Partida Rol por web

Había pasado un mes desde aquel fatídico día, el día en el que la humanidad desapareció, un día en el que demostraron a la humanidad que su codicia y su prepotencia se pagaría muy cara, tan cara como la humanidad misma.

Era de noche y hacia frio en el bosque, la niebla se había levantado y no dejaba ver muy bien en los alrededores lo cual podría ser una ventaja o un inconveniente, nunca se sabía, pero la situación era esa y había que soportarla lo mejor posible. El suelo del bosque estaba un poco húmedo y frio, no sabias porque estaba realmente allí, o puede que sí, pero si sabias una cosa, no muy lejos en el interior del bosque había una ciudad, una pequeña ciudad donde tal vez y solo tal vez podrías estar a salvo, nunca lo sabrías hasta llegar.

Tras varias horas caminando encuentras un sendero, el sendero claramente es un paso para senderistas, una ruta que en otro momento sería bastante tranquila y agradable de surcar, después de lo sucedido hace un mes no. Casi 2 horas después por fin se podía ver, la ciudad, no era demasiado grande, apenas una avenida alrededor de la cual había un pequeño motel, una cafetería, un pub, un par de tiendas, el ayuntamiento, una iglesia, la comisaria del Sheriff y algo más alejadas apenas 4 casas, le lugar en silencio y a oscuras sin duda estremecía al verlo

Deivid llevaba un buen rato buscando algo entre los árboles. Definitivamente se había perdido. Aquello no hizo nada más que ponerle nervioso y debido a aquello comenzó a correr. Sentía como si hubiese alguien cerca que le estuviese observando pero no era cierto o eso creía. Su mente le comenzaba a juzgar malas pasadas. Finalmente tuvo que tomar una gran bocanada de aire mientras se apoyaba en el tronco de uno de los árboles. Comenzó a tranquilizarse poco a poco al darse cuenta de que estaba sólo como siempre. No había nada. Ese último mes lo había pasado fatal. No dormía apenas, la soledad le estaba comenzando a hacer creer que enloquecía, comía mal... En fin, estaba casi seguro de que se le estaba yendo la cabeza.

Por otro lado sentía mucho frío. Aquello era un resumen de lo que Deivid sentía en aquellos momentos. Llevaba una chaqueta que debería ayudarle en aquello pero realmente no lo hacía. También llevaba aún la mochila deteriorada por el paso del tiempo a su espalda en la que guardaba sus suministros. Se encontraba actualmente en medio del bosque en busca de una ciudad, más suministros, comida, refugio, algo que le ayudase a continuar con vida. Caminó entre la niebla y los árboles sin pararse hasta llegar a un sendero. Al verlo miró a los lados y se escondió tras un árbol por si había alguien pero al verse totalmente en soledad decidió salir y continuar con su caminata hasta su destino.

Tras llegar se paró frente a la iglesia y la miró con desgana.- Os dije que no había dioses ni milagros. - Pensó para sí mismo para luego acercarse hasta una cafetería y comprobó si estaban las puertas abiertas y así entrar en esta para conseguir buscar lo que tanto ansiaba. 

Llevo varios días que apenas duermo, estoy cansado y tengo bastante frío. Me pongo a buscar un lugar donde pasar la noche, pero no veo nada, ninguna cueva que me resguarde del maldito frío. De repente veo a lo lejos unas luces, ¿será una ciudad? Me acerco con bastante precaución, ¿habrá gente o más de esos asquerosos seres?

Un esputo oscuro se estrello contra el tronco de un árbol cercano. Douglas se paso la lengua por las encías mientras observaba los edificios esperando ver algún movimiento. Pero la realidad era que una legión de esos cabrones desfilando por la avenida no le hubiese convencido de alejarse. La temperatura estaba bajando, y tras un par de semanas helándose el culo en los caminos, no iba a pasar otra noche a la intemperie.

Volvió a escupir, se cambio la mochila de hombro y comenzó a descender.

Empezaba a temer que hubiera sido una mala idea alejarse tanto del "campamento" que era como le gustaba llamar ella el viejo helicóptero estropeado. Hasta ese día había conseguido subsistir, con gran precariedad, sin moverse demasiado de la zona circundante. Conocía el terreno y estaba preparada para cualquier situación.

