Partida Rol por web

El eco del Diablo

Los Olvidados

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14/06/2016, 13:07
Vendela Döbeln

Ada sonrió a Mats como dándole las gracias por la seguridad que transmitía.

Pero la atención de éste estaba siendo acaparada por la mirada de Vendela. Primero vio Mats en esos ojos -que brillaban como los faros de un coche en la noche, dirigiéndose a toda velocidad hacia él- ese fuego. Su fuego. Sintió que antes, hace mucho tiempo, Vendela también había sido alguien como su protegida. Alguien como él. Luego estaba la amenaza. La reconoció como un depredador de humanos. La sintió como en otro plano, en un espacio terrorífico desde el que proyectaba una imagen de ella a este mundo. Y desde ese otro plano su vista llegaba más lejos de lo que él podía ver. Atravesándole.

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14/06/2016, 13:34
Vendela Döbeln

-Gracias Mats, es usted una persona muy amable. Cuando alguien que era el centro de tu vida se marcha así, de pronto, no dejas de buscarlo. A veces todavía me pasa: lo busco entre la multitud y cuando al fin me convenzo que no está aquí… uf... Jérôme, usted seguro que puede entenderme.

¿Ustedes… le conocieron, verdad?

Giró su cabeza recorriendo su mirada por el corro.

-Escuchar a sus amigos y colegas hablar sobre él... Es como traerlo por un instante. Por favor, cuéntenme. ¿Cuándo fue la última vez que le vieron?

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14/06/2016, 13:43
Palacio de Congresos

Arthür sintió como las palabras habían perdido casi todo su volumen sofocándose en susurros. De repente se oían lejos, como si al unirse al círculo se hubiera sumergido en un medio más denso que transmitía el sonido apagándolo. La luz también se atenuó mucho, tanto que era difícil ver a los interlocutores más allá de sus siluetas, de las que salían destellos de luz, algo parecido a las imágenes del contorno del Sol en que se tapa el astro con un círculo oscuro para mostrar las tormentas solares de su superficie.

En unos pocos segundos parecía que el único mundo perceptible era la circunferencia que había formado Vendela. Un círculo que desde esa oscuridad se veía atado por la soga sutil de su propia forma.

Allí, en la negrura de la antumbra, las palabras eran las mismas pero su significado cambiaba de matiz como pasaba con la luz o el sonido. Lo que se decía se pervertía hasta desdibujarse en una conversación paralela, en un interrogatorio entre líneas, en una lengua de pausas sugerencias amenazas y miedos que Vendela dominaba y a la que los demás respondían pasivamente. Indefensos.

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14/06/2016, 17:37
Arthür Guitry

Cuando todo se sumió en una oscuridad antinatural Arthür comprendió que de alguna manera era capaz de ver la magia que Vendela estaba tejiendo sobre sus interlocutores. El sonido se atenuaba, la luz se desvanecía y sus palabras parecían provenir de algún lugar lejano. Trató con toda su entereza de resistir el instante sin que el miedo se transparentara en su rostro.

Formar parte de aquel círculo les dejaba atados en alguna manera, sometidos a las palabras de Vendela cuyo alcance quedaba más allá del su sentido superficial. Era evidente que sabía, o cuanto menos sospechaba, que Montillet seguía vivo y se había propuesto encontrarlo, de forma que era muy posible que el deseo de interrogar a la gente de su confianza fuera lo que la había llevado hasta allí. Arthür se concentró en buscar si en el lazo con que Vendela parecía atarlos a todos en aquel momento había algo que destacara especialmente en cuanto a su influencia sobre Mats y Ada Bytnar.

Dándose cuenta que él mismo formaba parte del círculo, y sin saber si su posición en él afectaba o no de alguna forma, decidió romperlo. Con un «disculpen» en voz muy bajita, dio unos pasos alejándose de la conversación y de la zona delimitada por aquella soga etérea, sacando su móvil del bolsillo como si fuera a atender algún mensaje.

Notas de juego

Quisiera hacer una tirada para poder observar, como comentaba, si el hechizo sobre Mats o sobre Ada parece tener algo diferente o especial. ¿Qué tiro? ¿Tiras tú por mí y me cuentas?

He asumido que podía moverme pero si he de hacer alguna tirada para lograrlo dímelo también.

