Partida Rol por web

-Mierda!! que alguien me quite a este perro de encima!!-- oigo a lo lejos a Blue y no lo puedo creer, la anciana escapó.

Intento esquivar al segundo perro como puedo. Mi paciencia se está agotando y sin pensar en las consecuencia le doy con todas mis fuerzas una patada en la cabeza, espero que las botas estén reforzadas si no es así voy a tener problemas. No sé que pasa a mi alrededor no puedo quitar la vista del perro, tengo que terminar con él.

El perro parece estar totalmente ensañado en Gray, lanzando mordidas que se cierran a pocos centímetros de la joven y provocando un sonido seco y brutal. Si uno solo de esos ataques le diera, lastimarle seriamente. Por suerte esa chica tenía la agilidad propia de un gimnasta olímpico, evitando con maestría todos los ataques, frustrando al perro y su sed de sangre. Así que Red alzó su arma y apuntó directo a la cabeza, para acabar de una vez con la pobre criatura. No le tenía rencor, sus dueños fueron unos sádicos enfermos y ese perro era solo una víctima más de sus maquinaciones.

Con la esperanza de que Ryan consiga alcanzarla sin demasiado esfuerzo, me ayudo todavía de Silver para colocare de nuevo el chaleco antibalas. Me ha salvado la vida y no pienso prescindir de el hasta que volvamos a la base. - Échame una mano a ponerme esto. Me duele el pecho... si muevo los brazos así. - le explico al chico dibujando un arco con el brazo que hace que mi pecho se resienta. - Arhg.. 

Mientras Silver me echa una mano con eso, los compañeros se encargan de neutralizar al perro de Eve que todavía sigue su orden de atacar. El perro no parece correr detrás de su dueña para protegerla. Es una bestia de caza y como tal, no piensa dejar que su presa, Gray, se vaya de rositas.

- Ayúdame a tirar de él y encerrarlo en la celda en la que estabas. - Digo tirando de una de las piernas de Lian para que Silver haga lo propio de la otra. - Si conseguimos encerrarlo, no nos dará problemas una vez recupere la consciencia. Bastantes problemas tenemos ya.  

Les armaron y les entrenaron para enfrentarse a hordas de muertos vivientes. Pero contra lo que no estaban preparados, era para hacer frente a una pareja de ancianos desquiciados. El mundo enloquece con cada día que el virus permanece activo, transformando a las personas en meros reflejos bestiales de lo que una vez fueron. Aunque quienes dicen, que tan solo ahora es cuando se puede apreciar la verdadera naturaleza de los seres humanos. Sea como sea, lo único que ahora les importa a los Gorgonitas es seguir manteniéndose con vida.

Gray fue en otros tiempos, una chica normal y corriente, una estudiante que desafiaba las creencias y autoridad de sus padres, hoy es una Z-corps, que está luchando por su vida contra un perro adiestrado para atacar y matar. El sonido de las mandíbulas del can cerrándose, resuena con un chasquido que no augura nada bueno. gray logra mantenerse alejada de aquellos afilados colmillos y aunque trata de descargar una poderosa patada sobre la bestia, esta recula.

Red, mayor en tamaño y armado con la defensa extensible, llega por fin hasta Gray y se coloca entre ella y el perro. La bestia no duda en lanzar una dentellada contra el gigantesco Z-corps, pero Red, anticipándose a su ataque, se hace a un lado y aprovecha entonces para desatar un brutal golpe contra el cráneo del can. El metal choca contra el hueso, quebrando el cráneo del animal de un único golpe y arrancándole la vida en el acto.

Libres por fin de esa amenaza, ahora pueden centrarse en otras que pese a no ser inminentes, bien podrías costarles la vida. En primer lugar, Lady Violet, recuperada ya en gran parte del dolor del disparo, traslada el pesado cuerpo de Lian hasta otra celda. La tarea no es sencilla, pues Silver no destaca por su fuerza física, pero entre los dos lo logran.

