Partida Rol por web

El eco del Diablo

Inocencia

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29/08/2018, 14:29
Clementine Ouvrard

Luego de dar una caminata en soledad disfrutando de los pastizales y de la exuberante naturaleza alrededor de las construcciones fui a tomar un baño y cambiar mis ropas, pero no quise descansar en una cama. Por alguna razón me resultó más atractivo el sillón que estaba en la sala común, el cual acerqué a la ventana para luego desplomarme encima. Muchos pensamientos rondaban mi mente mientras mi cuerpo se relajaba bajo la mullidez del viejo mueble, pero decidí alejarlos para poder conciliar el sueño.

Mis ojos divagaron por las nubes que rápidas pasaban sobre nuestras cabezas, observándolas como muda espectadora desde la ventana, lentamente dejé que el sueño me invadiera hasta que me sentí empujada al remolino en el que la realidad y los sueños se confunden.

Al despertar fui a realizar el chequeo a Sophie: me alegré de que su tono muscular y sus reflejos respondieran mucho mejor que la última vez que la había visto, al menos físicamente estaba mejor, no estaba segura de su mente sin embargo... Si es que ella todavía estaba allí. Mientras le realizaba los controles me aseguré de tomarle su mano, de mostrarle todo el afecto y la consideración que mi calidad de médico requería, y me tomé unos segundos más para sopesar sus tatuajes nuevamente, ¿Por qué se habían ensañado tanto con ella? La pregunta quedó flotando en mi mente sin respuesta por el momento, quizás Sophie como soñadora era muy eficiente, quizás era buena rastreando... Quizás, quizás, quizás. Quizás podíamos usarla para rastrear a los sectarios, pero a la inversa. No, no Clementine, no te transformes en aquello que estás combatiendo, tiene que haber otra forma, siempre hay otra forma.

Decidí hacer tiempo hasta el encuentro con los otros. Detrás de la casa encontré a las niñas vagando entre los pastos y les propuse jugar a las escondidas, bajo la luz azulada de la tarde gris el aroma y el crujir de la hierba alta, embebida de humedad, incentivaba mis sentidos... y me ayudaba a escucharlas caminar, aunque Jovanka era muy buena siendo silenciosa y la mayoría de las veces no la pude atrapar. Para alguien como yo que no había tenido amigos para jugar durante la infancia esto era un resarcimiento inesperado.

Luego les propuse que me ayudaran a juntar unas flores y les pedí si tenían un lazo para atarlas, con un manojo en la mano de moradas y blancas me despedí de ellas agradeciéndoles por la ayuda y fui en busca del resto del grupo.

Entre el musgo, el helecho y el suave susurro de las gotas de agua escurriéndose por las hojas de las plantas, la caminata fue silenciosa por lo menos de mi parte, hasta el lugar de la torreta y allí esperé a que Daniel se animara a decir unas palabras, si es que podía. La verdad es que para alguien que suele dar consuelo soy muy mala para estas situaciones, extrahospitaliariamente. Me debatí entre abrazar a Daniel, palmearle la espalda y quedarme en el lugar mirando el piso, es como si hubiera perdido el orden en el que van las cosas y tuviera miedo de hacer el paso 3 antes que el 1.

Entonces lo escuché hablar y suspiré internamente, contenta con su valentía. Escucharlo tan quebrado me removió sentimientos muy profundos dentro de mí, sus palabras, muchas de ellas servían para todos nosotros. Estuvimos perdidos, y como los hijos pródigos fuimos encontrados. De vuelta al redil, para cazar a los lobos. Recordé las palabras de Réjane: no somos palomas.

-Ha sido un tiempo duro. Borrado de mi mismo y de los que me rodeaban. Pero aun así sin tener tu nombre, tu rostro, tu voz, te buscaba por que no pudieron, ni podrán, borrar tu espíritu del mio.

Las lágrimas me comenzaron a caer por las mejillas, que estaban ardiendo. Sentí esas palabras como mías y tuve que morderme los labios para reprimir todas las emociones que comenzaban a abrumarme. Yo también hubiera querido que esto fuera diferente, no puedo dejar de sentir que le había fallado a Leah todo el tiempo: cuando murió en mis brazos en el hospital la primera vez y ahora cuando no pude rescatarla a tiempo para que estuvieran juntos con Daniel.

Mats me había dicho cosas horribles de cómo la habían encontrado... Siempre latente a la vuelta de la esquina está el horror, espiándonos con sus ojos entrecerrados entre el cielo y el infierno. Me reí entre lágrimas con el comentario sobre Keats y Shelley y escuché el poema de Daniel, y el de Elliot luego, suspirando brevemente, entre estrofa y estrofa, mirando las flores en mis manos temiendo arruinarlas.

Fue entonces que dije en voz alta -Te fuiste demasiado pronto Leah, siempre voy a estar agradecida por tu amistad. Te vamos a extrañar mucho -expresé con simpleza -Tú sabes que no soy buena para esto, pero siempre pudiste ver dentro de mí. Descansa en paz.

Decidí adelantarme tímidamente hasta el agua y dejar las flores allí, mientras me alejaba vi cómo el agua se las llevaba con perezosa lentitud y cómo las gotas de lluvia comenzaban a dibujar círculos pequeños en la superficie.

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29/08/2018, 16:04
Mats Bergstrøm

Escucho a Arthür, asintiendo mientras me explica los avances de Sophie y comparte conmigo sus sueños de que algún día nuestra amiga, nuestra hermana, vuelva a reencontrarse con lo que queda de su familia rota por la tragedia. Y me esfuerzo por no mirarlo con demasiada intensidad mientras lo hace, pero joder, es tan bonito que duele. Su esperanza, su pureza, su espíritu… Carraspeo, conmovido, obligándome a mí mismo a apartar la vista, a fingir que no pasa nada, a taparlo para que no se vea.

Suelto un suspiro largo, reuniendo todo lo que necesito de dondequiera que esté, mientras mis ojos brillantes miran a ningún sitio en particular.

Bueno, pues ayer por la mañana, cuando Clem y yo nos vimos con el comisario Réjane y le dijimos que Elliot estaba en Maine, rompimos el hechizo del olvido que también lo afectaba. Enseguida supo lo que había que hacer. En serio, admiro a ese tío. —Hago una pausa para pasarme la mano distraídamente por la barba—. Nos llevó a una casa apartada, que era el refugio y base de operaciones de una célula «antisectarios». Muy profesional todo. Conocimos a Saqib, a Fermi, a Juliette… Un grupo bien especial. Parecían tener mucha experiencia en combatir a esos hijos de puta. —Recuerdo la vieja fachada, la puerta el patio, la glicinia… Todas las cosas que me hicieron sentir que todo acabaría bien aquel día. Recuerdo las enigmáticas palabras que me dedicó Juliette—. Ella, Juliette, vio mi… mi aura. A ver si lo recuerdo bien… Me dijo que era blanca, envolvente, con un anillo como si fuese el de una estrella o planeta. También dijo algo de un huevo de sombra. No sé qué querría decir, la verdad. Y parece que en mi frente había una corona de rosas, y unas letras de fuego, creo, que decían algo así como «arrodillaos ante Adán». ¿Te imaginas? ¿Yo con una corona de flores? —Sonriendo, hago un gesto con la mano, como rodeándome la cabeza—. En fin. Curioso, supongo. Ojalá supiera qué significa…

Parece como si mi mente quisiera saltar en el tiempo al momento en que me senté frente a aquel ordenador, pero me fuerzo a ir en orden. Mi rostro recupera una seriedad pensativa.

