Partida Rol por web

—Un momento. Perdón, Angélica.
Tan pronto oigo los ruidos, seguidos de la voz de Marian, enseguida salgo de dos zancadas de la habitación esa y voy corriendo hasta las escaleras, para interponerme a la posadera.
—Es peligroso, no —le digo rotundamente, agarrándola de la ropa y jalando para llevarla hacia atrás y dejarla junto con los muchachos—. Yo voy.
Quizás debería terminar de vestirme, pero no hay tiempo. Con la espada al hombro, bajo todos los escalones de un salto y voy a ver quién carajos está armando tanto barullo.

—No… no te preocupes.—Dije ante su pregunta mientras con cuidado clavaba una pequeña vía de bronce en el brazo del muerto y con dificultad palpar en mi propio brazo empecé a hacer la transfusión.

Mientras dejaba que empezara a llenarse lentamente hasta alcanzar la vía colocada en mi brazo me gire hacia Kelgar.

—Esto… llevara un rato. — Dije poniendo una media sonrisa cansada.—Me parece que esta isla no es tan “pacifica” como creíamos.—Comenté como quien habla del tiempo en aquella atípica situación.

Aquel momento de tranquilidad no duro mucho en cuanto la primera gota toco mi ser note como algo no marchaba. Algo no iba bien y al fijarme en el interior de la vía y ver el color de la sangre no dude ni un momento en arrancar la vía de mi brazo y colocar mi mano encima apretando.

—Al…algo no está bien con estos tipos.—Exprese mientras cerraba los ojos y me concentraba. No era algo que haría en una situación habitual, pero mi mano, aparte de la zona donde estaba la vía también estaba ocultando otra cosa. El brazo donde había inyectado la sangre estaba empezando a palidecer aunmas.

—Kelgar… trae una cuerda, una sábana, cualquier cosa y átala en la parte superior de mi brazo. —Dije sin moverme.—Su sangre parece estar corrompida de alguna forma. Necesito parar la circulación antes de que vaya a más.

El que demonios estaba ocurriendo y por qué me tenía que pasar a mí era un misterio. Ni si quiera estaba buscando una forma de calmar aquella petición que surgía de mi interior algunas veces, simplemente era una transfusión sencilla para que la anemia no fuera a más.

Los muchachos se encuentran en la habitación de Liss (por lo menos Kelgar y Jackin en proceso de entrar) , a Ragnhild no le cuesta  mucho llevar a la mujer en avanzado estado hasta donde está Jacklin  que en ese momento abre la puerta, dentro se encuentra una imagen bastante  dantesca, un cuerpo tirado en el suelo cullo cuello ha sido roto a juzgar por la posición anormal de este.

El cuerpo se encuentra en la cama de Liss  y esta en el suelo al pie de la cama, en ese momento Kelgar le está haciendo una especie de vendaje en la parte alta del brazo aunque sin duda alguna la peor herida est´´a en el vientre donde se puede ver mucha sangre.

Raghild agena a esto, lleva a la pobre Miriam hasta ellos y puede ver el cadaver y toda la sangre haciendo que suelte un grito de horror que resuena  por toda la posada; el personaje de Angelica parece que se rie or lo bajo antes de sufrir un estremecimiento y vover a quedarse quieto e inerte.

El grito de Miriam hace que cesen los golpes por unos segundos  antes de que  escucheis cristales romperses en la puerta de abajo.

---¡¡¡MIRIAM!!!¡¡¡MIRIAM!!! ¿¡ ESTAS BIEN¡? ¡RESPONDE!- escuchais varios pasos que suben rapidamente y no tarda en asomarse el alcalde  con aspecto sudoroso  junto con un par de soldados armados con garrotes improvisados, ellos no tardan en percatarse de la escena y abren los ojos horrorizados- ¡Por el sagrado cuerpo de Abel! ¿Que ha pasado aqui?

El estremecimiento del cuerpo viene de una "debilidad" del cuerpo del prisionero que  pese a que lo estas sujetando se inclina hacia delante como sí se hubiera desmayado, al ver que no responde compruebas el pulso.....descubriendo que no tiene...está muerto...

A Kelgar todo ese lío de tubos y sangre no le gustaba lo más mínimo, pero Lisa le había pedido su ayuda así que iba a guardarse sus prejuicios y colaboró con lo que le pedía.
Cuando vio esa sangre negra ascender por el tubo, enarcó una ceja como dudando de que aquello fuera normal.
Y la reacción de Lisa le confirmó que no lo era.
¿Sangre… contaminada? no entendía qué significaba eso, pero su color no presagiaba nada bueno.

