Partida Rol por web

- Por supuesto que acataré las consecuencias de haber cruzado el río traidor. Yo soy un romano, no escoria como tu - escupe a la cara al optio. - Pero no hemos atacado ningún campamento y tú eres un mentiroso. Yo no miento, y menos a medias.

- ¿Y donde están los cadáveres de esos germanos que te han atacado?. ¿No tienes espolios?. - pregunta el decano - Además los bárbaros sabían más cosas sobre los calendarios y destinos de la legión que yo. Puedes preguntar el consejo. Alguien le ha pasado la información, alguien con acceso a más información que un simple decano.

Por no hablar - Viridio por fin se decidió a actuar - de la herida que el optio luce en el pecho.

El sanador del contubernium da un paso hacia delante, señalando el pecho de Curio.

Hasta ahora, los bárbaros que nos han asaltado portaban hachas bastas y de filo curvo y cuya eficacia se basa más en la fuerza y rudeza del atacante que un gladio, cuyo equilibro hace que sea un arma diseñada para apuñalar desde detrás del scutum o, en su defecto, realizar cortes largos pero poco profundos.

Un simple vistazo al pecho del optio mostrará, sin duda, qué tipo de arma fue la que le causó la herida. Si, bajo su vendaje, se encuentra una herida amplia, ampliamente más profunda en el centro y con curvatura en el extremo superior, claramente habrá sufrido la herida a manos de los bárbaros.

Pero si la herida demuestra claramente que fue sufrida por un arma romana, como fue la realizada por nuestro Decanus - señala a Ruso, haciendo una pequeña inclinación de respeto con la cabeza - quedará claro que el optio mintió tanto en la naturaleza de sus atacantes como en su posición geográfica, demostrando en qué bando se encontraba realmente...

El centurion y varios decanos se giran hacia Curio con una ceja levantada. El optio mira a su alrededor

De verdad que creeis las patrañas que estan contando? Esta claro que todos mienten! - dice levantandose y mirando a todos en la sala - los germanos tambien tienen hachas... Quiero decir, espadas! - se rie nervioso y luego con odio mira a Viridio - Ademas tu que sabras, iletrado!

el legionario Decimus Larcius Viridio es uno de los mejores medicos del campamento - dice uno de los decanos presentes. - Estoy seguro que sabe la diferencia entre una herida de espada y otra de hacha

- Me llamas a mi mentiroso, a Viridio iletrado... - dice el decano en tono despectivo - Solo dices cosas que todo el campamento sabe que son mentiras. Eres claramente un traidor.

El centurion y varios decanos se giran hacia Curio con una ceja levantada. El optio mira a su alrededor

De verdad que creeis las patrañas que estan contando? Esta claro que todos mienten! - dice levantandose y mirando a todos en la sala - los germanos tambien tienen hachas... Quiero decir, espadas! - se rie nervioso y luego con odio mira a Viridio - Ademas tu que sabras, iletrado!

Fabio se aclaró la garganta.

- Frente a el relato fantasioso del Optio Curio, en el cual nosotros cruzamos el río sin permiso, encontramos el campamento bárbaro, matamos mujeres y niños y luego volvimos.... volvimos tan despacio que casualmente, Curio, paseando por el bosque tuvo la casualidad de encontrarse con nuestros perseguidores que tendrían que haber encontrado el tal campamento invadido ¡No campamento! Sería poblado, si tenía mujeres y niños... nuestros perseguidores tendrían que habernos perseguido más rápido. ¡Nos pasaron de largo! Tuvo tiempo de encontrarse con nuestros perseguidores y matarlos... ¡No! Tuvo tiempo de  dejarlos inconscientes y luego interrogarlos y luego a matarlos. ¡A un grupo que estaba persiguiendo a siete hombres! Bárbaros que tenían armas romanas, espadas... su versión es cada vez más pintoresca.

La voz de Fabio había sido cada vez más irónica. Pero ahora adoptó un tono serio. Mortalmente serio.

- En vez de eso, yo voy a repetir la verdad, oponiendola a su traición, la verdad por mis antepasados y por los lares que me bendicen y me protegen. El Optio Curio es un traidor. Prohibió cruzar el río para poder reunirse con sus germanos aliados, a los que había informado de los movimientos de la legión. No creo que me equivoque en el que él haya salido varias veces estos días, a diferencia de nosotros que no hemos salido nada.