Réjane llamó a un contacto suyo de Boston para que fuese a buscar a Elliot. Clem y yo decidimos que yo iría a por Leah… la agente Leah Tautou, y ella a por Daniel, a quien ya conoces. Eran los que parecían estar en más peligro, y a los que pudimos localizar más inmediatamente. Saqib es un viajero astral. Sentía y veía cosas que yo no podía ver. No era muy hablador, pero me ayudó a llegar hasta Leah. Estaba en un aparcamiento subterráneo. Estaba… —Mis ojos pasan de la evocación ensoñada a clavarse fijamente en un punto concreto, que solo existe para mí—. Estaba muerta. La habían matado y enterrado bajo dos metros de hormigón.

Me tomo un instante para hacer una pausa. Mis manos se aferran ahora al respaldo de mi silla como si fuesen los barrotes de una celda de la que no puedo escapar. Levanto la vista para volver a mirar a Arthür.

Te parecerá extraño o hasta terrible que diga esto, pero no sé por qué, me lo esperaba. Casi parecía como si se lo estuviese buscando… Todas las cosas que hacía la acercaban un paso más al abismo. Y yo no sé si hice todo lo que habría podido hacer. Tampoco sé si habría… —Sacudo la cabeza, interrumpiéndome a mí mismo—. Perdón. Perdón, joder. Se supone que no debería decir estas cosas. No es justo. Ni siquiera sé cómo murió. Ni siquiera…

El familiar escozor en la nariz y la humedad salada en los ojos me hacen sentir extrañamente reconfortado, como si todo se hubiese puesto en su sitio de una puta vez. Es la primera vez que lloro por Leah, y me siento fatal por que así sea. Pero así son las cosas.

Clem tuvo más suerte. Encontró a Daniel sano y salvo. Daniel… amaba a Leah. Ya te imaginarás que para él fue terrible. Aún lo es. Más tarde iremos a despedirla a la laguna de la torre. Creo que es un sitio significativo. Es lo mínimo que podemos hacer.

Me enderezo en la silla, visiblemente inquieto.

Los hombres de Réjane habían logrado dar con Elliot. Esta mañana nos hemos reunido todos en la casa que te he comentado antes, el refugio del grupo de Réjane. Allí Elliot nos contó que, privado de sus recuerdos, había soñado con un faro frente a la costa de Maine, y había decidido acudir allí para ver si lograba recordar. Fue acogido por un grupo de mujeres que sabían… Que sabían muchas cosas. —Suspiro. No deseo alargar el relato más de lo necesario—. Aquella noche fue cuando soñó con Clémentine. Y recordó, y supo que había metido directamente en la boca del lobo: las mujeres eran sectarias, así que Elliot huyó. Y mientras lo hacía, vio un barco, un crucero que navegaba frente al faro. El barco fue tomado por la secta, y Elliot vio cómo sus anfitrionas, las mujeres del faro, subían a bordo. En su huida, Elliot se topó con un campamento, también de los sectarios. Estaban llevando a cabo un ritual. Finalmente fue descubierto y atacado… Y entonces fue cuando los hombres de Réjane lo encontraron y lo sacaron de allí. Lo trajeron directamente de vuelta a Francia. Tuvo mucha suerte.

Me echo hacia atrás en mi asiento, como tomando distancia, preparándome para lo siguiente que tengo que contar.

Notas de juego

He puesto la foto para romper el ladrillo por la mitad, porque si no madre mía XD.

Perdona por haber simplificado tan vilmente el relato de Elliot, pero es que si no te soltaba la Biblia. Por último, no lo he puesto todo de una sola vez, para que puedas hacer un poco de feedback con Arthür, comentar lo que acabo de decir, etcétera. Si prefieres esperar y que yo acabe de contarlo todo, dímelo, porfa :).

Edit: He corregido algunas redundancias y reiteraciones XD.

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29/08/2018, 17:32
Arthür Guitry

Arthür escuchaba la narración de Mats con la atención acostumbrada. Asintió aliviado cuando nombró a Réjane y su equipo, contento de que pudieran contar como una ayuda como aquella y más aún que hubiese gente que hubiera hecho de su vida profesional la caza de malnacidos como los soñadores. Si los malos están organizados, ¿por qué no habrían de estarlo los buenos? Imaginó a Réjane y su gente como una especie de orden de caballería y se preguntó si tendrían algún rito para ordenarse o alguna ceremonia de iniciación… Y todo esto en el segundo en que Mats hizo una pausa mesándose la barba. Entonces su amigo le describió su aura. Aquellas imágenes le resultaron de lo más enigmáticas y desconocía por completo si se trataría de algunos conceptos técnicos para la gente que fuera capaz de percibir y leer en ellas. Sin embargo cuando Mats habló de la inscripción en la corona la frase le resultó familiar.

-Pues claro que te imagino con una corona de flores- contestó sin hacer gestos de que pudiera tratarse de alguna broma-. Y no sé las imágenes que describes, pero esas palabras, o al menos unas muy parecidas -no sé cuál será la mejor traducción del árabe...- se nombran en el Corán. No lo he leído de allí directamente, no creas, pero sí un libro donde contaba que en el momento que se narra la creación del hombre se explica que Dios ordenó a los ángeles que se postraran ante Adán. Iblis -es decir, Satán- se negó a hacerlo debido a su orgullo, de forma que desobedeció la voluntad de Dios. Y bueno, no sé si tendrá que ver o no, pero al decirlo me lo has recordado. Hay que tener en cuenta que se trataría de Adán en su estado primigenio, es decir, el Adán tal como Dios lo creó, el que no había caído todavía… Pero bueno, no quiero divagar. Sólo que también recuerdo que cuando viste a… Ya sabes quién y no me refiero a Voldemort, claro -dejó de hablar un instante haciendo un gesto de desagrado como expresando que no se podía creer que en un momento como ese dijera tal tontería-, en fin, cuando le viste -se sonrojó-, sentiste que deberías enfrentarte a él a muerte. Bueno, la gran guerra santa es la de uno mismo contra el mal que puede anidar en él, la del hombre por llegar a ser como puede y debe ser, como el Adán primigenio. Vamos que creo que tu corona tiene que ver con ese combate que sentiste que tenías pendiente. Y ¡uf!, menuda imagen la verdad. Digna de aquello que me contaste que te reveló tu padre... Pero por favor sigue -dijo interrumpiendo su discurso-, ¿qué sucedió después?

Mats habló entonces de la muerte de la detective Tatou. Una amalgama de emociones se vislumbraron a través de su rostro y las lágrimas terminaron por aflorar. Arthür aproximó su silla a la de su amigo y puso la mano sobre su brazo reposado en el respaldo. Con lo terrible que era lo que ahora estaba contando su rostro y su inquietud le indicaron que no había hecho más que empezar.

Notas de juego

Me encantó la foto. :-)

Arthür no está pnjtizado, de forma que he escrito yo (Aliosha) lo que Arthür diría, el máster no me ha dicho nada al respecto, ¿eh?, así que tómatelo como una teoría suya no como lo que Cusa quiera o no decir.

