Partida Rol por web

Resisti el impulso de volarle la cabeza al anciano con mi arma. De verdad que no estaba para juego ni acertijos y mientras leia la pared no dejaba de desconcertarme palabra a palabra.

Daniel tendria que resolverlo.

Mire al anciano cuando comento lo del cuadro y yo tambien agradecia ahora no haberlo tocado. La experiencia con Thierry me habia dejado algo. Hice una mueca de sarcasmo.

- Una ventana y una puerta, lo obvio claro. La ventana veo y la puerta paso, mas alla de eso no se que te refieres pero si puedes decirnos como salir de aqui de una manera mas clara te lo agradecere!

Mi tono era firme.

-Por una ventana también puedes pasar pero no está hecha para eso. Si te empujan por una puerta te echan pero si lo hacen por una ventana se le llama defenestración. -Al hacer énfasis en esa palabra le sonó la voz un poco de pito- Es muy útil diferenciar una puerta de una venana, a veces no es tan fácil... Mmmm, perdona mi forma de hablar pero es que soy... fuy poeta.

Se puso a andar hacia ellos.

-Y, aunque parezca un cliché, estoy muerto. Yo muerto de viejo. Pero quise hacerle un favor a un amigo, muerto también. Pero murió joven y está olvidado por todos. Incluso por mí mismo. Viví los últimos años de mi vida hechándole de menos sin saber que existió.

Tuve que morir para recordarlo. Lo mataron, y su asenino está aquí, entre los vivos, en vuestro mundo -señaló con su bastón a Clementine y a Daniel- caminando entre vosotros, en esta galería de mierda. Acechando.

Cuando estaba a un metro de Leah, le sonrió.

-Yo mismo os sacaré de aquí, yo os he entrado. ¡Sólo tengo que escribir algo adecuado en la pared! Pero primero me tengo que asegurar que enterraréis el cadáver de mi amigo en un cementerio. Ahora está perdido en una cloaca.

Hecho. Benévolo o ruin todo hombre o mujer merece una ultima honra digna - le respondo sin un parpadeo de duda la mano firme en el aire apuntando a su cabeza. Sera un fantasma, al parecer, pero... ¿que demonios? Quizás aquí las balas siguen recordando su función y sino, se la recordaremos si es necesario dispararlas - Después pasara al escrutinio de un poder mayor y allí la partida ya esta jugada. Lo que hizo o no le juzgara.
Mis movimientos son lentos y tranquilos, con la fluidez de la adrenalina sobre unos nervios activados todo el tiempo. Desde que Leah murió no se han relajado y es una gimnasia mental continuada la que aprendo cada minuto así.
Respaldo, hombro con hombro a Clementine cerrando la pinza de actitudes defensivas y armadas que completa Chialin. De reojo comprobé que la doctora tomaba y sostenía correctamente el arma.
Bien, señor poeta, marquemos esa puerta para volver pero antes respondanos a dos simples preguntas: ¿Nos ha sacado de allí para que pudiera advertirnos? ¿Quien, disculpe la vulgaridad, coño es el Asesino?¿Con quien mas va?
Con la misma parsimonia impostada conduzco las manos de la doctora a apuntar a nuestro objetivo desde el vientre, mucho mas seguro a esta distancia.

-Vamos hombre, ¿qué hace usted apuntando a un muerto de viejo? ¿No le da vergüenza? Mi querido amigo ya ha ido a donde iba. Y está en paz. Y yo... no es que yo sea un alma en pena... es que... me siento mal habiéndolo olvidado durante tanto tiempo y quiero compensarle de alguna manera. ¡Yo no tuve alzhéimer! Sólo lo olvidé a él. De nadie más, creo.

Se acercó a la doctora, inclinándose un poco.

-No tema a la locura, señorita. Es la única forma de librarse de ella. Esa y el amor.

Luego se quedó como pensativo.

-Locura, qué buena cosa. Mi amigo estaba enamorado de una chica, una joven artista como él. Desaparecieron juntos, pero ella está viva, todavía. Sus lágrimas caen del cielo y uno se estremece. Quizá sería un detalle liberarla. Él murió por ella... bueno, se podría decir más bien que ella vivió por él. La chica fue la que se llevó la peor parte. La parte buena era un tiro en el estómago.

Miró al suelo, recapitulando.

-Ah, claro, el asesino es un hombre de barba blanca y cara de atracador de bancos prejubilado. Parece un hombre razonable. Y lo malo es que lo es.