Sin embargo eso cambió. Dos factores propiciaron su marcha hacía zona desconocida: la comida empezaba a escasear y se necesitaba más piezas de mecánicas para proseguir su trabajo. El trabajo que hacía que olvidara aquel infierno. Así pues en vez de quedarse quieta y empezar a asumir que nada le daba la motivación para continuar hacía el día de mañana, cogió sus cosas y empezó a caminar en busca de provisiones.

Al cabo de unas horas de caminata llegó a su destino. Aquel pequeño pueblo significaba mucho más de lo que hubiera significado hacía unos meses. Ahora era, en cierto sentido, esperanza.

Se preparó para internarse en el pueblo. Palpó la vieja 9mm que tenía escondida en la espalda, cogida por el cinturón que marcaba sin piedad su perdida de peso. No serviría de mucho contra esos mal nacidos pero le daba seguridad. Allí estaba, preparada.

Miró el pueblo por encima. Un par de tiendas, una iglesia, un pub... Empezaría por la cafetería. Con un poco de suerte encontraría subministros, y quizás algún cuchillo que no le vendría nada mal.

Empezó a avanzar hacía el pueblo, sigilosamente y en posición agachada, intentado pasar lo máximo desapercibida posible.

Lo estaba haciendo bastante bien dadas las circunstancias. Se había lanzado al bosque con lo poco que había podido acumular y se convirtió en una versión actualizada y americana de El Hombre y la Tierra. Había conseguido mantener una cierta rutina, moviéndose cada semana, dejando los fuegos bien apagados y dejando los restos de pescado en el agua para no atraer otros depredadores. Sus noches eran intranquilas, frías y pobladas de pesadillas que le hacía despertar con los ojos enrojecidos y los puños doloridos de tanto apretarlos. Sin embargo, aquella era su vida ahora. Mejor o peor, pero era la que le tocaba vivir.

Calculaba que llevaría un mes aproximadamente en las montañas, y pensó que había cosas que necesitaba que la naturaleza no podía facilitarle: medicamentos básicos, cuerda, quizás algún arma, prendas de abrigo, cosas que habría en ese pueblo que había cerca de su posición. Vigilaría el lugar, y aprovecharía la noche para infiltrarse para saquear lo necesario. Como una sombra. 

Al caer la noche, guardó su mochila en un lugar apartado bajo un árbol, cogió su cuchillo de caza y se dirigió a las viviendas. 

Miro hacia atrás, situada entre la entrada del bosque, y un montón de edificios extraños que ya a penas reconozco. En sólo un mes, somos extraños en nuestro propio planeta, un mes, y casi nos han erradicado a todos. Menuda panda de mariconas…. Suspiro, tocando la tierra del parque y me levanto, cargando la mochila al hombro. Hace unos días habría sonreído, incluso habría soltado algún comentario jocoso, pero no tengo ánimo.

Me adentro entre los árboles del bosque, sigilosa, diría que siempre estoy alerta, pero me faltan las ganas. Es extraño, sobrevives a una guerra que no era tuya, lo pierdes todo, entierras tu recuerdos, todos, cambias de país, en busca de una vida mejor, malvives, la encuentras, te invaden un montón de aliens hijos de puta…. Y no pasa nada, vas ganando batallas, con sangre, y dolor, pero las ganas, y ahora, un solo hombre, que ni siquiera es humano, te deja tirada, quitándote las ganas de seguir adelante, llevándose tu energía. Hay que joderse.

Suspiro, caminando distraída entre los árboles, perdida en mis pensamientos.  

Camino sin saber muy bien por qué, buscando algo que no sé si existe, sin dejar de mirar atrás. ¿Por qué sigo avanzando? No lo sé…

Kane intentó borrar sus propias huellas tras el avistamiento de la mujer Zaruk. Tuvo ganas de arremeter contra ella mientras atacaba a otros supervivientes, pero finalmente se decidió por dejarlo pasar.

Algo peor que una mujer Zaruk armada era un pelotón de reconocimiento en busca de un cadáver...

Hacía bastante frio, y a pesar de que iba bien abrigado, dormir al raso sería una mala opción, por las bajas temperaturas y la humedad del bosque. Tenía dos opciones, refugiarse en el pueblo, probando suerte por si estaba vacío, o guarecerse en el propio bosque, usando su talento para la supervivencia, quizás encontrase una cueva o cualquier cosa.