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29/08/2018, 22:49
Mats Bergstrøm

El cielo está de luto y a punto de llorar cuando David Bowie y su Ziggy Stardust me recuerdan que es la hora de reunirme con mis amigos. Apago la alarma de mi móvil, pero todavía no me levanto de la silla. Concentrado, mirando el verde y el gris apagado a través de la ventana, continúo tocando gentilmente las cuerdas de mi guitarra acústica, asegurándome de que todo suene como debe. Hace tiempo que no toco, y creo que hoy es una ocasión más que merecida. Aún no he pensado qué voy a tocar o a cantar; supongo que, una vez estemos allí, mi corazón y el momento me lo dirán. Cuando finalmente estoy satisfecho con la afinación de la guitarra, me incorporo y, con un cuidado extremo, dejo la silla apoyada contra la pared. No quiero despertar a mis compañeros de habitación que aún duermen. Paso rápidamente por el baño para mirarme al espejo y comprobar que tengo un aspecto aceptable. La luz blanca y dura del fluorescente me hace parecer más pálido de lo normal, resaltando los cercos oscuros que empiezan a formarse alrededor de mis ojos por la privación de sueño, pero por lo demás estoy bastante presentable. Después de pasarme una mano nerviosa por el pelo y echármelo hacia atrás, salgo guitarra en mano al encuentro de Daniel y los demás.

El pequeño islote de la torre está exactamente como cuando lo vi anteayer, cuando llegué buscando a Clem. Y no puedo evitar pensar que, ahora más que nunca, este lugar parece un portal abierto a otros reinos, a otros lugares lejanos e inimaginables, pero tan reales como el aire que respiramos. Sí, estoy convencido de que Leah podrá escuchar todo lo que digamos, sentir todo lo que sintamos. Una brisa remueve nuestros cabellos y ropas, formando bellas ondas en la superficie de la laguna. Una imagen más que evoca los ecos que tienen todas las cosas, la resonancia que tienen todas las acciones y palabras. Siempre que alguien hace algo, hay consecuencias. Siempre que alguien dice algo, otro alguien puede oírlo.

Daniel estima que ha llegado el momento oportuno, y es el primero en hablar; tal vez haya sentido que ella está aquí, con nosotros. Se dirige a su amada con un cariño infinito, y sus palabras atan un nudo en mi garganta. Sin darme cuenta, mis manos buscan las de Clémentine y Elliot, que esperan su turno junto a mí. Se forma una comunión sutil aunque irrompible entre nosotros, un lazo invisible que nos vincula en nuestra amistad. Las últimas palabras de Daniel me arrancan una carcajada, a pesar de que estoy llorando. Siento la pena de mi amigo como mía, y me pasa por la cabeza que Daniel es un hombre tan afortunado como desgraciado. Afortunado por haber conocido un amor como este, que pocos, ni siquiera yo mismo, pueden afirmar haber tenido. Y desgraciado por haberle sido arrancado de sus manos cuando apenas empezaba a florecer.

Elliot es el siguiente en intervenir, pronunciando unas emotivas estrofas, que parecen una oración religiosa, en su inglés natal. Me sorprende la empatía que demuestra Elliot una vez tras otra; siendo el último en llegar, desprende un afecto hacia nosotros, hacia Sophie, hacia nuestros amigos, que lo convierte en uno más de nosotros. Su despedida de Leah acaba de confirmar esta impresión que ya tuve cuando lo conocí, de la gran generosidad que desprende este joven extranjero.

Clémentine habla en tercer lugar. Su intervención es breve, pero no menos sentida. El hecho de que se atreva a poner sus sentimientos en palabras, teniendo en cuenta su naturaleza reservada, es de valorar. Me quedo ensimismado, mirando como las aguas se llevan las flores ofrendadas por Clem, acompañándolas a algún lugar tranquilo y lejano. Un lugar que, aunque solo sea hoy, está un poco más cerca.

Me toca a mí cerrar esta despedida. Cerrando los ojos, inhalo profundamente y levanto la cara al cielo, dejando que las frías gotas de agua me mojen. Intento reunir todas las ideas y los sentimientos que parecen flotar a mi alrededor, recogiéndolos y juntándolos para formar algo concreto, algo que pueda decir de una persona a la que, en realidad, apenas llegué a conocer. Carraspeo.

Leah. —Mi boca se queda entreabierta después de haber pronunciado su nombre. Permanezco en silencio durante un rato, pensativo—. Ojalá la vida me hubiese regalado el tiempo suficiente como para entenderte. Para entender a esa niña incomprendida, rebelde, inconformista, siempre huyendo de sí misma, siempre buscando su lugar. Solo espero, de todo corazón, que en Daniel encontrases el rincón de reposo que tanto anhelaba tu alma. —Hago una nueva pausa. No soy muy bueno para fabricar discursos, pero sí para hablar con honestidad, directamente desde dentro—. Desearía haber podido preguntarte cómo estabas y que tú me hubieses escuchado, haber podido darte consuelo. Pero cuando yo llegaba, tú ya no estabas. Siempre con los pies en el camino, siempre buscando. —Cierro los ojos con fuerza, y mis párpados se arrugan, dejando correr el agua que había caído sobre ellos—. Sin embargo, incluso lejos estabas con nosotros, vigilante, siempre un paso por delante. Luchaste más que nadie, diste más que nadie. Y por nosotros hiciste el sacrificio final. —Se me escapa un sonido que lo mismo podría ser un sollozo que una carcajada ahogada. De hecho ni siquiera yo tengo claro si es lo primero o lo segundo. Levanto la guitarra que he traído conmigo, doblando un poco la rodilla derecha para apoyar el instrumento sobre mi muslo—. Y ahora si te parece bien voy a cantar una canción, porque es la única manera que encuentro de expresarme. Perdóname los gallos, pero no he podido calentar la voz.

Inspirando nuevamente, afianzo mis manos sobre las cuerdas y simplemente me dejo llevar, sin pensar. Como si hubiesen cobrado voluntad propia, mis dedos tocan los primeros acordes de Et hjem borte fra hjemme*, «el hogar lejos de casa», canción que escribí hace un tiempo en noruego y que no podría resultar más adecuada en este momento. Sin embargo, canto la versión en inglés, para que todos puedan entender la letra:

Viniste a nuestro mundo

desde una tierra lejana,

por un motivo especial.

Y nosotros te abrimos nuestra casa,

para que entrases a cualquier hora,

en cualquier estación del año.

Hiciste nuestros sueños realidad.

Nos hiciste felices.

Te estaremos esperando cuando regreses.

Las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, mezclándose en mi espesa barba, a medida que continúo cantando.

El modo de vida que hemos elegido

es puro, libre de todo mal.

Tú ibas en contra de las normas,

pero aquí tienes un segundo hogar.

Tu casa está a solo un paseo en barco.

Navegaremos hasta ti,

te traeremos de vuelta.

Te estaremos esperando cuando regreses.

Mi voz tiembla, amenazando con quebrarse, pero no me detengo. El ritmo se acelera, y la intensidad de la canción crece progresivamente.

Este es nuestro hogar lejos de casa.

Eres parte de nuestra familia.

Estaremos aquí,

Llamándote.

Y…

Te estaremos esperando cuando regreses.

Trato de contener el llanto mientras toco los últimos compases, enérgicos, resonantes y vibrantes, llenos de amor. Cuando la canción termina, mis ojos buscan los de mis amigos.

Ella lo ha oído. Estoy seguro.

Notas de juego

*No busquéis la canción, que me la he inventado XDDD. Disculpad que no rime, pero es que se supone que la canto en inglés, y esta es la traducción al español :P.

