Partida Rol por web

El Capitán instó a Ridgern a ir a por el aceite justo cuando el portón resonó por segunda y última vez. La madera cedió ante la fuerza del golpe que el campeón de los enemigos propinó con el tronco que portaba como arma.

El enano confiaba en la defensa que habían organizado y sin perder un instante se adentró en el torreón para coger el aceite. Por suerte el edificio era pequeño y Ridgern no tardó en localizar un tonel lo suficientemente grande como para contener una decena de  litros de aceite, pero lo suficientemente manejable como para cargarlo al hombro para poder volver a salir rápidamente.

Allí la contienda ya había empezado y por ahora la batalla estaba decantándose del lado de los defensores del fuerte, pues el campeón agonizaba tras el certero disparo del conde. Y tanto el capitán como el alférez luchaban con valentía haciendo frente ellos solos a un gran número de enemigos. El resto de los soldados, alentados por sus superiores y por la arenga del enano, combatían también con determinación, frenando la ofensiva de los numerosos orcos y goblins que por decenas iban cayendo sobre un caudaloso  rio de sangre.

Ridgern aprovechó el barullo de la contienda para llevar a cabo su plan. Valiéndose de una de sus hachas agrietó el tonel por varios puntos, consiguiendo que comenzara a verter aceite con fluidez. Acto seguido se abrió paso entre los soldados hasta llegar a la primera línea de la batalla y desde allí  lanzó el barril con fuerza  por encima de los soldados, arrojándolo al corazón de las fuerzas enemigas que para entonces, ocupaban ya gran parte de la entrada. Tras eso el enano cogió una de las numerosas antorchas que alumbraban el patio y la lanzo al lugar donde había caído el tonel, que tras el golpe contra el suelo se resquebrajó por numerosos puntos, derramando gran parte de su contenido sobre las trampas, cuerpos y tierra que cubrían esa zona del fuerte. Tras eso Ridgern buscó a Lia para acercarse a protegerla mientras esperaba que  la fortuna y  la magia de la ciencia hicieran su parte. 

Cuando el portón finalmente cedio y dejó a la vista el enorme gigante, Lia sacó su segundo pergamino de "fuerza fantasmagórica" y lo leyó. Está vez se imaginó un arquero, similar al Alferez con todo lujo de detalles, pero de cinco metros de altura y portando un arco aún más descomunal, este de seis metros. El arquero gigante no se demoró y disparó una de sus enormes flechas sobre el gigante, el cual se cubrió instintivamente para evitar la flecha enorme. Sin embargo, al ser una ilusión, no hizo gran daño y el gigante recuperándose de la sorpresa inicial, lanzó con ira el enorme tronco en su dirección, atravesándolo y  desintegrándolo. Ya no había duda, si algún ojo experto lo había visto, sabría que ella estaba allí.

Sin embargo, la muchacha confíaba en que las murallas hubieran parado la vista de aquel ojo experto y decidió encontrarlo ella antes. Por eso se metió en la torre. Cuando vio como el enano volvía cargado con el barril le dijo:

Voy arriba, aún me quedan un par de trucos y quiero usarlos con alguien importante.

Tras su palabras, subió las escaleras hacia la azotea, donde buscó refugio a la vez que oteaba hacia el ejercito enemigo, buscando a la figura que había visto con anterioridad al lado del gigante; así como alguna otra figura que inspirara temor o respeto entre los orcos. Tendría que elegir bien su objetivos, solo tenía dos pergaminos más y dudaba que uno de ellos bastara para matar a cualquiera, necesitaría los dos para matar a uno solo.

El enano esparció el aceite por la entrada como buenamente pudo, la antorcha hizo el resto.La llama comenzó a propagarse como la peste por todo el montón de cadáveres amontonados en la entrada,incluido el cuerpo del gigante, provocando una gran llama que se podía divisar a largos kilómetros de distancia, incluso el fuego comenzó a afectar a la muralla, prendiéndola lentamente gracias a la constante lluvia que ralentizaba considerablemente su avance.Algunos orcos conseguían traspasar el fuego, e incluso ardiendo seguían combatiendo con ferocidad, aunque no duraban mucho antes de caer derrotados.