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15/06/2016, 00:14
Mats Bergstrøm

Los ojos de Vendela me perforan con tanta facilidad con la que uno se zambulle en el mar. Siento que me está leyendo como un libro abierto, que está empezando a arañar en mi subconsciente, y no sé qué puedo hacer para evitarlo. En ese instante, siento un miedo abismal que apenas soy capaz de reprimir. ¿Es así como lo hace? ¿Es así como somete a las personas a su voluntad, como ha atrapado a Ada?

Y, por desgracia, sé que no me queda más remedio que responder. Miro a mi jefe con rostro preocupado. Decido jugar a que Vendela está delirando.

Señora Döbeln… —empiezo, como si tuviera que darle una mala noticia al familiar de un caído en batalla—. Su… marido, el señor Montillet, falleció hace tres años. Pero por supuesto que lo conocíamos. Era un importante colega de profesión, una referencia para todos nosotros. —Bajo la cara con gesto compungido, aunque en realidad lo hago para que no se perciba el miedo en mis ojos. Decido que es el momento de cambiar de tema—. Pero no es momento de lamentarnos. Él habría visto lo que hoy ha sucedido como un triunfo, así que honrémoslo disfrutando de la velada.

Aprovecho que un camarero pasa cerca de mí para tomar una copa de su bandeja. Romper el contacto visual con la viuda negra es una sensación parecida a apartar la mano de una sartén al rojo. Con la copa en la mano, miro a Ada.

¿Y usted? —inquiero, con la esperanza de incentivarla a hablar y disipar el conjuro urdido por Vendela—. Debe de ser alguien excepcional para codearse con gente tan importante.

Empiezo a preguntarme si realmente, al haber acudido a la boca del lobo, conseguiremos algo más que mordeduras.

Notas de juego

My. GOD. O_O

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15/06/2016, 13:58
Vendela Döbeln

-Oh amigo, no quisiera deprimirle con mi dolor, pero aunque le parezca un lamento de viuda, hablar de él con sus colegas no tiene porqué ser motivo de angustia, o tristeza. Él vive en mi corazón y vive en el suyo, hoy. Todavía no ha muerto, Mats. No sé, dejen que trate de explicarme, quisiera que me entendieran.

Ella absorbía toda la atención, el último comentario de Mats fue totalmente ignorado.

-No digo que antes morir fuera fácil pero creo que en el mundo de hoy, en una ciudad moderna como París, morir es algo terrible, quizá más terrible que nunca. La muerte siempre fue un abismo, pero hoy es un abismo lleno de nada. El infierno de hoy es el olvido. Sólo nos queda la memoria de nuestros seres queridos y cuando quieres a alguien como yo quise, quiero a David tienes miedo de que su recuerdo se extinga en ese olvido. Lo evocas, lo invocas… y te alegras de reencontrarlo y de que lo recuerden.

- Tiradas (1)
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15/06/2016, 14:10
Estelle Isabey

Estelle, la acompañante de Vanessa apuntilló rápidamente el comentario de Vendela. Mirando al suelo habló tras un suspiro.

-Le entiendo perfectamente. Mis padres y mi hermano murieron siendo yo muy pequeña y todavía trato de recordarlos, sin éxito. Pienso en sus caras y todavía duermo con una fotografía de mi familia en la mesita.

Pero sabe, da igual lo que diga la cultura moderna… a mi la cultura moderna me parece nihilista… espiritualmente al menos... Bueno es que yo creo en la inmortalidad del alma. Siento que ellos siguen presentes aunque sea en un nivel diferente, no importa que les haya olvidado... me siento acompañada por ellos y eso es de verdad un consuelo. Al menos a mi me funciona.

En este punto de la conversación Arthür, fuera del círculo, había salido de su extraño duermevela.

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15/06/2016, 15:42
Director

Notas de juego

Sobre Mats y Ada, por un momento fugaz, como por el rabillo del ojo, Arthür los ha percibido como dibujados, como pintados de óleos muy coloridos, como hechos de un fuego aceitoso de colores.

Recuerdan a estos dibujos atribuídos a un esquizofrénico:

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15/06/2016, 16:32
Arthür Guitry

¿Qué era lo que había visto? Una innumerable profusión de colores entremezclados, unidos en formas como nunca antes había percibido, parecían crepitar como un fuego antinatural, irradiando como si los cuerpos de Mats y Ada Bytnar estuvieran hechos de luz y al contacto con el aire sus contornos se inflamaran refulgiendo en destellos. Por un momento la realidad se había transformado de tal manera que sintió un gran alivio cuando sus sentidos volvieron a la normalidad, temiendo, aunque fuera inconscientemente, quedar así para siempre. No era capaz de saber si lo que acababa de contemplar tenía que ver con la magia de Vendela o no. ¿Había visto en realidad algo que formaba parte de Ada y de Mats, algo profundamente suyo?