Chicos, se me ha ocurrido una idea: ¿No sería genial que Armali/Leah pudiese leer estos cuatro posts de despedida? ¿Qué os parece? Con el beneplácito de Cusa, por supuesto, y si a todos os parece bien :).

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30/08/2018, 01:18
Mats Bergstrøm

Recibo el gesto de Arthür con entrega. Sintiendo una opresión en el pecho, apoyo mi mano en la suya con mucha suavidad y cuidado, casi con miedo, como si no quisiera ofenderlo. Inclino la cabeza, dejando que mi frente repose sobre el pequeño montículo formado por nuestras manos. Así permanezco durante unos instantes, consolándome en el calor que desprende mi amigo.

Después… Llegaron todos. Govier, Bélanger, Montillet… También un montón de gente a la que no conocíamos, amigos todos. —Levanto la cabeza para volver a mirar a Arthür—. Réjane contactó por videoconferencia con el teniente Ángel Ramos, del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Estaban sobrevolando las costas de Maine, buscando el trasatlántico. ¡Y nosotros íbamos a dirigir la operación desde aquí! Pusieron un ordenador en mis manos. Y ya sabes lo que hago yo cuando tengo equipo informático a mi disposición. —Me permito una mirada fanfarrona, pero esta muere en cuanto recuerdo todo lo que llegó después—. Me saltaré todos los tecnicismos que seguramente no te interesen, pero los trinqué a base de bien. No solo detecté el barco y sus coordenadas, sino que conseguí el control total del crucero. Bases de datos, diarios, registros… Cámaras… —Me quedo en silencio unos segundos, y una expresión parecida a la náusea se dibuja en mi cara—. Lo vimos todo, Arthür. Todo. Y tendrás que perdonarme, pero prefiero ahorrarte los detalles. No quiero quitarte el sueño. De todas formas, tampoco creo que fuera capaz de expresar el espanto que tuvimos que soportar… —Niego con la cabeza lentamente, con la mirada ida, y después vuelvo a fijarla en los reconfortantes y azules ojos de Arthür—. Baste con que diga que todo el mundo a bordo parecía haberse vuelto loco. No eran personas, eran bestias sanguinarias, monstruosas, enfermas. La secta estaba llevando a cabo un ritual, estaba controlando o… o masacrando a todo el pasaje. No diré lo que vi, pero todo lo peor que puedas imaginar que pueda hacérsele a un ser humano, lo peor… Eso y mucho más era lo que estaba ocurriendo en ese barco maldito. Horrible. Horrible, de verdad. —Me paso una mano por la cara, tratando de controlar el temblor casi imperceptible en mi boca—. Ayudé a Ramos y sus hombres a abordar el barco. La… operación duró más de tres horas. Una carnicería. Tuvimos diez bajas. Ellos… Joder, ni lo sé. Pero la peor parte se la llevaron los pasajeros, por supuesto. Incluso los que han sobrevivido… No sé cómo quedarán después de lo que han pasado.

Suspiro con todo mi cuerpo, estremeciéndome como un pájaro desplumado. Me doy cuenta de que estoy apretando la mano de Arthür, quizá con demasiada fuerza. Rápidamente aparto la mía.

Pero ya está. Ha terminado. Hemos acabado con uno de los nueve. Porque eran nueve. Nueve mentes maestras que estaban dispuestas a sacrificar a todos sus seguidores para convertirse en dioses. ¡Vaya dioses! —Sacudo la cabeza, enfurecido—. Por lo que tengo entendido, tienen que ser nueve para poder hacerlo. Así que… Supongo que eso nos da algo más de tiempo.

Mi respiración se estabiliza. Ha sido un desahogo poder compartir esto con Arthür. Es lo único que nos queda, confiar los unos en los otros…

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30/08/2018, 01:44
El Balneario

Cuando acabaron la lluvia caía en gotas más gruesas que movían las hojas al golpearlas. La luz había caído y todo estaba tan encharcado que parecía que la marisma estaba cubriendo la isla con su manto.

Al llegar al balneario olía a comida. Geneviève y el señor Berisha estaban cocinando cordero asado con patatas en un enorme horno de leña que había en la cocina.

El motor que abastecía de luz eléctrica había fallado -algo habitual allí, sobre todo en los días de lluvia- y habían tenido que iluminarse con velas.

Esta vez la mesa la habían colocado en la zona del salón que se encontraba más resguardada de la humedad, junto a una chimenea y estanterías vacías. Las contraventanas de los ventanales estaban cerradas para que no entrara agua -la mayoría de los cristales faltaban o estaban rotos- y habían aparecido goteras por doquier aunque para cada una tenían preparado un cubo o un barreño. En un gesto casi rutinario cuando alguien -cualquiera- detectaba una nueva gotera colocaba un nuevo cacharro para contenerla.

El equipo fotográfico e informático tuvieron que ponerlo a salvo, envuelto en plásticos, en el interior de una enorme caja de caudales que tenía todos los mecanismos oxidados.

La comida, deliciosa, le trajo a Mats reminiscencias de su niñez, de los guisos de su madre. Ella casi nunca cocinaba pero cuando lo hacía la comida tenía un gusto especial que no había encontrado hasta esa noche.

Se iban pasando la carne, patatas, pimientos, tomates, vino, etc. Los niños ya se habían ido a dormir, menos Édith, que insistía en quedarse pegada a su padre.

A mitad de cena fuera llovía copiosamente. Más allá de las conversaciones el ruido de la lluvia contra la piscina competía con el tamborileo del goteo golpeando a diferentes ritmos sobre palanganas de plástico y cerámica y cubos de plástico, madera y metal.

Notas de juego

Sois libres de elegir vuestros compañeros de mesa y si queréis entablar alguna conversación (ya sea con un pj o con un pnj) hacedlo.

Podéis llevar el/los post hasta el momento de que los personajes se duerman. Si alguna interacción se alarga, podremos seguir jugándola como "flashback" mientras sigo con la trama.

:-)

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30/08/2018, 11:28
Clementine Ouvrard

La caminata bajo la lluvia hasta la casa había tenido el regusto de la aventura pandillesca de la niñez, con nuestros zapatos hundiéndose en el barro, medicinal o no, que llenaba los alrededores, nuestro andar cercano creando un círculo de calor humano que mutaba su forma a medida avanzábamos y la sensación de una unión fuerte de espíritus. Agradecí mucho tener conmigo mis botas sin taco que me cubrían hasta la rodilla porque odiaba tener los pies mojados y eran ideales para este terreno, en cambio la ropa no me importaba que se empapara.

La cena ya estuvo más tranquila por la noche, mi ánimo había cambiado luego de la canción de Mats. No, en realidad, mi ánimo había cambiado antes, cuando había estado jugando con las niñas, y la despedida de Leah y la canción de Mats solo habían acentuado el efecto. La sensación de paz se había distendido por mi cuerpo y la estaba disfrutando, ya que de un tiempo a esta parte había olvidado lo que era.

La comida estuvo deliciosa y el vino también, pero procuré esta vez tomar muy poco de él y servirme agua cada vez que tenía sed. La luz de las velas no hizo sino tornar la cena más íntima y familiar, lo que sumado al concierto de goteras me parecía encantador, disfruté un largo rato sentada en mi lugar observando las formas que las sombras dibujaban por doquier o cómo se extendían por los techos cada vez que alguien movía los brazos, también cómo la luz iluminaba el rostro de los presentes bajo la caricia cálida del destello ambarino de las velas... Había algo mágico en cómo las velas iluminaban las miradas que no podía dejar de admirar.