Blue, bajo el umbral de la puerta, escucha cómo los zetas se acercan cada vez más a su posición. Uno, dos, tres, cuatro...sí, al menos cuatro zetas avanzan hacia él con gran rapidez. Puede escuchar sus pisadas por el pasillo, así como los extraños sonidos que emergen de sus gargantas.

Para cuando Vernon llega hasta el lugar donde se está desatando la lucha contra el perro, Red ya le ha dado su merecido. Así que baja la escopeta que está usando a modo de bate y asiente impresionado por la fuerza del Z-corps. Con un golpecito en el bíceps de Red, le felicita por su hazaña.

-¿Quién necesita una escopeta cuando tiene un cañón en el brazo? Buen golpe, muchacho. También debo decir, pequeña dama...   -Indica refiriéndose a Gray-  -que te mueves con soltura y elegancia. Me recuerdas a mí mismo hace veinte años, pero con más gracia y estilo.

Las noticias que Blue trae con él no son para nada alentadoras, aunque la idea de hacer frente a los Zetas desde el interior de las celdas, le parece una brillante estrategia.

-No sé bien de qué unidad policial o militar sois, pero podéis contar con mi ayuda. Si trabajamos juntos, será más fácil para todos salir de aquí con vida y correremos menos riesgos de ser infectados. ¿Os parece bien? Después de todo, yo soy un compañero de profesión...más o menos, pues me dedico a dar caza a fugitivos.

Vernon Finnighan el cazarrecompensas, puede ser un valioso aliado o un enemigo peor que los ancianos. Después de todo...¿Serán puras sus intenciones o estará tratando de engañarlos como han hecho Eve y David?

-Es una lástima que Lian no esté despierto, nos vendría bien su ayuda. No es mal tipo, sabe como defenderse, pero al veros a los dos encerrados con él, supongo que pensó que su única posibilidad era luchar por su vida. ¿Nos retiramos a las cel...

La pregunta de Vernon cae en silencio al ver cómo Silver se encierra el primero en una de las celdas, todo lo que sea poner una barrera entre los Zetas y él, le parece una buena idea. Solo espera que los demás lo sigan.

Por ahora le mantendremos encerrado, por su bien y el de todos. - digo mientras abro la mano, esperando que Vernon me devuelva las llaves que saqué del cuerpo de David. El cazarrecompensas, o eso dice ser, no pone objeción a ello y me las da de nuevo.

Con las llaves de las celdas y de quizá alguna sala más, cierro a Lian solo. Por un lado lo hago por su seguridad, ya que así los zetas no podrán hacerle nada. Por otra si se despierta mientras nos atacan podemos tener adversarios dentro y fuera de nuestra celda. - No creo que se haya tomado muy bien eso de que le dejaran inconsciente. - digo pensando que quizá quiera tomar represalias contra los chicos.

- ¡Vamos, todos dentro! - digo volviendo a la celda en la que todavía permanece ese hombre con la pierna amputada que no se si tiene posibilidades reales de salir vivo de esta. - Cerraré desde dentro para que podamos golpearles a través de los barrotes.

Esa era la forma más segura de acabar con los infectados. Tomaría su tiempo pero no nos expondríamos a más problema, por ahora. Las sorpresas que Eve nos estuviese preparando ahora no quería ni imaginarlas. - Lo problemas de uno en uno Sophie... - pienso mientras, desde dentro voy dejando que todos entren antes de cerrar.

Veo al perro caer al suelo, no sé de donde vino la ayuda, giro y veo que es Red--puff... gracias, tio,..-no puedo decir nada más, estoy muy enfadada--que estabais haciendo los demás? Apostando cuanto tiempo iba a tardar en morderme?..mierda de perro, mierda de vieja y mierda de viejo—me dirijo hacia donde se encuentra el cuerpo de David y le doy una patada. Creo que estoy empezando a perder el control, entro tras lady Violet en la celda y sin decir nada voy a un rincón. Pongo la cabeza sobre la pared. Cierro los ojos, noto el frio del muro en mi frente eso me relaja, esto no va bien...