Fuera del círculo, volviendo en sí mientras miraba su móvil, escuchó la respuesta que Estelle le daba a Vendela y le pareció perfecta para «desactivar» su intención.  Aunque algo le decía que, sin embargo, la pobre viuda inconsolable volvería al contraataque aprovechando sus comentarios, como parecía pretender hacer con los de cualquiera. Si no fuera porque aquí había alguien maligno perteneciente a un culto desviado capaz de los más abyecto, le parecería la conversación aburrida de una parisina postmoderna más. Sí, el olvido en que posiblemente Vendela creía era algo terrible pero no en el modo sencillo y de lugar común que había descrito. Era algo mucho más fundamental, mucho más terrible que la pérdida de memoria de los vivos. Y de algún modo que no se acercaban aún a comprender, Vendela y su gente eran capaz de emularlo sobre alguien, haciendo que fuera capaz de olvidar incluso a un hijo. Y no sólo la persona afectada en concreto, sino al parecer el mundo entero. Y de pronto se dio cuenta de algo esencial que no le había preguntado a Sophie: ¿cómo había evitado beber de la fuente del ciprés blanco de que le habló Vendela? Y si bebió, ¿cómo había evitado el olvido? Casi le entraron ganas de llamarla para preguntárselo, pero era algo que debían hablar en persona.

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15/06/2016, 17:06
Mats Bergstrøm

Algo en las palabras de Vendela, algo en su insistencia, despierta en mi interior un sentimiento extraño, parecido a la indignación. ¿Cómo tiene los cojones de ser tan hipócrita? Después de obligar a su marido, por el que tanto sufre, a olvidar a su propia hija, ¿cómo puede soltar su perorata sobre el olvido? Reprimo una mueca de repugnancia, y no sé cómo me las arreglo para mantener en su sitio la sonrisa de cocodrilo. Si alguna vez he sentido algo parecido a la empatía por esta mujer, ahora no es más que desprecio.

Totalmente de acuerdo —suscribo lo dicho por Estelle, asintiendo con vehemencia—. ¿Sabe, Vendela? A veces, la gente se empeña en decirnos que deberíamos olvidar algo, o a alguien, porque recordarlo, seguir manteniendo la esperanza de que siga aquí, puede hacernos daño.«Como hiciste tú con Montillet cuando intentaba encontrar a su hija, perra». Pero afortunadamente, eso es imposible. No subestime el poder del ser humano. La gente nunca olvida, por más que la tiranía del conformismo se empeñe en intentarlo. Cuando alguien realmente nos importa, cuando amamos a alguien, da igual lo que nos digan. Esa persona vive. Existe. Y nadie podrá cambiarlo. —Mis ojos arden como ascuas, mirando a Vendela directamente—. Mucha gente querría que olvidásemos a su marido y todas las cosas que hizo, todos los horrores que destapó y que probablemente lo condujeron a la tumba. Querrían silenciar sus palabras. Yo digo: que los follen a todos. Y a todas. —Levanto mi copa en señal de brindis—. Un brindis por David Montillet, el mejor periodista que ha parido la madre Francia. Nunca te olvidaremos.

Tomo un trago de mi copa con una sonrisa espléndida, casi feroz, consciente de que mis palabras han sido un desafío velado, o no tanto, a Vendela… si es que realmente está al tanto de lo que sabemos. El miedo se entremezcla con la adrenalina para crear un cóctel explosivo en la boca de mi estómago. No obstante, callar frente a tal exhibición de falsedad habría sido ir en contra de mi naturaleza, y no pienso renunciar a mí mismo. No voy a ser otro juguete.

«No vas a poder con nosotros».

Notas de juego

Mats se ha suicidado XD.

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15/06/2016, 18:34
Palacio de Congresos
- Tiradas (2)

Notas de juego

Aliosha, postea sin avanzar más de dos segundos en el tiempo. Necesito saber lo que tu personaje hace, siente, dice o piensa con el brindis, para tenerlo en cuenta en mi turno (que se extenderá hasta unos segundos después). Y puedes escribirlo también para Mats.