Finalmente decidió irse acercando al pueblo con precaución, por si vislumbraba movimiento, de cualquier tipo, ya fuese Zaruk o humano. Si conseguía entrar en el pueblo sin problema alguno, buscaría algún sótano o lugar similar para estar bien seguro de que nadie lo interrumpiese mientras dormía.

Lo primero que hizo, fue buscar el punto más cercano del bosque con la ciudad, para así ofrecer menos visibilidad frente a observadores perniciosos. El campo abierto era el enemigo dei todos los humanos, dada la situación actual.

Comprobó que su escopeta estaba cargada y continuó con su proceder...

La puerta de la cafetería estaba abierta, incluso la terraza estaba montada, algunas mesas y sillas estaban en el suelo, pero en su mayoría todo estaba perfectamente, era como si las personas simplemente se hubieran desvanecido de aquel lugar, una cada vez más densa capa de polvo lo cubría todo, pero a parte de eso podría decirse que el lugar había estado usándose no hace mucho.

La cafetería aparentemente no era excesivamente grande, la larga barra estaba a un lado de esta, tras ella había un par de cámaras frigoríficas con varios tipos de batidos, siropes y elementos para hacer diferentes cafés y refrescos, otra tenia dulces pero en su mayoría podía verse que estaban pasados y caducados, una puerta llevaba a una pequeña oficina y otra a un pequeño almacén, esta sí que parecía estar cerrada, además en la zona de los clientes había un par de puertas una para el servicio de hombres y otra para el de las mujeres.

Fue en ese mismo instante que el hombre siente un ruido detrás suyo, instintivamente se gira y puede ver a una mujer entrando por la puerta de la cafetería con suma precaución

James se acerca con mucha precaución a la ciudad, cuando llega puede ver que no hay nadie, o al menos el no ve a nadie, había un pequeño motel, una cafetería, un pub, un par de tiendas, el ayuntamiento, una iglesia, la comisaria del Sheriff y algo más alejadas apenas 4 casas y todo parecía totalmente en silencio, aunque nunca podía estar seguro de aquello ya que la experiencia le había enseñado a no fiarse

Cuando Douglas llega a la ciudad puede observar que el pequeño motel, la cafetería, el pub, las dos tiendas, el ayuntamiento, la comisaria y las cuatro casas aparentemente estaban en perfecto estado, sin embargo, para poder ver mejor el estado de los edificios debería acercarse un poco más a ellos.

La mujer pudo ver que la cafetería parecía estar en perfecto estado cuando se acerco, la puerta principal estaba abierta, incluso la terraza estaba medio montada, cuando la mujer decide entrar puede ver cómo está perfectamente, de hecho parecía que simplemente se habían marchado los clientes y salvo la capa de polvo del lugar nada parecía extraño, fue entrando con precaución cuando se da cuenta, hay un hombre dentro y le está mirando aparentemente también sorprendido

Brian llega a la primera de las cuatro casas, era una casa normal y corriente de una ciudad como aquella, la puerta y las ventanas estaban cerradas y en perfecto estado, lo cual le daba un aspecto de que no había pasado nada, sin embargo, le silencio y la terrible sensación de opresión y de peligro hacían que fuera aun más espeluznante. En un rápido vistazo pudo ver que podía intentar forzar la puerta delantera o trasera sin demasiados problemas, aunque lo mas rápido sin duda seria romper algún cristal de alguna ventana, aunque eso sería lo más ruidoso de todo.

La chica camina hacia la ciudad, cuando entra en ella, el lugar está realmente vacio, aparentemente no hay nadie, aunque nunca podría saberlo hasta que no revise los lugares. Ante ella tiene los diferentes edificios y la ciudad, o tal vez puede continuar con su camino y volver a internarse en el bosque, todo era decisión suya ya que por lo que podía ver desde donde estaba la ciudad estaba desierta o al menos nada ni nadie había salido a su encuentro

Malcolm actuó con gran prudencia, estuvo un rato observando el lugar, por lo que pudo ver parecía que no había nadie, estaba cerca de la iglesia la cual era el edificio más cercano a la salida del bosque, justo cuando iba a entrar en la ciudad le pareció ver algo, movimiento en una zona cercana, en una especie de parque que se formaba delante de la iglesia, aunque no estaba realmente seguro de ello.

El detective avanza con paso lento pero seguro, paseando la vista por las ventanas, de los distintos edificios mientras sus pasos le guían a la comisaria. De haber algún superviviente seguramente se encontrara allí.