Las palabras de Leah me tranquilizaron, me dieron un balance que estaba necesitando y cuando puso el arma en mi mano sentí una descarga eléctrica que recorrió mi brazo, luego mi cuerpo. Me levanté y me sentí extrañamente bien, completa, entera. Un poco avergonzada por mi actitud, es cierto. Ahora, sin embargo, no era el momento de echármelo en cara a mí misma.

La aparición del viejo al lado del cuadro me sobrecogió, quizás era tonto apuntarle con un arma, pero en ese instante uno busca asideros mentales que hagan que no te lleven a perder la razón. El hecho de que quisiera que encontráramos a su amigo me causó algo de ternura, traté de reconocerlo, si es que había sido un poeta famoso.

Sus palabras me hicieron estremecer por dentro; ah, la locura. A veces es tan seductora su perspectiva y para algunos tan inexorable como el arroyuelo que se convertirá en vertiente. Tragué grueso e hice memoria para dar con una definición más acaba de defenestrar: -Defenestrar no sólo es tirar a alguien por la ventana -sostuve -Es una acción que acarrea un riesgo para el arrojado, puede dañarse. Como usted dijo, no es una puerta, no se camina a través de ella. ¿Está sugiriendo que podemos llegar heridos o mal en nuestro retorno? ¿Que podría haber alguna contingencia en el viaje? -inquiero -Además de que el hecho de traernos ha sido contra las reglas, unas reglas que yo ignoro pero que imagino que romperlas puede traer consecuencias... -lo miro intencionadamente, no me imaginaba esa realidad alterna como un día de campo en el que uno puede ir venir a su antojo, quería ver la estructura detrás de la obra de teatro y se me escapaba. -¿Puede enviarnos de regreso solo escribiendo, cómo la hace? -pregunto al fin, con curiosidad.

Incredula escucho los comentarios sin llegar a entender realmente donde esta el gato encerrado. Aun asi guardo nota mental, viejo con barba que asalta bancos. Una suerte de Santa Claus con falta de efectivo.

Vaya!

- Ayudaremos a su amigo, o sus restos me refiero. Afirme sin mucho entusiasmo.

No tenia intenciones de hablar con mas muertos, pero si queria encontrar a los culpables de todos esto, y ahora venia lo mejor. Una chica que tambien habia sido victima.

- A ver amigo poeta, esta artista que fue lo que le paso, cual fue la peor parte! Acaso fue poseida por un ser de ultratumba y le comieron las entrañas o fue convertida en seguidora de demonios y esclava de chupa sangre dominadores del inframundo. Dije altanera.

No creia que hubiese podido haber una experiencia peor que la mia, pero claro ser una niña torturada y sin memoria o una mujer debil sin piernas en un hospital tampoco era alentador. Sabia que no estaba siendo nada carismatica pero estaba a punto de golpear al viejo para que hablara claro de una buena vez.

- Que le paso a la joven artista? Dije un poco mas calmada despues de respirar profundo.

