¡Tú!. Dijo señalando a Wellington ya que era el ultimo que había hablado. ¡Deten a esa bruja y dame el mapa de los naipes!. ¡Tienes cuatro segundos!.
Empezó una letal cuenta atrás que nadie pensó que fuera en broma, en especial el pequeño Sam.
¡Cuatro! ...
... Había escrito un mensaje hace como 3 o 4 dias... ¿dónde coño está?
En serio, me he quedao en plan... no lo podré ver xq fue con otro pj? xDD
Pues I don´t Know. Yo el ultimo mensaje tuyo que tengo es el del día 23 que me preguntabas si se podía cambiar lo anterior. Luego ya no recibí más. Se habra ido al limbo de los mensajes perdidos XD
Master estoy un poco confundido. No recuerdo qué había ocurrido con el mapa. No lo tenía el capitán???
-Bruja! -gritó DosEspadas.
Ekao escupió en el suelo, y dió unos pasos hacia atrás, con los ojos cerrados. La brisa que les acariciaba el pelo llevó el siguiente mensaje a Thomas... "Haced lo que os diga el capitán", con su propio tono de voz, tranquilizador, de forma que supiera que era ella quien le hablaba.
Tras estos instantes (antes de que comenzara la cuenta atrás de DosEspadas), Ekao se golpeó con el puño el estómago, varias veces, hasta que la vilis llegó a su boca. Escupió por la borda la ácida sustancia, y casi al instante en que tocó el agua se levantó un viento muy fuerte, ya desde el principio. En la cuenta atrás de DosEspadas, aquello casi era un tifón.
No la veían, pero el Gran Bashá despertó en la sangre de Ekao haciéndola parecer más un ser místico que una mujer negra. Los ojos se ennegrecieron por completo, y comenzó a levitar con suavidad. La inmortalidad era una baza con la que contaba, y una ventaja añadida era que el enemigo lo desconocía (pues sólo las señoras lo saben, y entre ellas lo comparten). El tifón que comenzaba a formarse hacía casi imposible el oir los números en descenso que pronunciaba Dos Espadas.
Ekao comenzó a avanzar, con aspecto ingrávido, hacia él.
Lo volveré a intentar, a ver qué pasa...
En realidad la tela con el mapa la tiene Sam, ya que Will se la dió a él para que estudiara la ruta. Claro que eso no lo sabe Dosespadas.
Ahora si que está pero lo has puesto en solo para el director. ¿Lo pongo para que lo vean los demás?
gggffhfhfhhggggg.gg.... y....yo..sfrrhrhfrrr..e... fgrgrgr..
El pobre Sam intentaba hablar mientras se asfixiaba por aquel tremendo brazo.
Vaya por no saberlo, no lo sabia ni yo xD. Se me había pasado.. bueno tampoco puedo hablar para decírselo no?
La situación era crítica. Sacrificar el mapa era grave. No solo por perder aquel tesoro, si no por lo que todo ese oro podía significar en manos de una persona como Dosespadas. Debían ganar tiempo, intentar sacar una ventaja de aquella situación.
El mapa es tuyo, pero suelta al niño primero. Si lo matas solo conseguirás una bala en tu cabeza....
Dosespadas aflojó el brazo que sujetaba a Sam pero puso su espada cerca de la garganta del muchacho.
Lo soltare cuando tenga el mapa. Dijo sin ser consciente de lo cerca que estaba en realidad. Tres... Añadió con una sonrisa malefica a su cuenta atrás.
Thomas sonrió irónico.
Te cansarás de contar. No lo tenemos con nosotros. Lo tenía el viejo Will, pero veo que ya lo has... revisado. Ahora deberemos buscarlo por todo el barco, asi que empieza a aflojar esa espada.
Qué hago? qué hagooo? Oh dios mio.. qué hago?
Al ver como Wellington decidió optar por la farsa decidió no abrir la boca y seguirle el juego. No sabía porque pero tenía la sospecha de que Dosespadas le mataría se lo diera o no, así que mejor que no se lo llevara consigo si finalmente su destino era morir allí.
¡Mientes! Gritó Dosespadas. Ya has olvidado lo que es el honor de la marina. Mientes como un viejo pirata de corazón putrefacto.
Miró a Sam y se dirigió a él. Sabía que los niños no mentían con tanta facilidad y eran más faciles de asustar.
