Partida Rol por web

De momento, los zetas de la barricada estaban contenidos, aunque el tiempo en el que permanecerían así era limitado. En cuanto el agente gris dejara de hacer efecto, podrían salvar ese obstáculo con facilidad. Podría subir a esos coches, hacha en mano y sin bajar de ellos comenzar a atacar zetas, evitando así que luego fueran un problema.

-El agente gris no durará mucho más- dijo, casi para sí mismo, sacando una granada de esas incendiarias. Había visto cómo funcionan, había incluso arrojado un par en el acelerado entrenamiento que tuvo, pero nunca contra una pequeña horda de zetas. Siempre se debía recordar que no era acabar con ellos, sino evitar que hagan daño a otras personas, en este caso, sus compañeros. Tambien debían apurarse, pues esas mujeres no durarían mucho en un mundo como aquel.

Se preparò y tratò de calcular donde seria mejor arrojar esa cosa, teniendo en cuenta los autos y demas. Normalmente los estacionamientos estaban construidos para evitar los incendios, pues eran solo hormigon y habia poco que se incendiace.

La presencia de una decena de Zetas, tratando de sobrepasar la barrera alzada por los supervivientes que antes vivían allí, es más que suficiente como para que Red se sienta realmente intranquilo. Por lo que decide no dejar ningún enemigo a sus espaldas. Tomando de su chaleco el granada con la anilla de color rojo, se prepara para enviar a todas aquellas malditas bestias de vuelta al infierno.

El cuero de sus guantes cruje suavemente al despojar a la granada de su anilla, después se toma un instante para calcular el ángulo de lanzamiento y cual  cree que será el mejor punto para acabar con todos ellos. Echando el brazo hacia atrás, trata de arrojar la granada con todas sus fuerzas, pero tan concentrado está en los zetas que pasa por alto un pequeño detalle...

El lanzamiento parece digno de un jugador de béisbol profesional, al menos hasta que la granada choca contra una de las lámparas del parking, provocando que caiga un tanto más alejada de lo que pretendía. Al caer al suelo, la granada crematoria estalla rociando todo a su alrededor de un gel rojo, que arde en contacto con el aire.

Tres zetas comienzan a arder, pero el fuego alcanza también uno de los coches el cual no tarda en comenzar a arder también. Casi resulta irónico que un antiguo bombero esté jugando con fuego y acabe de iniciar un incendio. La única buena noticia, es que los Zetas acabarán consumidos por el fuego, pero también lo harán los vehículos de la barricada.

La mala noticia, es que el fuego acabaría por ser  visible y por tanto, podría atraer la atención de los hombres que Lady Violet ha encontrado en el exterior. Aunque con un poco de suerte, ya habrán salido del parking antes de que se percaten del fuego y puedan llegar hasta allí.

Gray retrocede y se aleja de la oscuridad, sintiendo cierto alivio al ver que Blue toma su posición. El siempre preparado militar, toma dos linternas de su mochila y le tiende una a la controladora jefe. Red dispone de una linterna acoplada a su arma, por lo que tampoco tendrá muchos problemas, salvo adentrarse en un lugar oscuro donde los muertos pueden estar no tan muertos.

Varios cuerpos adornan las escaleras, pero todos ellos han sido devorados hasta convertirse en apenas pedazos de carne casi irreconocibles. Algunos incluso muestran extremidades roídas. No necesitan muchas más prueba para deducir que los perros han estado alimentándose de los cuerpos durante bastante tiempo.

En el piso que tiene la puerta abierta, ven al menos seis cuerpos más y una furgoneta grande de una empresa de seguridad. Se trata del vehículo que usaban para transportar a las unidades caninas, con las cuales han tenido un primer y último encontronazo. Los cuerpos están también completamente devorados y aunque resulta difícil saberlo sin dedicar un prolongado tiempo a estudiarlo bien, es probable que los cuerpos fuesen de Zetas. Por lo que la teoría que manejan de que el virus puede propagarse por alimentarse de carne infectada, cobra fuerzas.

La escaleras demuestran ser una excelente opción para llegar rápidamente a la calle. El único peligro real eran los perros, por lo que pueden moverse ahora libremente sin temor alguno. Para cuando llegan al nivel de la calle, el humo negro del fuego empieza a ser visible, por lo que es probable que eso atraiga a los curiosos.

