Partida Rol por web

La respuesta de Huang se hizo esperar, escuchando mientras aguardaba a Mao, quien había inducido un desequilibrio Yin en los mortales en pos de calmarlos. No me extrañaba que así hubiera sido, y es que aunque Li parecía capaz de controlarse, seguramente fruto del entrenamiento recibido por mi hermano; aquella insolente joven era demasiado rebelde e inquieta.

Sin embargo, para mi sorpresa, fue el alumno de Huang quien se metió en lo que no le incumbía en aquella ocasión. En efecto, era de él de quién hablábamos, pero no parecía tener claro que no era él quien debía tomar esa decisión; sino su maestro. Finalmente, este tomó la determinación de dejar a los mortales al margen, pidiendo a Mao que equilibrara de nuevo su Chi y preocupándose por dónde permanecerían hasta recuperarse.

- Viven juntos, sólo se tienen el uno a otro. - dije por respuesta a la pregunta de mi hermano, lanzando una fría mirada a la joven, quien había pretendido abandonar a su familia hacía tan sólo unas horas.

No me habían pasado desapercibidas aquellas palabras que el alumno de Huang había dicho en último lugar, tornándose pensativo, pero quise dejar que reflexionara antes de preguntarle por estas.

Wang propuso entonces que acudiéramos en busca de nuestras respectivas cajas, volviendo a reunirnos en el puerto para considerar entonces si acudir a ese restaurante. Yuan se mostró de acuerdo, afirmando que su caja no debería andar lejos y que aguardaría allí a que regresáramos.

- Procedamos así entonces. - me mostré de acuerdo, antes de volver a mirar a Li. - ¿Qué era eso en lo que pensabas? - le pregunté en mi habitual susurrante voz, pero en un tono aún más bajo.

Estaba dispuesta a abandonar la embarcación junto a los mortales cuando nadie tuviera ya nada más que decir, y poner así rumbo a mi refugio, para lo cual tendríamos que atravesar el devastado puerto mientras los llantos de los afectados y sus familias se clavaban en mi oídos y en mi espíritu; o lo que quedaba de él.

Huang guarda silencio, y aunque su expresión es serena, se averigua por su expresión cierta tensión contenida, la misma que en la piel del tambor al ser golpeado. No pondrás en peligro la vida de estos humanos, salvo que fuese estrictamente necesario para que la serpiente saliese de su madriguera mostrarle el conejo en la entrada de la misma, es algo que no harás, una decisión que tomaste ya hace tiempo. Mao asiente cuando señalas que no podéis exponer a los mortales.

Mao responde escuetamente, como es su costumbre, a Huang - puedo, dame tan solo unos minutos. Tras sacar un pequeño juego de agujas que siempre lleva consigo y punzar levemente algunos puntos del cuello de Li, vuelve a hablar, mientras sujeta una de las agujas entre sus dientes, explicando porque las utiliza aun cuando no las necesita - me ayudan a recordar... a no olvidar, mejor dicho. Después hace lo propio con Ren -Ya están. Dice guardando cuidadosamente las agujas - un recuerdo. No tardan los humanos en mostrarse de nuevo preocupados por toda la situación.

Wang parecía demasiado atento a su taza de té, especialmente calmado, pero la calma era solo superficial. Observas las ondas que se forman en el té, pequeños círculos concentricos aparecen cuando apoyas la taza sobre tu mano, para desvanecerse después. Eso somos en las mareas del tiempo, pequeñas vibraciones destinadas a desaparecer y al olvido. Con el Segundo Aliento tienes la oportunidad de permanecer. De ti depende desvanecerte en la mirada del Demonio, embriagandote con el Chi de los pobres mortales como un vulgar mono corredor, o aspirar el Chi de los melocotones como los ocho inmortales.

Yuan se muestra partidario de recoger primero las cajas y reunirse de nuevo después. Tras asegurar bien la embarcación y poner de nuevo un pie en tierra observas con detenimiento, las zonas de amarre permanecen mas o menos en pie, pero la mayor parte de los edificios se encuentran destruidos o en llamas, Hong Kong no volverá a ser la misma, nunca mas, esta guerra dejará una cicatriz dificil de borrar. Te alejas del barco y comienzas a buscar entre los escombros.

