Partida Rol por web

Una gran sala con una gran cantidad de mesas alargadas en las que caben unos quince astartes o treinta personas de tamaño normal. Estas mesas son alargadas y separadas entre sí por unos espacios de unos cuatro metros por los que se mueven los servidores que van sirviendo los desayunos estipulados para cada uno de los miembros del Capítulo.

     Nathaniel se encaminó hacia la mesa y se sentó junto al princeps Justarius. Disfrutaba de la compañía de sus pares del Adepta Titánica, solo quienes se han sentado en el trono de mando de un avatar del Dios Máquina podían entenderse realmente. - Dígame Shiban. ¿Que piensa de todo éste asunto del ataque a la forja? ¿le parece que está bien planificado? No dejo de pensar que quizás nuestro rol en él no hará que podamos explotar todo nuestro potencial. Quizás nos han reducido a una tarea de supresión de masas mas propia de artillería común que de nuestro oficio.

Severus caminó tras la inquisidora sin molestarse en opinar o responder a sus compañeros, no era un hombre sociable y tampoco tenía especial interés por separarse a ningún objetivo; la conversación sobre la telepatía le pareció interesante, no porque le aportase alguna información nueva mas si era curioso, ver a alguien preguntar con asombro sobre algo que para ellos era natural, le agradó no ser interrogado a razón del asunto.

Había algo que no agradaba a Severus... allí no existía más que duda, aquellos hombres debían superar una serie de pruebas, demostrar sus aptitudes pero le costaba entender como podían dudar y cuestionar tanto las cosas... uno de ellos seguramente formaría ya parte de la lista de la inquisidora y con total seguridad ni fuera consciente, por desgracia para él la inconsciencia no depura culpa alguna.

Aunque aquella conversación no era de su incumbencia, Septimus pensó que aquella frase no debería haber salido nunca de los labios del princeps. Tras tragar el bocado que estaba degustando, el astartes se dirigió a él.

-Saludos, princeps Benkai. No estoy seguro de qué quiere decir, la verdad. Todos somos engranajes en la maquinaria bélica al servicio del todopoderoso Dios-Emperador. Son sus designios los que deciden de qué modo y a qué velocidad debemos girar. El orgullo no nos salvará de la destrucción, debemos ser humildes y aceptar con ésa humildad el papel que nos toca jugar. Un astartes está muy por encima de un humano normal, del mismo modo que un titán lo está por encima de otros ingenios de guerra... Pero si los astartes debemos ejecutar una labor de guardia, o permanecer en reserva en vez de abrir el asalto, lo haremos sin pensar que se está desaprovechando nuestra capacidad... Aunque, con todo ésto, espero no haberle ofendido, princeps Benkai. 

Justarius observó a Lady Leah mientras entraban al comedor, dejándola pasar primero como los modales cortesanos indicaban. Tras la pausa protocolaria, siguió su conversación....

"Lady Leah......que yo os diga si tengo o no algo que ocultar es lo de menos, y me explico antes de que saquéis el cuchillo...." dijo mientras alzaba una mano en gesto conciliador..."obviamente tenga o no algo que ocultar, la respuesta en vuestra presencia, y en la de la mayoría, sería automáticamente un no rotundo, a menos que esté loco o idiota. El Emperador, representante físico del Omnissiah, nos ha dado armas más que suficientes para luchar contra la depravación del Caos y de sus inmundicias, un claro ejemplo sois vos y el Inquisidor Lord Severus. Ahora bien, contestando a vuestra....cuestión....no...no tengo nada que ocultar, como bien saben mis superiores y los correspondientes adeptus de mi orden que se encargan de cribar la "paja buena" de la "paja mala", pero si tenéis alguna duda, me ofrezco voluntariamente a cualquier prueba que tengáis a bien a someterme, pues no tengo nada que ocultar, por tanto, no tengo nada que temer." Su convicción en sus palabras era mucha, y en su tono de voz, en su apostura, en su manera de moverse, se traslucía dicha seguridad en sí mismo.

Tras la larga parrafada, se sentó al lado de Lady Leah para poder seguir con la conversación....."Mi interés es puramente científico y la curiosidad innata con la que el Omnissiah nos bendice, aquella que nos ha hecho revelar tantos y tan grandes conocimientos para mayor favor y uso por parte de la humanidad. Me preguntaba si sería útil dicha habilidad en caso de encontrarnos con algún tipo de interferencia electrónica o magnética sobre nuestros transmisores de frecuencia de banda corta, emm....estoy divagando....disculparme, no quiero aburriros con detalles técnicos. Ya habéis dejado claro que no es posible, aunque al menos cabría la posibilidad de que vos o Lord Severus transmitierais coordenadas de ataque o alguna situación peliaguda en caso de encontrarnos en dicha situación......mmm....interesante....lástima no poder contestar....." Justarius se meso la barba mientras hablaba, pensativo, quizá no del todo consciente si estaba transgrediendo algún tipo de norma o no con sus palabras, daba la impresión o de que le traía sin cuidado, o de que no estaba pensando realmente en la peligrosidad de sus palabras.....