También disfruté de la interacción entre Édith y su padre, no podía imaginar lo felices que deberían estar de tenerse nuevamente el uno al otro y por más que deseaba charlar con la pequeña decidí no molestarla y que cuando ella lo quisiera viniera a buscarme, como siempre había hecho.

Como Geneviève y el señor Berisha habían cocinado me ofrecí para preparar el café y el té mientras los demás se distendían en la sobremesa.

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30/08/2018, 14:49
Clementine Ouvrard

Al levantarme de la mesa miré a Elliot y enarqué mis cejas en una seña muda de que me siguiera hacia la cocina. Había estado tratando de no mirarlo demasiado durante toda la tarde, pero me era imposible porque había algo en su rostro y en su forma de andar que me hacía pensar en una belleza forjada en la perseverancia, el valor y el crisol del sufrimiento. Cada vez que estaba cerca de mí me sentía desvalida como si la más mínima palabra que saliera de su boca pudiera destruirme, me resistía con todas mis fuerzas a dejarme llevar por sentimientos tan poderosos y absolutos conociéndolo apenas.

Eso tenía que cambiar, e iba a cambiar ahora.

Al entrar en la cocina caminé hasta la mesada y me apoyé contra ella con las manos sobre el mármol, como lo hiciera en la casa de Saint-Omer. Allí lo esperé sopesando mis próximas acciones y palabras, si es que venía a mi encuentro.

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30/08/2018, 17:18
Elliot

Aunque en esta época del año el sol caía lentamente, el cielo encapotado oscureció el paisaje de regreso haciendo que el camino de retorno tuviera algo de excepcional, como si la noche tuviera prisa por llegar y fuera pisándoles los talones. Elliot disfrutó la lluvia y no le importó empaparse. A pesar del suelo embarrado y encharcado le pareció que los pies de todos eran más ligeros que durante la ida. La idea de Clementine había sido realmente buena y tras las palabras de Daniel y la canción de Mats algo había cambiado, como si el viento de la tormenta que se avecinaba se hubiera llevado consigo no ya el dolor, cosa imposible, pero sí la losa que las palabras no dichas y la falta de un final apropiado dejan sobre el alma.

Al llegar al balneario lleno de vida y actividad sintió como si hubieran regresado desde las puertas del Otro Mundo. La luz de las velas iluminaba el comedor y los pasillos y el sonido del agua atravesando el techo a través de goteras que podían contarse por decenas hacía que todo fuera más acogedor y pintoresco todavía que a la luz del día.

Durante la cena estuvo más hablador que lo había estado desde que salieran de Saint-Omer y ahora se daba cuenta que sus palabras habían sido contadas desde entonces. En cualquier caso con una compañía tan especial como la que había en aquella casa era mucho más interesante escuchar que hablar y así continuó haciéndolo. Édith seguía sin separarse un milímetro de su padre. Anhelaba poder hablar con la chiquilla aunque en realidad no supiera bien qué decirle. Ver a ella y a Montillet juntos le producía una satisfacción indescriptible mezclada con un dolor quedo que mantenía a raya sin que nada lo manifestara al exterior.

Cuando los comensales fueron terminando sus platos Clementine se ofreció a preparar café y té para todos. Al poco Elliot la siguió a la cocina para echarle una mano.

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30/08/2018, 17:20
Elliot

La mirada de Elliot se había cruzado con la de Clementine varias veces durante la cena. Cuando ella hablaba el bullicio de las conversaciones se apagaba para él disfrutando de la cadencia y sonido de sus palabras como si de una música se tratara. Y si existía alguna forma de que su mirada brillara aún con más fuerza que de costumbre era contemplarla a la luz de las velas. Con la penumbra sus ojos parecían más oscuros y en sus pupilas dilatadas el fuego reflejado parecía una hoguera que ardiera en el interior. Rememoró las palabras que le había dicho antes de marcharse a dormir, esa amenaza dulce cerca de su oído que había conseguido erizarle toda la piel.

Clementine se levantó entonces e hizo un gesto leve para que la siguiera apenas enarcando las cejas. Al poco de que se levantara la siguió hasta la cocina.

La encontró apoyada en la piedra. Parecía pensativa y con el gesto algo grave aunque no alarmada. Elliot cerró la puerta tras de sí y se acercó quedándose parado a un paso.

-¿Estás bien? -fruncía levemente el ceño entre intrigado y preocupado.

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30/08/2018, 17:46
Mats Bergstrøm

El camino de vuelta al balneario da la sensación de ser el regreso a casa tras un largo viaje. Después de la emotiva despedida de Leah, me siento reconfortado, y una calidez indescriptible me llena sin dejar lugar a ningún sentimiento negativo. Sencillamente es como si hubiese purgado la tristeza, el dolor y el miedo, no negándolos completamente, sino consolándolos. Además me siento mucho más próximo a mis amigos. Siendo capaces de sacar de lo malo lo bueno, de no dejar que opriman nuestros corazones, es como venceremos. La lluvia, lejos de ser molesta, resulta agradable y vivificante. Es como si la naturaleza misma nos dijese que está de nuestra parte.

La iluminación mediante velas que nos aguarda al llegar al balneario, combinada con el ruido que hacen las pesadas gotas de agua al golpear el techo y las contraventanas, le dan al espacio el carácter de un acogedor refugio en la naturaleza. La deliciosa cena que nos espera, nada menos que cordero asado con patatas y verduras, es toda una sorpresa, y casi me hace atragantarme en mi propia saliva en cuanto huelo el aroma que sale de la cocina.

La cena transcurre con placidez y serenidad. Me siento ligero, aliviado de la pesada mochila que había estado cargando. Degusto la comida con gran fruición, deleitándome en su sabor y en los recuerdos que me trae: los aromas y matices me recuerdan a mi madre, que era una gran cocinera. En cierto modo, incluso a ella la siento cerca esta noche. En un momento de la cena, levanto mi copa de vino al aire.

Por nuestras madres —digo. Y después de un instante, añado mirando a Édith y a David—: Y por nuestros padres.

Sin dar más explicaciones, bebo un buen trago. Hoy no tengo la intención de privarme en absoluto. Miro de reojo a Elliot cuando sigue a Clémentine a la cocina. Una ceja se me dispara hacia el techo, y se me escapa una queda, casi inaudible carcajada. Bebo otro sorbo de vino, este más pequeño que el anterior.

Algunas cosas terminan, pero, ¿es posible que otras empiecen?

Notas de juego

Mats be like   (Ô__ó)

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30/08/2018, 19:46
Clementine Ouvrard

Una parte de mí hubiera querido que no viniera, es mucho más fácil cuando las cosas se suceden dentro de la inercia de lo acostumbrado y a lo que estaba acostumbrada era a estar sola y a no tener ningún problema interpersonal ni situaciones confusas con peso emocional inesperado como esta.

Cuando lo vi aparecer por la puerta me atraganté con la saliva y comencé a toser, era uno de esos momentos en los que el aura de elegante indolencia que suelo echar a mi alrededor se corría para dejar ver mi torpeza natural para algunas situaciones. Al mismo tiempo que se acerca hasta mí siento que el calor comienza a trepar por diversas zonas de mi cuerpo y por más que trato de evitarlo me sonrojo, cuando logro componerme de nuevo escucho su pregunta y lo miro directo a los ojos, deseando que pudiera leer mi mente así me ahorraría el poner todo este cúmulo de pensamientos en palabras. Unos instantes de silencio se suceden, todas las palabras que había sopesado con anterioridad se me borran inmediatamente; tengo que hacerme con otras.