Min permanece atenta, como haría una araña aguardando en la tela a su presa. Finalmente la espera da resultado, y la joven mosca pisa los delicados hilos quedando atrapada sin saberlo, habiendo tan solo callado unas palabras. Si, el anciano y la nieta pueden cuidarse mutuamente, aunque la joven pretendía abandonarle, sin duda alguna ver la ciudad en este estado... seguro estará preocupada por su abuelo aunque no lo muestre. Te muestras luego de acuerdo con la propuesta de buscar primero las cajas, la mosca puede esperar, ya no puede escaparse. Tras mostrar tu conformidad, cuando ya el triste insecto cree que la araña no se ha percatado de su presencia, le preguntas que callaba. Te mira algo asustado y desconfiado para encogerse de hombros antes de responder en un susurro - ya no me queda nada, si muero me da igual

Fue dando sorbos hasta beber el cálido líquido, se sentía mejor tras el momento de paz, interrumpido en cuanto la visión mostró la tragedia que asolaba a su ciudad. Las ruinas empezaban a ser el paisaje más típico de Hong Kong, desolada por la aviación enemiga en una demostración de poder sin precedentes.

"Maldita sea, ¿pueden ser detenidos? ¿de dónde vienen, del mar?"

Deseó que el ancestro quisiera reunirlos para hablar de aquél tema pero Wang no lo conocía lo suficiente, ni al ancestro, ni a sus recursos ni el poder que ostentaba. Dado que ya tenía la invitación en su poder volvería a su refugio.

- Regresaré a mi hogar para ver en qué estado se encuentra tras el bombardeo, espero volver pronto al puerto.

Informó a sus hermanos, necesitaba asegurarse de que su refugio seguía siendo tal.

Me detengo brevemente en mi búsqueda al ver a Wang salir y mirar a la ciudad.

- Este tipo de guerras... - digo lamentándome de los avances tecnológicos con cierto tono melancólico quizá echando de menos otros momentos en los cuales no se bombardeaban ciudades de aquella manera - Tendrás un lugar aquí, en mi refugio, hermano - le digo a Wang después de decir su intención de ir a su refugio.

Había llegado el momento de partir, y aguardé en silencio antes de proceder a ello por si alguien más tenía algo que decir, a excepción de la discreta pregunta lanzada al mortal. Algunos de mis hermanos hablaron, pero tan sólo para pronunciar unas pocas palabras que se me antojaron vacías en aquellos momentos y que nada tenían que ver conmigo. Absolutamente nada.

Este no era el caso de la respuesta que finalmente me dio Li, quien con su alma reequilibrada pudo sacar de su interior parte de lo que parecía atormentarle.

- ¿Estás seguro de eso? - comencé a susurrarle con un tono de voz aún más bajo del que era habitual en mi. - La muerte te llegará a su debido momento, no te precipites. - le hice ver antes de llevar mi fría, casi gélida, mano hasta su rostro; dejando que las yemas de mis dedos rozaran su mejilla unos poco centímetros. - Alguien ha de haber a quien le importes, o algo que aún merezca tu atención, a veces simplemente no somos capaces de ver... - dije tratando de consolarle, terminando por girarme hacia uno de mis hermanos y recuperar mi tono habitual. - Huang, ¿quieres que tu discípulo se dirija ya hacia ese lugar o he de enviarle allí cuando dejemos a Ren con su abuelo? - pregunté finalmente, pues había asumido lo segundo, pero quizás esos no fueran los planes de mi hermano.

Finalmente, y a pesar de que a buen seguro habríamos encontrado la forma de mantener a resguardo a los dos mortales para evitar que se hicieran daño a sí mismos por nuestras acciones, Mao dejó claro que podría revertir su estado. Eso me satisfacía, aunque aún así no estaba de más guardar las debidas precauciones, dado lo insólito de la extraordinaria situación en que nos hallábamos. 

Con Yuan Tian permaneciendo en el puerto, su refugio, y el resto disponiéndonos a acudir a nuestros refugios a poner en orden nuestros asuntos y recepcionar las cajas que presumiblemente habían entregado para nosotros, Min Liu me sorprendió cuestionando el sendero que discurriríamos por la ciudad. Con serenidad, miré directamente a mi hermana durante unos instantes, inspirando profundamente como reflejo de concentración, que no por necesidad. 