De nuevo la ayudó en todo lo que le pidió, para sacarse la sangre negra de su cuerpo.
Y a medio proceso la habitación se convirtió en una especie de atracción turística, cuando comenzaron a llegar sus compañeros, luego Miriam y finalmente el alcalde acompañado de unos guardias.

Notó en el tono del alcalde y su autoritaria aparición, que estaba indignado por lo que estaban haciendo.
Lisa necesita ayuda, ha sido gravemente herida por unos asesinos que “alguien” nos ha enviado. Así que a lo mejor debería preocuparte más que haya asesinos campando a sus anchas por tu pueblo, que lo que estamos haciendo aquí. le dijo al alcalde.

Está en un momento delicado del proceso, así que os pido tranquilidad. Resumiendo, ¡largaos! les dijo. Ya podía ser el alcalde o quien quisiera, pero la vida de Lisa podía estar en peligro y no iba a permitir que estuvieran allí incordiando.

Fui el que abrió la puerta por lo tuve algo de tiempo para ver lo que había dentro antes de que llegara nadie más, en un principio me fije en Liss que tenía una herida muy fea por lo que seguramente le tomara algún tiempo recuperarse de algo así y aunque Kelgar ya estaba tratándola quien sabe como resultaría. Y luego mire hacia la cama viendo el cuerpo inerte del asaltante, un leve gesto de asco cruzo mi cara por un segundo, fugaz como un rayo. Solo el grito de Miriam me dio razones para apartar la mirada girándome casi por completo, acto seguido no pasaron ni cinco segundos antes de que los vecinos rompieran las ventanas de la planta baja para comprobar que todo estuviera bien.

Mientras estos observaban traté de calmar a Miriam, empezando por cortar la visual del cadáver poniéndome en medio y acercándome para darle un abrazo si ella quería- Tranquila, no pasa nada -durante esto pude escuchar como Kelgar explicaba la situación de forma algo abrupta- Señor alcalde, lo lamento pero nos han despertado unos hombres intentando matarnos mientras dormíamos así que nos hemos visto obligados a defendernos como hemos podido. Lamento los problemas pero nuestra amiga necesita ayuda, así que si nos permite... -me separe de Miriam poniendo una mano en la espalda de esta para guiarla escaleras abajo- Por favor ocúpense de ella, en su estado no debería estar sufriendo esta situaciones estresantes -pedí a uno de los soldados antes asomarme por la puerta hacia Kelgar- ¿Puedes ocuparte de Liss? Creo que sería buena idea llevarla con el hombre que vimos antes, yo iré con Angélica, me pondré la armadura y saldré también -le explique al hombre antes de comenzar a caminar con pasos pesados hacia el cuarto de la mujer.

Y al estar frente a la puerta no tuve mucho cuidado para abrir casi de un portazo, viendo ahora bien como estaba ella manteniendo inmóvil a uno de los asaltantes. Por lo que aproveche la situación para ponerme yo encima del hombre tomando la labor de mantenerlo quieto, no sin antes buscar su arma y alejarla lo máximo posible- Puedes soltarlo ya Angélica -estaba algo cabreado solo por mi timbre de voz- Y tu ¿vas a hablar o prefieres guardar el secreto por el resto de tu vida en una celda? Quizás si hablas los cielos escuchen...

La súbita parálisis del intruso había dado paso a una incredulidad que se transformaba en una certeza decepcionante en la mente de Emelie. La posibilidad de que se hubiera envenenado para evitar ser interrogado cuando se percatara de la inevitabilidad de su fuga pesaba. Pero no tenía mucho sentido perder el tiempo considerando aquella probabilidad; podía hacerlo mientras aflojaba un poco la presa para arrancar el arma del brazo y empujarla lejos. Luego soltó el cadáver y echó mano de la sabana. Abajo, alguien había roto un cristal. Voces a continuación, voces de gente preocupada.

Mientras los pasos resonaban en el suelo y luego en las escaleras, "Angelica" ató las manos y pies del intruso como buenamente pudo, aunque sólo fuera para retrasar al sujeto en caso de que, simplemente, sufriera una muerte aparente. Luego se puso por encima la gabardina armada, aunque sólo fuera a modo de bata.