Cuando Lia se adentró en la Torre para subirla, pudo ver en la cocina como el Conde parecía terminar con el último barril de cerveza.Permanecía sentado en un banco de madera mientras intentaba controlar aquel peligroso estado de embriaguez.Cuando la maga alcanzó la cima de la estructura de piedra, pudo ver a cuatro enemigos que sobresalían en todas las cualidades con respecto a los demás, aunque si su intención era atacarles directamente, sería complicado pues estaban rodeados constantemente de sus aliados, que casi les protegían incluso de los proyectiles.Entre ellos estaba la silueta encapuchada que antes acompañaba al gigante

El capitán y el alférez seguían batallando ya casi sin aliento.Sus esfuerzas escaseaban, eran ya decenas las muertes que acumulaban a su espalda y los músculos comenzaban a fatigarse, cada movimiento era más lento y costaba más de realizar.Lentamente, las tropas del patio fueron disminuyendo por desgaste aunque por suerte, ya se podía ver el fin de las tropas enemigas en la lejanía.

-Señor enano, toque el cuerno ahora, es el momento- le indicó el capitán a Ridgern, matando a unos cuantos orcos entre palabra y palabra-.En lo más alto de la Torre, dudo que la muchacha pueda tener tanto pulmón para hacerlo sonar en todo su esplendor- advirtió al aventurero que parecía estar además también pendiente de la muchacha.

Al ver las cuantiosas bajas de arquería en su ejército, el alférez mandó retirarse a gran parte de los restantes hasta las plantas altas de la torre.

-¡Los que no puedan o sepan defenderse bien, subid a la torre y apoyar desde las aspilleras!- tras esto, siguió defenfiendo su vida y la de sus aliados con total fiereza.No obstante, le habían herido ya de manera superficial alguna que otra vez.Perdía poca sangre, pero la hemorragia no cesaba debido a que no podía encontrar tiempo para tratarlas.

-¡¡¡Clérigos!!!- alzó la voz como si fueses sus últimas palabras.

El padre Petrus desde su posición, escuchó el ruego del alférez y lanzó una cura que al menos sirvió para parar las cuantiosas hemorragias por todo su cuerpo.

Los cuatro elegidos por el ejército enemigo ya estaban casi en la entrada de la empalizada.Era cuestión de segundos que entablasen contacto con los aventureros.

El aceite prendió y pronto el fuego se propagó por toda la entrada, dificultando así el ingreso de los orcos, aunque continuaban con su ofensiva sin descanso. Las tropas  del fuerte estaban ya muy mermadas, pero las de los enemigos también parecían estarlo. Aunque todavía les quedaba un último cartucho que quemar. Cuatro  imponentes figuras se acercaban protegidas por sus secuaces y estaban a punto de entrar en la fortaleza. Si querían entrar tendrían que atravesar la hoguera, lo que daría algo de tiempo a los hombres del conde para recomponer sus filas y prepararse para la última y letal ofensiva de los orcos.

Ridgern estaba ya dispuesto para entrar en combate cuerpo a cuerpo , pero a la orden del capitán el enano obedeció, pues esperaba que fuera la señal para hacer entrar en combate a la caballería que se había escondido en un bosque cercano, lo que podría ser un duro e inesperado golpe para las fuerzas del mal que empezaban a estar ya bastante mermadas.

Con rapidez entró en el torreón y al ver al Conde bebiendo sin medida,  propinó un fuerte golpe al barril del que el hombre sorbía. El conde Daron , que para entonces  ya nada se asemejaba al valeroso y aguerrido hombre que antaño había sido, no pudo hacer nada por evitar que el barril cayera al suelo con fuerza, derramando todo su contenido sobre el frio suelo de la cocina. Ridgern se le quedó mirando fijamente y el espetó - Ya habrá tiempo de beber, ahora salga ahí a dirigir a sus hombres. Todavía hay una batalla que ganar!!!!! - Y sin entretenerse más, subió al torreón a cumplir con la orden que el capitán le había dado. Jadeante llegó hasta el cuerno y tomando una gran bocanada de aire, sopló con todas sus fuerzas, haciéndolo  sonar con una potencia tal, que el sonido se escuchó a millas a la redonda. 

