Partida Rol por web

 Al entrar en la taberna, el olor a la cena os asaltó las fosas nasales: ¡ciervo! olía a carne de ciervo asada... ¿con manzanas?

 El posadero os atendió. En el bar ya sólo quedaban Gronu y los otros pastores borrachos. Todos los huespedes cenaban en el salón, cuya puerta estaba abierta.

 El posadero tenía un aire alicaído y no pareció reconoceros.

¿Puedo ayudarles en algo, nobles extranjeros?

 Preguntó. Esta no era la bienvenida que esperábais.

El elfo se sintió a gusto, por fin iba a poder comer bien.

- para mi será alojamiento, cena y una jarra de sidra buen hombre, parecéis decaído ¿hay algo que este elfo pueda hacer por vos? -

Cuando vi la posada, no me lo creí. Habíamos llegado al fin, el final de esta aventura estaba ahí, al alcance de nuestra mano.

Llegábamos más cargados que cuando nos fuimos, y portábamos excelentes tesoros.

Cuando mi mirada se posó sobre el tabernero esperaba encontrar al hombre amable que dejamos atrás hace poco más de dos semanas, pero encontramos a un hombre bastante serio, que nada tenía que ver con el anterior.

- Buenas noches... para mí lo mismo, por favor.

Dirigí una mirada al grupo y me aparté discretamente hacia las cocinas.

Me acerqué a las cocinas con la intención de hablar con la mujer del tabernero.

Cansado del viaje el enano no se lo pensó dos veces. Descansaría esta noche y mañana cantaría sus nuevas canciones ante los habituales de la taberna. Sin embargo, el posadero parecía estar agobiado por algo y no podía evitar preguntar el motivo.

Cena, cerveza y alojamiento amable posadero. Os noto algo alicaído. ¿Sucede algo en lo qué podamos ayudar?

-¿Ciervo? ¡Ciervo! ¡Y con manzanas asadas para acompañar si mi olfato no me engaña! Posadero, por favor, si sois tan amable querré una cena copiosa regada con una de esas jarras de hidromiel, que le va muy bien al ciervo, y, respecto al alojamiento, ¿sería posible una habitación privada? En cualquier caso quisiera un buen baño caliente. Eso sería maravilloso. ¿Puede ser?

El hobbit, recién llegado a la posada, parecía estar en su salsa. Este era un lugar del que probablemente nunca debería haber salido. Tal vez su futuro fuera tras una barra en una taberna, o atendiendo una posada no  muy diferente de aquella, en vez de sus aspiraciones a herrero o forjador independiente.

 Al hombre se le abnegan los ojos de lágrimas.

 No... yo, lo siento... no creo que ustedes puedan... en fin.... no quedan habitaciones individuales disponibles, lo lamento, señor hobbit, pero la sala común está prácticamente vacía. Lo del baño.... miraré que puedo hacer...

 Sin embargo, pese a su abatimiento, sirve las jarras de sidra e hidromiel que le habeis pedido y os franquea el paso hacia el comedor.

 Al entrar al comedor, el olor se hace más intenso. Las dos muchachas, Bannie y Minna, se afanan a servir las tartaletas de manzana que tan famosa han hecho a la cocina de su madre. Su aire es también sombrío, con el semblante serio, pero los clientes parecen tan tranquilos como siempre. La mayoría de ellos han acabado ya con el ciervo y reciben las pequeñas tartas con alegría.

 Divisáis sentados a diversas mesas a un hombre alto, vestido de oscuro, pero con rasgos orientales; un elfo extraño, vestido con ropas propias de un bárbaro del norte, con lanza de madera y todo; un obeso con túnica y perilla repitiendo de asado de ciervo; al trovador errante con profundos ojos azules y sucios bucles oscuros que conocisteis en el camino; y por supuesto, la anciana.

 Cigfa le corta el paso a Elendin cuando intenta adelantarse al grupo.

 Hola, guapa. ¿Ya habeis vuelto? se apoya en su cayado y parece bloquear su camino "accidentalmente"

 Oh, si... ahi estan tus compañeros... ¡niñas! Servid cena para esta gente.... toma a Elendin del codo y la sienta en la última mesa larga vacía, es la más alejada del fuego, por lo tanto la más fría. Pero también la más discreta.

 Yo ya he cenado, así que estoy ansiosa por oír vuestras historias, veo que falta un maese elfo, ¿hemos de lamentar bajas en la misión? añade en tono confidencial una vez ha reunido al grupo alrededor de la mesa.