- No te molestes. - Se limitó a responder friamente a Jacklin cuando el paladín irrumpió en la habitación. Se habían tomado su condenado tiempo en responder a su solicitud y, en ese plazo, el intruso aprovechó para quitarse de enmedio. Aunque aun había una posibilidad de que el cuerpo fuera de utilidad. Una de las voces le había parecido la del alcalde. - Haz algo de provecho. Trae al alcalde, a ver sí reconoce a esta persona. - Y con la misma frialdad y menor respeto, volteó el cadáver con el pie para que el rostro fuera visible.

—Estoy… bien.— Respondo cuando Jacklin insta a Kelgar de llevarme con el matasanos de aquel pueblo. Después de lo que acababa de ver prefería no confiar en nadie del pueblo. 

Mientras que uno de mis brazos, el mismo sobre el cual Kelgar había atado aquel trozo de tela, estaba caído sobre mi pierna; el otro tenía la palma de la mano colocada justo por debajo de la tela. Justo de debajo de mi mano, un hilo de sangre ligeramente oscura estaba cayendo, como si tuviera una herida en el mismo lugar que estaba tapando.

Aunque nada más lejos de la realidad, mi mano estaba apretando sobre la herida precisamente para que sangrara expulsando la mayor cantidad de sangre impura que había entrado.

Durante un momento cabecee hacia un lado. Como esto siguiera así volvería a caer desmayada, pero tenía que expulsar la mayor cantidad que pudiera antes de volver a dar riego sanguíneo a la extremidad.

Tras unos momentos así finalmente levante la mano y des afloje el pañuelo.

—Kelgar, necesito que me vigiles.—Pedí al guerrero.— No creo que tarde en desmayarme y no sé qué es esa extraña sustancia que tenía el cuerpo en su interior. En el mejor de los casos tendré fiebre y estaré indispuesta un buen tiempo. En el peor de los casos puede ser el causante de que este tipo me atacara y de algún tipo de locura temporal.

—En el caso de que sea eso ultimo no deberías tener problema en redu…cirme.—Volví a cabecear apoyando la cabeza en la cama.—Aunque ese sea el caso encontrare una solución.

Con aquellas últimas palabras cerré los ojos intentando concentrarme, demasiadas cosas habían ocurrido en los últimos minutos y mi febril cuerpo no me dejaba pensar claramente. Necesitaba deshacerme de él aun a riesgo que Kelgar, la persona del grupo de la cual sospechaba que era uno de esos pocos que veían manifestación de las habilidades sobrenaturales, estuviera presente.

Tras unos breves segundos concentrándome note como el dolor desaparecía y perdía la percepción de los problemas de mi cuerpo mirándolo junto a Kelgar como una espectadora más. Apartando mi vista del cuerpo mire a Kelgar para ver si había alguna posible reacción antes de llevarme un dedo a los labios pidiéndole silencio si mis sospechas de que podía verme en aquella forma eran ciertas.

La sorpresa inicial del alcalde que contemplaba el escenario se transforma en furia ante las palabras del gigante al tiempo que algunos lugareños se asoman por las escaleras.

---Muchacho insolente ¡Aqui yo soy el alcalde y tú un forastero! Sí no sabes  tener el debido respeto a tus mayores y superiores pasarás la noche en la carcel- amenazó señalando al chico con el dedo afortunadamente las palabras de Jacklin logran calmar un poco los ánimos y el enfado del Alcalde que pasa del enfado al desconcierto-¿Intento de asesinato? ¿Por que? ...- dice incredulo por un momento pero al reparar la multitud de curioso parece que recobra un poco el sentido mira a la gente que ha llegado- No pasa nada, parece alguna clase de incidente, vuelvan a sus casas y cierren las puertas y lo más importante no salgan hasta que amanezca- dice con voz autoritaria- Sallie, por favor, llevate a Miriam abajo y preparale una infusión, luego bajaré yo...- la anciana del emporio y el resto de lugareños murmuran pero obedecen llevandose la primera a la desconcertada Miriam que os lanza una última mirada antes de bajar escaleras abajo.

Cuando la zona se ha despejado vuelve a acercarse a Jacklin mientras los dos guardias se acercan al cuerpo para examinarlo con cuidado.

