Partida Rol por web

Tras recoger el carcaj que dejé la noche anterior, y confirmar que otro 20 proyectiles , con la punta de acero recién trabajada, y con los penachos de plumas de oca colocados con pulcritud. Solo me quedaba recoger las lembas que había pedido, en la zona de cocinas...:

— Espera, maestro armero!! — dije, recordando algo que, en caso de ocurrir, podría dejarme sin armas a distancia en mitad del bosque, cada vez mas peligroso — Necesito una cuerda digna de mi arco — continué diciendo, cuando el elfo silvano se giró de nuevo para atenderme, con aquellos ojos oscuros que siempre tenían un poso de pena en la mirada. Le cedí el arco, con sumo cuidado, de nuevo, como siempre me pasaba cuando me detenía a admirarlo, maravillado por las tallas minuciosas y perfectas en forma de enredadera, con aquellas pequeñas aves ocultas en el follaje, y las runas encantadas que le conferían una flexibilidad y una fuerza muy superior a la esperable a la mejor de las maderas del tejo.

Cuando hube guardado la cuerda de repuesto en la mochila que llevaría en el viaje, recogí las lembas, primorosamente envueltas en hojas de parra, y las guardé con cuidado junto a las que aun mantenía de las que me había traído Legolas, mi primo y primogénito del Rey.

Habían pasado los primeros minutos tras el desagradable hallazgo en la habitación del Edain, y pese a que aun bullía en mi interior una fría cólera, no era dado a arrebatos de genio, mas allá de para colocarme en el lugar que por derecho me correspondía, así que empezaba a analizar las implicaciones de lo sucedido. Las mezclas raciales entre los Primeros Nacidos y cualquier otra especie eran una aberración: nosotros estábamos aquí, en Ea, para iluminar a las razas menores, no para caer en las bajezas de la pasión con ellas, pero... Sería verdad que Raban no había tenido nada que ver en que la vuida estuviese en su habitación?? Desde luego sonaba descabellado, teniendo en cuenta que compartían la cama cuando yo entré, pero, una vez enfriado el primer impulso, y habiendo recuperado la superficie de mi mente su caracter liso y transparente, tenía que reconocer que aquella respuesta suya había sido espontanea, y no había detectado en su mirada atisbo de lascivia o mentira. Aquello era algo de debía enmendar...:

— Si es que viene... — me dije, llegando a la puerta oeste, mientras saludaba de forma marcial a los guardias que la custodiaban, y me dirigía hacia el puente que dominaba un salto de agua de las fuentes del Rio del Bosque.

Jajaja!!! Como te mola la "jarana"!! xDD

Si no, no sería DJ

0:)

Vale, te he puesto:
Los paquetes de lembas (de 7 en 7, por eso 63)
20 flechas +10BO
Y la cuerda de repuesto.

Raban por fin se sintió complacido al calzarse unos pantalones acordes al instrumento que portaba entre las piernas. La ropa estaba limpia y en perfecto estado, como todo en el reino élfico. La verdad es que empezaba a hartarse un poco de todo esto. Todo estaba tan limpio que le había costado encontrar un lugar en el que cagar... y lo peor es que no estaba muy seguro que fuera el apropiado.

Joder, en la primer recodo del camino pienso tirarme un cuesco que puede que mate al caballo.

La verdad es que se había reprimido mucho, demasiado.

Abandonó por fin la habitación y se dirigió... ¿dónde? El elfo no estaba... Raban no se había planteado que dudase de su palabra, pero todo era posible. La verdad es que se conocían poco. En el mundo de Raban traicionar la palabra dada o mentir se pagaba con la muerte, la confianza era todo entre los compañeros. Se alzó de hombros y preguntó al primer elfo que vio.

- Desayuno - Intentó decirlo en silvano, pero con sus conocimientos podría ser que lo estuviera insultando.

La verdad es que esperaba algún desayuno de pétalos de flores o similar, así que no se perdía nada... Una buena pieza de cecina poco hecha es lo que hacía que aun hombre le creciera el pelo en el pecho, pero no tenía esperanzas.

