En algún lugar
Algún día, probablemente, de 1927
Hora indeterminada
Juliette abre los ojos, pero no percibe más que una pesada penumbra que le nubla la vista. La atmósfera es húmeda y fría y se siente calada hasta los huesos. Cree estar sentada en algo de madera, quizás una silla, cuya superficie astillada le rasga las piernas desnudas a cada ligero movimiento. Una sensación punzante que le atenaza la nuca hace que suelte un gemido de dolor. Acto seguido, intenta palparse el cuello para aliviarse, pero algo frío y liso le imposibilita mover los brazos. Está encadenada a algo. Alarmada por la inexplicable situación en la que se encuentra, agita con fuerza su cuerpo para tratar de zafarse de las ataduras que la retienen, pero lo único que consigue es que la conmoción cervical se agudice.
La cantante empieza a hiperventilar cuando, poco a poco, a su mente acuden sus últimos recuerdos. El "Arenque Ahumado", el capitán Baird y los marineros maniacos, aquellas monstruosidades marinas, las olas... No puede evitar el llanto cuando recuerda cómo fue arrastrada hacia la profundidad del mar por una de esas cosas. Todavía es capaz de sentir la brutalidad con la que la bestia la agarraba para tratar de someterla y arrancarla de la superficie. Su bello se eriza cuando rememora el roce de sus garras afiladas como cuchillos y el nauseabundo olor a pescado podrido que emitía. Aunque lo que recuerda con mayor espanto es la asfixia al descender rápidamente hacia la el fondo oceánico para acabar inmersa en la más absoluta de las oscuridades.
De repente, la cantante escucha algo a escasos centímetros de su espalda. Un tenue quejido hace que trate de girar la cabeza, aunque el dolor de cuello le imposibilita ese movimiento. No obstante, no necesita que el gemido se repita una segunda vez para identificar su autoría.
— Catherine, ¿eres tú?
¿Qué hago aquí encadenada?
Me cuesta aceptar la situación en la que estoy, apenas si puedo pensar con claridad, así que tardo más de lo que me gustaría admitir en poner todos mis pensamientos en orden, es entonces cuando empiezo a recordar y a plantearme como he podido llegar a acabar encadenada en lo que parece una cueva.
Respiro hondo e intento relajarme, o me dará un ataque de ansiedad allí mismo.
- ¿Estás ahí Catherine?
Tenía que ser ella, tenía que serlo, ¿cómo íbamos a escapar de allí?
Catherine abre los ojos totalmente desorientada,dolorida,incómoda y terriblemente asustada al recordar los últimos instantes de agonía en los que se hundía en las gélidas aguas del Mar del Norte.
Pero...¿dónde diablos estoy? La anticuaria abrió los ojos tratando de ver algo más pero la penumbra en la que se encontraba le impedía ver nada a su alrededor,tan sólo sentir las frías cadenas que la sujetaban y sentir su cuerpo ¿desnudo?frío y rígido por la tensión.Al escuchar la voz de Juliette un sentimiento de calidez la inundó y aunque estaba segura de que sus vidas corrían gran peligro el estar acompañada y no sola le dio las fuerzas que necesitaba para no dejarse vencer por la desesperanza
-"Sí,Juliette,soy yo ¿estás bien?¿sabes dónde estamos o quién nos ha traído aquí?"-susurró por si había alguien tras alguna puerta vigilando su despertar
- No, no sé, me acabo de despertar, creo que como tú... ¿Quizás los locos del barco? Espero que al menos Eleanor y Alfred pudiesen escapar sanos y salvos...
Tengo el cuerpo resentido de llevar allí esposada a saber cuanto tiempo, no tenía que haber montado nunca en aquel maldito barco, quién sabía que clase de psicópata nos había dejado allí...
Emocionadas por haberse reencontrado, las mujeres se agitan tanto como les permiten sus ataduras. Eso evidencia que se encuentran amarradas, espalda contra espalda, a sendas sillas de madera que, por el chirriante ruido que hacen a cada movimiento, no cuentan con demasiada estabilidad.
