Partida Rol por web

El lobo cae en una piscina de su propia sangre tras haber sido destrozado por el canto del escudo

Empujado por su propio impulso y ansioso por ayudar a sus compañeros, Silo redobla el ataque sobre el germano que tiene enfrente. De un solo tajo, decapita limpiamente al bárbaro, avanza sobre sus sangrientos restos y suelta un revés con el escudo contra el berserker aturdido...

El impacto del escudo en la cabeza le parte el cuello como una rama. Mientras se derrumba como un saco de huesos, Silo se encara con el siguiente bárbaro gritándo a pleno pulmon su desafío: "¡¡¡MINERVIA!!! ¡¡¡MINERVIA VICTRIX!!!"

Otón estaba cubierto de entrañas de lobo, había matado al lobo, al ser que había liquidado a su amigo Secundus... bueno a su amigo no... pero sí a su... en fin. Podíamos dejarlo.

Delante de él estaba un germano, con un arma, un germano que había parado su anterior ataque como si no fuera nada. Estaba furioso al ver que Otón había matado a su lobo. Muy furioso. Era matar o morir. El legionario, más bien las mil horas de doloroso entrenamiento, apretó los dientes e hizo el movimiento que tantas veces le habían enseñado en la legión; con su escudo apartó el arma del enemigo que iba a su cuello y a la vez golpeó con el gladius. Sintió que clavaba su arma en las tripas del barbudo... Por primera vez se sentía un legionario de verdad...

Sus ojos se cruzaron con los del germano...

-¡Mamá, mamá! - Un niño rubio corría por un valle lleno de flores, llegando a donde una mujer regordeta, embarazada y rubia con trenzas daba de comer a siete infantes más. De edades ascendientes. - ¿Qué nos va a traer papá de luchar contra los romanos?.

- Os traerá uno de sus escudos de rayos y una casco de romano sólo para tí.- dijo la mujer-  Alfonsith. Ya verás. Y las bendiciones de los dioses. Y monedas de oro y un ramo de flores sólo para mí y para el bebé que viene... las vamos a necesitar... y te dejará montar en el lobo, que ya eres lo suficiemente grande...

Los ojos de Otón se separaron del germano... la espada tembló... Otón sintió como los ojos de su enemigo se ponían en blanco y caía, con su gladius en las tripas, bien abiertas... del ser humano... - Traurig.-  musitó al hombre. A un lado el decano despedazaba enemigos, al otro se oía MINERVIA VICTRIX cuando los acostumbrados surtidores de sangre salían de donde estaba Silo.

- OTÓN, ¡A tu sitio, aún haremos un hombre de tí!. -dijo el decano al recuperarse de su estupor guerrero, siendo lo primero que veía a Otón despachar a un germano.-  ¿Qué le decías al muerto?.

- Que se fuera al Hades, señor. - Mintió, ocupando su puesto en la fila. Después de lo que había hecho... aquello era fácil.

A su alrededor, los germanos caen uno tras otro. La linea se recupera y Marius avanza, dispuesto a despachar al ultimo barbaro a la siguiente vida.

Marius da un par de pasos adelante y por entre su escudo y el de titus, mete su gladius con una puñalada ascendente que por pura suerte del barbaro no lo a matado. Pero lo deja bastante descompuesto, lo suficiente para que algun otro Romano lo termine

Viridio se pasó la mano por la herida y la acercó a sus ojos, necesitaba saber cómo de fea era la herida y si había sido mortal. Al parecer, aún podría vivir a tenor de la sangre que cubría su mano.

Podría, si conseguían terminar allí de una vez.

Ajustó su escudo y preparó su gladius.

Interinix para a duras penas los golpes de Marius y mira alrededor con panico, viendo a todos sus hombres muertos o moribundos

Pero... pero... Si les habiamos roto la linea? De donde sacan la fuerza? - mira a su alrededor intentando encontrar una via de escape

El corso sangra profusamente por todas sus heridas, tanto las viejas como las nuevas. Su visión se nubla, empieza a ver fantasmas de color rojo... empieza a delirar...

- Quién me está mirando! Quién ha osado reírse de mí? Qué decís? Qué es inútil? Ya sé que en este combate no puedo esperar el triunfo! Para qué! Es más bello cuándo se lucha inútilmente!