- Nosotros sire. - se dirigó al centurión. - Salimos como se nos ordenó. Y a poca distancia ya nos encontramos con los primeros germanos. A este lado del río. Como he dicho tenemos pruebas, las armas de los germanos, podemos indicar el sitio donde los quemamos, que es aquí mismo. Tenemos los testigos. Los supervivientes de sus perfidias. Tenemos los caballos del hombre más rico de Bonna, el que nos recomendó que persiguiéramos a los germanos, al igual que el gobernador y la sacerdotisa de Minerva. Todos pueden confirmar nuestros actos. Nos informaron que debía de haber un traidor, que los germanos tenían que saber los movimientos de la legión para atacar tan pronto y tan preciso a las caravanas. Y decidimos hacerlo, poner nuestras vidas en riesgo porque La Fortuna favorece a los Audaces, si hacíamos lo previsible nunca venceríamos a los bárbaros, cruzamos el río como hizo César, sabiendo que nos podría traer nefastas consecuencias. Que igual nuestros superiores no aprobarían nuestros actos. 

- Nunca tuvimos interés en ocultarlos, puede hablar con el Gobernador. Sabíamos que vos lo sabríais. ¡SI MANDAMOS UN MENSAJERO!

- Pero los dioses nos favorecieron, al otro lado del río estaban más germanos... de los que tenemos más armas y despojos que prueban nuestros actos, allí uno de sus lobos mató a Secundus, podéis ver las heridas, el desgarro de su garganta, allí Otón se hizo un hombre matando germanos...

- ... germanos que nos arrojó el optio cuando llegamos a descubrir su perfidia. Germanos a los que decía que no deberían haber atacado tan pronto, que solo tenían que desestabilizarnos para que él pudiera desembarazarse de vos, del dómine, juro por Júpiter, por nuestra amada Minerva, que no digo más que la verdad. Nos los arrojó y se rió mientras nos rodeaban...

- PERO ROMA AGUANTÓ ESTE DÍA, resistimos todos sus golpes, sí, Curio, resistí tus golpes, mira mi escudo, aquí lo marcaste con tu espada. - lo señalé. - Y aquí también. Y yo te golpeé en el cuello, pero la gorguera te protegió. Podéis ver otra marca de gladius ahí. Y cuando matamos a todos sus esbirros huyó, huyó como un cobarde. Y en la persecución Ruso le marcó el pecho. 

- Luego, mientras nos curábamos, mientras Viridio nos curaba de las heridas de hachas germanas, no de espadas romanas, y amortajábamos a Secundus. - Fabio señaló todos sus vendajes. -  Volviste al campamento a mentir, a decir primero que habíamos ido a Bonna y luego cruzar, pero nosotros habíamos ido a Bonna pero antes ya nos habíamos enfrentado a los germanos, ya habíamos rescatado a los ciudadanos de Roma, y ya habíamos hablado con los representantes de los Dioses, del Pueblo, del Senado y de los sestercios, todos nos dijeron que la Legión tenía que hacer algo. Y era seguir el rastro de los que habían huído en caballos o nada.

- Sire, hablen con las autoridades del pueblo, todas confirmarán nuestros actos, solo lloro no haber podido rescatar al hijo de los mercaderes Publius Mucius Rufus y Fundania Primia, al pequeño Mucio, ahora estará en manos de los germanos, y todo es por culpa del traidor de Curio. No es un optio, es un traidor a todo lo sagrado al águila de la legión, al Pueblo, al Senado y al Emperador, y sobre todo a todos nosotros.

Viridio, serio ahora, se dedicó a asentir ante las palabras del muchacho.

Valerius escucha maravillado el discurso de Fabio. En el campo de batalla, muchas deudas de vida se intercambian entre legionarios. Pero esta seria la primera vez que alguien le salvara la vida tan solo hablando. Al menos eso esperaba. Ciertamente sus hermanos habían hecho todo cuanto podían en esta discusión. Valerius seguiría callado por ahora, nada podía decir que se acercara a la lengua de plata de Fabio.

Todo quedaba en la decisión del centurión. Le dolía que su vida dependiera de lo que pensara un oficial, pero si salia de esta, tendría que replantearse su opinión, al menos de Vibius Gratus Vulso.

Vulso mira desconcertado a Fabio, pero a medida que habla su cara se va tornando mas y mas roja de ira. Una vez el legionario termina su alegato, se gira hacia el optio

Umbrenius Marius Curio: Algo que alegar antes de ser juzgado por traiciones al Aguila Romana?