No hay que subestimar el valor de sentirse seguro. Joder, a veces es más importante que estarlo realmente.

Mantiene su mano izquierda sujeta a la tira de la mochila, mientras la derecha cuelga de forma "casual" pero a una distancia prudente de la pipa. No se trata de poner nervioso a cualquier mierdecilla que se pueda esconder en la zona, pero tampoco de ir con el culo al aire ¿verdad?

Finalmente se detiene a unos pocos metros de la comisaria, examinando el edificio en busca de cadenas, ventanas tapiadas o cualquier cosa que pueda indicar que es el refugio de alguien.

Aunque era un maestro del cuchillo, James llevaba tiempo buscando un arma de fuego, y hoy podría ser su día de suerte. Así que antes de buscar un sitio donde dormir, con cuchillo en mano y escondiéndose en cada rincón, se dirigió a la comisaría del sheriff.

Aquel barrio le recordaba al suyo: pequeñas parcelas del paraíso para familias de clase media-alta norteamericanas. Su jardín, su valla blanca, su barbacoa de los domingos y sus decoraciones de Halloween en Octubre. Todo eso ya no importaba, porque ya no era su barrio, ni su país. No era siquiera su mundo. 

Dio un rápido rodeo a la vivienda para comprobar que no hubiera luces en el interior ni rastros de que allí hubiera alguien o algo residiendo, y se dirigió a la puerta trasera cuchillo en mano. El problema de ese tipo de barrios era que la delincuencia era menor, por lo que no solían invertir en caros sistemas de seguridad como en las capitales. Cuchillo en mano, echó un vistazo a la cerradura. No le resultaría complicado forzarla.

Al ver a la muchacha se apoyó en una de las mesas asustado y desconfiado mientras con la mano buscaba algo para agarrar sin encontrar nada. Todo polvo y suciedad, algún papel, pero nada que usar en defensa propia.- ¿Q-Quién eres? - Pregunta en un tono nervioso y tímido tratando de permanecer en calma siendo totalmente imposible para él, su respiración se agitó ante el susto que le había provocado la muchacha. Esbozó una leve sonrisa en un intento de no parecer peligroso y que no le hiciese nada mientras rodeaba la mesa caminando hacia atrás hasta chocar de nuevo contra la barra, ¿qué podía hacer? No estaba aún acostumbrado a aquellas situaciones y mucho menos a tener que enfrentarse a alguien. No quería hacerlo, no quería matar ni tampoco pelear. Prefería ahorrar las últimas fuerzas que le quedaban para luchar por la supervivencia. 

Sophie se sobresaltó al ver otra figura humana dentro del edificio. La verdad es que no esperaba encontrar a nadie. Creía que el lugar estaba lo bastante apartado como para no albergar un alma. Parecía que se equivocaba.

Instintivamente lo primero que hizo fue llevarse la mano a la espalda, para tocar la pistola que se ocultaba allí. Así se sentía más segura. Una vez tocada observó con detenimiento al desconocido, sin lidiar una palabra. No contestaría a su pregunta hasta que supiera más sobre el y si podía hacerle algún daño.

Era un hombre, atlético pero de facciones frágiles. No tenía muy por seguro que pudiera ganarle en un combate cercano, y menos teniendo en cuenta todo el peso que había perdido y que hacía tiempo que no conseguía una comida en condiciones.

Parecía nervioso, incluso tímido. Sin duda también estaba asustado de ella, ya que había retrocedido hacía la barra. O bien allí tenía una arma o intentaba separarse de ella. No lo sabía y no pensaba confiar en el pese a su sonrisa. Las últimas semanas le habían enseñado a no confiar en nadie.

Así pues habló con tono autoritario, dejando claro que no estaba para bromas y que no estaba asustada (aunque estaba alerta y un resquicio de temor si que tenía):

-Soy una que pasaba por aqui. Tragó saliva sin apartar la mano de la espalda. -No quiero joderte , ni tengo ganas de pelearme. Así que te sugiero que me dejes coger todo lo que pueda de aquí y nos olvidemos el uno del otro lo antes posible. Lo miró fijamente. -Y ni se te ocurra acercarte a mi. Aparte de que podía ser peligroso la mayoría de hombres iban salidos como monos desde el incidente.

Se quedo quieta esperando una contestación el desconocido.