Las calles están desiertas, salvo por el zeta que vieron dando tumbos por la calle, tratando de agarrar el helicóptero con su único brazo. Se encuentra a una distancia más que prudencia y no se ha percatado de sus presencias, de hecho se aleja cada vez más y más en dirección por la que se fue el helicóptero. Ahora mismo debe de estar a más de sesenta metros, por lo que dejarlo ir puede ser una buena idea...¿No?

Con Red quemando los cuerpos, quedarnos por aquí mucho más tiempo deja de ser una opción. Así que mientras descendemos, para nuestro alivio, al parecer no encontramos más resistencia. Aunque lo que si vemos son los cuerpos a medio devorar de algunos infectados.

-Silver.

Le señalo los cuerpos, mirando la cámara. Parece que hemos adoptado ya un rol como mi ayudante de investigación de campo. Es bueno tomar este tipo de iniciativas, si con eso logramos ayudar a Oneworld a encontrar una cura o prevenir riesgos de infección. El tiempo juega en nuestra contra  al fin de cuentas, por lo que debemos tomar cualquier ventaja por tonta que pueda parecernos.

-Es posible que se infectaran al comer carne infectada. No sé si nos ocurriría lo mismo a las personas, pero a partir de ahora hay que vigilar bien que comemos. Sospecho que pronto dejaremos de compartir platos, por si hay un infectado sin saberlo y si se contagia por la comida o la cercanía. Será bueno resolver ésta clase de cosas cuanto antes... -reflexiono en voz alta.

En cuando salimos a la calle, miro con cuidado los alrededores por si hay compañia. Al parecer no, salvo aquél zombi, aunque mantengo un ojo alerta por si acaso, mientras desconecto mi linterna (y permito que mantenga la otra Violet), para guardar batería.

-No sé si es buena idea dejar a ese infectado libre, podria ser un problema para cualquier civil. Sin embargo, si disparamos, y por cercanía nos oyen... eso sumado al humo del parking terminará por delatarnos. Si lo resolvemos, debería ser con armas cuerpo a cuerpo, eso opino. ¿Instrucciones?

--Buaahh!! la que as montado-- digo a Red, entiendo enseguida porque no les pareció muy buena mi idea del lanzallamas. Aunque a mí me sigue pareciendo buena, posiblemente me haga con algún arma de esas características, prometo utilizarla con sensatez, sonrió mientras pienso sobre esto.

Me centro de nuevo en la escalera y sigo los pasos de mis compañeros hasta llegar al exterior. Un zeta, una furgoneta , parece todo demasiado tranquilo, me extraña, por lo que presto más atención de lo que es habitual en mí. Alzo la mirada y observo todo lo que hay a nuestro alrededor por si se produce algún movimiento que nos indique que tenemos a los enemigos cerca.

-Ups- soltó cuando la granada rebotó peligrosamente contra una lámpara, oculta por la falta de electricidad y la oscuridad reinante del parking. Por “suerte” llegó medianamente hacia donde pretendía, pero también dio contra uno de los autos. Por suerte el olor a carne quemada había dejado de molestarse, la primera vez que encontró un cuerpo calcinado, no comió carne cocida en meses. Dejó el lugar, esperando que con menos zetas las cosas se les facilitaran en caso de problemas, torciendo el gesto ante el comentario de Gray-. No podía irme sin incendiar algo…

El humo provocaría una inequívoca señal que todos en los alrededores verían, pero como ellos irían por otro camino, hasta resultaba provechoso. Encendió su linterna para alcanzar a los demás, notando ahora los cuerpos carcomidos por los perros. No podia ni quería imaginar lo que sentirían esas personas al ser devoradas vivas, pues era difícil saber si habían sido infectados antes de ser atacados… ¿Los perros atacarían a otros infectados? La pregunta era interesante, pues nunca vio a zetas atacando a otros zetas. Una pregunta interesante que no recibiría respuesta, al menos no de él, no estaba ahí para sacar conclusiones, sino para actuar.

