundo de silencio, antes de que Leah, sin resuello, pudiera hablar, Louison perdió la paciencia y preguntó ansioso:

-¿Lo ha visto? ¡¿Lo ha visto usted?!

oh no Señor.. dije con pena.

Al acercarme comencé a sacudir mi ropa y el cabello.

No lo encontré, pero he avisado y viene un equipo de gente, lo encontraremos, more como me he puesto...

Luego le tomé del brazo para llevarle al auto y regresar a esperar a mis compañeros como me había dicho el comisario.

vamos buen hombre.

Es un niño. Llevaba una mochila.

Tiene una mano blanca, el resto de su piel es oscura, porque está ahogado en el barro.

-No me diga que no lo ha visto. ¡No les creo!

Y se zafó con fuerza de su brazo plantándose delante de ella para cortarle el paso.

-Usted lo ha visto… ¡No me mienta usted!

- Señor calmese de verdad, mire como estoy. 

Señalando mi ropa toda de barro y llena de maleza.

- No he visto el cuerpo!!!!  Puntualice. - Pero le creo, debe estar alli, probablemente hundido en el barro pero le he buscado, se lo aseguro y por ello llame pidiendo ayuda. 

Volví a sacudirme y tratar de que me acompañara al auto para llevarle de alli a donde estaría el comisario.

- Vera, seguramente esta alli, yo no soy experta y soy bajita, puede que este mas profundo, seguramente lo encontraremos, mire.... usted conocía al niño? Que no me ha contado? Porque esta tan alterado? 

Y trate de continuar como se me habia ordenado.

Por que no querra el comisario que el viejo sepa que le hemos encontrado?

-Yo, yo…

El viejo la detuvo, tirando de la policía. Estaba cada vez más nervioso. Tragaba saliva y miraba al suelo.

-Usted me cree… ¿Verdad? ¡Le digo que está ahí! ¿Cómo pueden no verlo? -Miró detrás de ella, por encima de su hombro- ¡No te rías!

El viejo volvió a mirar al suelo y puso sus manos, grandes y arrugados, sobre los hombros de Leah. La miró a los ojos.

-Yo, yo… yo... -respiró hondo- Fuy yo.

Guardó silencio unos segundos.

-Nadie me cree.... ¿Usted me cree? Ellos creen que estoy loco, demente, senil... ¡Créame, por favor! Me, me acuerdo de todo, de todo y... ¡No soy un marica! ¡Eso no se dice! ¡No tenía que haberlo dicho! ¡No tenía que haber dicho eso!

- Calmese Señor, calmese!!! Le ordene. 

Sin mucha precaución trate de tomarle de los brazos para que se calmara aunque era mas grande que yo. Se notaba que estaba algo inestable y tambien era obvio que sabia mas de lo que me habia dicho, ademas si era realmente el culpable no podia dejarle ir.

- Digame a que se refiere, como que fue usted? Le empujo? Usted le obligaba a algo? Vamos que le ayudare en lo que pueda pero tiene que confiar en mi?

No era la mejor forma de sacar una declaracion pero tenia que entender que habia pasado, tampoco el hombre parecia capaz de matar a un niño, pero nunca se sabia en este trabajo.

Habra sido un accidente. Que demonios.

No sabia que pensar.

- Vamos sientese y cuenteme desde un principio que paso. Quien es el muchacho y porque estaba con usted?

Trate de que sentara y me contara todo.

El viejo se sentó en un ribazo. Tomó aliento.

-Sí, le empujé. ¡Me ofendió tanto! ¡No lo pensé! ¡Fué un movimiento casi automático!

Respiraba con dificultad, miró al suelo. Tardó un poco en recomponerse y seguir hablando.

-Era un ángel. Su pelo, rubio. Su voz. Cada nuevo día no amanecía para mí hasta que no veía sus grandes ojos azules. Un día no lo pude evitar. ¿Hay algo malo? Digo yo ¿Algo malo en estar enamorado? ¡Era un amor puro, créame! Pero nunca, nunca debí de darle un beso.

Empezó a llorar de nuevo.

-Le robé un beso y él me llamó marica.