El ruido de la lluvia llega desde afuera, y desde adentro en forma de percusión, sirve de cortina a nuestros pensamientos y a nuestra respiración, o al menos a la mía que se me torna ensordecedora. Finalmente, logro ordenar mis pensamientos -No lo sé -me sincero, quizás demasiado. Bajo los párpados un segundo y vuelvo a mirarlo -Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento antes de que te fueras a dormir -digo por fin -No estuvo bien. Quiero decir: no está bien que te presione ni que te -lo recorro con la mirada -Ni que te toquetee-. Carraspeo. No, eso estuvo horrible. Horrible e impreciso. -Digo... -le sonrío pidiéndole que me excuse -Quiero que sepas que si el beso que nos dimos fue un impulso del momento lo entiendo, completamente -logro expresar lo más directamente que soy capaz para que no haya dudas, dándole la oportunidad de que se eche atrás, el motivo es simple: si esto avanza todo se complica y somos más vulnerables. También, por qué mentir, pensé que quizás al borde de un destino aciago había reaccionado defensivamente deseando llevarse una emoción positiva con él.

-De mi parte no lo fue -aclaro, porque me es imposible fingir otra cosa, dios sabe que no sirvo para eso -Quiero que sepas que no fui consciente de cuánto me gustabas hasta que -paradójicamente -no te recordé, hasta que tu ausencia se convirtió en un eco que reverberaba en los rincones de mi mente, una melodía que quería cantar pero cuya letra no recordaba, un rostro que anhelaba ver pero que no me figuraba... -callé de pronto, después de todo por eso lo había buscado a él con mi voluntad, y luego agregué -No me arrepiento de nada, Elliot.

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30/08/2018, 20:09
Daniel Mallutz

Con el trato de la mano de mi compatriota en el hombro escucho los salmos y evoco el sentimiento y luego no hace falta la memoria, por que la emoción es genuina del momento.

Hay muchas cosas que pueden parecer ilógicas en la relación con Dios, como el encajarlo en la explicación del duelo, o peor en la de la misma muerte sorpresiva y mas si es violenta.
He escuchado muchas veces, echarle la culpa soto vocce y a veces no tan sutilmente, por cosas horribles, como si fuera un niño horrible que jugara encendiendo las luces o apagandolas al tonto arbitrio.
Escucho a Elliot y refuerzo mi fe por que se que el Señor no es ese crio, ni siquiera el viejo barbudo iracundo, que ha abandonado a Leah a su suerte. Es la presencia que ha estado con ella desde su nacimiento, ha sufrido con ella, ha reído con ella, ha estado con ella hasta el ultimo aliento por que es ese aliento mismo y mucho mas.

Confío que esta ahí para llevarla a la otra vida y que nos esta escuchando y nuestras plegarias y ofrendas le llegaran a través de el y ascenso tendrá mas fuerza.

Le devuelvo el apretón afectuoso a nuestro Soñador y lo acompaña la sonrisa de mis ojos.

Clementine condensa el mismo afecto con la misma sencillez con la que siempre lo reparte. La misma ofrenda que ejerce y ha hecho su vida. Me enternece verla con retraimiento entregarle a Leah ese ramillete que ha juntado.

Al volverse, empañada por las lagrimas aun, le rozo delicadamente las muñecas y con un ligero ademan la abrazo fraternalmente con intensidad pero respetuosamente. Mi mirada también le sonríe a ella.

Mats, no me había dado cuenta a traído una guitarra. Sobre el filo de la lluvia, mientras también se sincera, se la prepara aunque realmente es como si el instrumento se meciera a la espera de lo que deseen sus manos.

Reconozco en sus palabras, que también, con el poco tiempo que hemos tenido para conocernos, entendió también a Leah. A veces creo que como Clementine un poco mejor que yo.

Atiendo a la emoción de su veraces descripciones y de la honesta conmiseración de su sentimiento.
Comenta que va a cantar, con su voz tomada por impresiones contrapuestas, pero al final se mantiene firme.
Aunque dice que la canción es una traducción no parece que la melodía o su composición se atrevan a deslizarse fuera de la belleza un momento.

Viéndolo llorar, pero atacando intachable las emociones de su tonada, me hace sentir que estoy viendo la efigie del incomparable Oisin inspirando, igual de fieramente, los espíritus con su arpa que despojándolos de su forma carnal con su espada y su lanza.
Pero aquel es solo un viejo relato chismorreado por Nana en mi infancia y Mats esta aquí. Tocándonos el corazón con la guitarra y aporreando a los malos con un teclado, con la misma recta apertura.
La luvia arrecia cuando esta terminando, casi como añadiendo una gruesa tonada de percusión a los últimos compases.

Estoy con él, que nuestra Chialin nos ha oído.

Me siento mas ligero y descargado de una negrura que puede que se este deslizando hacia el fango.
Ahora quedara el amor y las promesas. Y el dolor. Pero el dolor no es igual cuando es aceptado.

Caminamos de vuelta a la gota de semi-civilizacion que es el edificio principal del balneario.

Con la lluvia, es como si hubiéramos ido milagrosamente andando sobre las aguas, cada vez mas indefinidas al hilo de la luz que se va esfumando.

Un fallo en el generador nos presenta una escena repleta de constelaciones aisladas de estrellas tililantes de las llamas en las candelas y candelabros.

Por el camino me afane en colocarme bien la chaqueta y en resguardar el arma en el lugar menos visible y comprobar el cierre de seguridad de desenfundado. No quería ser imprudente y causar un accidente con las niñas.

El cordero y las patatas olían genial, aunque mis disciplinas culinarias prescritas para mantenerme en peso y forma aun siguen presentes, me doy cuenta que el tiempo en solitario ha sido un poco ascético y quizás me va a hacer mas bien que mal un salto en la dieta.

No hay pegas con el menú. Ayudando un poco aquí y allá me siento y me sirvo un poco de todo.

En uno de los intercambios me dirijo hasta el lugar donde se sientan Sophie y Arthur e Yvon.
Me presento a Arthur indicándole que solo lo conocía de manera epistolaria y también estreche la mano del acompañante de Montillet agradeciéndole que hubiera cuidad del padre de Edith.

-De una forma inusitada usted me ha permitido cumplir una promesa.- le aseguro

Después, con delicadeza, me inclino hacia Sophie para poderle hablar cara a cara. Se me parece muy tenue aun con el impactante impresión de los tatuajes y la venda sobre los ojos.

Con vacilación le tomo la mano, no me ha parecido que haya salido de la experiencia de la mejor forma - Estimada Sophie. Me alegro de conocerte. Me llamo Daniel pero como quiero que sepas que en mi tienes un amigo, si quieres puedes llamarme Dano. Soy compañero de Leah - le digo con sinceridad y firmeza, aun con la incertidumbre de no saber si me esta escuchando - De verdad que me complace verte a salvo. Si necesitas algo, siempre puedes contar conmigo - hay compromiso en mis palabras. Mirando a sus dos acompañantes para asegurarles que ya no la molestare mas, me levanto y me alejo saludándolos.