---Nunca habia ocurrido esto en todo el teimpo que llevo como alcalde- murmura a Jacklin por lo bajo cuando ve que Liss decide tumbarse- Un intento de asesinato,Abel ¿que les ha incitado a realizar semejante locura?- dice mientras se lleva la mano a la cabeza con gesto nervioso y os acompaña al cuarto de Angelica.

Cuando llega al sitio y ve el cuerpo se queda mirandolo un rato y tanto Jacklin como Angelica ven que su rostro pasa de la seriedad al desconcierto y finalmente a la sorpresa antes de soltar un grito involuntario.

---¡Por los sagrados clavos de Cristo! Es Jake- grita desconcertado.

En la habitación de Liss, los dos hombres se acercan con cuidado al cuerpo y lo voltean y Kelgar puede ver claramente el rostro de sorpresa  de los dos hombres.

---Es Morded...- murmuran una y otra vez antes de lavantarse  y asomarse por el pasillo- Señor Alcalde este cuerpo es...es Morded

Los tres hombres parecen desconcertados.

Las reacciones de sorpresa fueron bien recibidas por Emelie. Sólo podían significar que reconocían a la gente del pueblo y que, posiblemente, nunca se hubieran imaginado que tuvieran asesinos entre ellos. Aquello era un dato revelador: los intrusos no se habían materializado ni surgido de la nada, procedían del pueblo. El sueño y aquel ataque indicaban que, efectivamente, algo raro estaba ocurriendo en aquel lugar. Pero, por mucho que la curiosidad le causara desazón, la investigación habría de posponerse hasta el día siguiente. Toda hora de sueño sería bienvenida en tanto y cuanto el extraño cansancio pesase sobre ellos.

- Cualquiera diría que han visto fantasmas, buen Raymon. - Podía entender la sorpresa que causaría a los lugareños el saber que algunos de sus conciudadanos allanaban habitaciones de terceros y trataban de asesinar a otras personas. Pero la sorpresa en sus rostros tornaba en desconcierto, como sí algo estuviera ocurriendo y no acertasen a comprenderlo. Y para "Angelica", conocer el motivo del estupor podía ser una pista de la que tirar en alguna dirección.

Por suerte mis palabras llegaron para calmar un poco la situación general donde la tensión se comenzaba a forjar por todas partes, una vez la gente vuelve sobre sus pasos dejándonos algo más a solas el mismo alcalde vuelve a acercarse hacia mi persona para continuar con la breve conversación- Eso es algo que no podremos saber de momento, pero creo que ninguno de ellos estaba en sus cabales ya.

Fue entonces cuando procedí a entrar en la habitación de nuestra otra compañera. Estaba a punto de haber saltado sobre el hombre pero las palabras de Angélica me detuvieron en el acto, mirando a la mujer, luego al hombre maniatado ya y por último bajando la cabeza en silencio con la mirada apartada. Me asomé al marco de la puerta para indicarle al alcalde que viera al hombre en el suelo, su reacción es clara y evidente... Nos habían atacado pobres almas de este pueblo como cualquier otras, algo les debía estar corrompiendo para volverlos más violentos, pero lo extraño era que parecían aún así mantener objetivos, raciocinio y tácticas, es decir si realmente había perdido la cabeza no era del todo y alguien podía haber detrás. Me incliné un poco para asomar la cabeza hacia los guardias que parecían haber reconocido al otro asaltante- Todos ellos conciudadanos probablemente... Y creo que hay una persona que puede decirnos que les ocurre a estos pobres hombres -puse una mano en el hombro del alcalde para guiarlo junto al cuerpo dormido de Lissandra- Pero es quien peor parada ha salido en esta asalto así que necesitara recuperarse antes de poder conseguir esa información. Así que, necesitamos descansar para que se recupere pero sinceramente ahora mismo no podemos sentirnos seguros -miraba el cuerpo de la chica disimulando los breves vistazos a su presencia real.

Kelgar miró desafiante al alcalde ante sus amenazas.
No tenía ni para empezar con esos milicianos de pacotilla que permitían a los asesinos campar a sus anchas por el pueblo.
Por suerte o por desgracia, Jacklin puso paz y consiguió calmar al viejo.

El propio alcalde pareció reconocer a los asaltantes, quedando bastante impresionado al verlos allí.
Entonces, ¿estamos hablando de que alguien ha drogado a estos hombres para que se conviertan en asesinos? aquello sonaba absurdo.
¿O no será que sencillamente, disimulaban muy bien?… insinuó, puesto que para convertirse en unos matones nocturnos tampoco hacía falta más motivación que unas monedas.