Apagó la linterna en cuanto vio que se acercaban a la salida, pero mantuvo su escopeta lista. Aguzó la vista, tratando de ver a las mujeres que habían mencionado o a los tipos que las tenían cautivas.

-Puedo ir a matar al zeta, eso atraerá la atención de los que tenían a las mujeres, si se dejan ver podrán acabar con ellos más fácilmente.

Sophie no quería tener que dar ordenes a menos que fuese un momento de urgencia donde no había tiempo de debatir y pensar estrategias conjuntas. Había momentos en los que apenas había unos segundos para reaccionar y para los suyos era más fácil seguir una orden de un mando superior aunque luego resultara estar equivocado.

En eso consistía todo aquello. En ser por un lado la voz que les representara a los 5 frente a los controladores superiores y por otro la voz a la que seguir en caso de premura, incertidumbre o duda.

Amortiguada en su cabeza oía la explicación de Blue acerca comer o no carne infectada y demás cuando de pronto le hizo una pregunta que la sacó de sus pensamientos.

- Eh... no. No nos arriesgaremos a que os acerquéis al zeta por detrás y cuando estéis a punto de atacarle o justo después, doblen la esquina un puñado de hombres armados dejando a un compañero a merced del fuego cruzado. - respondió en voz queda. - Esperaremos a que ellos vengan atraídos por el humo y se metan en el parking.

Si el incendio podía servir de algo era para atraer al oso a la miel. No se arriesgarían a entrar por separado, así que seguramente se reagruparían y entrarían todos los que habían salido a peinar la zona en busca del "tirador fantasma". Si se olían que podía ser una trampa tampoco perdían nada por aguardar un poco más...

Hizo una señal que Blue les había enseñado para que tomaran posiciones tras unos coches que había no muy lejos del parking, pero lo suficiente para ofrecer una cobertura segura. Había pensado en un lugar desde el que pudiesen vigilar la entrada al parking y a la vez efectuar un buen disparo con el rifle francotirador.

Una vez tomaron esa posición, en apenas un minuto más tarde, tomó el Dragunov y apuntó con la mira a la cabeza del zeta mientras veía como se iba alejando calle abajo. - Mientras lo tenga a tiro no voy a disparar y delatar que estamos por aquí. - dijo a los suyos mientras esperaban a que llegaran los hombres armados atraídos por el humo a esa emboscada. 

Con suerte los hombres armados llegarían más pronto que tarde y se toparían con el zeta de bruces. Con mucha suerte les harían gastar balas a ellos o incluso alguno cayera frente a sus mandíbulas.   

Gracias a las máscaras que portan, el hedor a carne podrida les hace vomitar todo lo que tienen en los estómagos. No pierden demasiado tiempo revisando el interior del Parking, pero parece ser que el conductor de la furgoneta de los perros, no iba armado, ni tan siquiera uniformado. Aunque es probable que si alguna vez portó algún arma, alguien se la robase hace tiempo.

-Oh mierda tío, no pienso comerme a la gente. ¡Ah, espera! Te refieres a comer carne de animales, claro, sí, digo no, esto...solo comeremos las raciones militares que nos dan los Z-corps. Ok.

Silver parece el más impresionable de todos y parece tener problemas para adaptarse a todo aquello. Aún así, mientras que Blue toma muestras, él continúa sacando fotos y vídeos de lo que encuentran. Quizás esa información después sea desechada por One-Wolrd o puede que les resulte de gran utilidad. No lo sabrán hasta que regresen a casa.

Una vez en el exterior, el grupo se oculta tras varios coches frente al edificio que acaban de abandonar. Los minutos pasan y el silencio que envuelve a la ciudad se torna cada vez más y más perturbador.

-Esto...eh...necesito ir al baño. Solo aguas menores, ahora vuelvo...

Silver comienza a alejarse de la cobertura que los coches les ofrecen, cuando el sonido de un motor comienza a escucharse en la lejanía. El muchacho se detiene en seco sin saber bien qué hacer, si correr de nuevo hasta los coches o si buscar otro escondite. Finalmente corre hacia sus compañeros llegando justo a tiempo.

-Mierda...ahora casi me hago aguas mayores encima...
 