Manteniendo la posición firme y ladeando ligeramente la cabeza añado a lo que Leah inquiere lucidamente.
Eso es veamos, señor poeta muerto. Si no lo he entendido mal, recapitulando y sin olvidar las preguntas de mis compañeras tenemos:
1. El cuadro es una ventana. Agradezcamos que no una puerta, ¿Correcto? Miramos y podemos mirar pero pasar compone el riesgo seguro de defenestrarse. Hacia ambos lados.
2. Es usted un poeta. Y un muerto. Demasiado vivo en mi opinión aunque parece que es por una misión. Básicamente hacer que su amigo salga del olvido. Que es lo que nos pide a nosotros, ¿Cierto?
3. Usted nos trajo aquí y usted nos puede sacar. Intuyo que lo que pretendía era que tuviéramos un terreno común donde departir sus deseos. Y que una vez accedido nos permitirá volver - lo miro fijamente sin pestañear - cosa que nos confirmara ahora pues le hemos dicho que si. Por partida doble.
4. El alma de su amigo ya partió pero aun así usted pena por mala conciencia entre un lugar y otro atrayendo a la gente a un trueque, cosa que ya he dicho, pero lo que no pillo es por que es tan importante devolver ese recuerdo. A veces las cosas en olvido bien allí están.
5. El asesino de su amigo esta ahí al lado y un agradable pero pícaro viejecito que nos puede convencer razonadamente. Y eso lo hace mas peligroso ¿Verdad? Por que es capaz de hacer compartir sus convicciones.
6. Su amigo tenia una novia. Una novia que vive pero mejor hubiera sido que no. Un amor que se dedicaba o aun dedica al arte y que puede que este en el epicentro de todo esto. Muertes, Sueños, Olvidos y Ausentes muy Patentes - digo señalando el cuadro sin mirarlo.
7... Seguiría por que pensar en voz alta me mantiene cuerdo y enfocado pero me estoy empezando a encontrar mas cabreado que amable y créame que me esta usted consiguiendo que aguante mi pronto mucho mas de lo que es costumbre pero todo tiene un limite - confieso manteniendo el cañón enfilado a su cabeza - así que la pistola se queda donde esta, y no haga nada estúpido por que por la Santa Muerte que me esforzare en probar si no le mato pero si le devuelvo a donde debería estar.
Y usted empiece a hablar rapidito y resolver cada una de las dudas y después nos devuelve a nuestro lado del muro y ya así vemos lo de su amigo y ese maldito asesino.
Céntrese y podía comenzar con un nombre por que lleva mas de cinco minutos de cháchara y ni siquiera a mencionado el suyo nombre y me pregunto si es por que como dicen las tradiciones solo le queda el verdadero y con ese en nuestro poder no nos puede imponer su voluntad y nosotros si la nuestra.
Relajo los hombros pero no aflojo la concentración. Puede que haya metido el remo hasta el corvejón y que incluso me haya olvidado de algo pero ha sido la única manera de canalizar la frustración que no haya implicado agresión física pero así me siento mas relajado.
No puedo ser mas sincero ¿Trato?

Miró a Leah.

-Hay daños peores que ser una víctima. La pobre chica fue obligada a hacer daño a una niña.

Luego a Daniel.

-Ya que usted me habla por puntos, le responderé por puntos.

Uno. No entren en ese cuadro. Les conducirá a la muerte, o al olvido.

Dos. Ya les he dicho que no soy un alma en pena, quería echar un cable. Creo que ustedes y yo queríamos lo mismo, por eso han aparecido ustedes, y no otros. Hagan lo que estimen adecuado con lo que les digo. No es un favor.

Fijó su mirada en Daniel, era intensa pero su imagen se fue emborronando, haciéndose intangible.

-Yo ya sé que la muerte es un paso y todo vuelve a su cauce. Pero... quizá sea usted el que está demasiado vivo, en mi opinión.  

Tres. Me resulta molesta su forma grosera de hablar. Debería guardar cierto respeto a los muertos. No razono bien con un arma apuntándome.

Cuatro. A un artista se le debería recordar. No es justo que se le olvide al pobre Paul. Las cosas no están bien, ellos alteran algo sagrado a su antojo, como una herramienta.

Cinco. El asesino no es un amable viejo pícaro ¿alguna vez ha conocido usted a un atracador de bancos prejubilado?

Seis. Iréne no era su novia. Ya quisiera él. Paul tenía muy mal genio y no era precisamente un modelo de belleza.

Siete. ¿La Santa Muerte? ¿Pero qué estupidez es esa en la boca de un vivo? Si respetara a la muerte no me hablaría con esa altanería.

Estamos en París, aquí ni siquiera temen al Demonio. Y créanme, estamos… en el quicio de su puerta. Creo que la estupidez impera, y que se va a cabrear más en un futuro próximo. Da demasiadas cosas por sentado.

Mi nombre es Yves Bonnefoy, mi amigo es Paul Darckchild y su amada se llama Iréne, el apellido creo que no lo sabía ni él.

Y ustedes van a tener que encontrar la forma de volver por su propio pie. Aquí acaba mi cháchara.

Para cuando dijo la última palabra, ya no era visible quedando ellos tres solos en la sala.

A través de las ventanas entraba una luz amarilla que lentamente bajaba y subía de intensidad.

Mientras escuchaba a los dos policías me preguntaba a dónde habían quedado los modales, por qué interpretaban que debían intimidar siempre para obtener respuestas en vez de intentar negociar alguna vez. No todos eran amigos, pero no todos eran enemigos y tratar a las personas (o sus manifestaciones) prepotentemente solo llevaba a esto: ahora estábamos atrapados en este plano y tendríamos que ver por nosotros mismos cómo salir.