Sus llantos aumentaron, su voz salía con dificultad como un aullido a bajo volumen.

-Y yo le empujé. Y le maté. Yo le maté… Fuy yo… Créame. Necesito que me crea.

Mi cara de sorpresa por su confesión era tan radical como inesperada. Mi mano temblo con ganas de tomar mi arma y dispararle todo el cargador en ese momento pero logre respirar y controlarme. 

Puse la mano sobre el arma y me puse a una distancia segura lamentando haber dejado las esposas. No se suponia que arrestaria a alguien. 

- Señor, si le creo, Señor, por favor haga silencio que todo lo que diga puede ser usado en su contra. De media vuelta y camine hacia el auto por favor. 

Mi mano sobre mi arma y mi tono de voz seria y mas profesional denotaban que no estaba jugando aunque por dentro temblaba de miedo, nunca habia disparado contra alguien y si se ponía violento no sería facil reducirlo, aunque yo sabía luchar y era un viejo podia derribarme solo con su peso. 

- Señor por favor, haga caso. 

Aun no sacaba mi arma esperando que me obedeciera.

Maldito enfermo... La ira me llenaba de fuerzas aunque despues sentiría lastima y asco por él. 

Pobre niño.

Louison miró a la policía sorprendido.

-¿Estoy, estoy detenido? Entonces… ¡Estoy detenido!

Y puso sus brazos horizontales, con las muñecas juntas y los puños cerrados, en un gesto que invitaba a que Leah le pusiera las esposas.  Incluso llegó a sonreír.

Un coche se acercó y aparcó junto al coche patrulla. Era el comisario.

César bajó sólo y se acercó a la policía y al viejo, que seguía con los brazos horizontales, esperando en silencio a que le esposaran. El viejo le miró con una expresión de triunfo.

El comisario preguntó a Leah por lo que había pasado y después de escucharla atentamente sacó unas esposas y se las puso a Louison sin leerle sus derechos.

-Gracias señorita Tautolu, a partir de ahora me encargo yo. No hable de esto con nadie, ni siquiera con sus compañeros. Márchese y tómese un par de días libres. Se los ha ganado.

... Pero que demonios...

Confundida me aparté para que se llevara al viejo sin entender que había hecho mal. No me estaban suspendiendo pero así me sentía y lo que era peor era la alegría del viejo por estar detenido.

Señor?

Me acerque al comisario sin saber siquiera que preguntar.

porqué me retira del caso? Que hice mal?

Parecía una niña diciendo que no había comido torta con toda la boca llena de crema.

Aún faltaba recuperar el cuerpo y levantar la evidencia y...

Me llamo Tautou!

La mirada del comisario era grave y severa, pero no expresaba reproche.

-Lo ha hecho usted muy bien, agente. Cuento con su esfuerzo para llegar a ser detective. Si lo consigue le pediré que se quede. Pero hoy su trabajo acaba aquí.

Ahora deje el coche, dese una buena ducha, márchese a su casa y trate de no pensar en lo que ha visto señorita Tautolu. Quizá en unos días le llamemos para declarar aunque haré todo lo que esté en mi mano para evitarle esa formalidad.

Y miró el coche patrulla esperando a que la policía se marchara.

Aunque desconcertada cumpli sus ordenes y ni siquiera me tome la molestia de corregirle mi apellido.

Mire mi ropa y ciertamente necesitaba un baño pero dentro de mi aun estaba intrigada por el chico. La decoloracion de su piel y la expresion de su mirada. El comisario tenia razon. Mi trabajo estaba hecho y nada mas podía hacer, aunque me pareciera extraño que me sacara de la escena tan abruptamente e incluso antes de que llegara alguien mas.

Va a matar al viejo.

Tenia sentido. El Comisario tal vez conocía al niño o a su familia y por ello iba a ejecutar al asesino de niños. No podía permitirlo, pero quien era yo para impedirlo. Aunque tambien me daba asco todo aquello. Ya era sabido que muchos lograban burlar la justicia pero no era nuestro trabajo impartirla.

Respire profundo y me senté en la patrulla esperando escuchar algun disparo o algo que me hiciera devolverme.

Nada.