Agazapados y ocultos tras los coches, ven llegar dos vehículos. El primero de ellos es la furgoneta con el mensaje religioso y el rostro de Jesús pintado en uno de los laterales. El segundo es una ranchera de color negro, salpicada de barro y suciedad.

De la furgoneta bajan seis hombres armados con escopetas y rifles de caza. Todos ellos visten con ropajes similares, es decir, con vaqueros, botas, sombreros y camisas. De la ranchera descienden dos hombres más, uno de ellos es un hombre de unos cincuenta años, puede que alguno más, de pelo canoso y barba morena, salpicada también por decenas de hebras plateadas. Aunque lo que más les llama la atención es que se trata de un cura, al menos eso es lo que indica su alzacuellos.

-Padre, no debería de estar aquí. El asesino o asesinos de nuestros hermanos podrían estar aquí, esto podría ser peligroso.

El hombre más grande de los presentes, alguien que roza el metro noventa y que pesará ciento cincuenta kilos, se les antoja como una gigantesca moles de músculos cuya camisa, apenas puede contener. Su rostro cuadrado y su mandíbula prominente, le otorgan un aspecto de bobalicón.

-Son tiempos aciagos, hijo mío. El miedo, el hambre y la falta de fe lleva a los vivos a cometer atrocidades inimaginables, pero como siervos del señor, debemos de aprender a perdonar. Este fue el refugio de Maggie antes de que la encontrásemos. Quizás su esposo haya regresado y temiese que hubiésemos secuestrado a su nuestra querida hermana, si está aquí y el fuego lo atrapa, nuestra hermana se sentirá muy triste. Debemos de encontrarlo y en caso de no ser él, debemos de ofrecerle nuestra hospitalidad.

El gigantesco hombre asiente y agacha la cabeza ante lo que siente, que son palabras sabias del sacerdotes. Por lo que es el primero en dirigirse hacia la entrada del parking.

-¡Padre! Un alma mancillada en la lejanía. ¿Debemos de llevarlo con el rebaño?

Otro de los hombres presentes, señala al zeta que camina en la lejanía. El sacerdote alza la mano para cubrirse del sol y poder ver con mayor claridad.

-Avisa  al equipo de Duncan, no podemos permitir que otra alma  inocente se pierda. Que lo apresen, amordacen y lo lleven con el rebaño.

El bombero asintió a las órdenes de Violet, colocándose luego detrás de los vehículos y vigilar los alrededores. Pareciera que buscaba enemigos pero en realidad quería ver si localizaba a las pobres mujeres que mencionaron sus compañeros, las cuales no solo estaban maniatadas, sino que también llevaban sendas capuchas en sus cabezas. Nadie podría sobrevivir mucho tiempo estando en esas condiciones.

-Silver, orina ahí mismo. Puede ser peli…- el ruido del motor le hizo alzar su arma y agacharse aún más, como si quisiera ocultar su enorme cuerpo aún más. Prestó suma atención a lo que se decía, aunque era difícil decidir que pretendían esos tipos. Estaban con los secuestradores, armados y preparados. Cualquier excusa que tuvieran para tener a unas pobres mujeres en ese estado, era irrelevante. Red no era violento por naturaleza, pero hasta a él la rabia podía hacerle ser más rudo de lo que estaba acostumbrado. Una vez más sus ojos recorrieron el lugar. ¿Qué pasaría si las mujeres estaban a la vista? ¿Qué harían esos tipos? Eran muchos para ellos solos, sabían que estaban ahí y seguramente no les darían chance en cuanto les vieran.

En cuanto los coches llegaron a su altura, multitud de cosas pasaron por la mente de Sophie como una centella. Se hacía preguntas a si misma sobre lo correcto y lo equivocado, sobre si valía la pena jugarse la vida en aquello. También pensó, una vez más, en la pequeña posibilidad de que aquellos hombres no fuesen unos secuestradores...

Mientras hablaban entre sí se llevó la mano de forma inconsciente a la granada incendiaria que llevaba en un bolsillo del chaleco, cuando de pronto miró a los suyos. Los ojos de sus compañeros decían mucho más que sus palabras. No querían un derramamiento de sangre. Gray, Red o Silver... cualquiera de los tres. No debía obligarles a matar si no era para defender sus propias vidas. Y si ella era la responsable de todos ellos, sería la última en ponerlos en esa dura decisión...