Poco a poco, la vista de las mujeres se acostumbra a la escasa luz del lugar. Están en algo parecido a una celda de reducidas dimensiones. Las paredes son robustas, construidas con pesadas piedras de tamaño irregular, y emiten un frío húmedo que no tarda en provocar el tiritar de los cuerpos mojados y semidesnudos de las presas. El suelo, de tierra arcillosa y fina, es fangoso y en algunas zonas de la prisión la contundente humedad ha conseguido anegarlo y crear charcos en su superficie. Una reja de gruesos barrotes separa a las cautivas de un llano iluminado por una titilante vela anclada en la hendidura de una gran roca. La planicie, que se convierte en un serpenteante camino, se pierde en la oscuridad, a través de las paredes rocosas e inclinadas de una caverna.
Al fondo de la estrecha celda, junto a la pared, las investigadoras pueden distinguir un bulto oscuro, también encadenado, pero a una argolla fijada en la roca, que parece agitarse levemente.
Suspira aliviada y ante la mención de sus compañeros Catherine eleva una plegaria rogando que ellos hayan podido escapar aunque el atisbo de un tercer cuerpo que se mueve constriñe nuevamente su corazón
-"Juliette,hay alguien más ahí..."-susurra-"¿Eleanor,Alfred?"-llama bajito-"Juliette,estas sillas no parecen demasiado fuertes,quizás podamos romper la madera y deshacernos de estas cadenas"-propone poco convencida pero tratando de que la poca esperanza que le queda no muera en aquella celda horrible y fangosa
- Creo que nuestros compañeros escaparon, o al menos eso espero...
Había algo o alguien más allí, sino... ¿qué era eso que decía Catherine?
- ¿Quién eres? ¿Hola?
Quizás habían cogido a alguien más, o secuestrado, o lo que fuese, ¿qué pensaban hacer con nosotras?
- Deberíamos intentarlo sí... - contesto en susurros a Catherine.
Las palabras de Juliette únicamente consiguen que el "bulto" continúe emitiendo lastimeros y entrecortados gimoteos. Por su parte, Catherine, con la idea en la cabeza de que recuperar la libertad pasa por destruir las sillas en las que se encuentran sentadas, empieza a moverse bruscamente de un lado a otro. El ajetreo no tarda en traducirse en un insistente chirrido que, aunque leve, enmarcado en el profundo silencio del que se encuentran rodeadas, parece atronador.
Si vuestra idea para romper las sillas es moveros con brusquedad, necesito que superéis una tirada de FUEX5 con un bonus de -25, ya que estáis sentadas en cuatro maderas viejas.
Estoy muy agobiada y los sonidos que provienen de aquel bulto no ayudan en nada, intento zafarme de la silla en la que estoy atada, pero por más que lo intento solo logro caerme al suelo en una posición nada agradable y no romper ni siquiera un poquito de donde estoy.
- Maldita sea, ojalá que tú tengas más suerte Catherine...
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 98(-25)=73 (Fracaso) [98]
TIRADÓN xD
Catherine no tuvo más suerte que su amiga y lo único que consiguieron fue hacer un ruido que pareció infernal en el silencio que las rodeaba
-"¡Dita sea!"-exclamó la anticuaria notando cómo las cadenas dañaban aún más su piel al moverse tratando de ¿qué?¿En qué estúpido momento creyeron que podrían romper esas sillas?Ninguna poseía la fuerza necesaria por lo que tendrían que pensar otra cosa antes de que sus captores vinieran a por ellas
Motivo: Romper silla
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 46(+20)=66 (Fracaso) [46]
Las dos mujeres se agitan con fuerza de un lado a otro intentando hacer ceder las maderas carcomidas de las sillas, pero lo único que consiguen es delatar sus intentos de evasión con el agudo chirrido que se despierta de las maltrechas juntas de los muebles. De repente, una forma de aspecto humano aparece tras las rejas y golpea violentamente los barrotes con algo alargado y sólido. La claridad que emite la vela no es suficiente para reconocer las facciones del individuo, aunque las investigadoras son capaces de intuir que el sujeto va vestido con algo parecido a una túnica con capucha, cosa que les hace pensar en el enajenado capitán Baird.
— ¡Vusotra' tre', basta de jaleo!