El optio mira, como un animal acorralado a un lado y a otro

Mienten! Atacaron y ahora sufriremos las consecuencias - da dos pasos hacia atras y pone una mano enfrente suyo - Realmente no creereis lo que estan diciendo? Despues de tantos años al servicio de Roma? - el optio se encuentra con miradas graves. Ni una sola persona en la sala parece estar de su lado. Sabiendose perdido mira al centurion - Tu te crees con derecho a juzgarme? Con tu patente incompetencia haras que Roma pierda esta region y empiece la caida del Imperio. Yo debi ser centurion y no un mamarracho tartaja cuya unica decision al final del dia es que calzones se pondra para dormir!

Varios de los decanos se levantan y ponen sus manos en sus gladios

Curio - le dice uno - Si aun te queda algo de honor, nos daras tu gladio y te rendiras. Mas tarde, cuando se haya comprobado que tu version es correcta, se te devolvera.

Mas tarde? - dice el optio con una mirada feral, como un gato a punto de abalanzarse sobre su presa - No hay mas tarde. Todos morireis. No sabeis lo que os viene encima. Vuestra ignorancia destruira todo lo que amais - dice escupiendo las palabras.

Con una fuerte patada, lanza la silla hacia vosotros y sale corriendo por una puerta interior. Le seguis, con las armas en alto hasta una habitacion en donde se ha encerrado. Silo y Corso tiran la puerta abajo despues de dos empujones. En el suelo, muerto con el gladio atravesandole el estomago, esta Umbrenius Marius Curio. Parece ser que al menos le quedo honor para acabar el mismo con su traidora vida.

Volveis a la sala principal, donde espera el centurion.

Decano Ruso - dice con una pomposidad que no pega demasiado con los negros acontecimientos de hace unos instantes - Tiene el agradecimiento de Roma por descubrir a un traidor a la Legion y al pueblo romano. - dicho esto continua - Ha desobedecido una orden directa y eso es un delito grave. Sin embargo, y dada la intencion de dicha orden, usted y su contubernio tienen mi perdon. Que no se repita.

Despues se vuelve a sentar y os mira

Vosotros habeis estado en la zona germana. Que recomendais que hagamos?

Viridio escupió sobre el cadaver de Curio.

Que su cadaver sea quemado y sus cenizas lanzadas en las tierras de los bárbaros, que los dioses no le reciban y su alma no tenga descanso. - maldijo sobre el cadaver.

Al darse cuenta que sus palabras podían sonar una orden que él no tenía potestad de dar, añadió una segunda maldición.

Roma no entierra traidores.

Ante las palabras del centurión, asiente y responde.

El mayor problema está en cuánta información ese traidor facilitó a los bárbaros. Nosotro no llegamos a ver mas que dos grupos, no excesivamente numerosos pero con lobos entrenados...

Sí, cuanta información pudo darles...

Deberíamos mandar exploradores a ver si atisban movimiento entre los bárbaros, avisad en Bonna y alertar a la población... Fabio se estrujó las sienes, ¿Qué podrían hacer para evitar "lo que se nos viene encima"?

- Es la muerte más digna que le quedaba - protesta el decano escupiendo en el cadáver de Curio - era un traidor, pero también es cierto que nunca le falto el valor. - admite con un tono de admiración en su voz.

Más tarde en la sala principal se cuadra ante el centurión recibiendo con la misma estoicidad bronca y halagos.

- Creo que hay que capturar a algún germano con vida para interrogarle. Estamos a ciegas mi señor. - sugiere firme pero satisfecha el decano. - Sugiero enviar un comando para atraparlo. A ser posible vestidos de civiles.

Enviar mas hombres al otro lado del rio y arriesgar a perderlos? - dice el centurion - Bastante pocos somos ya, Ruso. No valdria con redoblar las guardias? -  dice duditativo

Africanus calla. Él no es de darle al coco, él sólo entiende de la fuerza de su brazo. Cuando los demás se decidan a actuar, allí estará él.

- No lo sabemos señor - contesta el decano - No sabemos cuantos son, si nos atacaran o se limitaran a atacar a ciudadanos romanos indefensos. Creo que necesitamos más información. Pero es cierto que no puede permitirse perder más hombres. Si nos lo permite iremos solo media docena. Los elegiré entre mi contubernio, hoy se han portado con valor señor - mientras habla lanza una mirada asesina a Otón.