- Esperaremos a que entren en el parking. - susurró para todos ellos. - Luego sabotearemos sus coches y aprovecharemos para entrar en su base.

Con suerte los coches quedarían desprotegidos o con apenas alguien vigilándolos. Sería cuestión de ser silenciosos y rápidos. Para cuando regresaran de sus pesquisas ya estaríamos muy lejos infiltrandonos en su base.

Viendo el panorama general, está claro que ellos no van a querer perder el rastro tras el tiroteo, y la prueba está en que cada vez siguen más cerca unos de otros. Silver necesita evacuar, y Red le advierte del peligro, eso está bien. Deben ser conscientes del peligro; aún con todo, agazapados, miro hacia Violet, que parece mirarse la granada dudosa.

Finalmente, toma una decisión y una parte de mi se alegra de que conserve la humanidad tras experimentar con la muerte. Lo correcto es analizar si són una amenaza y hasta dónde abarca. Además, podrían poner en peligro nuestra propia misión, así que ciertamente tampoco lo consideraría como un desvío importante, sino una mera precaución.

O quizás soy yo, intentando autoengañarme para que me resulte más válido rescatar a esas personas.

- Esperaremos a que entren en el parking. - susurró para todos ellos. - Luego sabotearemos sus coches y aprovecharemos para entrar en su base.

-Ok. Busquemos un escondite ventajoso.

Trato de buscar cobertura entre el paisaje urbano, mientras oteo en busca de cobertura para todos nosotros, por suerte tengo el ojo entrenado por combate urbano, y mis tiempos de reacción suelen ser decentes. Con fortuna, no nos descubrirán si nos movemos a tiempo.

Red no sabía que iba a pasar, solo sostenía su escopeta con fuerza y revisaba los alrededores con la mirada. Estaba casi seguro que, si fuera necesario, dispararía sobre una persona… pero debía ser algo rápido, sin tener que pensar mucho. Ya le costaba un poco matar zetas, convenciéndose que lo hacía para proteger a otros y que ya no tenían salvación, matar personas, por muy malvadas que parezcan, era algo bastante diferente. Todo dependía de la situación.

Asintió a las palabras de Violet y Blue, girándose hacia donde indicaba su compañero abriendo la marcha. Dejaría que Gray y Silver fueran delante de él, cerrando la marcha el bombero, para asegurarse que todos llegaran a salvo a donde debían. No sería fácil moverse sin llamar la atención y tampoco acercarse a los vehículos, pues con seguridad ellos no les dejarían sin vigilancia.

La cabeza de Jesús pintada en una furgoneta aparece retorciendo una esquina, pero que mierda es esa? Esto me hace recordar a mis padres y todas las vueltas que ha dado mi vida hasta llegar a este momento y no quiero hacerlo, ahora tengo una vida nueva elegida por mí, no por unos fanáticos creyentes de una doctrina pasada de moda. Por un momento pensé en quitar la granada a lady Violet, y lanzarla contra ese vehículo, pero dudé unos segundos al ver que ella también estaba pensando en lo mismo. Lastima que cambió de táctica.-- pufff-- puse mi espalda contra el coche que nos ocultaba para tranquilizarme y que el mal humor que me dominaba en este momento no me hiciera meter la pata.

Esperar, sabotear y largarnos, repasaba mentalmente las ordenes. Estaba atenta para salir de allí en el instante que lady Violet nos diera la orden.

La posición desde la que se encuentra el equipo de Z-Corps es ideal para abrir fuego, pero no tanto para acercarse de forma discreta hasta los vehículos. La carretera que deben de cruzar para llegar hasta ellos, les deja terriblemente expuestos. Por lo que la opción de pillarlos desprevenidos va a resultar realmente difícil si deciden dejar apostado algún centinela.

Para gran desgracia de los Gorgonitas, el sacerdote y tres de los hombres que lo acompañan se quedan en los vehículos mientras que el resto, entran de forma apresurada en el parking. El sacerdote se muestra bastante tranquilo, pero no así algunos de los hombres que lo acompañan, quienes revisan con mirada inquieta los alrededores. En especial las ventanas y azoteas de los edificios que los rodean.