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15/06/2016, 19:31
Arthür Guitry

Antes de que Vendela volviera a tomar la palabra, Mats se adelantó. Aunque Arthür ya no estaba a su lado y no veía su rostro, por el tono e intensidad de sus palabras pensó que, al igual que con el discurso del premio, se estaba dejando llevar sacando lo que tenía dentro. Era algo así como el leñador del cuento blandiendo valiente y temerariamente su hacha frente a la bruja del bosque. Sabiendo lo que sabían le sonó a reto, como si quisiera escupir a Vendela a la cara y decirle que jamás olvidarían a Montillet. Pero, ¿acaso ella quería que lo olvidaran? Había hablado de «evocarlo», incluso de «invocarlo». Y Mats había propuesto nada menos que un brindis por su eterna memoria. Un escalofrío recorrió su espalda, temiendo que aquel acto de reivindicación sobre Montillet pudiera surtir el efecto que Vendela había querido provocar desde el principio. ¿Es que si pensaban en él intensamente sería capaz de ver imágenes en su mente?, ¿de leerles los pensamientos? Contuvo la respiración deseando que Mats hubiera acertado con su impulso o lo que fuera que hubiera planeado y estar completamente equivocado.

Cuando todos alzaron su copa, Arthür, bajando lentamente y sin ningún aspaviento el brazo que la sostenía, evitando ser visto por Vendela o Ada, vertió lentamente su contenido en el suelo.

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15/06/2016, 19:40
Vendela Döbeln

Cuando el corro bebía Vendela esperó con la copa alzada. Luego dijo sus palabras en voz alta y temblorosa, como si hablara para que le hiciera caso alguien lejano a quien temía mucho.

-Por David Montillet, que al cobijo de vuestro amor encuentre la paz que el cruel destino le arrebató.

Bebió un trago y derramó el resto diciendo:

-Por mí no habrá paz en este mundo ni en otro hasta no ver su cadáver.

Y luego en voz baja.

-Y poder enterrarlo, para llorarle.

Y dejó caer la copa al suelo, que se hizo añicos, poniendo una mano en su frente y cerrando los ojos, como si hubiera sido atacada repentinamente por un terrible dolor de cabeza.

Ada acudió a ayudarla, asustada y Vanessa acercó una silla en la que Vendela se sentó.

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15/06/2016, 19:46
Palacio de Congresos

Cuando ella contestaba a su brindis con otro brindis, el licor ya le corría por la garganta. Sintió como un veneno imparable le quemaba en su camino hasta el estómago. Pensó que se asfixiaba pero en unos segundos volvió a entrar aire en sus pulmones. Aun así sentía que algo malo acababa de ocurrir.

Algo muy malo.

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15/06/2016, 20:39
Mats Bergstrøm

Me quema.

Me llevo las manos a la garganta, repentinamente aterrorizado. Mis pulmones parecen llenarse de vitriolo cuando el licor desciende por mi esófago, ahogándome y corroyéndome a partes iguales. Me abraso por dentro, con un dolor cegador que ni siquiera me permite gritar. No llego a oír el ruido que hace mi propia copa al estrellarse contra el suelo. ¿Qué me está pasando?

El ardor insoportable tan solo dura unos segundos. Después, el dolor cede, y me oigo a mí mismo boquear ruidosamente en busca de aire, como un pez fuera del agua. Mi corazón late con la fuerza de un timbal en mis sienes.

¿Qué…? —intento preguntar, aún medio asfixiado, rodeando mi cuello con una mano. Toso—. ¿Qué me has hecho? ¿Qué es lo que quieres?

Ya no me importa guardar las apariencias. Sé, con la misma seguridad con la que sé que me llamo Mats, que algo terrible acaba de ocurrirme. Algo cuyas consecuencias no conoceré hasta quién sabe cuándo.

Notas de juego

Mats, nooooooooooo...

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16/06/2016, 11:32
Arthür Guitry

El tono, los gestos, las palabras. El funesto brindis de Vendela le heló la sangre. Ahí estaba, pronunciado como una especie de profecía, como una maldición sobre los presentes, tal vez sobre los participantes del brindis, tal vez sobre todos ellos, incluido él mismo. Y en ese momento sintió pavor al pensar que podía haber escrito sobre ellos un condicionamiento, uno como el que había puesto sobre Sophie cuando perdió el control de su coche. Tenía que ser algo así. Y estaba hecho.