En ese momento se sentó el Princeps Benkai a su lado y le realizó una pregunta....que Justarius se tomó un poco de tiempo en sopesar y contestar, tiempo que empleó el Astartes Septimus en dar su opinión....."Como bien dice el hermano Diomedes, la humildad es una buena actitud, pero me permito recordarle al hermano Diomedes, muy humildemente por supuesto, que los Dioses-Maquina deberían obtener mayor respeto por parte de todos, puesto que ellos nos han hecho ganar innumerables batallas y sus espíritus combativos ansían más y más victorias. Sin ellos y su valor, cientos de miles de hombres, incluyendo miles de Astartes, hubieran caído ante las tropas enemigas. Nunca me oiréis pedirle humildad a uno de nuestros Titanes." tomó un sorbo de agua y prosiguió:

"Princeps, no creo que se les haya pasado por la cabeza reducir a nuestros Dioses-Maquina a una tarea tan simple, sencillamente porque es imposible. Nunca se producirá eso. Otra cuestión es si me preguntáis si nosotros estamos recibiendo las instrucciones adecuadas o estamos siendo tratados con el debido respeto, Señor. Os diré que no me parece el mejor de los planes, aunque ya me habéis escuchado antes...."

Leah, sentada en la mesa con los codos apoyados permitiéndole entrelazar los dedos a la altura de la boca para observar por encima de éstos a aquéllos que estaban el comedor cerró los ojos con una sonrisa acerada.

-Temo, Princeps, que si todos los servidores al Emperador fueran sinceros al respecto de qué ocultan la Inquisición no existiría y mi asistencia aquí sería cuanto menos imposible-dio como contestación al discurso dado por Justarius al estilo "mis superiores confían en mí"-Ninguna manzana está agusanada hasta que al morderla sientes los gusanos retorcerse en tu boca y para entonces ya es tarde-Apoyó con suavidad las manos en la superficie metálica  y se incorporó un instante para alisarse la túnica y volverse a sentar, ladeándose para dejar sitio cuando le trajeron el desayuno estándar del comedor. Una vez servida, Leah lanzó una mirada a los oscuros globos oculares del navegante con tranquilidad mas no le dirigió la palabra por ninguna de las vías puesto que no parecía tener ganas de hablar.

Tampoco tanto dijo Galb sin apenas darse cuenta No hace falta morder los gusanos, con dar un pequeño mordisco a la manzana basta para verlos añadió recordando lo asqueroso de la situación. ¿Cómo podía hablar con esa soltura cuando iban a desayunar? Era una mujer un tanto siniestra. Ya no solo por hablar con la mente, si no por los comentarios que hacía.

¿Los inquisidores siempre eran tan raritos? Sólo esperaba que esas imágenes no hicieran que la inquisidora Leah tuviera más hambre aún.

El navegante observaba con seriedad la conversación, sus antinaturales ojos negros puestos en aquellos hombres apeas parpadeaban, cuando la inquisidora miró a Severus respondió con un indeterminado movimiento de su cabeza, ella lo comprendería, eran muchos interrogatorios juntos a sus espaldas; la interrupción del recién llegado podría ser la puntilla para el asunto, sólo cabía esperar que Leah no lo viera así.

¿Qué tipo de necios hablan con esta desvergüenza a un inquisidor?... confío en que Leah no se aburra de este espectáculo lamentable y realmente comience a sospechar o simplemente quiera darles un correctivo... está visto que las criaturas menos inteligentes de la galaxia desconociendo sus acciones pasando inadvertidos a las fuerzas entrópicas... los poderes ruinosos... si hubiera estado en la disformidad... si conocieran lo que se esconde tras un campo geller, lo que se oculta tras la aparente realidad, lo que camina sin ser advertido, lo que susurra desde el borde de nuestra cordura... no tienen ni idea de lo que habla Leah... han quedado anclados en la comparación del gusano... una idea... una sola duda puede tumbar lo que era una fe inquebrantable reforzada con la voluntad más férrea... he visto caer a quienes jamás podrían caer... no tienen ni idea...

Blitz comía en silencio, aunque todos notabais cómo la conversación no le era ajena. Mientras comía, los ojos críticos del tecnomarine se clavaban en el hermano que hablaba para recordar cada detalle y extraer conclusiones de sus formas de hablar.

No estaba demasiado cómodo con esa actitud, sus hermanos de batalla debían ser bien considerados y entenderlos y aprender sus gustos, costumbres y habilidades con el tiempo. Sin embargo, tiempo era lo que no tenía. Debía extraer la información que pudiese de sus hermanos en el poco tiempo que le quedaba. Si alguno era más activo que otro, más sumiso, o más creativo, debería saberlo para poder asignar el puesto adecuado en el campo de batalla.