-Espere señor Bonnefoy, no nos deje aquí -deslicé a modo de súplica. -Le pido disculpas en nombre de mis compañeros, creo que están bajo mucha presión -expliqué mirando al aire, creo que ya no me escuchaba -Si tan solo pudiera decirnos cómo salir... -me sentí mal, el hombre había sido gentil conmigo, quizás debería haber intervenido yo en la conversación, ahora ya era demasiado tarde.

Relajé el brazo con el arma y comencé a dar vueltas por el lugar. Encima el poeta se había ido sin contestar mi pregunta sobre lo que estaba escribiendo, me crucé de brazos y resoplé. Pero había dicho algo muy importante: esa tal Iréne había sido obligada a hacerle daño a una niña, quizás mi niña.

-Excelente -musité exasperada mirándolos a ambos -¿En la escuela de policía no les dan el curso de negociación?

Estaba enojada y el hecho de que les hubiera dicho mi verdadera opinión en vez de buscar ser medida y conciliadora lo demostraba. Hay que ser bastante idiota para insultar y presionar a la única entidad que te puede sacar de un hueco paradimensional. Y no solo eso, esa actitud de pretender saberlo todo cuando algo te supera es propia de la ignorancia. A veces simplemente hay que saber abrirse y observar, aprender, porque no se puede ni se podrá nunca saberlo todo.

Estaba frustrada porque me parecía que habíamos perdido una magnífica oportunidad y que no había sido por culpa mía... O a lo mejor ha sido por mi omisión, por mi inacción. Debería haber intervenido, ¿Pero cómo iba a imaginarme que estos dos agentes iban a pecar de impaciencia, de petulancia? ¿Su trabajo acaso no consiste en todo lo contrario? Desde que los había conocido tenía la impresión de que no lograban comprender que todo esto que se estaba desenvolviendo a nuestro alrededor, como una flor que se abre para mostrar sus tesoros, los superaba, nos superaba a todos. Y en vez de intentar aprender, desentrañar las notas que conformaban esta sinfonía, apreciar sus armonías y disonancias, las querían pisotear para poder bajarlas a su nivel y poder moldearlas a su manera de ver las cosas; no querían comprenderlo cabalmente y eso me entristecía, y aún más, me enfurecía.

En algo estaba de acuerdo con la aparición: Daniel estaba demasiado vivo, hacía mucho que debería haber muerto por su propios errores, como lo había hecho la agente Leah. De pronto la idea de empujarlos al cuadro me pareció de lo más atractiva... pero no, la verdad es que servían más vivos y ese mal karma no iba a servirme en nada.

Queriendo realmente aullar de frustración realmente acabo por instinto enterponiendome entre Leah y Clementine no se bien si por hacer de estorbo premeditado o por deseo de encarar mas la gresca.
Difuminado el tipo que pienso que no esfumado, descanso el brazo del arma sin enfundar.
Frunzo el ceño profundamente pensativo, analizando las ideas y las informaciones, buscando sendas de solución.
Aun horriblemente cansado y exasperado trato de dotar de tono neutro a mi voz.
¿Negociación? Pues si. Ante una disposición de inferioridad nunca mostrar debilidad. Y claro, negociar con mas de dos horas de descanso en el cuerpo.
Me froto las comisuras de los ojos con el dorso de la mano. Miro al piano despanzurrado y me pregunto si el fantasma tiene alguna relación con ello.
Dijo que nos trajo con aquel verso y que nos devolvería. ¿Podríamos recuperar el verso que cierra el ciclo?¿Tendría un transito natural o deberíamos disponer de ciertos componentes?
Se me ocurre que ante la reverberación de la llamada escrita, su concatenación aun muda estará mas patente y podemos percibirla.

Entendia completamente la posicion de la doctora, pero se podia realmente ofender a un fantasma? Era posible que el nos estuviese atrapadas aqui a proposito? Seria el, el mal encarnado o fantasmagorico en este caso.

Tal vez realmente el cuadro era la salida y el queria tenernos aqui. Se habia desvanecido y como cosa ya rutinaria no sabia que hacer. Mire a Daniel y a la doctora confirmando que estabamos en el mismo barco. El piano... algo tendria que ver.

...Destruye el cuadro...

Se puede?

...Destruye todo...

¿Que?  Me estoy volviendo loca!

Me sente en una esquina a evaluar nuestra opciones de nuevo.

- Daniel que hacemos! suspire.