Acabo otra vez en la mesa, pero en distinta compañía.
Mats levanta la copa en el aire y hace un brindis que por un instante me deja paralizado y por otro me hace buscar inconsciente a Elliot con la mirada.
No quiero estar ansioso y al mismo tiempo tengo miedo asi que dejo los interrogantes para un poco mas tarde y en manos del desfase horario.

Cumplo con el trago del brindis y me decido a plegar velas.
Lo cierto es que el cuerpo me pide recuperar aunque sea unas horas de sueño.

Cortésmente pregunto que me indiquen donde me puedo aposentar (realmente no soy muy difícil de aparcar pues solo llevo lo que llevo puesto), me despido de Mats por esta noche con un apretón de manos y pidiéndole que, al menos me deje un trago para lavarme por la mañana los dientes, con el fin de llevarme tras de mi una de sus vigorosas carcajadas y le pido que me excuse con Clem y Elliot.

Camino agotado hasta el lecho que me señalan y me desvisto dejando la muda lo mejor arreglada para fundirme en las sabanas.
En el móvil pongo el despertador para dentro de seis horas. Como es de prestado y un no he tenido tiempo para personalizarlo, la tonada mas estridente y fastidiosa es la que se queda.
Con los ojos cerrados por primera vez después de recordar, me doy cuenta que quizás esta sea también la primera vez que de verdad me venga el sueño. No dormir. Si no realmente soñar.

La cantidad de días extraviados y no se me aparece que recuerde uno solo en el que haya entrado en ese reino.
Me inquieta cual puede ser la primera ensoñación, o quizás una pesadilla, de este reinicio pero, llevo demasiadas horas levantado, para que no pueda dormir por los nervios y casi a la de tres estoy inconsciente.

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30/08/2018, 22:49
Arthür Guitry

Mats apoyó la cabeza sobre su mano.  Arthür dudó un momento con su otra mano en el aire hasta que finalmente la dejó caer sobre su cabeza, acariciando su pelo con cuidado. Su angustia iba en aumento imaginando qué sería aquello tan terrible que le estaba dejando sin palabras y sin saber ni por dónde empezar. Pero ni aún en sus más horribles fantasías podía haber pensado en lo que su amigo describió. Un trasatlántico podía ser un barco enorme; los afectados serían cientos sino miles.

Conforme avanzaba la narración la rabia parecía superponerse al horror, pues Mats apretaba su mano con más y más fuerza hasta que la soltó para concluir, tratando de encontrar lo fundamental en todo aquello, que habían destruido a quien era una de entre nueve mentes maestras, aspirantes a dioses por lo que había podido entender. Recordó las raíces órficas del culto que parecían seguir e imaginó que con ello tal vez hablaban de buscar la inmortalidad, aunque tratándose de semejantes necios tal vez eso implicara para ellos el vivir en este mundo de forma indefinida y a saber qué otras cosas más.

-Es increíble... -comenzó a comentar aún anonadado-. Pero tienes toda la razón: es una nueva batalla y una victoria, amarga pero victoria. Habéis salvado la vida a mucha gente, Mats. Le has salvado la vida a mucha gente con tu talento -le miraba orgulloso-, y tiene mucho sentido lo que dices; es más que probable que si han de ser nueve tengamos algo de tiempo antes de que encuentren sustituto, si es que lo tienen. Nueve es un número importante en la cosmogonía de Hesíodo y también en Homero. En fin, ahora son sólo ocho -sonaba absurdo decir “sólo”, pero no se echó atrás-. Y además, sabemos dónde podría encontrarse alguno de ellos, tal vez Vendela si forma parte de la élite... -se llevó la mano al mentón mientras decía esto, acariciándolo con su pulgar pensativo-. Recuerda todo lo que averiguaste sobre ella, las propiedades que poseía mediante algún interpuesto: una isla en el Egeo, una casa en Creta… Ellos no saben que nosotros sabemos acerca de esos lugares -apretó de nuevo el brazo de su amigo-, podría estar allí.

Dándose cuenta que Mats no había dicho ni una palabra acerca de sus comentarios sobre el aura, Arthür pensó que era algo en lo que no le gustaba pensar o tal vez de lo que no le gustara hablar, pero arriesgándose a molestarle insistiendo dijo algo más:

-Nada ocurre por casualidad. Sé que piensas esto como también lo pienso yo. Esa corona tuya, tu sangre, tu legado... No le des la espalda sin más -calló un instante mirando la reacción de su amigo-. Si estás aquí es porque tenías que estar aquí. Es tan simple y tan misterioso como eso. Por eso, no veas tu don o como quieras llamarlo como algo de tu padre. Hazlo tuyo, averigua quién eres, pues eso no cambia quién eres, Mats, sólo te hará más fuerte. Si no te conoces a ti mismo el diablo te conocerá mejor que tú. No le des esa ventaja.

Notas de juego

Te decía antes que no era necesario que me contestaras, pero no es para que no lo hagas sino para que no te veas obligado a hacerlo. :-)

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31/08/2018, 00:52
Elliot

Los instantes de silencio que siguieron a su pregunta inquietaron a Elliot. Podía ver con claridad la agitación de Clementine y no acertaba a adivinar si algo había cambiado, aunque enseguida comenzó a temer que sí. Ella se disculpó entonces por el abrazo y las palabras que lo habían tenido en una nube desde que se despidieran tras la comida y después la cosa no pareció sino empeorar cuando sintió que con lo que decía le abría una puerta de salida mientras se retiraba a un lado para dejarle pasar. Conforme ella hablaba un peso que casi le privaba de la respiración se instaló en su pecho y tratando de luchar contra el dolor pensó en un segundo que ahora que ella conocía su vida y el horrible secreto que guardaba entendía que debía alejarse de él y que podría ser mejor así. Pero el dolor seguía ahí, tan fuerte que la opresión casi no le dejó entender en un primer momento el sentido de las palabras que siguieron. No, nada había cambiado.

-Pues yo no podía dejar de pensar en ti desde que te vi por primera vez en aquel sueño -la opresión cambió de naturaleza pero no le devolvía el aliento-. Y cuando te vi después en la casa Gresta apenas podía creer que lo que había encontrado en el sueño fuera real. Clementine… -se recreó con el sonido de la palabra- la noche en que te dije mi nombre pensé que era importante que alguien lo conociera pero por encima de todo simplemente quería decírtelo, necesitaba hacerlo. Lo demás hasta me parecía una excusa. En realidad quería contarte todo, decirte lo que nunca había dicho a nadie y que jamás me olvidaras, pasara lo que pasara. Y cómo deseaba besarte… -aquí se refrenó temiendo incomodarla-. Y viniste a buscarme, viniste, aunque no me recordaras -en el rostro de Elliot podía leer una gratitud infinita-. Así que no -respondió finalmente a la pregunta-, no fue un impulso del momento y no me arrepiento de nada.

Dio el paso que faltaba para quedar frente a ella y buscó en sus ojos, deslumbrantes a la luz de las velas, si podía cerrar de un portazo la puerta de salida que había abierto para él con un beso.

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31/08/2018, 01:25
Mats Bergstrøm

Sonrío al escuchar las palabras de Arthür. No sé cómo, pero siempre consigue hacer que me sienta mejor. Tiene razón. Ha sido una victoria, y como tal debemos celebrarla en honor tanto de los que han muerto como de los supervivientes. En todas las batallas hay víctimas, pero dejarse hundir por esa realidad haría que el sacrificio de tantos inocentes hubiese sido en vano.

