Partida Rol por web

La traducción del profesor trasladó el foco a la nota. Parecía una buena pista para encontrar al ídolo, si habían de creer lo que había escrito el tal “G”. Según lo que aquel hubiera descubierto, incluso podía ser que consiguieran información sobre el mismo Guardián de los Secretos. Ante las palabras de Hawke, se giró y alzó una ceja. “Así que ha conseguido sacarle algo a ese amigo suyo”, pensó. Eso facilitaba saber hacia dónde dirigir sus pesquisas, más allá de la cuestión de cómo conseguirían el ídolo en sí.

—Es posible, pero tenemos una pista para empezar la búsqueda —apuntó Sofía—. Si ese artefacto al que se refiere es el ídolo –o por lo menos, parte de él– y está en manos de los cruzados, deberíamos encontrar el paradero de Greenmaw y luego de ello podremos planificar cómo hacernos con él. Por lo pronto, ¿no sabrá Norton algo del asunto? —Hizo una pausa mientras miraba a Hawke, aunque no sabía si su relación actual era tal como para ir a hacerle preguntas a cada rato—. Si no es el caso podríamos recurrir a la Cofradía. Según Norton y su compañero, antes eran aliados de la Cruz. No sería de extrañar que conocieran a alguien de cierto rango. Y si mal no recuerdo, Jerome ya nos debe un favor. —Se quedó pensativa unos momentos—. Aunque sí es cierto que podríamos perderle la pista al colgante si lo dejamos por tanto tiempo.

“Realmente debe estar desesperado.”

Lorenzo no ocultó una reacción de asombro cuando el emérito de la Santa Adelaida les dijo la cantidad de dinero que estaba dispuesto a ofrecerles por el trabajo. ¿Para qué ocultarla? Siempre era mejor que el emérito juzgara desde su pedestal que se trataba de persona simple y lujuriosa, a la que se puede comprar por dinero. Sin embargo algo no acababa de cuadrarle del todo en esto:

-Cincuenta orones como adelanto y mil al finalizar el trabajo… ¿No le pareciese una diferencia demasiado grande de precio, Don Edmundo? He de comprender que su oferta sea fruto de la necesidad y su poca experiencia en estos asuntos mundanos, pero una diferencia tan grande de precio en otros contextos podría considerarse extremadamente sospechosa... Casi un indicio de estafa… -

Lorenzo hizo una pausa dramática para reforzar la idea que quería expresar.  

-Por supuesto, no estoy diciendo que sea el caso, profesor, su honradez y su renombre le preceden y no son en absoluto objeto de discusión. Pero ha de entender mi postura, sobre todo teniendo en cuenta que ya le hemos demostrado ser personas bien dispuestas y capaces de llevar este trabajo a buen puerto...-

Lorenzo inclinó la cabeza en dirección al profesor, con respeto, mientras pasaba la mano por el fieltro del sombrero, que descansaba sobre la mesa.-

-Dado que nos ha expresado sus dificultades económicas en estos momentos… ¿Qué le parece solo una sexta parte del botín total, como adelanto? ¿150 doblones ahora, 350 más cuando le traigamos pistas incuestionables sobre el paradero actual del ídolo, y los 500 restantes al finalizar el trabajo?

Dada la peligrosidad de los agentes externos relacionados a esta operación -y la importancia que tiene este objeto de antigüedad para ud.- creo que sería un pago mucho más ajustado a los riesgos que nos pide que asumamos…-

Lorenzo se quedó callado, esperando la respuesta del profesor y juzgando si realmente le faltara el dinero para pagarles ahora mismo. Si fuera el caso, podría llegar a aceptar esperar un par de semanas hasta el primer adelanto. De todas maneras todo este asunto le llamaba demasiado la atención como para dejarlo escapar. En última instancia Lorenzo diría que sí a la última contraoferta que le hiciese. Recogió de vuelta la nota atlante que había entregado al profesor y escuchó con atención la conversación posterior.