No sabía si el elfo lo había entendido, pero había señalado una dirección y Raban la siguió, quizás encontrase por ahí a su compañero.

Entras otra vez en la habitación y en dos minutos tienes al elfito ese con una bandeja.

Varios tipos de leche y zumos variados. Frutas y frutos del bosque. Frutos secos. Mermeladas y una membrillo especialmente brillante. Además, pan negro, muy dulce y delicado ... incluso estando tostado.

Y una jarra de té.

- Mi señor. Un veterano sirviente de la familia apela por tu interés. - Su humano invitado ha pedido el desayuno y está en ello en el cuarto del Capitán.

Te parece una falta total de respeto, el haberse servido por cuenta propia, pero más aún el no haberlo hecho contigo, fuera contando con tu presencia o estando con él.

Cerré los ojos por un momento, mientras despachaba al viejo sirviente de la Casa de mi Tío con un asentimiento, agradeciendo que me informase:

— Es sordo, o solamente totalmente carente de educación?? — me pregunté con un bufido, cuando el mayordomo se hubo ido. Me quité los guantes lentamente, y me dirigí hacia el puesto de guardia, donde di las órdenes oportunas al sargento de turno. El humano no se dignaba ni a pedirme permiso para hacer uso de mi casa, máxime teniendo en cuenta que le había echado??!! Bien, pues que así fuera:

— Sargento, quiero que vayáis a la habitación del Capitán Thantalas, de la sección de Exploradores, y traigáis aquí al humano que allí hay a la mayor brevedad. Entendido??

Tras eso, me acerqué a una de las pequeñas fuentes que jalonaban el puente de piedra, y me senté en una roca cubierta de musgo. Saqué la ocarina, y me dispuse a tocar: a veces solo la música podía ayudar a calmar y templar el alma.

- Si, mi señor.

Tal vez no dispusieras de un rango presente muy alto, poco más que un cabo primero, pero no dejabas de ser el "sobrinísimo"

Hizo un gesto y dos rastreadores le acompañaron.

Tres elfos entraron, como si de un asalto se tratase. Estabas desayunando ovíparamente. Te estabas poniendo "puo".

Al ver que simplemente desayunabas, y no eras una amenaza, guardaron las armas y el que parecía de mayor rango de todos señaló tus cosas, luego a ti, y te hizo un gesto para que lo siguieras.

EL desayuno estuvo realmente bien, estos elfos sabían cuidarse. Los sabores dulces le empalagaban un poco al no estar acostumbrado a ellos, pero disfruto todo lo que pudo del desayuno dejando apenas unos restos del mismo.

De pronto entraron tres elfos preparados como si fueran a detener a un criminal. Ometar los miro un tanto sorprendido pero comprendió perfectamente los gestos.

Tomando sus cosas siguió al elfo que le había dado las órdenes.

Los tres soldados que asaltaron la habitación escoltan a raba, con una mezclas de estilos. No es un preso, pero va vigilado. No es una personalidad a proteger, pero tampoco permiten que nada ni nadie se interfiera en su camino.

Vuestras dos miradas se entrecruzan en la distancia, y mientras Raban aún apura lo que mastica...

Tomaste todas tus cosas, pero una tostada, bien untada, a tu gusto, te acompañaba en el camino.

Eran los mismo que dos minutos antes habían partido a cumplir tu encomienda.

Asentí satisfecho, cuando los tres soldados cumplieron mis órdenes sin objeccion alguna. Sabía que no debería utilizar estos atajos, y de hecho, pocas veces lo hacía, pero también que tenía que sacar a Raban del Palacio cuanto antes. Si mi tio se enterase de lo que había ocurrido con mi invitado, las consecuencias podrían ser funestas para ambos, pero sobre todo para el humano...

Y entonces, en apenas un par de minutos, el trio de guardias volvío, "escoltando" al adan.