Sería lógico registrar sus casas en busca de alguna pista. Supongo que vais a colaborar en la investigación y nos diréis dónde vivían… miró al alcalde, con una calma tensa.
Como se hiciera el pesado, no sabía cómo iba a reaccionar.

Después de activar mi poder me quede revoloteando por la habitación mirando a todos, a diferencia de lo que había pensado parecía que había llamado la atención a otra de las personas del grupo… Aunque después de su confesión sobre ser un santo no era algo que me extrañara.

Tras unos momentos para confirmar que nadie más me veía me acerque a mi propio cuerpo y empecé a observarlo, sobre todo la herida cicatrizada pero aun cubierta de sangre que tenía en el vientre.

A diferencia de todo el malestar que tenía estando alojada en mi cuerpo, en aquel momento podía pensar mucho más claramente. No tarde mucho en hacer que la mitad superior de mi torso se asomara por la ventana para ver el exterior para pocos segundos después volver a la habitación y mirar al único que parecía verme.

Señale alcalde junto a los guardias e hice un gesto de empujar hacia la puerta. Era evidente que quería que abandonaran la sala.

---Creo que la afirmación de fantasma es más acertada de lo que crees- dice llevandose  un pañuelo y secandose un poco el sudor que empezaba a asomar por su cabeza- Dudo mucho que logreis sacar algo de sus casas...esta gente...abandonó esta isla hace 5 años- revela mirando todavia los cuerpos.

---Y no, dudo que hayan vuelto  al pueblo o se hayan ocultado  durante tantos años sin que el pueblo se haya dado cuenta- adelanta ante vuestra posible pregunta, con nerviosismo  pasea de un lado para otro de la habitación sin dejar de murmurar por debajo algo que parecen salmos  biblicos, finalmente se para- Esto se escapa de mi jurisdición, quizas deba mandar un mensaje al Marques...él deberá tomar partida...

Aguardaba cerca de la puerta dejando que hubiera espacio entre mi posición y el cuerpo de Lissandra con la intención de que esta pudiera moverse con libertad e inspeccionarlo, incluso había cruzado ambos brazos ya que tenía en mente esperar por algo de su parte. Aún así me mantenía atento a la conversación en torno a mi como si fuera mi principal preocupación, notaba la tensión en Kelgar que buscaba respuestas directas sin juegos previos, rodeos o mas discusiones por parte del alcalde, era entendible que estuviera de mal humor...

Miraba de reojo al hombre cuando hablaba pero ante la mención de que quienes nos asaltaron había abandonado la isla hacia ya años mis ojos se abrieron más y termine de girar la cabeza hacia él- ¿Pero...? -no termine mi pregunta, mire hacia un lado y volví a centrar la atención sobre el alcalde- Creo que tengo varias preguntas con ese tema, pero sinceramente este no es el mejor lugar -abrí mis brazos para señalar de forma educada la puerta- Mejor bajemos y hablemos en un lugar mas apropiado donde no molestemos a Kelgar en su labor de ayudar a nuestra compañera en sus heridas. Por favor delante mía... quiero ponerme algo decente antes de bajar -si, aún iba con tan solo aquellos pantalones así que prefería armarme por si volvían esta noche y estar mas preparado esta noche

La explicación del alcalde sobre los intrusos resultó interesante. Lugareños que se marchaban en el barco de suministros, para luego aparecer de la nada y asaltar una posada por la noche. Raymon desechaba rápidamente posibilidades, pero cabía la probabilidad de que la isla tuviera realmente un puerto practicable desconocido para los habitantes que el barco utilizase para otros "desembarcos". Que alguien con buena capacidad logística pudiera retener a esos lugareños embarcados en la misma isla, alimentarlos, entrenarlos (en varios sentidos) y luego soltarlos para llevar a cabo ciertas ordenes. O que la tripulación del barco los arrojase por la borda una vez en alta mar y los cuerpos ahogados fueran arrastrados por las corrientes de vuelta la isla, donde revivirían y... Aquella última idea era, decididamente, absurda. Emelie la desechó antes de dirigirse de nuevo al alcalde.