-¿Greenmaw? No me suena de nada ese nombre. ¿Habéis oído hablar mucho de él en las calles, señor Hawke? Por lo que dice la nota desde luego pareciese que el ídolo está -o ha estado- en su mano… Y seguramente que la joya de nuestro amigo no deba de andar muy lejos…

A este punto solo nos quedan dos opciones: una es localizar la otra joya faltante -sobre la cual no tenemos ningún otro indicio que sepamos- o evidentemente, tratamos de localizar al tal Greenmaw, que parece que es nuestro camino a seguir más directo hacia el ídolo.-

Escuchó luego las palabras de Sofia, con cierta preocupación. Pero antes de seguir discutiendo el plan se dirigió al profesor y le invitaría a marcharse en el momento en que hubieran llegado a un acuerdo, y hecho todas las preguntas que tenían que hacerle.

- No quisiera que la discusión de estos pormenores puedan comprometerle de alguna manera, profesor. Le seguiremos dando noticias como venimos haciendo cada dos días en este mismo lugar…

 Por lo demás, tengo que estar de acuerdo contigo, Sofía, me parece una línea de acción viable, aunque han pasado muchas cosas últimamente para preguntar así tan directamente a la Cofradía. Otra opción podría ser hablar con Jamaly. Lo mejor será que nos acerquemos con mucha cautela al Good Ol’Jenkins primero… -

Una ya familiar sonrisa sardónica de medio lado cruzó la cara de “El poeta”.

-Se me ocurre que pudiera tirar cierta piedrecita a las ventanas de cocinas del Good Ol’Jenkins desde fuera, a ver cómo responde primero cierta mujer hermosa…

Por otro lado, aquello es como mi segundo hogar. No sería nada extraño que me dejase aparecer por allí con mis nuevos amigos…-

El precio total hizo que Corfias temblase de gustito. El tema de la negociación de las partes a pagar iba a dejársela por completo a Lorenzo que desde luego estaba seguro que tenía más arte para la negociación y el regateo que para los versos. La verdad que prácticamente cualquier cantidad bastaría para calmar sus necesidades, de momento al menos.

En cuanto a la información extraída de los documentos el semi elfo podría apostar un brazo a que la G indicaba sin lugar a dudas que estaban ante una conversación entre Ragmaw y Goldsworth, el padre de nuestro nuevo compañero. Afortunadamente Hawke es una eminencia en cuestión de bajos fondos y personajes de cuestionable dignidad. - Me encuentro igual que mi buen Lorenzo, no he oído nunca ese nombre antes. - El pintor a pesar de no estar metido en lo más profundo de Port Savvy solía trabajar, y beber, con los oídos bien abiertos. - Pero por como se dirige a Ragmaw. - Un escalofrío recorrió desde el cogote hasta la rabadilla a Corfias. - No parece ser un don nadie, más bien alguien que maneja ciertos hilos importantes en la región. Sería esto una saga de "maw's" interesante...

Asintió con sendos cabezazos a los planes de Sofía. - Así es, parece que nuestro siguiente paso lógico ha de ser ir tras ese Greenmaw. - Miró con una risa traviesa al poeta, era valiente, esa mujer era de armas tomar. - No creo que estemos fichados por ningún bando, aún... - Creo que no quedó nadie en pie que pudiese delatarlos después de la Imbatible. - Pero siempre es mejor andarse con pies de plomo.

El profesor Edmund Van Houten puso una mueca que hizo bailotear su bigote. Entendía perfectamente lo que Lorenzo intentaba hacer… pero saber que le querían aplicar presión no significaba que pudiera impedirlo.

—Hmmm…—el profesor dudaba, pero sabía que a fin de cuentas los necesitaba lanzó un suspiro y asintió con la cabeza—. Cien ahora... cuatrocientos cuando sepan dónde están todas las partes y quinientos más cuando me las traigan. No puedo estirarme más.

Van Houten puso un rostro preocupado al escuchar el nombre de Greenmaw, asintiendo con cara de gravedad. Había escuchado el nombre alguna vez, y no parecía que le hubiera generado buena impresión.

—Espero que investigando sean tan implacables como lo son negociando— dijo, bromeando para esconder el dolor de su bolsillo.

El profesor se levantó, les dio la mano a cada uno, y arrojó una segunda bolsa de monedas sobre la mesa. Luego, tomó su maletín.

—Mucha suerte— les deseó antes de irse por la puerta.