Varios adeptos se movían entre las mesas sirviendo diferentes tipos de desayunos que correspondían con la dieta asignada a cada uno, pues cada cuerpo era diferente y necesitaba una cantidad de nutrientes propia. Mientras tanto, la conversación de los Astartes continuaba.

"Es el orgullo el que habla, y ésas enormes máquinas guerreras tienen motivos para tenerlo... Pero éso es peligroso y no beneficia a nadie."

-Me disculpo si ha parecido que ponía en duda su efectividad, princeps Shiban. Nada más lejos de mi intención. Sin duda, son magníficos y dignos de alabanza... Pero deben plegarse a los designios del Emperador, y de aquellos que representan Su Voluntad, como todos y cada uno de sus fieles servidores. Quizá pueda parecer poco para un ingenio de guerra tan impresionante el proteger y dar apoyo de fuego a unos pocos astartes, pero es lo que la misión, lo que el Imperio y lo que el propio Emperador requieren. Y más aún, mediante éste acto de servicio, pueden posibilitar que se recupere un planeta para mayor gloria de la humanidad. 

Justarius miró a la Inquisidora y asintió despacio..."Sí, desde luego, tiene mucho sentido lo que decís. Veo dónde queréis llegar. Disculpadme si os he ofendido, Inquisidora. No era mi intención. Por supuesto que vuestra diligencia y la de Lord Severus hacen falta al igual que hacen falta los Astartes o los Adeptus Titanica...somos todos miembros de una voluntad mayor que deben trabajar conjuntamente para erradicar al hereje y al xenomorfo.....Y en boltaris tenemos mucho de lo segundo, espero que nada de lo primero".

Asintió de nuevo hacia Septimus "Hermano, no debéis disculparos ante mí, si no ante ellos, los Espíritus-Maquina, pues son ellos los que pueden sentirse ofendidos. A mí no me habéis ofendido, yo sólo trato de explicaros una verdad, como el hermano mechanicum de los Astartes podrá confirmar, los espíritus-máquina pueden sentirse ofendidos y dejar de funcionar en la hora de mayor necesidad, por nuestra falta de humildad. Si el Emperador lo requiere, yo obedeceré, como su fiel siervo que soy, y le suplicaré a mi Titán que me ayude en ésta ardua tarea, puesto que es nuestro deber obedecer y destruir a los enemigos de la humanidad. Si nos han ordenado recuperar el planeta, eso haremos, ni más, ni menos".

Tras la explicación, Justarius siguió desayunando, quizás inconsciente del peligro que rondaba su cuello, pero totalmente convencido de sus ideales. Él servía al Dios-Maquina, el Omnissiah, y era indudable su entrega a su trabajo. Los espíritu-maquina merecían todo su respeto y devoción, puesto que eran con los que trabajaba día a día y los que salvaban millares de vidas cada vez que actuaban. No parecían entender que estaban del mismo bando, el Emperador, el campeón de campeones de la humanidad, era considerado por Marte como el Avatar físico del Omnissiah, por lo tanto, Justarius servía al mismo señor. Tan seguro estaba Justarius que era una cosa que cualquiera debía entender, que ni siquiera se le pasó por la cabeza el que los otros no fueran conscientes de ésta verdad. Por ende, la seguridad en sí mismo y en sus convicciones era extrema. No tenía motivos para dudar de algo que le habían enseñado desde pequeño....

Blitz miró el reloj. Estaba siendo una conversación animada, pero temía que sus asuntos ahí pudiesen demorar otros de igual o mayor importancia. Aún podía quedarse un rato más, así que se quedó un rato más.

Escuchó con atención la réplica del hermano Diomedes y asintió ante su mención por parte de Shiban. Tras asentir, murmuró muy bajo una plegaria del Omnissiah y siguió escuchando. La verdad es que se estaban hablando de temas peliagudos, susceptibles. Y, mientras miraba a los dos Inquisidores, se preguntaba como afectarían esos temas a la salud de la Compañía.

La inquisidora cerró los ojos con evidente condescendencia, quizá hubiera sido el momento de darles un correctivo para que todos recordaran con quien trataban aunque su mente estaba más ocupada preocupándose por la ratita pelirroja y nerviosa que andaba preparando sus cosas.
La baraja, Faery, ocúpate de que lleve la baraja conmigo,le comunicó a la niña.
Tomó el desayuno con imperturbable tranquilidad.
-Y vosotros sois de...-dijo cambiando de tercio la conversación, sería lo mejor para todos los demás (menos para Severus, él estaba tan a salvo como ella o al menos todo lo a salvo que pueden estar entre ellos).