Destrozar la cabeza del animal, el cual apenas soltó un seco y lastimero quejido, le rompió el corazón a Thomas. Veía al perro como una víctima más de esos locos. Al menos ya no habría sufrimiento para él, era como sacrificar a un animal con rabia. Gray le agradeció, pero inmediatamente después le recriminó que llegara tarde.

-Estábamos encerrados y no soy especialmente rápido- dijo simplemente sonriéndole a la joven, aliviado de que estuviera bien-. Nos vendrá bien cualquier clase de ayuda- Blue se había topado con unos zetas, lo que complicaba su situación, pero también les dio la solución. Usar las rejas a modo de barrera y acabar con los infectados desde dentro era una genialidad-. Tampoco nos agradó luchar contra él, pero eso permitió a las chicas salvarnos.

Volviendo sobre sus pasos, llegó hasta las celdas, girándose para ver que sus demás compañeros volvieran con él. Él tenía un arma, Blue también, Vernon otra, pero los demás no. Mientras tuviera algo de tiempo, buscó con la mirada algo que usar: la pata de algún mueble, una escoba, lo que fuera. Si todos estaban armados, no importaba con lo que fuera, acabarían con los zetas mas rápidamente.

Lejos de obedecer, al menos por el momento, Vernon se dirige hacia el cuerpo caído de David. Tomándolo por los brazos, lo arrastra por el pasillo en dirección a Blue, después simplemente lo deja caer pesadamente.

-Ufff, este canalla sí que pesaba. ¡Vamos, muchacho! -Indica alzando la voz hacia Blue.   -No vas a querer quedarte ahí cuando esos malnacidos lleguen. Aunque con un poco de suerte, quizás se entretengan con este...

Sosteniendo la escopeta por el cañón, la blande como si de un bate se tratase y comienza a retirarse cuando Blue por fin llega hasta él. Cubriéndose el uno al otro, ambos avanzan hacia la celda dispuestos a luchar por sus vidas. No le agrada mucho dejar un cuerpo como cebo para los muertos, pero David les habría hecho algo mucho peor y si logran distraerlos, pues eso que ganan.

De lo que Vernon no se percata, pero Red sí, es que David escondía un puñal en la espalda. De no ser por el hecho de que Vernon desplaza el cuerpo y lo arroja ahí en medio, ni se habrían dado cuenta. Lady Violet revisó tan solo sus bolsillos y aunque dio con las llaves, no pudo mover el pesado cuerpo de psicópata para descubrir así el arma.

Tras tomar el cuchillo, Red se percata de algo más que puede servirles como arma. Junto al carro donde se encuentra Gordi, hay unas cadenas con unos grilletes. Son de esas que la policía usa para trasladar presos, no es que sean la mejor defensa en medio de aquel infierno, pero un buen golpe con las cadenas pueden causar un gran daño. Así que tras tomarlas también, se adentra en la celda.

-¡Diantres muchacho! Eres todo un sabueso, en el buen sentido de la palabra. Ojalá te habría conocido cuando perdí mi alianza, eso me costo mi primer matrimonio. ¡Ja!

Red, es el único que percibe lo que David porta en la parte trasera del cinturón. De no haber sido por el hecho de que Vernon ha movido el cuerpo, no lo habría visto, pero el maldito viejo tiene un cuchillo

Reunidos y a salvo tras los barrotes de la celda (Cómo cambian las cosas en cuestión de segundos) los Z-corps y su nuevo extraño aliado aguardan la llegada de los Zetas. Cinco de ellos hacen su aparición y Vernon no tarda en lanzar un suspiro de tristeza y malestar.