—Bueno, muchas gracias por haberme salvado la vida, pero creo yo que este asunto me supera ampliamente —dijo Roger, levantándose también de su silla y estirándose— de momento, creo que cuanto menos sepa, mejor. Así que también voy a irme retirando… que tengan buenas tardes ¡Y no se olviden de mi cuando sean ricos! ¡Eh! Jeje…—bromeó antes de irse.

—Ha sido… interesante— dijo Oswald, pensativo. Detrás de sus ojos sin embargo, brillaba una emoción clara: entusiasmo. Oswald era joven, y aunque era evidente que aunque trataba de contenerse para evitar tomar decisiones apresuradas, una propuesta como esa le encendía el alma de aventurero.

—Sé que el trato lo han hecho ustedes, pero no dejo de sentir que quiero ver en qué termina todo esto… ¿Les molesta si intento acompañarlos en esta aventura? Prometo hacer todo el aporte que me sea posible.

Cinco doblones se convierten en cincuenta.
Cincuenta en cinco veces cien.
Quinientos se cuentan ahora por miles. 
Y diez veces cinco se esconden bajo mis pies.

¿Y si las calles se llenaran de maleantes?
¿Y si yo fuera uno también?
Con todos persiguiendo el tesoro malhabido
¿Cómo habría esto de terminar bien?

Arroka estrechó las manos de Edmund y Roger antes de que se marchasen y les deseó buen camino. Una vez estuvieron solos, miró a Oswald.

 - Toda ayuda será bienvenida -dijo el gnomo- aunque los hijos no deberían pagar los pecados de sus padres... replantea un cambio de apariencia, joven Goldsworth, estás en el punto de mira de gente peligrosa.

Arroka seguía con el cuaderno de notas abierto y miraba a sus compañeros.

 - Así que... Greenmaw. Jé! Parece que nos metemos en líos cada vez más gordos -dijo nervioso- el Good ol'Jenkins parece buen punto de partida para obtener información. Sin embargo, tengo un par de cosas pendientes que me gustaría hacer en casa... ¿Establecemos un punto de reunión? ¿O queréis venir también a Westmaster Street?

Cuando Roger y Edmund se hubieron ido, Hawke respondió a la pregunta de Lorenzo en voz baja, intentando que los presentes se enterasen, pero que nadie más en el bar oyese que se mencionaba a Greenmaw.
Creo que, igual que nosotros tenemos motes, a lo mejor deberíamos ponerle un mote a la gran G y no ir mencionando su nombre tan a la ligera. No quiero que se entere que hay alguien detrás de su estampa. Pero bueno, resumiendo así brevemente, la gran G es el Líder de la Cruz, por lo menos aquí en Port. Y bueno, si esto estuviese escrito y no dicho en voz alta, veríais que la L de líder está escrita en mayusculas... también veríais una letra horrible, porque eso de escribir no es lo mío y de tanto dar puñetazos tengo los dedos que parecen morcillas... pero volviendo al asunto, no me liéis tiene que parar un segundo para volver a adoptar un tono más circunspecto que su propia broma de las morcillas le ha hecho gracia. Como os podéis imaginar por el nombre, es un saurio también, como Ragmaw. Pero que yo sepa no es un sanguinario voodoo ni nada por el estilo... pero sé poco y la vida te da sorpresas, eso también es verdad. La gran G se parece a un cocodrilo, así verde lechoso. Escueto de palabras, serio y bastante práctico en general. se rasca la cabeza pensando en algo más que añadir Ah, y bueno, tengo algo en común con él. Nos gustan ir bien arreglados... en mi caso en la medida de lo posible. Va así vestido como de colono con un gesto se refiere a la vestimenta de Lorenzo ya me entendéis y por favor señor poeta, no te lo tomes a mal. Pero luego se adorna con todo lo que vea bien chillón y de colores, le gustan las joyas atlantes, dicen. Ah y un detalle muy suyo, lleva dos grilletes rotos a modo de pulseras. Otro momento pensando si hay algo más, pero eso es todo lo que se le ocurre sobre Greenmaw.