Con el gesto ligeramente torcido, vi frenada mi huída hacia las cocinas.

Mantuve la calma mientras la anciana amablemente me conducía hasta una mesa apartada. Los demás estaban terminando sus postres, lo que significaba que pronto estaríamos solos con aquella mujer. Observé alrededor por si había alguien más que se quedase aparte aposta, para saber si la anciana tenía algún plan secreto que incluyese obtener el cuerno a toda costa.

Me senté junto a ella, mientras esperaba que me sirviesen el rico ciervo... al fin una comida decente en semanas, al menos esta noche valdría la pena en ese aspecto.

Estuve en silencio ante su pregunta, observando de reojo donde llevaba el cuerno Tirlindë.

Observé alrededor, para verme alegremente sorprendida al encontrar a Turlin, el trovador. Sin hacer caso a la pregunta de la anciana, me metí un trozo de carne en la boca y mientras masticaba hablé al grupo.

- Maese enano, ahí teneis a vuestro buen amigo, Turlin... parece que finalmente encontró la posada - dije de manera distraida mientras esperaba que alguien más hablase.

Miré a Tirlindë con una mirada de advertencia, para después mirar al resto del grupo, no estábamos solos, y ellos debían saberlo.

Tirlindë llegó finalmente a la ansiada posada, él era reacio a entregarle el poderoso cuerno a la anciana, pues en las manos del enemigo podría obrar un gran mal, y por ello, pese a los deseos del grupo, lo guardó concienzudamente entre sus pertenencias en la mochila, no diría nada al respecto hasta saber mejor que tipo de intenciones ambicionaba la anciana.

El olor a comida le abrió el apetito y pidió, al igual que sus compañeros una ración de ciervo, decididamente, tras el extenuante viaje se merecían un manjar como aquel; no obstante el mago no era amante de las bebidas virtuosas y lo acompañó simplemente con agua. De esta forma, mientras disfrutaba de su plato vio con el rabillo del ojo como aparecía Cigfa y se llevaba a la joven Elendin a un rincón apartado. Aquello no le gustó ni un ápice a Tirlindë, el cual, siguió a la anciana con actitud seria. Cuando empezó a avasallar a la edain a preguntas, el mago se irguió con sus dos metros, haciendo gala de su magnífica presencia e intimidando en parte a la poco agraciada mujer, mientras decía con voz seria pero poderosa:

-¿Por qué tanta prisa señora?, los primeros en preguntar seremos nosotros, pues hay muchos peligros del viaje sobre los cuales no nos advertisteis y que nos han servido para averiguar ciertos aspectos sobre vos -dijo con cierto tono inquisitorio y esperando colmar la paciencia de la anciana- en el supuesto de que nos hayan robado el cuerno, ¿cuan peligroso sería que acabara en las manos equivocadas? -dijo con actitud desinteresada.

Fue tranquilo cerca de la anciana y se sentó sin comer nada, a diferencia de sus compañeros prefería ver si mostraban signos de sueño, pues la advertencia de la sin orejas y es extrañas personas, no le inspiraban confianza.

Por supuesto lo que el mago decía era cierto, muchos acontecimientos no advertidos por la anciana, estaría bien entregarle el cuerno pero solo si sentía que no iba a ser mal utilizaado.

- amigos ¿ese hombre es el que dijisteis que os intentó dormir una vez? - mirando a la anciana, procuró mostrar respeto, pero que no fuera tomado en broma - solo decir anciana, que no hemos muerto por poco, pero hemos sido atacados y asaltados, hemos visto trolls desde muy cerca, y no me gusta que me tomen por tonto, me gusta ayudar, es mi objetivo, pero de ayudar a ser utilizado hay un margen considerable.

Esas últimas palabras tal vez provocarían un "¿y a mi que me importa?", pero era bastante molesto sin duda.

Casi por instinto, quiso comprobar sin moverse el motivo de un ánimo tan bajo del posadero, y miró si veía rastros de lo que fuera. Pero como cuando salió la primera vez del bosque parecía atontado, y temiendo por la esencia que mencionaron una vez sus compañeros, sujetó una flecha en su mano, dispuesto a arañar un dedo con la punta si sentía demasiado cansancio.