Dos de las criaturas son motoristas que aún visten con sus vaqueros y sus chaquetas de cuero. Sus largas melenas y sus barbas, están ahora sucias y cubiertas de sangre. Tras ellos llega una joven con un vestido veraniego de color azul y con diversos dibujos de flores. En su otra vida, no tendría más de dieciséis o diecisiete años, una de las primeras víctimas de los viejos según susurras Vernon entre dientes. El siente es un cuerpo que ha sido quemado, su ropa está hecha jirones y se ha pegado a lo que queda de su propio cuerpo. Camina con gran dificultad y le falta un brazo. El último de todos ellos, se trata de un niño de unos ocho años de edad. Viste con un pijama sucio y roto, que en otro tiempo debía de ser uno de esos divertidos pijamas-disfraz de los minios. Atado a su cintura, lleva arrastrando un perrito de peluche cubierto de mugre.

Los moteros, los primeros en entrar en el pasillo, avanzan como si olisqueasen el aire. Uno de ellos se inclina sobre el cuerpo de David y lo observa mientras emite un gruñido. Sin estar seguro de si se trata o no de una presa, la criatura toma la mano de David y se la lleva a la boca. Lentamente cierra la mandíbula...después, comienza el festín.

Recitando una plegaria, Vernon aparta la mirada, pues el espectáculo es de lo más inquietante. Uno tras otro, los Zetas se reúnen alrededor de David y comienzan a devorarlo. Las criaturas están concentradas en su presa, por lo que los Z-corps disponen de un pequeño margen de maniobra.

Sin saber muy bien cómo, fue casi instintivo, Red logró localizar dos armas para defenderse. El cuchillo es el único que en verdad puede ser un arma, pero no iba a desestimar la cadena cuando tenían tan pocas herramientas a mano. Entregó la porra y el cuchillo a los demás, para quedarse con la cadena, podría ser la más difícil de usar y se requería de mucha fuerza para blandirla.

Ignoró deliberadamente el motivo por el que Vernon movió el cuerpo de David, borrando de su mente ese cruel pragmatismo. Así que se colocó en una las celdas, conteniendo el aliento mientras las sombras de los zetas se volvían visibles. Red respiró hondo, cerrando sus ojos un instante, aferró la cadena con fuerza y los abrió. Justo para ver a la adolescente caminando por ese pasillo, oyendo las palabras de Vernon a lo lejos. Era solo una niña, que tuvo que sumar al horror de ver a los muertos revivir, a esos ancianos salidos del peor cuento de terror. Solo podía imaginar el miedo y la desesperación que tuvo que sentir, quizás la esperanza de que alguien le ayudara, para luego caer en la certeza de que moriría. El bombero tenía la mandíbula rígida de la rabia, pero la visión del niño terminó por derrumbarle. Sus ojos se llenaron de lágrimas, tuvo que apartar la mirada cuando todos esos zetas comenzaron a comer a su verdugo. De ser un hombre cínico habría visto la ironía de aquello.

-Vamos a sacarles de su miseria- su voz estaba estrangulada por la tensión, su enorme cuerpo temblaba y las lágrimas caían por sus mejillas. Ni siquiera sabía si podría golpear a esas personas. Les decían zetas, una forma de insensibilizarse por lo que debían hacer, pero era imposible cuando ya de por si eras una persona sensible. Solo la idea de que les estaba ayudando evitaba que arrojara la cadena a un costado.  

Escucho a los zetas, sé que están llegando. Dejo mi rincón y me uno a los compañeros. No tengo muy claro como vamos a terminar con ellos, espero que tengan suficientes balas para volarles la cabeza a todos. Observo atentamente mientras se comen a David, no digo nada, no quiero hacer ruido, no quiero que se acerquen todavía. Parece que todos estamos en la misma situación, si los zetas se acercan van a tener que terminar con los cuerpos de un par de niños. Me preocupa, la mayoría vamos a tener problemas con eso.

No puedo quedarme quieta, el sonido de eso seres me pone nerviosa... un poco más de lo que ya estaba. No tengo arma, así que echo un vistazo y busco...no sé qué...algo, miro al hombre de la pierna cortada, mmm no creo que estas celdas sean de alta seguridad. Levanto el colchón por una esquina para ver que hay debajo, tal vez el somier sea de esos de láminas y podamos sacar alguna, recuerdo que pueden ser de metal o de madera, me da igual de lo que sean... si hay suerte nos va a servir para atravesar la cabeza de alguno ellos.

