Partida Rol por web

El desconocido se presenta sonriéndote cordialmente. Las luces bailan intermitentemente y sombras fugaces reaparecen añadiendo nuevos matices a los pliegues de la túnica azulada. Cuando habla, lo hace de manera pausada y sonora; Te recuerda al tono que empleaban varios profesores para dirigirse a los aprendices de mago, entre los que tú te encontrabas, hace tiempo en la torre de la Alta Hechicería.

-Mi nombre es Estigon. Y soy el amo del Liceo...cuando el Señor de los Dragones no está mirando-.

Leinard camina pausadamente, con las manos posadas en la empuñadura de sus estoques sin desenvainar, hasta llegar cerca de donde se encontraba Estigon. Mientras, observa detenidamente al recien llegado para ver si lleva alguna arma a la vista e intentar discernir si su rostro eboca una mueca hostil, o calmada. Al llegar ante él, aun sin desenvainar los estoques, se detiene.
- Mi nombre es Leinard y por lo que dices deduzco que no sirves a El Señor de los Dragones, ¿cierto? ¿Se encuentran ellos aqui?

Estigon no lleva ninguna arma visible, aunque fácilmente podrían ocultarse varias bajo los pliegues de la túnica. Su joven rostro transmite calma y serenidad al contestarte. Cuando sonríe parece afectuoso y, sin saber muy bien porqué, también tienes la certeza de que es muy sabio a pesar de que apenas muestra algunas arrugas que no sean las de su atuendo.

-Así es Leinard, yo solo sirvo a este lugar y a aquellos que vienen en busca de los conocimientos que guarda. Custodiar el Liceo forma parte de mis tareas pero no puedo impedir el acceso al Señor del Dragón y a sus acólitos...incluso el Mal tiene su correspondiente sitio aquí-.

Al ver que no representa una amenaza inmediata Leinard relaja sus musculos y aparta las manos de la empuñadura, pero sin dejar de observar atento a Estigon.

- ¿Hay alguien mas en el Liceo, ademas de los presentes? ¿Se encuentra aqui el Señor de los Dragones?

Estigon vuelve a asentir y añade una mueca de desconcierto.

-Lo extraño seria que no hubiera nadie más aparte de nosotros. Es más, últimamente han venido muchos visitantes atraídos por la presencia del Señor del Dragón. Él sigue aquí y tengo la certeza de que no abandonará el Liceo hasta dar con lo que busca-.

El caballero escucha lo que la conversación va haciendo florecer. PArecía ser que el señor de los dragones se encontraba en su interior y buscaba algo.

¿Qué es lo que busca? Pregunta el caballero casi como un resorte. Unos segundos de silencio hacen tomar tranquilidad y asumir la situación y la nueva información. ¿Cuántas personas hay en el interior del Liceo y en que localización se hallan?

Esta vez Estigon sonríe bajo la capucha de una manera extraña. Tal es como si sonriera solo para que supieseis que lo está haciendo.

- Encaminaros hacia la sala de la Estatua de Justin, siguiendo este mismo pasillo y girando a la izquierda. Caminad hasta el final sin deteneros y pronunciad la palabra “Purih” para abrir la puerta que bloquea su acceso. Vuestras soluciones y respuestas están más al interior-.

La enigmática conversación se ve cortada abruptamente por el ruido de varios pasos que, distantes de sonar discretos, avanzan en tropel por el fondo del pasillo, justo a vuestra espalda. Cuando suenan lo suficiente cerca para que todos os percatéis de ello observáis horrorizados como, de la abertura abierta a golpe de martillo, empiezan a salir draconianos cubiertos de polvo y dando patadas a los cascotes que hay dispersados por todos lados.

Cuando os ven, desenvainan al unísono las espadas al tiempo que se descubren las capuchas y lanzan para atrás las capas. Uno de ellos, el más chulesco o simplemente furioso del grupo, hace aparecer sus alas desgarrándose en el acto la túnica. Hasta un total de seis draconianos Baaz aparecen de las profundidades de ese otro camino.