La potencia de fuego acompaña a los Z-corps, pues los hombres llevan escopetas de dos disparos. Aún así, basta un único disparo acertado para que el juego termine para ellos. La única opción que les queda es salir del escondite con las armas preparadas y rezar para que su mera presencia y la amenaza de abrir fuego sirva para disuadir a los hombres de emprender algún tipo de acción violenta.

-Padre...  -Indica uno de los hombres que mantiene una breve conversación por la radio.   -...Han logrado capturar las dos almas pecadoras y las llevan con el rebaño. Una de ellas logró quitarse la capucha y casi muerde a Jonas, pero ha sido reducida. El equipo de Ezekiel viene en camino para capturar la alma pecadora que está al final de la calle. Pero cree al igual que yo, que esto no pinta bien. Los disparos, el fuego y ahora esa alma pecadora caminando por las calles...Esto huele a emboscada, cree que todo esto puede ser obra de David.

El sacerdote, tomando una cajetilla de tabaco, se lleva un cigarro a los labios y lo prende. Tras dar un par de profundas caladas, medita su respuesta evaluando la información que acaba de recibir.

-David y su esposa no actuarían así, tenemos un trato con ellos. Quién ha hecho esto debe de tener otras motivaciones, quizás tenga hambre y miedo. No podemos dejar de cumplir con nuestra sagrada tarea, debemos de seguir reuniendo el rebaño y aguantar hasta que llegue la ayuda.

Todo el grupo puede ver, si se fija en su líder, como, al oir hablar de que las mujeres encapuchadas eran zetas, esta se pone blanca como el papel y guarda silencio.

¿Que había hecho? Había matado a dos hombres inocentes a sangre fría por una corazonada.

Sophie, cabizbaja y con los ojos muy abiertos, mira al asfalto como si su mirada pudiera atravesarlo. Deja de oír todo lo que sucede a su alrededor durante unos segundos, hasta que vuelve a tomar consciencia de la situación que la rodea.

- Va... vámonos de aquí. - ordena al grupo para que pueda retirarse de la zona controlada ahora por esos hombres.

No parecía siquiera plantearae la idea dar la cara frente a esos hombres. No después de haber hecho lo que acababa de hacer. Tampoco ayudaba el hecho de que fuesen armados.

De todas formas ¿De que serviría? Ellos habían venido a llevarse a un cuerpo del depósito y eso iban a hacer.

- Vamos a la comisaría mientras ellos nos buscan por aquí. - sugirió pensando en dar un rodeo mientras con cuidado se levantaba y comenzaba a salir hacia un callejón cercano.

Viendo la condición de Sophie, voy a tener que redactar en mi informe que es posible que necesite ayuda psicológica por un suceso traumático. Tarde o temprano, siempre acaba sucediendo. Lamento mucho que se vea en esta tesitura, pero tiene razón.

Si no hicieron nada malo, eso la convierte en una asesina. Pero el arrepentimiento, aunque no devolverá esas vidas, es la reacción más humanas, y dentro de lo malo es una buena señal.

Así que cuando da la orden de irnos, asiento en mudo silencio, y organizo la ruta dando el rodeo, buscando escondites, para ir guiando al grupo, con la pistola del silenciador en una mano y el puñal en la otra, por si asoma un zombi escondido tras un coche o una esquina.

-Aunque tarde o temprano buscarán en otro sitio, y podrían dificultarnos la extracción. Además, si viene el helicoptero, podrán deducir que los Zcorps están implicados. Quizás deberiamos apostar más lejos el punto de extracción pese al peligro, si queremos salvaguardar la imagen de la compañia. Al fin de cuentas, hablamos de salvar vidas.

Mis comentarios apenas susurrados a medida que nos alejamos, les deja entrever que desde que se disparó, el escenario ha cambiado completamente. Ni tan siquiera sabemos que arsenal tienen, aún serían capaces de poder derribar un helicoptero...

--Estos no son de fiar – digo en voz baja-- para que mierda quieren a los zetas? No tengo muy claro que estén haciendo una buena obra, a los zetas los matas o te matan, para que los quieres vivos?, si hubiese tenido una granada en este momento estaba todos chamuscados, no me gustan los fanáticos religiosos— miro a los compañeros esperando una respuesta, aunque lo que veo me deja preocupada, no había visto nunca la cara de lady Violet de ese color, alguna información la había contrariado.