Será más rápido y, una vez nuestro hermano Mao les devuelva a su estado natural, nos ocupemos de ellos por separado. –Indiqué a Min- Tú puedes dejar a Ren con su abuelo, de camino a tu refugio, mientras yo dejo a mi discípulo al cargo de otro de mis alumnos hasta que resolvamos esto. –Señalé, uniendo mis manos a la espalda con parsimonia. Estaba convencido de que a Donnie Lee no le importaría acoger temporalmente a un compañero de la escuela y echarle un ojo, al tiempo que albergaba la esperanza de que el chico podría ser una buena influencia para la oveja descarriada. Después de todo, era un joven trabajador que sabía desenvolverse en la vida, incluso aunque su afición por la cultura occidental no fuera especialmente de mi agrado- Todos nuestros caminos nos traen de nuevo a este lugar, de modo que nos veremos aquí una vez resolvamos nuestros asuntos. Entonces podremos encarar el siguiente paso en el camino.

Wang no tarda en despedirse de sus hermanos para encaminarse corriendo por las calles de Honk Kong en dirección a su refugio. Bajas de un salto y te apresuras bajo la promesa de regresar apenas hayas comprobado el estado de tu morada.

Yuan ofrece amablemente su morada a Wang, ofrecimiento que de sobra sabéis que se extiende a cualquiera de vosotros que lo necesite. Te mueves por el muelle tratando de escrutar entre las sombras proyectadas por las llamas a alguno de los criados del Ancestro.

Min parece prestar escasa atención a sus hermanos, centrada aún en el mortal, decidida a no soltar su presa. Del mismo modo que el azor cuando atrapa al gazapo lo atenaza con sus garras, acercas tu mano a la faz de Li para atenazarlo con tus palabras. Brevemente te diriges después a Huang para confirmar sus intenciones.

Huang hizo notar a sus hermanos la necesidad de separarse para actuar con mayor celeridad. Tras pedirle a Mao que reequilibre el Chi de los mortales te dispones a partir hacia la vivienda de Donnie Lee,si es que aún seguía en pie, para encomendarle el cuidado de Li.

Mao equilibra de nuevo el Chi de los mortales, y con el equilibrio llega la calma, la paz. Partes a tu refugio como el resto

Corres por las calles sin detenerte a escuchar los gritos de dolor y las llamadas de auxilio.

Donde antes se encontraban orgullosos edificios, ahora hay ruinas y llamas. Tan solo las ratas parecen ajenas al caos en el que se encuentra sumida la ciudad y campan a sus anchas, para ellas Honk Kong es ahora un festín de carne y comienzan a devorar los cadáveres.

No tardas en llegar a tu refugio, algo derruido, aún se mantiene en pie, y sin lugar a dudas, podrá seguir cumpliendo su cometido.

Te abres camino hacia el interior, para confirmar tu primera impresión. Mientras vas retirando maderas caídas del techo, un gato sale corriendo al escucharte, con la misma premura que escaparía un ladrón.

Si, aún serviré de refugio, aunque quizás convendría ir buscando otro, para anticiparse a lo que pueda pasar. Esta noche la suerte te ha sonreído.

Parece poco probable que haya un nuevo ataque aéreo esta noche. No obstante regresas al puerto sin demorarte.

Hace ya unos minutos que tus hermanos ha partido.

Caminas por el puerto buscando, observando entre las llamas y los almacenes medio derruidos. Encuentras un par de aparejos que pueden servir a tu embarcación, y los tomas sin dudar. Tras media hora caminando te das por vencido, si quieren algo de ti, irán a buscarte sin duda alguna al barco.

A unos diez metros de la embarcación, observas las figura de un hombre regordete, parece sostener sobre una de sus manos un pequeño objeto, y sobre la otra, una sombrilla abierta, que debe usar para protegerse de las cenizas y las ascuas que se lleva el viento. Con la luz de las llamas, distingues fácilmente en sus ropas, el sello del Ancestro.

Camináis por las calles rodeados por los gritos de dolor y las llamadas de auxilio.

Donde antes se encontraban orgullosos edificios, ahora hay ruinas y llamas. Tan solo las ratas parecen ajenas al caos en el que se encuentra sumida la ciudad y campan a sus anchas, para ellas Honk Kong es ahora un festín de carne y comienzan a devorar los cadáveres.

Finalmente llegáis a la casa de Donnie Lee. Parece algo dañada, pero aún en pie. Al llamar no tardas es escuchar la voz de Donnie desde dentro - YA VOY.

Cuando abre y os ve frente a su puerta notas sus sorpresa, en apenas unos segundos se repone - Maestro, ¿sucede algo?, tras su pregunta, recobra la compostura e inclinandose - permitanme invitarles a mi humilde hogar, disculpen el desorden.