Mats pareció atragantarse con la bebida, ahogándose y reaccionando como si le abrasara. Se movió hacia él para tratar de asistirlo pero al llegar a su lado comprobó que podía respirar, recuperando la voz para mandar al garete cualquier tipo de excusa o mascarada que hubiera podido mantener. Se acabó. Todos sus planes y estrategia hasta ahora, basados en no ser conocidos por Vendela como enemigos, se habían terminado. No era capaz de evaluar en este instante lo que eso podía significar, pero sintió que algo se partía dentro de sí. Era su vida tal como la conocía, aunque ahora aún no lo comprendiera.

Tomó con decisión el brazo de Mats y con un gesto entre aterrado, confuso y enfadado difícil de descifrar, llevándolo unos pasos más allá para alejarlo de la silla de Vendela, acertó sólo a decirle con un hilo de voz: —Basta. No. Aquí no. No digas más.

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16/06/2016, 12:11
Mats Bergstrøm

Aturdido, me alejo unos cuantos pasos, dejándome arrastrar por Arthür, que tira de mi brazo. A medida que la quemazón va desapareciendo y puedo volver a respirar con normalidad, mi mente empieza a hacer asociaciones y a hallar una posible interpretación para el maleficio de Vendela. No sé si me equivoco, pero su hechizo, sus palabras… parecen encerrar un significado claro.

Vendela quiere ver muerto a David, y nosotros seremos quienes cumplan su deseo.

Gilipollas. Eso es lo que soy. Lo sabía. Sabía que era una puta trampa, y he metido los dos pies en el charco. Ya está. Hemos venido, nos han maldito, y ya nos podemos ir. Me pegaría una hostia a mí mismo, por imbécil.

Vámonos de aquí de una puta vez —exhorto con un susurro cascado—. Mierda, hemos caído como dos gilipollas…

«Tú, has caído tú, Mats —se regodea la voz de mi mente, provocándome—. Toda la culpa es tuya». Gruño, iracundo, y pego un tirón de mi brazo para librarme de la sujeción de Arthür. Me alejo a grandes zancadas de la reunión. A tomar por culo las formas, el teatro y el juego de mentiras; ya veo a lo que nos han conducido. Que Jérôme, Vanessa y Estelle sigan comiéndoles el coño a esas dos zorras. Yo me largo. Ni siquiera me doy la vuelta para ver qué sucede con los demás. Estoy tan frustrado, tan cabreado conmigo mismo, que lo único que quiero es desaparecer de escena y olvidarme de toda esta mierda. Llego hasta los ascensores, viendo una especie de niebla que oscurece mi visión periférica*, y aprieto el botón, pero pierdo la paciencia al cabo de dos segundos y me encamino hacia las escaleras. Miro de soslayo a Arthür, para asegurarme de que me sigue.

Venga, larguémonos.

«Mats, ¿no lo sabías? Eres un puto fracasado y un cobarde. Siempre lo has sido…». Mi padre se está riendo de mí.

Notas de juego

*Lo de las leves distorsiones en mi campo visual es solo un efecto dramático producido por la ira extrema.

Pues eso, en principio, si nadie lo impide, mi intención es largarme y que les den a todos.

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16/06/2016, 13:32
Arthür Guitry

Mats se libró de su sujeción dando un fuerte tirón, marchándose sin mirar atrás con pasos veloces. Arthür se volvió un instante a observar a los demás. Sabía que tendría que avisar a Jérôme, más pronto que tarde, que Vendela podía haberle condicionado. Si era lo que parecía no podría acercarse de nuevo a Montillet, al menos no hasta que supieran más, si es que había alguna forma de saber si estaban hechizados o no o de resistir al hechizo en su caso. También miró a Ada Bytnar, apenado, preguntándose de nuevo si ella sabría quién era realmente su acompañante o permanecía engañada, atrapada cada día que pasaba más y más. ¿Habría alguna forma de hacer algo por ella si así fuera? Sintió como si la estuvieran abandonando. Quería pensar que probablemente fuera una soñadora, pero por algún motivo no era capaz de autoconvencerse.

Hizo un gesto con la mano para despedirse de Jérôme y caminó en la dirección que había tomado Mats, apresurándose para no perderlo. Lo vio dejando de lado el ascensor y encaminándose hacia las escaleras.