Sigo a los compañeros y mientras continuamos con nuestro camino para cumplir la misión, mi cabeza no deja de dar vueltas a la situación, parecían dos grupo organizado, algo que debemos tener en cuenta.

Zetas, fanáticos religiosos , --David?--digo mirando a Red después de escuchar la conversación de los recién llegados, cada vez tenemos más enemigos de los que preocuparnos, menos mal que estoy en el bando correcto.

La conversación que estaban teniendo esos hombres era reveladora, sobre todo para lo que Violet podía creer. Ella disparó primero, teniendo en cuenta la seguridad de las mujeres encapuchadas. Para Red, ella actuó siguiendo si corazón, eso nunca podía estar mal. También creía que, si alguien resultaba secuestrado, maniatado y privado de sus sentidos, defenderse dando dentadas estaba más que justificado. Aun creía que la decisión de su líder era la acertada, pues nadie en su sano juicio atraparía Zetas porque sí. Incluso Gray veía raro la actitud de esos tipos. Le habría gustado acercarse hasta Violet, dándole su apoyo en todo ese asunto, pero ahora mismo debían moverse.

-En la ciudad deben haber tomado el poder diferentes grupos luego del bombardeo- le dijo con una mueca. Si lograron subsistir luego del desastre que dejó atrás el napalm, debían ser capaces de hacer lo que fuera necesario. Podía ser bueno o no, pues los seres humanos eran extraños, a veces sorprendían gratamente por su bondad o demostraban las más perversas costumbres.

Blue pretendía ser prudente, sobre todo cuando debieran realizar la extracción, asintió en su dirección, pues era el más ducho en esas cuestiones. Así que les siguió, dando ocasionales miradas a los alrededores, tanto para ver enemigos, zetas o a las cautivas que pudieran estar trayendo. Quería estar seguro de no dejar atrás a ningún inocente.

¿Realmente es cierto? ¿Acaba de matar a dos hombres que lo único que hacían era reunir a Zetas y encerrarlos? ¿Podrá vivir con algo así el resto de su vida? El mundo se abalanza hacia el caos y la destrucción, las hordas de muertos avanzan imparables y ellos han sido lanzados a la acción en un mundo que ya no reconocen. ¿Podría alguien culpar sus acciones después de todo lo que ha visto y sufrido? Por todos es sabido que lo peor de los seres humanos florece cuando la ley se desvanece ¿Cómo podía ella creer que esos hombres no eran meros violadores o asesinos?

Sumida en sus propios pensamientos y seguida de cerca por el resto de su unidad, los Z-Corps retroceden abandonado su escondite dispuestos a seguir con su misión. Para no llamar la atención de los civiles, deberán de dar un rodeo, aunque gracias a que las calles están desiertas no deberían de tener mayor problema.

Para evitar aún así ser localizados por otro grupo de civiles, avanzan a través de callejones y siempre que pueden, evitando las calles principales, dejando atrás la figura del sacerdote y sus feligreses.

El llanto de un niño provoca que Sophie vuelva la mirada hacia un oscuro rincón. Un niño de apenas siete u ocho años se encuentra de rodillas junto a un hombre que yace tumbado en el suelo. El cuerpo permanece inmóvil en medio de un charco de su propia sangre. Parte de su cabeza ha desaparecido y sus sesos salpican las paredes y el rostro del pequeño.

El muchacho alza sus ojos grandes y azules hacia Sophie, mientras sorbe por la nariz y la mira con terror.

-¿Por qué has matado a mi padre?

Sumida en su propia pesadilla, Violet se detiene observando la basura desparramada por el suelo, mientras que su imaginación la hace ver cosas que no están allí. Sabe que todo es tan solo un engaño de su propia mente, pero la culpa cae sobre ella tratando de engullirla y arrastrarla hacia la desesperación.