Una voz masculina y amenazante, diferente en tono al del marinero del "Arenque Ahumado" les increpa desde la penumbra. El deje marcadamente barriobajero en las palabras del individuo suena familiar en la mente de Juliette.
Atención, Catherine. La tirada está mal hecha. Tu FUEX5 es igual a 20, no a 25. Además, gracias al bonus, debes restar 25 al resultado de la tirada y no sumar 20.
Haciendo todo esto, la tirada quedaría en 21. No está superada, pero por poco...
Al escuchar la voz de aquel hombre,cosa o lo que fuera que se tapaba con esa túnica el cuerpo de Catherine quedó rígido y buscó con los dedos rozar a Juliette. Además las palabras del guardián dejaba claro que el tercer bulto era otra mujer ¿Eleanor?Cerró los ojos con fuerza deseando que no fuera ella
-"¿Eleanor,eres tú?"-volvió a susurrar mientras miraba hacia la puerta comprobando que no la escuchaban los de fuera-"¿Juliette?¿Qué hacemos?"-trató de que en su voz no se apreciara el pánico que sentía pero sin conseguirlo por completo
Ok,me lié con la tirada,perdón
Piensa, piensa, piensa...
Pero la verdad era que las circunstancias no ayudaban, teniendo a aquel sujeto cerca y estando como estaba no había muchas posibilidades.
Al oír la voz algo se despierta en mi cabeza, ¿era uno de los de la fábrica quizás? O ¿de qué demonios le resultaba familiar?
- ¿Qué quieres de nosotras?
La voz de Catherine interpelando a su amiga consigue que el bulto reaccione. Un débil gimoteo empieza a aflorar de ese rincón de la celda acompañado por una apenas inaudible llamada de socorro.
— ¡Que'us calléis de una puta vez, coño! — amenza el centinela desde el otro lado de los barrotes—. El Hierofante llegará en un rato y él sabrá ca' hacer con vusotra' tre'. El que mora en el foso decidió que debíais vení pa'quí pa' contestá a cosas y po' eso nuestro' hermano' de las olas os han traío.
El tipo encapuchado vuelve a golpear con fuerza la reja y, mientras regresa a la oscuridad, las increpa.
— ¡Pero ahora toca callar! ¡¿Estamo'?!
Las palabras de aquel hombre provocan un nuevo escalofrío en Catherine que no puede evitar que un gemido salga de sus labios al escuchar lo del hierofante
-"¿Qué clase de culto es este,Juliette?¿Quién habita en el foso?¡Por el amor de Dios ¿dónde nos hemos metido?!"-solloza dejando caer la cabeza sobre su pecho y cerrando con fuerza los ojos trata de respirar y calmarse antes de caer en un ataque de histeria que sabe que anda próximo
¿Pero de qué hablaba ese sujeto?
- No lo sé, esto es algo muy turbio, tenemos que tener cuidado y estar preparadas, no sé que pretenderán que respondamos pero ¿qué vamos a saber nosotras?
Intento moverme sin que se de cuenta, intentando liberarme de las ataduras como fuera posible.
Las voces de tanto las investigadoras como del encapuchado parecen desperezar paulatinamente al bulto envuelto en sombras que finalmente, por su tono de voz, se descubre de sexo femenino. Sus palabras, además de inconexas, son apenas audibles, como si fueran las de un durmiente en medio de una pesadilla. Aunque no se entienda completamente el musitar que profiere, su mensaje denota una clara sensación de alarma y angustia. La perorata ininteligible de gemidos continua hasta que, de repente, algo en el deje de la voz hace que el corazón de las investigadoras dé un vuelco. Al unísono las dos exclaman el mismo nombre: Annemarie.
Juliette, ya habéis intentado usar la fuerza bruta para liberaros, pero no ha resultado. Si se os ocurre otra forma de desprenderos de las cadenas, narradla y os digo por qué habilidad/característica debéis tirar. A veces, en estos casos, para encontrar inspiración, vale la pena releer la escena...
Sí, lo sé, no esperaba que surtiese efecto, era tema narración.
¿Puedo llegar hasta la vela?
Si pudieras sacar la mano por la reja, la alcanzarías. El problema es que estás encadenada a la silla con las manos detrás de la espalda.
Pues me quedo sin ideas...