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16/06/2016, 14:06
Mats Bergstrøm

Las escaleras descienden como una espiral al Inframundo. Un rellano me saluda igual que el siguiente, en una reiteración monótona, tantas veces que pierdo la cuenta. Quizá haya sido mala idea no esperar al ascensor, pues a fin de cuentas, el hotel Concorde tiene más de treinta plantas. Poco a poco, a medida que Arthür y yo vamos bajando escaleras a toda prisa, piso a piso, sin detenernos a saludar a las personas que podamos encontrarnos en el camino, mi sentimiento de rabia va disipándose, cediendo su lugar a algo más incómodo y difícil de soportar: una combinación de horror y profunda vergüenza. Sabía que algo malo iba a suceder, y sin embargo me he empeñado en traer a Arthür a la trampa, a pesar de saber que correría peligro. Me maldigo a mí mismo por mi insensatez, por haber confiado en Ada, por haber esperado que algo positivo pudiera salir de esto. Pero todos estos pensamientos van y vienen, huidizos, sin acabar de concretarse en algo sólido y coherente. Ahora, lo único en lo que soy capaz de concentrarme es el despiadado nudo que agarra mis tripas y las retuerce, dándome ganas de vomitar. Me siento violado, como si hubieran entrado en lo más profundo de mi persona y me hubiesen alterado contra mi voluntad. Y quizá Arthür haya corrido la misma suerte que yo, algo que no podría perdonarme.

Al final, después de unos minutos que se me hacen eternos, llegamos hasta el hall del hotel. Cruzo toda la gran estancia como una exhalación, sin mirar a otro punto que no sea adelante, y empujo las puertas hacia el exterior, hacia el aparcamiento donde he dejado mi coche. En el frío aire de la noche, camino con paso presto hacia mi vehículo, tratando de no pensar en nada, pero las nubes de tormenta que se arremolinan en mi cabeza pesan mucho. Demasiado. Siento como si unos caballos estuviesen tirando de mí en direcciones opuestas, a punto de descuartizarme.

Finalmente, cuando llegamos hasta mi coche, un Renault Clio azul de aspecto baqueteado, no puedo más. Me detengo, jadeando, y me llevo una mano a la cabeza. Aspiro fuertemente por la nariz. Segundos después, me doy la vuelta, mirando a Arthür con una expresión que solo puede significar dolor en unos ojos rojos, congestionados.

Lo siento. De verdad… —No podía haber más sinceridad en mis palabras. Incluso puede apreciarse un matiz de desgarro que amenaza con romper mi voz y mi compostura, si alguna vez la he tenido—. Perdóname, Arthür. No tenía que haberte hecho venir, pero tenía miedo… Joder, lo siento mucho… ¿Estás bien? ¿A ti también te lo ha hecho?

El labio inferior me tiembla de impotencia, de vergüenza y de muchas otras cosas. Quiero rendirme, estallar. ¿Por qué no puedo?

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16/06/2016, 15:01
Arthür Guitry

Decenas de pisos de descenso hacían que le diera vueltas la cabeza no ayudando en absoluto a disipar la sensación de pesadilla que había sentido desde que entraran al hotel. Siguió el ritmo de Mats, en silencio, aunque tenía ganas de dejarse caer, sentarse en un escalón y echarse a llorar. ¿Había pasado todo tan rápido como parecía? No había sentido que pudiera evitar ni prever en modo alguno lo que había pasado o ¿no había estado atento? ¿De qué le había servido a Mats o a nadie que viniera hasta aquí? Las palabras del brindis trataron de volver a su cabeza y se resistió con todas sus fuerzas para no memorizarlas.

Siguió a Mats todavía en silencio a través del parking hasta llegar a su coche. Aunque también había traído vehículo no se imaginaba dejándolo solo a no ser que se lo pidiera con todas sus fuerzas. Cabía la posibilidad de que el hechizo no fuera lo que pensaba y no quería ver a Mats conduciendo al recordar a Sophie.

Una vez frente al coche, Mats se volvió hacia él. La mezcla de rabia y enfado que formaba parte de la amalgama de sus emociones se desvaneció al contemplar su rostro:

—Estoy bien, estoy bien —contestó tratando de tranquilizarle, incapaz de saber cómo se sentía en ese momento. Creo que no, no llegué a beber de la copa —miraba las palmas de sus manos, como si quisiera encontrar algún rastro del hechizo sobre su cuerpo. Y fui yo quien quise venir hasta aquí. No hablemos más de eso —se apoyó en el capot, pensativo, y por unos momentos se quedó mirando al infinito—. Salgamos de aquí —añadió incorporándose y tratando de reunir todas las fuerzas que le quedaban—. Creo que será mejor que conduzca yo, si te parece bien.