Gracias, Arthür. Siempre sabes qué decir. Ojalá tuviese la mitad de tu sabiduría. —Asiento con la cabeza—. En lo de Vendela y sus propiedades empezaremos a trabajar mañana. Hoy… Hoy simplemente no tengo la cabeza en condiciones, la verdad.

Arthür vuelve a mencionar el asunto de mi «corona», de mi herencia. Yo atiendo a su razonamiento con calma, con una expresión serena en el rostro.

No pienso darle ventaja al Diablo, Arthür. Una vez más estás totalmente atinado. Te diré una cosa… —Suspiro, meditando un rato las palabras que estoy a punto de decir. Sacudo la cabeza—. No odio a mi padre. Lo he perdonado. A pesar de sus muchos fallos, creo que lo… que lo he comprendido. Entiendo por qué hizo lo que hizo, por qué obstaculizó mi «potencial», por llamarlo de alguna manera. Las tentaciones que podía encontrar en el camino eran muchas, y él no confiaba en mi fortaleza para darles la espalda. A su manera, supongo que tenía miedo. Tenía miedo por mí. Y el miedo hace que muchas veces nos equivoquemos. —Clavo mis dedos en mi cabello, agarrándolo y revolviéndolo como un gesto para liberar tensión—. Papá se equivocó. Ha estado ausente de mi vida mucho tiempo. No me conoce, no sabe quién soy, ni cómo mis vivencias han influido en mi carácter y me han moldeado, muchas veces a hostias. Y dudo de muchas cosas, pero hay algo de lo que estoy seguro, en lo que confío a ciegas: en este. —Me doy dos suaves palmadas en el pecho, mirando a Arthür con vehemencia—. Si yo no tengo fe en mí, nadie la tendrá. Y no os pienso fallar nunca, me cueste lo que me cueste, aunque me desgarre por dentro. Aunque me tenga que ver en la peor de las degradaciones. Pero ante todo, nunca me voy a fallar a mí mismo. Porque lo sé, porque me conozco. Así que venid, ángeles del cielo, que aquí está Adán.

Río, sintiéndome momentáneamente ridículo por mi intento de frase lapidaria. Siento cómo me arden el cuello y la cara, y sé que debo de haberme puesto casi tan rojo como mi pelo.

En serio, Arthür, muchas gracias por ser como eres. Me… Me alegro mucho de tenerte como amigo. Vales tu peso en oro.

Sonrío tímidamente, sintiéndome un poco tonto, como siempre que el respeto me obliga a utilizar unas palabras diferentes a las que en otra vida quisiera haber podido utilizar. Alargo el brazo para coger mi guitarra acústica, que está apoyada en una pared cercana.

Tengo un funeral dentro de un rato y aún no sé qué voy a cantar. ¿Te parece normal?

Notas de juego

Pues ya si no quieres no hace falta que me contestes; esto ya enlazaría con Mats afinando su guitarra para ir a la despedida de Leah :).

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31/08/2018, 02:09
Ada Bytnar

Ada se sentó junto a Mats. Permaneció toda la cena en silencio, sonriendo las bromas, asintiendo a los que hablaban, comiendo patatas y pimientos -Mats sabía que era vegetariana- y sorbiendo su copa del brindis con mirada cómplice y cara sonorojada: beber alcohol suponía para ella romper un tabú.

Vestía una camisa a cuadros rojos que le venía grande pero se las había apañado para parecerse a Audrey Hepburn con detalles del tipo atarse un pañuelo al cuello.

Cuando la cena comenzaba a terminar y Daniel se había marchado a dormir Ada seguía allí, contemplando al periodista sin decir ni mu. En un impass en que no tenían a nadie tan cerca como para poder escucharla, habló, acercando su oído al de Mats. Su voz sonaba grave, fresca, preciosa.

–Mats, he recordado. Sé por qué estoy aquí. Tengo que hablar contigo, a solas.

- Tiradas (1)
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31/08/2018, 02:14
Mats Bergstrøm

Miro a Ada, ligeramente confuso al principio, cuando me dice que quiere hablar conmigo. Indago en su mirada para saber qué puede querer decirme, pero decido relajarme.

Muchachos, creo que yo me retiro ya —me despido del resto—. Nos vemos mañana. Sed buenos.

Ada y yo abandonamos el salón. La acompaño hasta que ambos salimos del edificio y nos quedamos justo en la entrada, refugiados de la lluvia bajo el porche. La noche es oscura y sin luna, pues el cielo está completamente encapotado. El viento mueve las hojas de los árboles con un susurro intrigante. Con calma, me enciendo un cigarrillo, dejando salir el humo lentamente mientras miro a Ada con expresión interrogativa.

¿Cómo estás? —le pregunto, sabiendo que su situación no es nada fácil.

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31/08/2018, 02:36
Ada Bytnar

Le pidió una calada y afirmó con la cabeza a su pregunta.

–Me siento rara.

Fumó y le devolvió el pitillo.

–Desde que habéis llegado he empezado a recordar*. Ahora sé que estoy aquí por ti ¿Tú también recuerdas, verdad?

Notas de juego

(*) Presa también del hechizo de olvido Ada -y Mats y los demás, hasta que recordaron- creía que el Comisario Pillet la había rescatado investigando sus tatuajes. Para ella tampoco existía Vendela y se había decidido no romper con ella -ni con las otras tatuadas de las marismas- ese hechizo, por si la secta las utilizaba para escuchar, para que no supieran que los demás habían recordado y no ponerles sobre aviso de que iban a atacar a la secta, como finalmente ha ocurrido.

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31/08/2018, 03:00
Mats Bergstrøm

Tomo el cigarrillo de la mano de Ada cuando ella me lo devuelve. Exhalo entre mis dientes antes de tomar otra calada, sin dejar de mirarla en ningún momento. Meneo la cabeza a ambos lados, expulsando el humo por la nariz.

Sí. Lo recuerdo, Ada. Estás aquí porque decidiste hacer lo correcto. —Le doy un golpe suave con el dedo al cigarro para eliminar el exceso de ceniza—. Decidiste ser libre, ser tú misma. Cuando ocurrió lo que ocurrió, cuando acabó la operación de la estación, tuvimos que escondernos aquí. Entonces fue cuando olvidamos. —Desvío la mirada de Ada para observar la noche lluviosa. Puedo sentir su codo casi rozando el mío, a mi lado—. Ayer por la mañana, la mayoría de nosotros recordamos de nuevo. Pero había muchas cosas que no sabíamos de nuestros enemigos, de lo que podían hacer a través de… vosotras. Y por eso decidimos no romper vuestro hechizo hasta que esto terminase, hasta haber encontrado a los demás. —La miro de nuevo, mis ojos pidiendo su comprensión—. Tienes todo el derecho a estar enfadada, a sentirte traicionada. Yo en tu lugar me sentiría así. Lo que no quiero es que pienses que no confío en ti, porque sí confío en ti. Confío en ti desde que te oí cantar en el conservatorio. En quienes no confío nada en absoluto es en ellos. —Fumo una nueva calada antes de dejar caer el cigarrillo al suelo y apagarlo de una pisada—. Fue lo que pensamos que era lo mejor para todos nosotros. Te pido perdón de todo corazón, pero si no puedes perdonarme, sí te pido al menos que me entiendas.

Le sostengo la mirada a Ada, frente a frente, con los brazos laxos a ambos lados de mi cuerpo y solo la más leve de las arrugas en mi frente.

- Tiradas (1)