     Demasiados egos enfrentados por el mando de las operaciones en Boltaris I. El planeta necesitaba la arrogancia de la Inquisición tanto como mas tiránidos. Los astartes se sabían superiores al humano "común" y por tanto estaban alejados de sus necesidades. La casta mechanicum poseía la sabiduría y el buen hacer para llevar la empresa de liberar los mundos del sistema sin necesidad de la condescendencia de aquellos "recién llegados". Todos ellos pavos reales contándose las coloridas plumas los unos a los otros... cuando comenzase la batalla ya se vería quien las tenía mas vistosas. Ya se vería quien tenía el máximo poder.

    - El señor Shiban ha expresado lo que quería decir con bastante acierto, hermano apotecario. Dijo al fin contestando a las palabras del astartes. - No me gustaría pensar que se desperdician las posibilidades de unas máquinas tan poderosas y escasas como las nuestras. Es importante utilizar las herramientas adecuadas para el trabajo adecuado. Nadie usa un cañón para matar moscas, ni un veneno insecticida para destruir un tanque. No dudo de lo necesario de la misión, sino de lo adecuado de nuestra intervención. 

-¿Y a quién mandaríais vos, princeps Benkai? Y más dada la carencia actual de efectivos por el denodado ataque de los tiránidos. El cometido de un martillo es enterrar clavos en la madera, pero si se necesita un arma y no hay nada más, el humilde martillo de un carpintero tendrá que cumplir ésa función, aunque no esté destinado para ella. Del mismo modo el cuchillo de combate, diseñado para acabar con las vidas de los enemigos del Imperio, puede ser usado para afilar un arma improvisada u obtener alimento en situaciones de supervivencia, aunque éso suponga un uso más humilde. Las necesidades, y los requerimientos del Emperador, son lo que debe imperar. Aunque insisto, no busco ofender a ningún miembro del Mechanicum.

Lo cierto es que no le gustaba nada a dónde estaba llevando ésto. No buscaba ofender a nadie, pero las órdenes eran claras y no tenía sentido quejarse de ellas, por mucho orgullo propio que hubiera por medio. 

"Y más delante de dos Inquisidores... Lo que me recuerda..."

En ése momento, el apotecario se dirigió directamente a la Inquisidora, con una sonrisa de disculpa y un leve gesto de la cabeza.

-Perdonad mi demora en responder, Lady Leah, pero creía necesario dejar claro éste asunto. Mi planeta de origen es Boltaris II, era doctor en una de las zonas de mayor prospección de Promethium. 

No le gustaba cómo el Astartes Septimus hablaba a su superior, pero prefirió dejarlo estar, eran extranjeros y era normal que no supieran tratar a un princeps con la categoría que correspondía...había que comprenderlo.

"Boltaris I ..." contestó Justarius con un ligero asentimiento. Daba por hecho que todo el mundo allí sabía de dónde eran los miembros del Mechanicum, puesto que los habían encontrado en su planeta natal, defendiendo a ultranza el último bastión que quedaba en pie.....y tenía la certeza que Lady Leah y Lord Severus estarían más que informados sobre eso, pero si la mujer quería que le siguieran el juego, él jugaría....

"Creo que será mejor que centremos nuestros esfuerzos en terminar de desayunar y acudir a nuestros quehaceres..... debemos supervisar que todo esté en orden e intentar descansar, puesto que luego ya no sabremos cuando tendremos más ocasiones de hacerlo."

     Deliberadamente evitó contestar al astartes. Cualquier cosa que dijere en aquellos momentos apelando a la sinceridad levantaría ampollas en algunos de los presentes, y eso era algo que ni le beneficiaba ni era adecuado con la misión tan próxima. Por suerte la intervención del otro princeps cortó la conversación lo suficiente como para que no se notara demasiado.

     - Eso es quizás lo mas sensato que he oído en toda la mañana. Contestó Benkai a las palabras de Shiban. Después su cabeza se giró para fijarse en la inquisidora Beryl. ¿Aquello era un intento de establecer una charla banal o simplemente se burlaba de ellos? O mucho se equivocaba o ambos inquisidores conocerían sin duda los entresijos de los expedientes de todos los presentes lo suficiente como para no necesitar hacer esa pregunta. - Boltaris I, por supuesto. Contestó sin mas. Si lo que pretendía era caerles bien, quizás debió escoger otra profesión diferente. Benkai quería un inquisidor cerca de él tanto como un pelo en sus gachas de proteínas. 

Blitz se levanta de la silla.

- Perdónenme señores. Ha sido un placer tomar el desayuno con vosotoros.- dice mirando el reloj. Su actuación le hace parecer algo frío y distante.- Pero me temo que el tiempo se acaba y debo hacer otras cosas. Si me disculpan.

Empieza a caminar. Tendrán que seguir la conversación... En otro momento