Pero ella ya no es Sophie Mcfelber, al menos no es la mujer que era hace unas semanas atrás. Ahora es Lady Violet, controladora de los Z-corps y líder de una de sus unidades. Su misión es detener el avance de un virus que amenaza con engullir toda la vida. Quizás sus acciones hayan arrebatado la vida a dos hombres, pero confía en su instinto y sabe que algo no anda bien con ellos. Su parte más humana trata de culparla por lo que ha hecho, pero algo en su interior la dice que hizo lo correcto. No está segura de qué es, pero sabe que apretar el gatillo fue la decisión correcta.

Gray comparte su opinión sobre aquellos a los que llama, fanáticos religiosos. Claro que Gray parece odiar a todo el mundo, por lo que quizás no sea la persona más apropiada para confiar en ese aspecto. Pero pese a su juventud, ha logrado sobrevivir a un infierno con nada más que su instinto. Así que quizás ella tenga razón.

Red cruza su mirada con Violet en un par de ocasiones y aunque el gigantesco bombero no dice nada, se puede sentir el apoyo incondicional que muestra el equipo. Es una de esas personas que no importa por lo que pasen, la bondad de su corazón es tan grande, que siempre serán un pilar para la humanidad y la decencia. El mundo sería un lugar mejor si todos fuesen un poco más como él.

Blue es el más racional del equipo, su vida como militar le ha permitido acostumbrarse a la toma de difíciles decisiones. Nunca es agradable apretar el gatillo y sabe que Violet verá los rostros de los hombres que ha matado cada vez que cierre los ojos. Pero deben de seguir en movimiento y cumplir con su misión, después de todo, la misión lo es todo. Además, sabe que su experiencia es vital para ayudar al equipo a regresar sanos y salvos.

Silver se retira en el primer callejón a liberar su vejiga, aunque obliga a todos a alejarse unos pocos metros pues le da vergüenza hacerlo con las chicas delante. El resto del camino lo hace en silencio, comprobando con su tablet el recorrido que deben de hacer y guiando al equipo.

Poco antes de llegar a la comisaría, ven regresar los vehículos de los civiles a la que parece ser, su refugio. Aún así, toman precauciones por si ha quedado alguien oculto, pero todo parece indicar que están solos. Finalmente la jefatura de policía se alza ante ellos.

Tal y como habían visto anteriormente, las ventanas han sido tapadas desde el interior, colocando sobre ellas toda clase de material de oficina, maderas, mesas, sillas y armarios. También ven a los zetas con los trajes antidisturbios encerrados en la verja, gruñendo y caminando de un lado hacia otro. No detectan a los Z-corps, pues los gorgonitas pasan lo suficientemente lejos de ellos para no llamar su atención.

Finalmente llegan hasta la zona que han calculado que será la idónea para llegar a la azotea y la suerte les sonríe. Los contenedores de basura están allí, por lo que la escalada debería de ser algo sencillo. Tampoco se ve ni un alma en los alrededores. La mala noticia, es que precisamente al final de la calle donde se encuentran los contenedores, es donde los civiles tienen su refugio. No debería de haber problema alguno...pero...¿Desde cuando sus vidas carecen de problemas?

Red cerraba la marcha con su arma en ristre, el dedo cerca del gatillo pero sin ponerlo encima, tal como le enseñaron. Al haber dado énfasis en lo peligroso que era para sus compañeros el usar un arma sin cuidado, el bombero había prestado mucha más atención a las medidas de seguridad que a la forma de disparar en sí. Aun intentaba imaginar si podría disparar sin pensar si algún ser humano saltara sobre ellos. Los zetas eran una cosa, difícil y que siempre le dejaban un regusto amargo, pero una persona viva sería una cuestión muy distinta. Por eso, la acción de Violet, era aún más impresionante, pues antepuso sus principios por los de esas mujeres.

Solo hicieron un alto para que Silver fuera al baño, momento en el que la tensión evitaba que pensaran en lo hilarante de la situación, sobre todo por temer más quedar “expuesto” con las mujeres que el peligro real de que algo saltara de un rincón para atacarles. Pero nada de eso ocurrió, siguieron su camino, sin novedades, hasta donde debían trepar hasta el techo.

-Puedo ayudarles a subir- colgó la escopeta en su espalda y entrelazó sus manos para ser de apoyo a los menos hábiles. Normalmente usaba escaleras, aunque a veces tenía que trepar por cualquier superficie que tuviera disponible.