Lo que asalta a Hawke ahora son unas dudas tremendas sobre como proceder, que pasa a confesar a sus compañeros:
Yo no veo tan claro eso de ir directamente tras la gran G. Al otro saurio lo pillamos un poco desprevenido y aun así las pasamos canutas y si no fuese por los hispanos estábamos todos flotando en el puerto. Y Ragmaw no es tan importante como Greenmaw! Gran G es el jefe de la cruz y enfrentarnos a él es enfrentarnos a la mitad del puerto tal y como están las cosas ahora mismo. Es decir, un ejemplo, Yamali antes se desentendió del asunto y nos dejó pasar sin pelear, pero con Gran G no creo que se vaya tan tranquila a su casa.
Por otro lado, creemos que la cofradía tiene uno de los pendientes. También necesitamos recuperarlo y no sabemos si la cofradía sabe lo que tiene en su poder. A lo mejor simplemente piensa que es un botín bonito y lo piensa revender. Tampoco sabemos si la cruz sabe que lo que necesita son los pendientes que tiene la cofradía. Lo que se me ocurre es lo siguiente: Va enumerando con sus dedos como morcillas
Vamos a por el pendiente de los rátidos y así nos aseguramos uno de los tres ases de la partida. Una vez tengamos el pendiente, podemos dejar caer a los cofrades que los cruzados tienen algo muy peligroso en sus manos pero sin decirles que es el ídolo. Con suerte querrán asaltarlos para hacerse con lo que sea. Al mismo tiempo hacemos llegar a gran G que los cofrades tienen una de las gemas, aunque para ese momento ya la tengamos nosotros. Con suerte se matan unos a otros, nosotros damos un par de mamporros a los que sobrevivan y nos quedamos con todo.

Tras despedirse del profesor con respeto y también de Roger cuando este se excusó, Sofía se volteó hacia Oswald. Si era cuestión de enfrentarse a cofrades y cruzados, contar con un par de manos más era una buena opción, pero había que considerar que, cuanto más numeroso el grupo, menos desapercibido pasaría. Aunque a decir verdad, ya hasta el momento se habían hecho notar.

—Lleva razón, Oswald —agregó a las palabras de Arroka—. Eres bienvenido si quieres acompañarnos, pero como conozcan tu origen tendrás poca paz, incluso si no sabes nada de interés para ellos.

En cuanto a las palabras de Hawke, escuchó con atención, pensativa, pero era evidente que algo del plan no la convencía del todo.

—Coincido en ir por el colgante. Ahora, sobre lo demás, es arriesgado… Bien podríamos aprovecharnos del enfrentamiento como quedar atrapados en el fuego cruzado. Y no quisiera acabar en la mira de ambos bandos a la vez; por lo menos, no antes de lo necesario. Un plan de esas características requerirá de cierta sutileza. —Miró al pugilista directo a los ojos: la discreción no era precisamente el fuerte de Hawke. Luego se giró hacia Arroka—. Como dije antes, no me vendría mal esa parada por la casa.

Oswald se pasó la mano por el cabello con un poco de aprehensión al escuchar las palabras de Arroka. Era evidente que no le gustaba la idea, pero el cabello se tendría que ir.

—Por suerte no soy muy parecido a mi padre, supongo que con cambiar de peinado y ropa bastará— pensó en voz alta— y si no, tendrá que bastar igualmente, porque no puedo hacer mucho más. Pero volviendo al tema, entonces tenemos que buscar mi collar, la otra joya y el propio ídolo ¿No? De momento sabemos que el ídolo lo tienen los Cruzados y al menos una de las gemas está en las manos de los cofrades. Yo no voy a acercarme al Old Jenkins ni muerto, no sea que alguien me reconozca aún cambiado, pero supongo que preguntar por ahí si realmente es una tapadera cofrade es una buena idea.

Oswald se quedó meditando un momento, ponderando una idea, pero no dijo nada más.

—Creo que por hoy me limitaré a comprarme una o dos mudas nuevas, y luego me iré a acostar. Aún me siento apaleado de anoche…

Al salir de El Manso Cabrío, el sol abandonaba las calles de Port-Savvy nuevamente. La ciudad se sumergía un juego de luces y sombras bajo un cielo anaranjado y cada vez más oscuro. De no ser por la conspiración que comenzaban a vislumbrar, el lugar les podría parecer apacible y pintoresco, un resquicio de civilización atrapado entre el arrullo del mar y las susurrantes hojas de la jungla.