Viendo que Vernon arrastra el cuerpo de David, la verdad es que no me da pena alguna, ese malnacido era un sádico que disfrutaba atormentando inocentes; y he matado yihadistas con más corazón que estos ancianos. Aún debo decir, que me da más repulsividad la inafecta reacción de la mujer al ver a su marido morir... ni se inmutó, aún tuvo ánimos para reirse.

Niego con la cabeza, con mis reflexiones mientras le digo a Vernon:

-No creo que sirva, tengo entendido que sólo atacan a los vivos...

Sin embargo, cuando iba a meterme en la celda, me freno y en vez de entrar, cierro (teniendo ellos las llaves), y viendo para mi consternación que si que muerden a David, me doy cuenta que aún hay matices que nos faltan comprender, luego le preguntaré más sobre esto.

Pero antes, le dijo a la jefa, y al grupo en general:

-Me voy con Lian, abridme luego. Trataré de sanar sus heridas. No creo que se atreva a nada, ya lo tumbamos antes, y ahora tengo mi fúsil. Quiero hablar con él, pero no os preocupéis, los infectados que se pongan a nuestro alcance serán debidamente atendidos...

Sin dar tiempo a réplica me dirijo hacia Lian lo aparto lo máximo que puedo de la reja, para evitar mordiscos y empiezo a tratarlo, esperando aliviar sus heridas y reanimarlo.

- Toma, te harán falta he cerrado a Lian en su celda. - digo tras cerrarnos con llave y entregarselas a Blue. - Ten cuidado con ellas, son nuestra única manera de salir.

Ya me la había jugado mucho para conseguirlas como para perderlas ahora. No todos los días ves tu vida pasar ante ti y recibes un disparo en el pecho.

- Déjame entonces el cuchillo. - le digo a Red mientras le veo preparando las pesadas cadenas, mucho más apropiadas para él gracias a sus fuertes brazos. Si ser la jefa me permitía llevar un arma de verdad, aunque fuese un cuchillo ya habría válido la pena tener que tomar las decisiones que nos habían llevado hasta aquí.

Irónicamente todos estamos seguros dentro de nuestras celdas, las mismas que hasta hacia un par de minutos nos separaban de la libertad y nos condenaban a jugar a un macabro juego para salvar la vida, ahora eran un refugio.

Una vez me aseguro que todos estamos listos, empiezo a golpear los barrotes con el lado plano del enorme cuchillo de caza...

- En cuanto se acerquen dadles en la cabeza. - digo mirando especialmente a Vernon. Se que el resto de mis compañeros lo saben perfectamente, pero no conozco la experiencia real de nuestro nuevo amigo.

Encerrados en aquella celda, todos se preparan para acabar con los Zetas que están devorando el cuerpo de David. Gray trata desesperadamente de encontrar algo que la sirva como arma en el interior de la celda. Pero para su disgusto, allí no hay nada. Los malditos viejos prepararon todo para evitar que sus presos pudiesen encontrar alguna forma de escapar. De hecho ha sido un milagro que no encontrasen sus ganzúas.

Por suerte para Gray, ahí está Red tendiéndola una porra extensible para que pueda usar como arma. No es como un cuchillo, ni mucho menos como su MP5, pero tendrá que valer.

Una vez todos están preparados, Vernon asiente con la cabeza y comienza a golpear los barrotes con la culata de la escopeta. El sonido no tarda en atraer la atención de los Zetas, quienes de inmediato, se vuelven hacia ellos. Con sangre en las bocas y restos de David, las criaturas cargan contra ellos. El choque contra los barrotes resulta de lo más impactante, cualquier ser humano estaría de lo más dolorido, pero aquellas cosas son incapaces de sentir nada...nada salvo su hambre infinito.