Encendí la patrulla dispuesta a marcharme y darme ese baño.

Leah llegó a casa y se dió ese baño que necesitaba.

Los siguientes días no tuvo noticias, ni en la prensa, ni nada. Ni siquiera comentarios en la comisaría. Guardó silencio, como había ordenado su Comisario, aunque conforme fué aprendiendo su oficio se confirmaba más y más que aquel procedimiento había sido de lo más irregular.

Dos años después se enteró por casualidad de que el viejo vivía internado en una clínica de reposo de lujo que había en el bosque, un sitio en el que los ricos retiraban a sus ancianos y que tenía todo tipo de comodidades, incluídos caballos y campo de golf.

Si algún día estuvo tentada a visitarle, nunca llegó a hacerlo. Si quiso sacar el tema con César, éste lo eludió.

Había pasado el tiempo y Leah ya casi había olvidado a Louison pero fue César quien sacó el tema una tarde en que ambos estaban solos el salón de la Casa Gresta, nueve años después.

Casa Gresta, en la actualidad.

-Me llamó mucho la atención cómo te resignaste a no saber nada de Louison. Tuviste que pasarlo realmente mal… quizá debería habértelo dicho entonces.

El comisario todavía se recuperaba de sus heridas y se movía con dificultad. En una mesa de centro reposaban los cafés, unas pastas y un ordenador portátil abierto y encendido. Hablaba mirando hacia una de las ventanas del mirador de la casa que les había facilitado Mats. Miraba al infinito con ese gesto tan suyo, con una mirada como si soltara el humo reflexivamente después de una buena calada, pero sin fumar.

-Siempre he agradecido que no pensaras mal de mi.

Ya en la actualidad en la casa segura el Comisario sacó a colación el extraño caso del niño aquel que encontré en un pantano a las afuera de Niza cuando aun era una novata.

- Cesar, siempre he confiado en ti, despues de todo lo que hemos pasado te considero como el Padre que nunca tuve, como podía no hacerte caso, se que en ese momento no nos conociamos tan bien, pero para mis adentros podía sentir que tus razones debian ser validas y fuertes. 

Me encongí de hombros dando por sentado que para mi, sus palabras eran ordenes tuviesen sentido o no. 

- Ya no tiene caso, no pense mal en tí y espero que hayas podido resolver lo que fuese que te haya llevado a actuar de esa manera. Pero sabes que puedes confiar en mi si es que me quieres contar que fue lo que paso, aun despues de tantos años.

Mi voz era una invitacion para que me contara que habia sido del viejo Louison y el muchacho muerto.

César miró a su pupila con una sonrisa benévola pero retadora. Una sonrisa que la policía conocía muy bien. Acercó el portátil y buscó un archivo. Abrió unas fotografías y se las enseñó.

Al principio ella no las reconocía. Parecían de un lecho de hojas secas, helechos, ramitas rotas y barro removido.

Entonces Leah se dió cuenta que eran fotos del barranco, del lugar en el que había encontrado el niño.

-Parece que falta algo ¿verdad?... son las fotografías del cadáver que me mandaste.

Incredula miré las fotografias y como si hubiese sido ayer comencé a recordar.

- Valla que recuerdo el sitio, pero de que se trata? Despues de tanto tiempo que importancia tienen?

Mire al comisario sin entender bien a donde queria llegar. De hecho el viejo ya deberia estar muerto. Tenia caso alguno ese caso? Habria algo sobrenatural en todo esto?

Que no me estas diciendo Cesar?

Sonrió con más astucia.

-Leah, son las fotos que hiciste del cadáver aquel día en el barranco, las que me mandaste por correo electrónico. Mira esta.-Era una foto en la que sólo se veía la placa de Leah, a un lado, sobre el lecho de barro. -Esta es la que me hiciste cuando te pedí que pusieras tu placa junto al cadáver para que sirviera de referencia del tamaño de éste. Y ésta otra-En la fotografía que había ahora en la pantalla sólo se veía barro y hojas- Esta es la foto que me mandaste cuando te pedí un primer plano del rostro del niño.

Leah, sacaras lo que sacaras del barro, era invisible a la cámara.