El enano se acercó a sus compañeros mientras esperaba que le sirvieran su cerveza. Le preocupaba el posadero, pero quizá no era el momento de tratar el tema. El viaje había sido largo y necesitaba dormir en una buena cama.

Saludos, dulce señorita. Si me disculpa, tengo que saludar a un viejo amigo. Le dijo sonriente a la anciana cuando Elendin le señaló al trovador. Quería preguntarle que tal había pasado el viaje y si tenía alguna canción nueva que compartir.

Una vez cerca de esté le saludo y le preguntó si había tocado ya su canción en ese local. Parecía que los ánimos estaban alicaídos y quizá pudieran hacer un dueto.

 Por supuesto, amigo, esa canción y muchas otras... me alegro de veros de nuevo, ¿que aventuras habeis vivido en este tiempo? 

 Fjalar y Turlin se enfrascaron en una conversación más agradable y cercana al  fuego que la de sus compañeros en aquella mesa lejana y fría.

 Tu amigo el elfo altivo ha encontrado a otra a la que avasallar, ¿eh? comentó Turlin guiñándo un ojo a Fjalar.

 ¿Peligros no advertidos? ¿Utilizados? ¿El cuerno ha sido robado? ¡Maldita sea! ¿Por quien? se alteró la vieja al verse avasallada por tantas preguntas y amenazas.

 Contraté un grupo de mercenarios para hacer una labor. Os advertí de que no sería fácil. Lo siento si alguien se llevó la impresión de que os estaba pagando por ir a hacer una merienda campestre. ¿Ha muerto el otro elfo? Lo lamento mucho, pero no me carguéis a mi con vuestros errores. ¿Habeis encontrado el tesoro? No lo habriais conseguido sin mi y creo que fui muy generosa al dejaros quedar con todo, ¿no fue suficiente?

 Entonces, de repente, la anciana se muestra abatida, triste... como si ladrar toda esa respuesta la hubiese dejado agotada.

 Vamos a ver, ¿entonces teneis el cuerno o no?

- Nos hemos enfrentado a trolls, bandidos y bestias del bosque. Dijo el enano animado por la cerveza y la agradable compañía. No tenía ninguna gana de ir a discutir con la vieja, además de no tener nada que decirle. Luego, un poco abatido y apesadumbrado continúo - Aunque uno de nuestros compañeros se fue por su cuenta, era bastante individualista...

Miró a sus compañeros hablando con la vieja, está parecía abatida y triste. Y un pedazo de su corazón se conmovió con la escena.

- Es un fastidió cuando las cosas salen del revés. Pero debemos continuar, ¿verdad? Continúo Fjalar apesadumbrado, mientras daba un trago largo a la cerveza. Tenía la esperanza de que entregarán el cuerno, a pesar de lo poderoso que era, para poder cumplir su promesa. Habían sido contratados para ello, al fin y al cabo.

-Veréis, buena señora, mis compañeros y yo hemos corrido grandes aventuras para lograr dar con... ese lugar -dijo el hobbit, cuidadoso de no decir "tesoro" en público y que personas inapropiadas se enteraran- Estuvimos a punto de morir en más de una ocasión. Y cuando ya creíamos acabar con todo aquello, nos asaltaron -añadió con una medio-verdad, normalmente las mejores de las mentiras- Hemos tenido suerte. Pero ese... nieto de Manawidan... En fin, ¿usted no sabía nada? Nos vino bien justo sobrevivir.

 La mirada de la anciana se torció, llenandose de odio y resentimiento.

 ¿El nieto... cómo? ¿Ese "bueno para nada" de Malm? ¿Es él quien tiene el cuerno?

 Después de calmarse un poco razonó en voz alta

 Hace años que no sé de él... formó una banda de cuatreros y asaltantes de caminos con su hermano Lars. Abandonaron Pedol Brin hace años. ¿Cómo puede ser que os lo encontráseis? ¿Sabia lo del cuerno? ¿Como? Y es muy extraño que os dejara escapar con vida... siempre fue un sanguinario y un mal nacido.

El mago, mostrándose totalmente irreflexivo siguió con su actitud seria y empeñado en no revelar nada importante hasta que supiera que tipo de intenciones. Por lo que con su tono inquisitorio volvió a insistir diciendo:

-Cuando nos contéis que poderes tiene el cuerno y que daño puede hacer en manos tan peligrosas os contaremos toda la historia, antes no -dijo mientras se cruzaba de brazos y mantenía su mirada escrutadora fija en la poco agraciada anciana.