Vernon, alejándose un par de pasos fuera del alcance de los manos de los hostiles, aprovecha para quitarse el cinturón. guiñando un ojo a Gray, a quién ve la menos fuerte del grupo, la invita a colaborar con él. Usando el cinturón como una improvisada cuerda, pasa el "lazo" alrededor de la muñeca del Zeta y tira con todas sus fuerzas. El motorista, no tarda en quedar atrapado contra los barrotes sin opción de moverse.

-Adelante, hija, haz los honores. Pero por lo que más quieras, date prisa, esta bestia tira con fuerza...

El otro motociclista llegó hasta su celda, luego de que Red hiciera más ruido y se acercara a las rejas. Era el zeta más grande, con brazos más largos y seguramente más fuerte, mejor que fuera él quien se encargara. Cuando chocó contra la cela creyó que la derrumbaría, pues sintió como toda la estructura tembló por el golpe. De no haber tenido esa barrera, habría caído sobre él y le habría tumbado. El agente gris les daba una gran ventaja, pero sin él eran presas fáciles.

Hizo girar la cadena, intentando golpear al zeta, pero era difícil cuando las rejas se interponían y el infectado se movía intentando alcanzarle. Un par de golpes dieron en el blanco, pero solo consiguieron levantar la piel de la cabeza y lastimar un ojo. Red aferró uno de los brazos del zeta, tirando todo lo que pudo hacia sí mismo, evitando que se moviera. La fuerza del zeta era increíble, pero la presencia de carne fresca evitaba que intentara desprenderse del agarre del bombero. Tuvo que golpear repetidas veces la cabeza con la cadena, hasta formar una deformación rojiza en medio de la misma, mezclada con pelo y hueso. Cuando supo que había muerto al fin, le dio una fuerte patada para que no estorbara con el siguiente zeta.

Matar a dos niños, aunque infectados, seguía lacerando su mente, pero intentó no verles a la cara, creyendo que así podría rematarles sin culpas. Tuvo que matar a muchos zetas, pero siempre recordaría a algunos, cuando la adrenalina pasaba y los recuerdos volvían.  

Mi cara de decepción es visible para todos, no hay nada bajo el colchón que pueda utilizar. --Mierda!!. Está bien, me quedaré al resguardo del grupo mientra se cargan a los zetas. Pensándolo bien tal vez sea mejor. No sé que llegó más rápido, la sensación de tranquilidad por no tener que matar a ninguno de aquellos seres o la mano de Red que me ofrecía algo para poder defenderme. Lo miro e intento ser todo lo agradable que puedo,-- gracias, pero... todos tenéis armas mejores para utilizar a través de la reja, con los barrotes esto no va a servir para nada!!, pero te lo agradezco, buscaré la mejor forma de utilizarlo.-- Es todo lo pude decir, todavía me duraba el mal humor, y realmente tuve que realizar un gran esfuerzo para no mandarlo todo a la mierda otra vez.

El ruido contra las rejas rechinan en mis oídos y atrae a los zetas hasta nosotros. Me sorprende los recursos del cowboy, eso que hizo con el cinturón ha sido ingenioso, pero sigo sin fiarme de él. Y sobre todo cuando se dirige a mí y pronuncia esas palabras.

¿Pero de que va el tipo del sombrero?!!Lo miro perpleja, otra vez tengo que demostrar algo?.Noto como se me calientan las orejas, y me pican los ojos. No!!, estoy a punto de ponerme a llorar de la impotencia, respiro, no sé que hacer. Miro el arma que tengo en la mano. La abro con fuerza para que se fije y no se cierre cuando haga algún movimiento. La vuelvo a cerrar otra vez, sé que la mejor opción es utilizarla como si fuera la culata de una pistola, si... un golpe fuerte y seco a través de los barrotes, con esto se puede hacer mucho daño, pero no sé si lograré terminar con el motorista. Levanto la mano para golpear con toda mi fuerza...mi mirada pasa del zeta al buen samaritano que lo ha apresado para mí-- paso de esto tío, sólo lo haré si me lo ordena la jefa-- miro a Lady Violet. Entiendo perfectamente que no tenemos tiempo para tonterías, ¿pero desde cuando tenemos un nuevo jefe?