- Lo siento doctora, tiene razon, debi tener mas tacto con el .... el poeta.

¿Que hacer? ¿Siendo racionales y lógicos o siendo intestinos? Golpeo la costura del pantalon con el metal en mi mano.
Una primera exploración estaría bien. Comprobar que ofrecen puertas y ventanas en este lugar - digo señalando las paredes - mirando con cuidado antes de lanzarse hacia donde nos puedan llevar. No sea que sea peor que este sitio.
Miro las cuatro paredes, los accesos hacia el piso elevado, los lugares que pueda esconder detrás de los sitios que no llegamos a entrever en los breves instantes en los que acudimos a la galería y en los que cambiamos de situación.
La base del problema es que: no sabemos que donde es este, a lo que se añade que no sabemos como funciona, y por lo tanto como se maneja.
¿Es un espacio colocado junto a otro?¿Como se sostiene?¿Es efímero o eterno?¿Esta ligado a algo o a alguien? ¿Cual es la física de estos lugares y mas aun la metafísica? Pienso que si salimos de esta nadie saldrá de misión sin pasar por un seminario de los gordos con al menos media docena de expertos.
Contemplo el vacío de sombra dejado por el viejales centrándome en la percepción de si ha hecho un Elvis completo y abandono el edificio o lo que sea o si en cierta medida sigue en el en un espectro u otro. Y si se fue al otro lado por donde.
Ni siquiera se si con desear el mirar basta para poder ver algo así, pero lo intento.
Que regresara o tuviera la querencia de devolvernos seria una solución pero se que yo no la podría articular. Visceralmente, quien me saca de mi casa sin aviso, reproduce un sentimiento de aspereza que temo no puedo dominar ahora mismo.
Me detengo a poner una rodilla en tierra y sacar el cuchillo de silex de Lena de su guarda en la bota.
Es una posibilidad para cuando las ideas vayan desgranándose y algunas, creo que muchas, vayan fallando.
Una correlación con el filo de mi hermana allá donde este.
Me dedico a sacar el cordón de la bota para tenerlo a mano.
Pensativo comparto mis pensamientos en voz alta y mas calmada.
Una vez reconocido el terreno trazaremos un plan. Se me ocurren varias ideas: Obtener la llave en forma de verso por resonancia y observación. Crear una brújula. Incluso pedir disculpas - digo encogiéndome de hombros - todo se puede andar y acepto sugerencias, pero ya que estamos en esta situación singular, quizás podamos aprovechar para aprender un poco - las miro a las dos con seriedad sin tapujos y mucha sinceridad - pero con mucho cuidado. Estaremos aplicando el método científico con nosotros dentro. Y no tenemos ni idea de como va esto.

El telón caído, el piano roto. La sala vacía, salvo por el cuadro y alguna butaca rota.

Era como si la sala de exposiciones se hubiera convertido en un teatro abandonado hace tiempo.

Por las ventanas entraba una luz amarillenta cuya intensidad fluctuaba sutilmente.

El verso, escrito con tiza, continuaba, en la pared.

Cuando Leah se sentó vio que en el suelo había una fina capa de polvo gris. Ceniza.

Daniel caminó por la estancia que era más bien grande, para mirar por las ventanas tenía que quitar algo de polvo. Afuera se veía, en la calle, una luz amarilla intensa y una quietud fantasmagórica inquietante. Al otro lado de la calle había otro edificio que también parecía abandonado, con los cristales rotos y la fachada agrietada. El lateral del edificio daba al Sena, cuyas aguas eran de un color arcilloso, como si estuvieran embarradas.

Adentro las siluetas habían desaparecido, y daba la impresión de haberse salido del tiempo.

Daniel no era un médium experto que pudiera evocar las presencias con sólo proponérselo. Sus encuentros habían sido más bien acccidentales. Aquí no pudo evocar presencias ni ver “el otro lado”, si lo había. Tampoco le vino, ni a él ni a Leah un entendimiento del lugar más allá de una impresión patente -que compartían con Clementine-de haberse salido del tiempo. Se hizo evidente que habían entrado en un mundo que no conocían.

Daniel ataba un cuchillo de sílex artesanal al cordón de su bota.

Al atar el cuchillo de sílex al cordón de su bota, y dejarlo colgando, éste se movió con sutileza.

Al menos Daniel estaba seguro de que se había movido, aunque se dio cuenta de que ni Leah ni Clementine se habían dado cuenta.