Puedes observar sobre su cuerpo algunas magulladuras, algunas claramente producidas durante los entrenamientos, otras evidentemente a consecuencia del ataque aéreo.

Os invita a un pequeño salón - sientense por favor, dice acercandoos dos sillas para disculparse seguidamente - por favor,  os indica las sillas antes de añadir - lamento no tener mas sillas, no recibo muchas visitas. Una estantería y cuanto contenía yace en el suelo y el mobiliario se encuentra cubierto de polvo.

Camináis por las calles rodeados por los gritos de dolor y las llamadas de auxilio.

Donde antes se encontraban orgullosos edificios, ahora hay ruinas y llamas. Tan solo las ratas parecen ajenas al caos en el que se encuentra sumida la ciudad y campan a sus anchas, para ellas Honk Kong es ahora un festín de carne y comienzan a devorar los cadáveres.

Finalmente llegáis a la casa del abuelo. Milagrosamente parece haber sido eludida por el bombardeo. Llamas a la puerta sin obtener ninguna respuesta. Insistes y solo hay silencio.

El paisaje del puerto, en comparación con el de la ciudad, es, podríamos decir, mucho más saludable. Mientras que Hong Kong está sumido en llamas, humo y destrucción, el puerto es solo el reflejo de este. En el agua se ven las lenguas de fuego de algunas edificaciones reflejadas, bailando sin ningún compas a su propio ritmo mezclado con el del agua. Las cenizas de la ciudad caen del cielo como si se les hubiera prendido fuego a millones de barcos. Había visto antes la ceniza, la había saboreado, cuando un barco quedaba engullido por las llamas las cenizas en las que se transformaban acababan volando de aquella manera, aunque solo parecían el aderezo que se le añade al pescado para disimular su olor o para potenciar su sabor. En este momento, la ceniza es el ingrediente principal de aquella receta que sirve de aperitivo junto al plato principal de la destrucción de la ciudad.

Entre toda esta lluvia la figura de un sirviente del Ancestro, por su vestimenta, parece esperar a alguien o a algo, estoy seguro de que es a mí.

Me acerco y realizo una reverencia.

- Bienvenido ¿un té? - le ofrezco indicando con un brazo hacia mi refugio, invitándole a pasar.

El trayecto por las calles de Hong Kong fue silencioso, pese a la ausencia de absoluta soledad. Mi alumno caminaba tras de mí, con mucho en lo que pensar, motivo por el que decidí dejarle con sus pensamientos por el momento. Había cometido graves errores, que ya le había destacado, y era momento para dedicarles parte de su mente y de su alma. Además, la destrucción producto de los bombardeos, de la guerra empequeñecida por las armas modernas de los mortales, había dejado un cruento espectáculo a nuestro paso. La antaño orgullosa y rica ciudad, en herencia e historia, era en muchos casos poco más que escombros, fuego y cadáveres. Deleznable. 

Por fortuna, la parte de la ciudad donde se encontraba el refugio de Lee parecía haber aguantado bastante mejor. Me situé frente a su puerta y golpeé la madera con mis nudillos, aguardando paciente su respuesta, si es que estaba en casa. Su voz dejó evidencia de que así era, como su expresión de que no esperaba verme allí. 

Suceden muchas cosas, muchacho. -Indiqué de forma críptica, aunque los gritos a lo lejos, y anteriormente los sonidos de las explosiones que por fortuna ya habían desaparecido, daban buena cuenta de ello- Pero sólo una de ellas me trae a importunarte en tu hogar. 

Acompañé aquellas palabras con una leve inclinación de cabeza, a modo de somera disculpa por la visita inesperada, y acepté acceder a su hogar, accediendo lentamente, con respeto. Li caminaba tras de mí, pero no le presté demasiada atención por el momento. En cambio, me dediqué en silencio a comprobar el estado de la casa de mi alumno. El desorden era importante, cada pequeño detalle lo era si se buscaba seguir el camino de la rectitud. Sin embargo, no era momento para adoctrinarle por ello. No cuando pude comprobar que su cuerpo mostraba magulladuras impropias de los entrenamientos a los que le exponía. Sin lugar a dudas, no había sido ajeno a la desgracia de la noche. Tan sólo había salido mejor parado que muchos otros. 