Como tenéis constancia y estos no son una excepción, Los Baaz son los Draconianos más pequeños e inferiores, midiendo entre 5 y 6 pies de altura. Tienen una cola corta y rechoncha, un par de alas finas y un morro de lagarto con colmillos pequeños y ojos de color rojo sangre. Su cuerpo escamoso es de un color latón brillante, que se apaga y convierte en casi verde a medida que maduran, por lo que es posible calcular la edad solo mirándoles las escamas. Tienen la peculiaridad de convertirse en piedra al morir, a veces tan rápido, que el arma del verdugo queda atrapada en su pétrea agonía y para cuando el cuerpo ya ha vuelto a ser de carne y hueso puede que sea demasiado tarde.

Les gustan los trajes y la ropa decorada y a menudo se disfrazan ocultando las alas bajo capas o largas túnicas y cubriendo sus rasgos con capuchas y mascaras. Debido a su talento para disfrazarse suelen vivir y camuflarse hasta en asentamientos humanos y también sirven de espías o exploradores.
El grupo os ataca sin parlamentar ni orden.

Crueles y sádicos, se abalanzan simplemente sobre el más cercano de vosotros vociferando rugidos y bufidos guturales o haciendo chirriar las fauces, con poca técnica, lanzando fuertes tajos a diestro y siniestro con sus armas para intentar causar el máximo daño posible.

Tyriael escucha con atención a Estigon cuando escucha unos ruidos extraños enla retaguardia, gira lentamente la cabeza para observar como un grupo de draconianos se aproximan en actitud sanguinolenta hacia ellos.

Como un resorte y motivado por la experiencia, casi sin darse cuenta aparta a Laurana, intercambiando su posición con ella de forma que el caballero quede enfrentado a las bestias y les sea imposible acceder a la maga.

Esgrimiendo su espada y escudo los levanta en actitud desafiante y ofreciéndole mejor movilidad para el combate que se acerca, dice en tono fuerte y casi como una orden, tal y como está acostumbrado a hacer:

¡Kuroth! cubrid el frente... le indica un lugar junto a él, consiguiendo obstruir el avance de los draconianos.. ¡Los demás! apoyad con lo que tengáis y vigilad la retaguardia.

El caballero esboza una débil mueca mirando a los draconianos y desafiándolos con la mirada.

Los draconianos han atacado instintivamente pero uno de ellos, el que encabeza el grupo es impactado por la intimidatoria mirada que le lanza Tyriael y queda estremecido un momento antes de rugir de nuevo para recomponerse.

Kuroth se coloca al lado del caballero esperando detender a la banda de draconianos que se acercava de forma inexorable por el pasillo -parece que vamos a tener a mandar de vuelta a esos lagartos a sus agujeros -dice kuroth  , mientras esgrime una sonrisa tan fria  , como el acero que tenia delante suyo preparado para enviar a Takhisis a unas cuantas de sus alimañas.

El draconiano intimidado por Tyriael lanza un corte abierto demasiado inseguro seguido de un romper algo tosco que delata el temor a que el blindado caballero se abalance y pueda ensartarle.

El segundo draconiano se abalanza junto al tercero para intentar derribar al minotauro. Su desmedido ataque llega a punzarte superficialmente pero es suficiente para infringirte una herida que empieza a sangrar.

El tercer draconiano intenta emular a su camarada y dañar al minotauro pero a causa del limitado espacio ha quedado arrinconado y su golpe se pierde en el vacio haciendo silbar el aire a poca distancia de Kuroth.

Leinard desenfunda los estoques y se situa al lado de Kuroth para atacar al segundo draconiano

El segundo draconiano trata de cubrirse de la lluvia de estocadas lanzadas por Leinard. Finalmente, el entrechocar de los estoques sobre metal se ve recompensado a favor del semielfo cuando la criatura gruñe de dolor al recibir un molesto corte de poca profundidad.

Kuroth realiza un ataque devastador al tercer draconiano con la intencion de destruir de un golpe a su adversario junto a su arma.