Las calles aún rebosaban de gente, aunque eso no duraría mucho más. Este era el horario en que los trabajadores que los habían cruzado cuando ustedes buscaban donde dormir por la mañana ahora terminaban sus jornadas y volvían a sus casas o se dirigían a algún establecimiento que pudiera entretenerlos.

Ahora quedaba decidir qué haría cada uno ¿Se irían a descansar? ¿Tratarían de vender el botín recabado? ¿Pasearían por el Old Jenkins o comenzarían sus averiguaciones mañana? ¿Recorrerían las calles o las tabernas esperando ver qué les deparaba la suerte o tratando de sonsacar información de algún borracho?
Hawke incluso podría volver a intentar contactar con Norton o Jamaly... o hacerse el tonto y buscar alguna pelea ilegal, en caso de que algún cruzado pudiera decir algo interesante.

Las caras de cansancio lo dejaban claro, aunque habían dormido la mayor parte de la tarde, la intensa jornada nocturna los había agotado más de la cuenta.

Fue así que los seis aventureros, pues Oswald se había sumado a sus rescatistas, se dirigieron a la mansión de Westmaster Street, emplazada contra el viejo murallón que separaba Helmsward de las afueras y la jungla.

El edificio, con sus jardines llenos de hierbajos y escombros, sus muebles llenos de polvo, sus rincones llenos de telarañas y sus ventanas vacías de toda luz los aguardaba en silencio tras el viejo portón de rejas. Lorenzo se adelantó al resto del grupo echando mano de las llaves, y la puerta de entrada crujió a modo de saludo para con sus nuevos habitantes.

A estas horas de la tarde, los rayos del sol apenas lograban ofrecer una luz tenue, teniendo que enfrentarse tanto al murallón, como a los árboles y a los altos tejados de las otras casonas circundantes antes de poder alcanzar las ventanas. La mayor parte del interior de la casa resultaba oscuro y un poco lóbrego, quejándose cuando sus tablones sentían por primera vez en años el peso de una persona.

El lugar era amplio y contaba con una gran variedad de ambientes: una sala de estar con una barra; sótano, despensa y cocina; un comedor; un salón de música; una biblioteca; un estudio privado; vestidores; cinco dormitorios; cuartos de baño e incluso una letrina en el interior de la casa que debía conectar con el alcantarillado de la ciudad (aunque Lorenzo puso en duda el buen estado de las cañerías y desaconsejó su uso).

Todo, sin embargo, se encontraba desmejorado cuando no directamente arrruinado. Alfombras mohosas, muebles venidos abajo, ventanas rotas, armaduras antiguas y un tanto oxidadas como centinelas aguardando en la oscuridad…

Todos problemas que podían esperar para otro día. Los dormitorios fueron repartidos, Oswald eligiendo dormir en uno de los sillones de la sala que tenía el piano en el primer piso, y un poco después cuando el sol se hubo retirado por completo y circular por la casa representaba un peligro a causa de los tablones sueltos, todos se retiraron a descansar nuevamente.

El plato con leche que habías dejado por la tarde había desaparecido de su lugar. Tras buscarlo por poco rato, lo encontraste en la alacena de donde lo habías sacado, limpio y reluciente, todavía húmedo por el agua usada para lavarlo.

 - ...os lo digo de verdad, creo que es mejor que establezca el taller en uno de los pisos superiores -asentía con la cabeza y movía las manos con grandilocuencia- para cumplir con todo lo que se nos viene encima, creo que voy a tener que volver a trabajar con elementos mágicos y alquímicos -suspiró con pesadumbre- yo que venía aquí para retirarme como juguetero... tendré que sacar de nuevo los cachibaches de mis años de investigador rúnico.

Arroka entró arrastrando los pies después de Lorenzo.

 - Y por eso creo que no debería quedarme en el sótano; todos esos artilugios y experimentos no son... cómo decirlo... no son ''libres de explosiones'' -añadió eligiendo con cuidado las palabras- en caso de que algo estalle, mejor que sea arriba y no en los cimientos -mesó su barba azulada mirando el recibidor- ¡y los gases! los gases suben, mejor tener una ventana...

Nadie diría que el gnomo estuviera cansado: se había pegado todo el camino hablando, pausando lo justo para coger aire. Pero su pequeño cuerpo estaba para pocos trotes. Tenía mucha información nueva, y muchos asuntos que resolver. La única fuerza mayor que su curiosidad, en esos momentos era el cansancio.