Encerrado como un animal, Lian se ha visto obligado a luchar por su vida desde que cayó en manos de aquella adorable pareja de ancianos psicópatas. Su suerte llegaba a su fin cuando aquellos dos ¿Policías? fueron encerrados en su jaula y obligados a luchar por sus vidas. La única forma que tenía de sobrevivir contra aquellos dos gigantescos agentes, era siendo más rápido. No lo fue.

Blue, confiando en que su equipo se encargue de acabar con la amenaza de los Zetas, se encierra con el irlandés. Alejándolo de los barrotes, se asegura de que los Zetas no puedan alcanzarlo y entonces, comienza a examinarlo. Lian es un tipo fuerte, acostumbrado a pelear con sus puños, pero carece de verdadero entrenamiento militar. Su nariz, rota ya en varias ocasiones, suma una nueva fractura a su lista.

Aprovechando su estado de inconsciencia, Blue se la vuelve a poner en su sitio con un sonoro crujido. Lo coloca también de lado para que no se ahogue con su propia sangre , limpia como buenamente puede la sangre de su rostro y vierte sobre su rostro un poco de agua que hay en una botella de plástico.

El irlandés abre los ojos confuso y dolorido. Durante unos instantes duda sobre lo que ha pasado, solo unos instantes, pues su instinto de supervivencia no tarda en entrar en juego. Revolviéndose como un gato, el irlandés se aparta de Blue y tras ponerse en pie, con la espalda pegada a la pared, revisa los alrededores con la mirada.

Sus ojos no tardan en desviarse hacia el arma que Blue sostiene entre sus manos. Al igual que no tarda en captar el sonido de los Zetas y de la lucha que se está librando en la celda de al lado.

-No vas a matarme...

No es una pregunta, más bien una afirmación. Blue podría haberle aplastado la cabeza de haberlo querido, tan solo tenía que usar la culata del fusil o simplemente, haberle pegado un tiro. Pero aún está vivo y eso significa que aún hay esperanza de salir de allí con vida.

-No era personal, solo supervivencia, erais dos contra uno...habrías hecho lo mismo en mi lugar...

Alzando las manos, avanza pegado a la pared hasta los barrotes, para observar lo que sucede en el pasillo. No es que vea demasiado, pero se hace a la idea de lo que sucede.

-Los putos viejos han soltado a sus niños.    -Con gran desprecio escupe al suelo, su saliva va mezclada con rastros de sangre.   -Si me sacas de aquí, puedo conseguirte provisiones y armas. Lo de antes, como he dicho, no era personal, pero lo de esos putos viejos...sí lo es. Cuando salga de aquí y me equipe, pienso volver y demoler todo este puto edifico.

No está muy seguro de lo que pretende Blue, pero el militar sí puede ver que el irlandés no le guarda rencor alguno. Es tan solo un hombre que hace lo que tiene que hacer para sobrevivir, como tantos otros en los tiempos que corren.

Ante la mirada de Gray hago simplemente un gesto afirmativo con la cabeza - Agradecemos tu ayuda Vernon. No se lo tengas en cuenta. - le digo al cowboy. 

Entiendo el porque Gray no se fía ya de nadie, incluso comparto en gran medida su recelo. Pero ahora mismo Vernon es una baza más para salir de aquí. - Es mejor que estemos todos a una. - digo preparando el cuchillo que Red me ha proporcionado. 

Me acerco a los barrotes para ver a esos zetas bien de cerca. Nunca había podido hacerlo a una distancia tan corta sin estar con la adrenalina corriendo por mis venas. Me fijo en sus movimientos, me fijo en hasta que punto son capaces de usar toda su fuerza contra barras de metal.