Cojeando, con el lobo enganchado a su pierna, el corso se arrastra por el campo de batalla en dirección al líder de los germanos. Cegado por la sangre de su frente, el corso golpea con el escudo al lobo mientras lanza puñaladas con el gladio a diestro y siniestro, más por instinto que por entrenamiento militar. Está rompiendo la línea, pero ni es consciente ni le importaría lo más mínimo si lo fuera.

- Cuántos sois? Mil? Os reconozco! Sois mis viejos enemigos! La mentira! Los compromisos! Los prejuicios! Las cobardías! Los que abusáis de los débiles! Los que traéis el caos! Que condescienda, decís? Eso nunca! Me oís? Nunca!

Interinix, el líder de los germanos, ve avanzar hacia él al más grande de entre los legionarios romanos; un bruto de dos metros de alto que arrastra con una pierna a uno de los lobos, como si no sintiera el dolor; un gigante con la cara roja por la sangre y los ojos rojos por el odio... y el miedo se instala en su corazón mientras para como puede sus duras estocadas.

- De sobra sé que al final me tumbaréis, más no me importa! Lucho, lucho, lucho!

El corso sigue golpeando con su gladio el escudo del germano. A cada golpe saltan astillas de madera.

- Sí, vosotros me arrancaréis todo, el laurel y la rosa! Arrancadlos! Hay una cosa que no me quitaréis!

El escudo de Interinix se parte en dos. Interinix intenta defenderse con su espada, pero sabe que su final está cerca. A cada nuevo golpe del gigante romano le cuesta más levantar el brazo de nuevo para parar la siguiente estocada.

- Esta noche, cuando entre en el Elíseo, mi saludo barrera el suelo azul y, mal que os pese, conmigo irá una cosa sin manchas y arrugas, y esa cosa es...

La última estocada del legionario es mortal. Llevado por su propio impulso, cae sobre el líder germano con todo el peso de su corpulencia, atravesando metal, cuero, músculo y hueso. Marcus Annius Africanus cae arrodillado sobre su enemigo y su gladio se clava en el suelo debajo de él.

- ...mi orgullo!

Mientras el corso delira, a su alrededor Valerio y Otón intentan ayudarle atacando al lobo que tiene enganchado a la pierna...

- OTÓN, ¡A tu sitio, aún haremos un hombre de tí!. -dijo el decano al recuperarse de su estupor guerrero, asombrado porque lo primero que contamplaba al dejar de ver rojo fuera a Otón despachar a un germano.-  ¿Qué le decías al muerto?.

Ignorando la respuesta del niñato obeso, pero sin poder recriminarle nada, vio como Corso avanzaba sostenido por... por sus pelotas, porque por otra cosa no era, chorreando sangre propia, hacia el líder de los germanos y terminaba de matarlo, después de la estocada de Valerio.

- ¡Africanus!... ¡A tu puesto! - dijo viendo como el hombretón volvía a la línea.- ¿Pero no os han explicado que matéis siempre a los que tenéis delante... así...- como despectivamente avanzó hasta el lobo y clavó el gladius en la nuca del cánido. No quedaban germanos, se dio la vuelta y avanzó hasta situarse al lado de Fabio.

- ¿Todavía no has despachado a éste? - Dejó de mirar a su hombre y pasó a mirar a Umbrianus. - Deberías haberte rendido. Ahora te espera la cruz.

Umbrienius no le hizo ni caso, estaba centrado en el legionario que le había contenido durante el combate. Los escudos habían chocado, los gladios habían intentado atravesar la carne del enemigo... pero todavía no había caído ninguno. Todavía resonaban en los oídos del Optio las palabras de aquel miserable legionario.

- ¿Has visto? TRAIDOR. - dijo Fabio controlando los movimientos del Optio. - ¡ESTO ES UN OFICIAL DE ROMA Y NO LA PILTRAFA TRAIDORA QUE ERES TÚ! 

- ¿Eso crees? Eres igual de idiota que tu padre... ¿Sabes quien quemó tu documento de enganche? ¿Ese que siempre dices que desapareció? ¡Tu padre nunca debió de ascender a centurión! ¡Ese ascenso era mío! Si no fuera por él yo había ascendido antes y ahora ya no sería Optio... nada de esto habría pasado... ¿Recuerdas cuando murió de una indigestión...? ¿Creías que había sido una indigestión? ¡Tu castigo iba a ser el enrolamiento perpetuo pero ahora será más breve y doloroso! * 

La cara de Fabio se desencajó, el conservador y cauto legionario rugió de furia y atacó al traidor de su superior...