Lorenzo asintió al juguetero, un poco distraído por algunas cosas que tenía en mente...

-Claro, maese Arroka, como mejor valoréis... Lo que decidieseis en este sentido, como el profesional que sois, me parecerá bien... Solo decidme de lo que necesitéis y trataré de ayudaros en lo que esté de mi mano... -

Lorenzo volvió de su habitación en la tercera planta rascándose la cabeza. Si alguien lo hubiera acompañado le habría vista agachándose para buscar algo, infructuosamente, debajo del catre. Solo para ir luego a las cocinas, donde pareció encontrar lo que estaba buscando. Un plato impoluto, limpio como pocas cosas había en esa casa, recién sacado de la pila...-

-Claro que antes de ponernos con ello, quizás debiéramos ocuparnos de algún otro asunto que teníamos dejado aquí a medias... Antes de empezar a arreglar el tejado, primero debemos asegurarnos de que tenemos bien asegurado el cimiento. ¿Habéis podido valorar algo de ese proyecto que teníamos pensado tan urgente para la casa? - 

El poeta había empezado a hablar más bajo, y miraba con inquietud por derredor, asomándose de repente por las esquinas de la casa, como esperando encontrarse a alguien allí de improviso.

-Podemos aprovechar el espacio del sótano para poner encima de la mesa nuestras pistas, y decidir nuestro siguiente paso a seguir...-

Mientras hablaba Lorenzo trató de reunir a todos en el sótano, donde se sentía un poco más seguro para hablar de ciertos temas con privacidad, y en voz baja.

-Los cofrades, parece que es algo unánime entre nosotros que es nuestro siguiente objetivo, pero habría que pensar el modo en que queremos acercarnos a ellos y hasta donde estamos dispuestos a relacionarnos con este tipo de gente tan peligrosa... A este punto, dudo de si es el tipo de gente que sea mejor tener de amigo que de enemigo...

Además tampoco nos vendría mal hablar con algún tipo de experto en temas de brujería, y rituales paganos... ¿Quizás esa sacerdotisa con la que entablasteis conversación en la taberna? Por mi parte, además, me gustaría descubrir a que noble casa podría pertenecer este anillo que encontramos en la Inconcebible... Puedo tratar de enterarme entre algunos conocidos que tengo entre la alta sociedad por si les fuera conocido, aunque de momento, tampoco son muchos los contactos que tengo aquí. Mi fama como literato en esta isla dejada de Elel, es todavía muy incipiente... Aunque algo seguro que se puede hacer...

Otra cosa, habría que mantener los oídos abiertos por si advertimos de alguna mujer desaparecida. Si fuera una persona de bajo talante es probable que la noticia no llegue muy lejos, pero estoy pensando en esa pobre mujer que no pudimos rescatar de las manos de aquel lagarto infame... Si fuera de alta sociedad seguro que su desaparición no pasara inadvertida.

Finalmente, con la mente en otro sitio, dijo en voz baja para si: 

- ¿Diantres, puede ser que en una cogorza, contratara a alguien del servicio para que me limpiara la casa? -
 

—Quizá haya forma de asegurar el cuarto con una pequeña inversión —respondió mientras observaba los alrededores de la casa. Una vez cruzado el umbral, la semielfa tanteó su bolso y dejó entrever apenas al bardo y a Arroka uno de los lingotes que llevaba. Bajó la voz—. Eso, si ya entra en los planes financiar unos cuantos arreglos.

Sofía había seguido a sus compañeros por las calles, pues no conocía el destino, como ellos. Por cierto que, a pesar del reparador descanso de la mañana, había cobrado el golpe que había recibido en la cabeza y comenzaba a sentir de nuevo aflorar un dolor molesto. Esperaba que no le durara demasiado o tendría que plantear tomarse unos días, algo que no deseaba hacer ahora que habían dado con varias pistas para comenzar la búsqueda del ídolo. Porque una cosa era encontrar a una persona en aquella ciudad y otra muy distinta buscar un artefacto mágico de leyenda.

—Que, por lo que veo, no nos vendrían mal —agregó al ver la escena que los recibía.