Crucé mi mirada con él, mientras se acercaba al puente. Pese a que lo mas profundo de mi enfado había pasado, sentía como un ramalazo de que pudiera volver, viendo la mas que aparente y descarada despreocupación del guerrero humano. Cuando llegaron hasta mi posición, agradecí con un gesto al sargento y a los dos rastreadores por su ayuda, y con una máscara helada como rostro, le dije:

— Vamos tarde — antes de girarme y avanzar por el camino, rumbo al camino secreto abierto por los míos hace centurias.

No pensaba abrir la boca hasta tener claro que ninguna de las patrullas de los mios estaban cerca. Entonces trataría de solucionar este problema: la vida en el Bosque Negro pendía de un hilo y, o ibamos los dos a una, como un equipo, o las probabilidades de fallar, o incluso perder la vida eran muchas.

Justo estando a punto de partir, en el puente de piedra que hay justo enfrente. El propio rey ha tomado un ser enorme y volador, verdoso, con plumas. Todo un séquito le despide, pero, a más inri, la que está en el centro de todo ello, el la propia elfita díscola.

Raban se movía como si la cosa no fuera con él. La actitud de indiferencia pensaba que era lo mejor que podía hacer. La pequeña pervertida le había metido en un lío y no confiaba que todo el mundo confiara en su palabra que no la había tocado. De hecho, lo peor es que sospechaba que su compañero no le creía.

Quizás había llegado el momento de separarse. Estaba harto del Mago Pardo, de los elfos, de que nadie le creyera nunca, pero lo que más harto estaba era de la misión. Por lo visto su apariencia externa de "tío duro" marcaba lo que los demás pensaban de él. Vale.. Alina era un ramera, pero era una buen chica, una chica en la que se podía confiar y que siempre tenía su regazo listo para Raban. El mismo había tenido que matarla, con todo el dolor de su corazón.

Y ahora estos elfos miserables se permitían dudar de él. La elfa no valía ni la centésima parte que Alina. ¿Cómo podían pensar siquiera en comparar ese cuerpo de niña poco hecha con Alina en cuyos senos uno metía la cabeza y no volvía a ver la luz del sol... Pensar en su compañera le había entristecido pero intentó mantener su cara imperturbable no fuera que los comeflores estos pensaran en que tenía algún tipo de arrepentimiento y otra vez malentendieran todo el asunto.

Para cuando se dio cuenta ya estaban abandonando el hogar de los elfos. La verdad es que estaba agradecido, harto también, pero agradecido igualmente. Le habían curado y dado reposo, no tenía quejas.

De todas formas su idea era acompañar al elfo hasta llegar a algún lugar conocido y luego ¿seguir solo? Ya veríamos. No tenía muchas ganas de seguir buscando al escurridizo Mago Pardo.

Saliendo en un puente hay un montón de elfos, incluso uno encima de un bicho grande y verde... el mandamás, sin duda.

Pero en medio de todo estaba la elfa pervertida.

Si no querías ración... doble y hasta en la sopa... ¡ Vámonos antes de que pase algo más !

Sola faltaba que volviera a crear un malentendido y liarla aún más

Justo cuando cruzabamos por el puente de vieja piedra, un grupo de voces me hizo girar hacia allá la cabeza: mi tio, montado en una de sus exóticas monturas, se disponía a partir, lo cual no hacía si no aumentar mi desazón, pues era raro que algo le hiciese salir de su Reino en los últimos tiempos.

Meneé la cabeza, sopesando los aciagos tiempos por venir, cuando vi a la viuda. Estaba allí despidiendo a su Rey:

— Bien, eso confirma que Thranduil aun desconoce el incidente. Lo contrario podría retrasar nuestra partida. Lo que deba hacerse, puede ahora esperar... — pensé, asintiendo una vez mas.

— Vamos, Raban, no perder tiempo... — dije, en mi mediocre lengua común del oeste, que apenas utilizaba, antes de acelerar el paso en pos de nuestro camino...

Si tienes el mapa del BOSQUE NEGRO (Gran Bosque Verde) el sitio donde te comentaban eran CARAS AMARTH como las viejas estancias, y el camino que tomaron era el RÂD ANNON