Partida Rol por web

La oscuridad en la bodega era absoluta tan solo la debil luz que la antorcha que Sam portaba temeroso arrojaba algo de claridad, pero solamente lo justa para bajar las escaleras. Las alargadas sombras de los cuatro fueron bajando las escaleras hasta llegar a la puerta.

La estancia estaba completamente a oscuras y el silencio era absoluto de no ser por los debiles crujidos y chasquidos de la madera del barco.

Sam apenas iluminaba nada con la antorcha, pero consiguieron vislumbrar una figura en la oscuridad. Un punto algo más negro allí donde ni la mente de Ekao podía llegar a ver con claridad.

-Bisom Besam Bimma, Bashá- comenzó a susurrar. -Diom Bisom Besam Binma!

Con el dedo índice señalando a la antorcha, movió el brazo hacia la oscura figura, y un trozo del fuego, como una pequeña estrella, acompañó al movimiento. Se separó de la antorcha y voló violentamente hacia el fondo de la habitación, y su resplandor iluminó por un momento la escena.

Sam observaba desde la distancia con las piernas hechas un flan, y más aún desde la intervención mística de Ekao.

Thomas miró cómo el fuego volaba. Su cara quedó boquiabierta, casi como un bufón. Al menos por un segundo. Cuando se dió cuenta trató de volver a su solemne expresión de siempre, rogando que nadie que ubiese visto.

Tu! Quien eres? Donde está nuestro capitán? Gritó a la extraña figura.

La figura seguia inerte, sin moverse y por supuesto sin contestar a las preguntas de Wellington. Durante el breve segundo que la habitación se iluminó por acción de Ekao, como si del destello de un rayo se tratase, vieron que la figura se encontraba sentada en una silla, aunque no acertaron a conocer de quien o qué se trataba. También les pareció ver sangre, aunque solo fue un reflejo como todo lo demás.

Luego todo volvio a la penumbra absoluta.

-Necesito una chaqueta, un trozo de tela, de vela.. lo que sea. Dadme una de vuestras chaquetas, rápido -instó la mujer.

Sam se desata su pañuelo del cuello y se lo tiende a la hechicera del vodoo.

Eh.. to..toma.

Escupe en el pañuelo y lo acerca a la antorcha. Casi parece una cara, fantasmagórica pero una cara al fin y al cabo, lo que dibujan las llamas. Avanza, como si no temiera lo que hay al final de la habitación, iluminada por la llamarada que ahora era verde.

Como está protegida, no puede sufrir ningún daño.

¿Qué es lo que ve, jefe?

La luz fue poco a poco iluminando según se acercaba Ekao a la figura. Primero vieron un charco de sangre en el suelo y luego, sentado sobre una silla el cuerpo sin vida del capitán William O´Linch, con una de las espadas del terrible capitán Dosespadas encajada en el cuerpo.

Contaban que Bill Dosespadas llevaba, como su propio apodo sugería, dos espadas siempre. Y que bajo ningún concepto las perdía o las dejaba atrás. Una era una espada corta y la otra un sable curvado, La que aquí tenían era la espada corta, reconocible por el pomo con forma de dos serpientes entrelazadas.

Al parecer hasta en la muerte el tenaz irlandes había resultado obstinado, había conseguido arrebatarle una espada al terrible pirata aunque pagando un alto precio por ella, su vida. Una lucha sin cuartel se había desarrollado entre ellos dos, y la cara de Will así lo reflejaba, una terrible lucha que se saldo con la victoria de Dosespadas pese a tener que abandonar la espada incrustada en el torax de su enemigo.

Las artes de la bruja sorprendieron a Thomas, epro solo por unos segundos. Pronto quedaron opacadas ante la macabra escena. El bravo capitán yacía inerte. Dos capitanes muertos en pocos dias. No parecía una buena empresa aquella. Se acercó, observó la espada, y la sacó del cuerpo de Will.

Juro que te atravesaré con tus propias serpientes Dosespadas!

Luego cerró los ojos de bravo irlandés.

Descanza mi buen amigo...

Sam mira compungido la macabra escena hasta que un par de lágrimas le surcan las mejillas, otro hombre bueno muerto. Estaba claro que la tripulación estaba maldita y todo aquel que se convertía en capitán sufría una horrible muerte... de la que se sentía culpable. Él habia sido uno de los que habian votado por pactar con dosespadas para conocer el tesoro.

Lo siento..

Aguardo callado y espero a que los más mayores tomaran una decisión al respecto.

Tenía el brazo derecho acomodado sobre los hombros del pequeño Sam. También a ella le asomaron cálidas lágrimas, y es que William fue un gran capitán para todos ellos, a pesar del poco tiempo que duró en el cargo.

-Así es la vida en la mar, Sam. Los hombres buenos suelen caer primero... Ekao -dice, levantando la vista, -¿está aún Dos Espadas en el barco?

Cierra los ojos un instante, rozando con los dedos el acero de la espada del pirata. Mueve la cabeza negativamente.

-No le siento cerca, pero aun puede estar en el barco.

-Deberíamos echar el barco a navegar, es mi opinión. Si Dos Espadas sigue aquí, no podrá escapar, y si está en el muelle o lejos de aquí, ya de poco nos sirve quedarnos -concluye. -

Pero.... apenas tenemos tripulación, y todavía no compramos víveres...¿no?

Qué haremos si nos lo encontramos de nuevo en.. la mar?

Volvio a mirar el fatal destino de Will y tragó saliva ¿quién sería su siguiente víctima?

La espada no cedía. Parecía pegada al pecho de Will, como si de Excálibur se tratara. Luego de un par de intentos, Thomas miro a Ekao.

Bruja, no puedes hacer algo con esto?

Si quisiera escapar ya lo hubiera hecho. Y tal como dice Sam no podemos partir. Cada vez somos menos, y ahora sin capitán. Terminemos de revisar el barco y veamos si encontramos al maldito, aunque lo dudo mucho. Luego tomaremos una decision. Necesitamos un nuevo capitán urgentemente.

-Mejor no toque más esa espada, señor Wellington. Ese tipo de armas suelen llamar a su dueño, y ahora estáis en un estado de desaliento que os deja en inferioridad -dijo, mirándoles. -Además la muerte llama a la muerte. Debemos salir ya de aquí, o terminaremos como él -señaló a Will con la cabeza.