La chica del vestido es mi primer objetivo. En un movimiento rápido la agarro d los cabellos, obligándola a bajar la cabeza y mientras empiezo a bajarla hasta que cae de rodillas, retorciéndose por levantarse y en cuanto tengo la nuca a la vista le clavo el cuchillo sin miramientos. 

Miro alrededor y mis compañeros están acabando con el resto de ellos. Los moteros e incluso el hombre totalmente quemados, son pese a su fuerza mucho más fáciles de eliminar que el último de todos. Y ahí queda, como una burla cruel del destino de la humanidad un pequeño que tendría apenas 8 años cuando todo empezó...

Me llevo la mano a la boca para ahogar un suspiro, mientras los ojos comienzan a ponerse vidriosos. Miro de nuevo a mis compañeros de celda, todos están ahí esperando a que alguien tome la decisión de hacer lo que nadie quiere hacer. 

Acercándome a él, de cuclillas, casi a su altura, apenas a un metro de los barrotes. - No puedo obligaros a hacer algo así... - digo mientras las mandíbulas del niño castañetean intentándo morderme. Trago saliva y con lo ojos llorosos le agarro la cara para que con su boca empiece a morder el barrote y me deje acabar con él. Al principio el niño parece satisfecho llevándose algo a la boca, pero enseguida se da cuenta de que con eso no va a llenarse el estómago. Antes de que intente volver a morderme el cuchillo atraviesa su cráneo mientras aparto la mirada. 

El crujido de husos es de lo más desagradable que habré oído nunca en mi vida y tardaré mucho en olvidarlo, si es que alguna vez lo logro...

No...

        están...

                      vivos...

                                  No... están...vivos...

Aquellas tres palabras se repiten una y otra vez en las mentes de los Z-corps. Durante su corto pero intenso adiestramiento, les han mostrado cómo actúa el virus. Al contagiarse un cuerpo, el virus ataca el organismo hasta provocar la muerte, después, reanima el cuerpo transformándolo en las criaturas que ahora arrasan el país.

Cada Zeta abatido es un alma liberada del dolor y la miseria a la que el virus la ha sometido. Es sin lugar a dudas, un acto de misericordia para con los zetas. Al menos es lo que los instructores deseaban meterles en la cabeza, pero no resulta tan sencillo. No cuando pese a su actual aspecto, aún pueden verlos como las personas que una vez fueron. Hombres, mujeres y niños que una vez tuvieron sueños y esperanzas, ahora son tan solo máquinas de matar hambrientas de carne humana.

La esperanza, ese es el verdadero enemigo de los Z-corps o al menos, así se lo indicó su instructor. El tener la esperanza de curar a los que ya están muertos es lo que les hará dudar a la hora de apretar el gatillo. Eso os matará o permitirá que otros mueran. Tal vez por eso ser un Z-corps es algo tan duro, pues vives sabiendo que la esperanza de salvar a los Zetas es tan solo una ilusión creada por una esperanza propia de un niño, pero que carece de verdad alguna.

¿Pero quién puede culpar a los Gorgonitas por dudar a la hora de acabar con aquellos pobres desgraciados? El virus es un arma tan sumamente mortal en parte, a la capacidad que posee de portar el rostro de amigos y conocidos. Muchos dudas a la hora de actuar y eso, como bien saben todos, es el principio del fin.

Ninguno quiere estar realmente allí, pero los Gorgonitas saben que su deber es vital para contener la epidemia. Saben que sin su sacrificio miles de vidas más podrían sucumbir ante la incesante horda de muertos. No importa que sus almas se vayan desmoronando pedazo a pedazo, saben que si no actúan dejando a un lado su propia humanidad, todo estará perdido.

Por ello no dudan en combatir con los escasos medios de que disponen. Con coraje, blanden sus armas tratando de aniquilar a los zetas que tanto ansían devorarlos. Uno tras otro, los enemigos van cayendo, pero en los tiempos que corren, cualquier duda puede ser fatal...