- TRAIDOR ASESINO MUERE MUERE MUERE MUERE. - Todo se había vuelto rojo, su típica precaución había desaparecido... ¡Solo importaba la muerte!

Fabio descarga toda la furia, la rabia y el odio que tiene dentro. Sus golpes son certeros. Terribles. Mortales. Pero el Optio para cada uno con una facilidad que parece insultante.

Eso es todo lo que puedes hacer? Eres aun mas inutil que tu padre. Dame más fuerte o llama a tus amigos para que te ayuden! - le dice Curio con desprecio

El ultimo lobo, incapaz de contar, sigue atacando con fiereza. Se lanza a por Oton y le tira al suelo que retumba con fuerza ante la caida del gordo legionario. Otón intenta apartar al lobo pero este es demasiado fuerte y le agarra del cuello. La sangre del legionario salpica a todos los que estan alrededor haciendoos temer por su futuro.

Esto no acaba aqui - dice Curio que de un mandoblazo os aparta a los dos - Os aseguro que acabare con vosotros.

Suponeis que no se refiere ahora mismo ya que se da la vuelta y sale corriendo. Tanto Ruso como Fabio le lanzan un ultimo ataque. El gladio de Ruso resuena contra la armadura del Optio dejando un gran corte en la malla, pero a pesar de eso, Curio no parece afectado

...la última estocada del corso es mortal. Llevado por su propio impulso, cae sobre el líder germano con todo el peso de su corpulencia, atravesando metal, cuero, músculo y hueso. Marcus Annius Africanus cae arrodillado sobre su enemigo y su gladio se clava en el suelo debajo de él. Mientras el corso delira, a su alrededor Valerio y Otón intentan ayudarle atacando al lobo que tiene enganchado a la pierna...

...el lobo se lanza a por Oton y le tira al suelo que retumba con fuerza ante la caida del gordo legionario. Otón intenta apartar al lobo pero este es demasiado fuerte y le agarra del cuello. La sangre del legionario salpica a todos los que estan alrededor, y en especial al corso, sacándolo de su trance.

- Otón! Nooooooo!

Con sus últimas fuerzas, el corso lanza su gladium con saña; una, dos, mil veces pincha en el animal... y cuando el animal no se mueve ya y sus vísceras yacen mezcladas con la sangre y el barro, aún le clava el gladium mil veces más.

Después coge la cabeza de Otón en sus manos: "Otón, gordo, dime algo! No te mueras!".

 Viridio, Corso! Haceros cargo de Otón. Oton, solo te puedes morir si yo te doy permiso. Entendido, legionario!!?? El resto, a por el traidor! - El decano se lanza detras del Optio a traves del bosque, seguido de cerca por tres de sus hombres

Silo, todavia "poseido por el espiritu de Marte" como lo llama el, adelanta a sus compañeros a grandes zancadas como si no le pesase la armadura. Se pone casi a la altura del optio pero cuando va saltar a por el, Curio se para en seco y pone su escudo. Silo se estampa contra el, un poco atontado pero sin mas daño que su orgullo. Esos momentos son aprovechados por el optio para seguir corriendo.

 La proxima estas muerto. Mas te vale que te quedes ahi - le dice intentando intimidar a Silo sin saber, aparentemente, que a Silo no le intimida nada ni nadie.

Detras, el resto intenta alcanzarles. Fabio, cegado por las palabras del optio no ve una rama y se tropieza, golpeando contra un arbol. Sin embargo, no se detiene y ni siquiera nota el dolor. Curio debe morir.

 Traidor! - grita Silo mientras sigue corriendo hacia el - Roma vitrix! Moriras en la cruz!

Se vuelve a acercar al optio, enajenado, y la escena se repite. Curio le estampa el escudo a Silo en la cara que se queda atontado y esta vez si, con una marca del escudo en el pomulo. Curio sigue corriendo como un gamo a pesar de los años, la armadura y el gran peso de la culpabilidad.

El resto, todavia lejos, no consiguen alcanzarles.