Dime pequeño, tu no quieres tener el corazón putrefacto como esos viejos piratas tontos que te acompañan. ¿Verdad que no? Dime donde está el mapa..
No, que siga en privado, sólo que tienes que decir al resto que se ha levantado una brisina. xD
Posó la palma abierta en la espalda de Dos Espadas, y habló una voz de ultratumba, masculina y profunda, como si hablara un dios:
-Tu malvada alma no hará más daño, bastardo. Expiarás tus pecados en el infierno de los desalmados.
Una llamarada brotó de la mano, y lentamente envolvió a Dos Espadas, que refulgía con una luz anaranjada y blanquecina, hasta que finalmente desapareció. El silencio que siguió fue ensordecedor.
Tú me dirás, jefe.
La lluvía caía copiosa. La larga cabellera del antaño oficial de la Royal Navy era azota por un viento cruel y violento. Los relámpagos parecían luces teatrales en aquella escena, iluminando a una bruja sin poder hacer mas brujería, un niño siendo estrangulado, y dos piratas tratando de salvarlo. Una persona normal hubiera estado aterrada ante aquel panorama tétrico. Pero ellos no eran personas normales, eran lobos de mar. Habían sobrevivido a las peores condiciones, infrahumanas mas de una vez. Se habían enfrentado al hambre, a la peste, a los mares bravos, al motín, y hasta a la misma muerte.
Dosespadas había bajado la guardia para hablar con Sam, tal vez era aquella la oportunidad de tomar la ventaja. Thomas sacó rápidamente su pistola y apuntó al corazón del pirata. Rogó a los mares que se calmaran por un segundo para poder tener buena puntería y lograr que la existencia de aquella alma podrida dejara de oscurecer los mares.
Denmen un segundo de paz, y alimentaré sus bravas fauces con la mayor de las ratas...
Tiro algo master?
¿El mapa? Yo... bueno..
¡¡¡¡ !!!!!
Sam miro con los ojos como platos lo que estaba a punto de hacer Wellington y trato de quitarse por todos los medios de en medio. Como se desviara el tiro unos centimetros bien podía volarle los sesos a él.
El disparo de Wellington sonó a la vez que el trueno de un rayo que iluminó las aguas por un par de segundos.
Dosespadas miraba arrogante al oficial de la Royal Navy, como si el fuego de la pistola no le fuera a afectar y ni le preocupara. Su sonrisa confiada hizo dudar a Wellington y pensó que jamas lograrían matar a aquel demonio.
Pero de pronto Dosespadas comenzó a arder, una llamarada le envolvió, refulgía con una luz anaranjada y blanquecina, y le fue consumiendo entre gritos de dolor terribles. Soltó a Sam, que debido a su cercanía se quemó los antebrazos al intentar escapar del capitán Dosespadas y aquellas heridas le dolían como si se hubiese quemado con las llamas mismas del infierno. Sus heridas llegaron a cerrarse con el tiempo, pero siempre le quedaron unas marcas extrañas en los antebrazos, con formas extrañas donde los más alocados dirían que se podía adivinar dos espadas cruzandose. Aquellas cicatrices le ardieron en la piel siempre que se cumplía un aniversario de aquella noche. Tan terrible era el fuego.
El joven muchacho también pudo ver como la cara del fiero pirata, que le tenía con el cuello entre sus poderosos brazos no ha mucho, se consumía y deterretía lentamente por el infernal fuego hasta quedar reducido a nada. Solo entonces el fuego dejo de arder y un silencio mortal inundo todo. Incluso la tormenta se detuvo.
La explicación de todo aquello la encontraron entre las sombras tras el pirata. Ekao se había escurrido hasta allí para liberar su poderosa magia. Aunque ahora se encontraba extenuada debido a que para acabar con el pirata había necesitado de todo su poder.
IIIIAAAAGGGGGGGGGHHHHHHHHHH
Sam chillo con todas sus fuerzas, primero por el profundo dolor de cien mil cuchillas atravesando sus brazos quemados y después de horror al ver como el rostro de Dosespadas se derretía de manera dantesca. Se cayo al suelo de culo y retrocedio como malamente podia entre gritos y sollozos. Desde luego aunque en el futuro intentara olvidar este momento le sería imposible.
Cuando su espalda chocó con uno de los mastiles se quedó allí callado como una tumba y encogido del miedo. Sus brazos ardían pero eso no le importaba demasiado ahora, estaba en sock.