Li permanecerá de pie. -Indiqué, tomando asiento en una de las sillas que Lee me ofrecía, señalando la otra para que mi anfitrión se sentase frente a mí- Hablemos, por favor. -Le pedí, aguardando a que se acomodase y recompusiera antes de proseguir- Verás, tu hermano Li ha tomado malas decisiones, y errado su camino. Ha cometido actos que ensucian su nombre, el de su maestro y el de su escuela. Deberá pagar por ellos, pero también reconducir su vida y limpiar el honor mancillado. Se que eres un joven trabajador y honrado, alguien... ¿Cómo lo decís ahora? ¿Proactivo? Me consta que te mueves mucho por la ciudad, que conoces a mucha gente y consigues trabajos constantemente para mantenerte. He pensado que, mientras yo me encargo de limpiar parte de la mancha que ha causado, tú podrías cuidar de él, permitir que te ayude a adecentar tu hogar, acompañarte y asistirte en tus trabajos, y tal vez le podrías conseguir un empleo honrado. Por el honor de la escuela, por supuesto...

El prostíbulo soportó el castigo y su sótano seguía disponible, sus "protegidas" no estaban presentes pues el trabajo se arruinó para toda aquella noche. La ruina alcanzaría a todos los negocios incluso los más impuros.

"¿Qué tiene de malo satisfacer las necesidades carnales?"

El pensamiento le pareció razonable, no era posible evitarlas, no lo era. El control que demostraban algunos sabios no era sino producto de la aniquilación de sí mismos. Las necesidades eran útiles, acompañaban a las personas en su periplo vital. Así podía justificar su propio desequilibrio, no era tan malo, quizás hasta era positivo. Mañana vería a los miembros de la corte del Ancestro, ¿estaban ellos equilibrados? ¿lo simulaban? quería acudir y con su refugio en buenas condiciones también lo estaba su vestuario, tendría que portar la ropa adecuada para visitar al ilustre kuei-jin.

"Toda la sociedad reunida para declarar la guerra."

Quiso creer que se trataba de eso, que había un camino para detener los bombardeos. Los propios inmortales debían de esconderse cuando el suelo era invadido por los extranjeros, pilotando a la propia muerte. El propio Ancestro sucumbiría ante las explosiones si la suerte así lo quería. Vivir o morir no estaba en manos de los que miraban a los aviones desde el suelo.

Tomó asiento dejando pasar unos minutos.

"¿Es posible mantener el equilibrio cuando se desata esta destrucción? ¿no es el tiempo de las pasiones?"

Se levantó para dirigirse de nuevo al puerto, vagaría por él buscando emisarios del Ancestro pues que supiera Yuan Tian todavía no recibió su caja. El emisario debía de estar por las cercanías.

Caminar entre tanta muerte y destrucción junto a la mortal, con aquellos gritos de auxilio y dolor de fondo, hizo que me preguntara cómo habría afrontado una situación así en vida. Seguramente mi voz se hubiera unido a aquellas otras, manifestando mi sufrimiento e implorando ayuda para mi o para otros, pero todo era muy diferente ahora. No me asustaba la capacidad que había adquirido de mantenerme ajena a las emociones que sin duda me habrían embargado en vida, pero era consciente de lo que había cambiado, y ese simple hecho me resultaba algo interesante y digno de estudio.

Apenas miré a Ren de camino a la casa de su abuelo, lo justo para comprobar que continuaba caminando a mi lado y de que su mente no se enajenaba de nuevo, creyendo que encontraría un destino mejor en otra parte.

Cuando por fin vimos a lo lejos la casa, que al parecer había salido ilesa del bombardeo, me detuve de manera súbita; esperando a que la mortal también se detuviera antes de pronunciarme.

- ¿Sigues pensando que ahí fuera hay algo más importante que la familia? - le pregunté con mi habitual tono susurrante, preguntándome si había aprendido algo o continuaba siendo la cretina que había intentado abandonar a su abuelo.

Apenas te inclinas, el emisario del Ancestro hace lo mismo, llevando su inclinación un paso mas allá que la tuya, dejando patente tu posición superior. Sin mediar palabra, declina tu oferta con un gesto de la mano, y simplemente te tiende una pequeña caja de madera, de forma cuadrada.

Ligera y de colores ocres, muy similar a la que os mostró Wang.