- Buen Raymon, pongamos que estas personas sí hubieran estado todo este tiempo en la isla. ¿Quién podría tener los medios para ocultarlos, alimentarlos o equiparlos para algo como ésto? - Aunque procuraba aparentar ingenuidad y curiosidad, el objetivo de aquella pregunta era despertar las sospechas del alcalde sobre el marqués y que no le informase de lo ocurrido. No al menos rápidamente. El marqués era sospechoso y no le parecía conveniente alertarle tanto del fracaso de sus subordinados (sí es que lo eran) como de que la gente del pueblo había averiguado las identidades de los atacantes.

---Bueno, está bien...-dice meintras bajais al piso inferior, desde allí podeis escuchar las voces apagadas de Sally y Miriam que vienen de la cocina aunque vosotros ocupais una mesa situada en un rincón alejado.

---Podrian haber un pequeño puñado de personas, El Marques logicamente, yo,Catherine, quizas algunas familias de las granjas más alejadas,Marcus... esta isla pese a que se abastece ella misma lo suficientemente bien necesitamos algunos recursos indisoensables para la población y estos pasan siempre por mis manos antes de ser distribuidos pero nadie podria hacerlo solo, tarde o temprano alguien se habria dado cuenta, esta isla es pequeña comparada con las grandes ciudades que he visto....pero nunca en la vida he visto un incidente como este y llevo muchos años en el puesto de Alcalde...

Había tomado asiento justo frente al alcalde, ya pertrechado con mis ropas, armadura y la espada en el cinturón, listo para todo lo que pudiera pasar en lo que quedaba de noche... aunque dudaba que nos volvieran a intentar atacar hoy. Él se limito a responder la pregunta de Angélica de la mejor forma que pudo, recostado en la silla con ambas manos en mis muslos le escuchaba con la mirada perdida en una de las ventanas del local.

- Pero ¿incluso armas? Además había algo en ellos raro... es decir, el que intento atacarme a mi salto por la ventana para huir. Desde un primer piso de una forma que ningún humano haría, de hecho casi podría asegurar que ya no eran las personas que conocíais cuando peleamos con ellos -dije estando tan confuso yo como ellos recibirían mis palabras- Ojalá Dios los tenga en su gloria... -baje la mirada con esas palabras cerrando los ojos durante un instante, como Santo tenía una imagen que debía mantener frente a todos, junto a unos deberes- Antes de marcharnos me gustaría encontrar el origen de esta mal, temo que detrás de todo se encuentre alguien que use sus poderes malignos sobre vuestras pobres gentes. Si se corre la voz al continente sobre este suceso puedo asegurar que tendréis inquisidores en la isla pero por el momento haremos lo que podamos nosotros mismos.

Con la gabardina puesta a modo de bata, Emelie había acompañado al alcalde a la planta baja. Cierto era que acababan de salir de una situación peliaguda, pero no creyó necesario pertrecharse para una batalla campal como había hecho el devoto espadachín. Así que se limitaba a escuchar las respuestas de Raymon sentada en una de las sillas a la derecha de éste, las piernas cruzadas y aparentemente distraida en procurar que la gabardina estuviera bien cerrada en todo momento (aunque el correaje de la ligera armadura permitía eso con facilidad).

Si el testimonio de los MacCordagar era fiable, la isla ya había sido visitada por inquisidores, así que no veía tan claro que nadie en el continente necesitase ser informado de su existencia. O de sus problemas. Alguien ya debía de estar bien informado. Y luego estaba la razón para aquella visita. ¿Qué interés podían tener unos inquisidores en visitar al padre Scott?¿Había descubierto el sacerdote alguna herejía en la isla? Por alguna razón, no le parecía que ése fuera el motivo. Había otra cosa y mientras esa pieza del rompecabezas faltase, sólo era una incómoda y molesta sensación que le mordisqueaba la consciencia desde los margenes de ésta. No había nada más irritante que tener una pregunta cuya respuesta se le escapaba sistemáticamente.

- ¿No sabrá, buen Raymon, si existe un mapa de la isla? Acabo de caer en la cuenta que apenas conozco su tierra. - Sonrió con un candor fingido, como si pretendiera disculparse por su ignorancia, aunque la realidad era otra: le interesaba poder examinar la línea de costa antes que hacerlo a pie y sobre el terreno. - Y de mapas a cartas... El barco que les trae suministros, ¿depende de alguna compañía mercantil del continente o es un flete privado? - Ese navío era la única forma de salir de la isla, en apariencia, y sus atacantes eran lugareños que habían partido años atrás en él. Saber quién estaba detrás, o pagaba esos viajes, podía arrojar alguna luz en alguna parte de aquel misterio.