La casa en sí había visto mejores días y no se fiaba de la seguridad teniendo en cuenta el estado deplorable de las ventanas y de la madera. Sí era cierto que el sitio contaba con espacio suficiente para el grupo. Miró los cuartos con atención mientras pasaban, pero siguió a Lorenzo, que los conducía hacia abajo.

Como el resto Corfias rumiaba sobre las modificaciones a lo que por ahora era su nuevo hogar, aunque no compartía del todo sus puntos de vista. - Veo que os estáis enrredando en temas supérfluos, estructura, seguirdad, servicio de limpieza... Si, todo eso está muy bién pero veo que estamos obviando lo más importante... - Pausa dramática, un recurso que el semi elfo se negaba a abandonar. - La decoración es pésima y la pintura de las paredes se cae a pedazos. - Negó con la cabeza. - Pensaba que estaba con gente de bien. - No pudo evitar mirar de reojo a Hawke. - Un hogar entra por los ojos y esto desde luego está muy lejos de serlo. Por suerte un servidor. - El artista reverenció hasat casi partirse en dos. - Se he unido a esta aventura, así que la decoración está en buenas manos. Con el resto de cosas estoy de acuerdo.

Corfias desapareció para realizar unos cuántos viajes a su vieja habitación para traer los pocos utensilios de pintura que poseía, de momento, porque tenía la intención de dilapidar una pequeña parte del botín en material digno del nivel que un día tuvo.

El sol brilla de nuevo sobre Port-Savvy, con un cielo despejado y una suave brisa que invita a pasear antes de que el mediodía suba las temperaturas al habitual calor tropical. Fuera de la mansión, puede escucharse a la gente de servicio de otras casas llegar a sus lugares de trabajo, y el ocasional traqueteo de un carro tirado por animales.

El día recién comienza y hay cosas por hacer. Mercancía por vender, contratistas con los que hablar, y quizás familiarizarse con el sector circundante a la mansión tampoco estaría mal. Además de, por supuesto, varias líneas de investigación a seguir.

A media mañana, una pequeña curiosidad acontece, rebotando contra el cristal de las ventanas del comedor hay una grulla de papel que insiste, como un insecto que no pudiera ver el cristal, en intentar entrar en la mansión. Eventualmente da con un hueco a causa de un vidrio roto, vuela hasta en frente de Sofía, se posa sobre la mesa y, sin que nadie la toque, la figura de papel se despliega mostrando una nota.

Mi amiga me ha dicho que puede procurarnos una copia del diario, pero necesita un favor. Tiene que enviar un paquete al campamento de un botánico en la jungla, los servicios de envíos se niegan a hacer el trabajo y no quiere pagar las cuotas draconianas del gremio de aventureros.
Por favor, pásense por Libros del Wyrm entre hoy y mañana para darle una mano con eso.

Saludos.
—Profesor Edmund Van-Houten

Arroka no había salido de la habitación desde que se fuera el día anterior, sin embargo llevaba despierto desde antes del amanecer. Eso lo podían saber los compañeros debido a los ruidos y traqueteos que se oían dentro de su cuarto/taller; llevaba horas trabajando. Casi a mediodía se abrió la puerta y los cortos y rápidos pasos del gnomo pudieron escucharse bajando las escaleras.

Su indumentaria había cambiado. La cota de escamas que llevaba bajo el mandil ahora se veía con más brillo, unos reflejos azulados aparecían sobre la superficie según le diera la luz. Además había añadido una cartuchera en el muslo de la cual sobresalía la culata de una pistola, pero con formas extrañas. Y para colmo, llevaba puestas sus gafas de seguridad de las cuales salían algo parecido a antenas. Los cristales tenían la superficie brillante.

 - Estoy listo, vamos a.. -hizo una pausa- ¡buenos días! como decía, estoy listo para inspeccionar la mansión -con el dedo dio unos golpecitos sobre las gafas- no me preocupa que ordenen la ropa, pero no quiero que toquen mis herramientas sin permiso.

Observó al grupo reunido con una carta en las manos.

 - ¿qué es esa carta? ¿y por qué tenéis esas caras? Bueno luego me contáis, ¡voy de ''expedición''! ¡como en los viejos tiempos! -todavía con un destornillador en la mano, Arroka empezó a recorrer toda la casa en busca de cosas extrañas.