Apenas te la entrega, se inclina de nuevo y comienza a alejarse. Es extraño ver la figura del emisario caminando tranquilamente, como si lo acaecido esta noche a la ciudad, no le afectase lo mas mínimo. Su silencio, por un momento te recuerda los rumores que corren sobre los sirvientes del Ancestro, de los que se dice que su señor usando el Shintai de la Carne, les ha privado de la lengua para evitar que puedan contar sus secretos.

El olor a madera quemada se mezcla con el olor a pescado dando como resultado un olor similar a las comidas de los pescadores

Li entro en la vivienda en silencio y con la mirada baja. Como le indicas, no toma el asiento que se  le ofrece y permanece un par de pasos por detrás de ti en todo momento.

Apenas os sentais, Donnie se reclina hacia delante en la silla, en una posición informal, propiciada sin duda por la curiosidad y por su juventud. Sus movimientos le delatan, a pesar de que trata de contener sus palabras. Te escucha con atención mientras te explicas, desviando ligeramente la vista hacia Li por momentos, para volverla a posar sobre ti rápidamente. En cuanto terminas de hablar se levanta de la silla velozmente - gracias por sus palabras maestro, te agradece primeramente inclinándose. Seguidamente se inclina hacía Li - lamento no haberme dado cuenta de tu situación hermano, de que necesitabas ayuda, tu falta no ha sido solamente tuya, también ha sido mía y por ello te pido perdón. Se endereza entonces antes de continuar hablando - puedes quedarte en mi casa cuanto necesites, no tiene grandes comodidades, pero mi casa es tu casa, te ayudaré en todo lo que pueda.

De nuevo se vuelve hacia ti - así lo haré Maestro, puede estar tranquilo.

No te has alejado ni tres cuadras de tu refugio cuando una urraca se posa sobre el suelo a escasos metros de ti, ladea la cabeza observándote con atención, y es cuando parpadea que reconoces detrás de esos ojos a Shin Gikio, grazna una vez y luego otra antes de alzar el vuelo y posarse sobre la esquina de un edificio a tu izquierda, desviándote del camino. Aguarda con la mirada fija en ti.

La joven por momentos desviada la mirada horrorizada ante tanta destrucción, e inconscientemente mientras camináis se acerca a ti, agarrándose en algún momento a tu brazo, ajena casi a tu presencia, busca simplemente algo a lo que aferrarse.

- Tengo miedo, te responde claramente agitada, sin separar la vista de la puerta de la vivienda.

A llamar y no obtener ninguna respuesta, se pone aún mas nerviosa si cabe, y es ella la que golpea la puerta con los puños - ABUELO, ABUELO... grita tratando de alzar su voz por encima de los llantos y los demás gritos.

La reacción de Donnie no se hizo esperar, logrando llenarme de orgullo ante su disposición y palabras. Estaba más que dispuesto a asumir su lugar en la comunidad, a asumir los deberes para con su escuela. Era cierto que su afición al mundo occidental no me agradaba del todo, pero en momentos como aquel quedaba claro que el joven mortal se mantenía aún en el camino de la virtud.

Sin embargo, al buen pastor no se le media por su rebaño, sino por las ovejas descarriadas.

Me recordé aquella idea, a fin de no permitirme alimentar un ego que no se merecía tanto alimento, mientras me ponía en pie, uniendo mis manos ante mi rostro, una envolviendo la otra en un saludo marcial. La cabeza del dragón, la inteligencia; y la garra del tigre, la fuerza; unidos en agradecimiento a mi alumno.

En nombre de la escuela y en el mío propio, te lo agradezco. Los lazos de hermandad son importantes. Si no cuidamos de nuestra comunidad, nos convertimos en meros salvajes. -Les aleccioné, aunque en un tono mucho menos inflexible que de costumbre, más cercano- Tenéis trabajo aquí, por lo que veo, de modo que os dejo ya. Tengo aún muchos otros asuntos que atender.

Acompañé aquellas palabras con una mirada indescifrable hacia Li, quién bien sabía que mis asuntos incluían a aquellos bajo cuyo mandato se había corrompido. Y él mismo tenía mucho por delante: hacia Donnie, hacia mí, y hacia la responsabilidad que había adquirido con la joven Ren. No envidiaba el sendero que se vería obligado a recorrer, pues lo conocía bien. Y el camino de su redención seguramente fuera mucho mejor que mi paso por el infierno hasta el segundo aliento. De modo que me dispuse a marchar para alcanzar mi escuela, comprobar su estado, y ver si habían dejado una de aquellas cajas a mi nombre.