Tras eso, el enano observó a las cuatro figuras y empezó a prepararse para poder hacerles daño desde allí arriba. Empezó a cargar su ballesta, pero de reojo miró hacia la balista que desde lo alto del torreón era testigo mudo de aquella encarnizada contienda.

Lia observaba desde lo alto de la torre como se aproximaban las cuatro figuras. Buscaba entre ellos aquel de aspecto más frágil, aunque antes de lanzar su magia, decidió esperar a ver qué estilo de lucha usaba cada uno. Decidió sacar su honda y una piedra para tener algún arma a mano, por si tuviera que lanzar piedras desde arriba.

Miró con cierta indiferencia a Ridgern, y esputó con una pronunciación un tanto distorsionada...

-Parece que no conoces mi arte...ennnanno- concretó de forma despectiva-.Pe..ro pronto...lo connnocerasss- dijo levantándose del banco con total desequilibrio pero sin llegar a caerse.Varios de sus cabellos colgaban sobre su rostro, empapados en sudor.Su mirada estaba poseída por el alcohol y su cuerpo seducido por la embriaguez.Comenzó a andar hacia la salida, de vez en cuando hacía una ese en su camino mientras que otras parecía andar hacia los lados.Echó su mano a su afilado estoque y a pesar de su estado lo pudo desenvainar con total atino.

-Orrcos...missserabrbless- se pudo escuchar antes de que desapareciese por la oscuridad que se vislumbraba al otro lado de la entrada.

El cuerno resonó omnipotente, estremeciendo a sus enemigos, que miraban nerviosos a la par que preocupados a su alrededor.No muy lejos de allí, en una arboleda poco distante, emergió una masa de caballería en forma de lanza, que avanzó hacia las últimas tropas enemigas que estaban por entrar a la fortaleza.A pesar de los esfuerzos de los orcos y demás bestias en rehacer la formación y encarar a la caballería con sus armas, esta les arrolló implacablemente, terminando con ellos ya fuese con el mero golpe de la embestida o con el acertado ataque en carrera de sus armas.Mientras la última parte de la batalla se desarrollaba en el exterior de la empalizada, aún quedaban tropas enemigas en su interior, y con ellos los cuatro elegidos de su oscuro ejército.

Adish, una poderosa guerrera con torso desnudo y cara tapada por una terrorífica máscara.En su brazo descansaba una robusta cadena negra terminada en una bola de hierro con afiladas y puntiagudas púas.

Rokgor, un titán de piel gris de dos metros de alto, una imponente musculatura y una espada grande, tosca y muy afilada.Su pecho estaba expuesto y su rostro parcialmente oculto, dotándole de un aura aún más bestial.

Valik, un muy bien pertrechado orco, con una estatura casi comparable a la de Rokgor, pero aún más corpulento.Su cuerpo estaba totalmente protegido por una armadura de muy buena calidad, un robusto escudo con la señal de la mano roja estampado en él, y un hacha de mango largo que probablemente causaría más de un problema.Su cabeza estaba protegida por un casco que ocultaba parcialmente su rostro.

Y por último Radrosh, un orco de piel celeste, con un místico cayado y una capa con capucha adornada con diversos huesos, colmillos y cuernos que le otorgaban un aspecto totalmente misterioso y oscuro.

Las siluetas de las cuatro figuras aparecen a través del fuego como si no les afectase, como si las llamas se apartasen ante sus pasos.Una vez llegaron al patio, el encapuchado alzó su brazo, apuntando con su dedo terminado en una afilada garra, a todos los allí presentes, para luego terminar cerrando su mano con ira y encogiendo ese mismo brazo mientras pronunciaba con ira.....

-¡Mog osh'kazil gul'rok il mog ro'th zaga!- volvió a estirar su brazo ahora con la mano abierta.El cuervo que descansaba en su hombro salió volando con un poderoso graznido conforme se elevaba más y más hacia arriba.

El resto de los elegidos, avanzó tras tales palabras.Adish se encaró hacia el alférez, Valik observó como un hombre en estado de embriaguez salió de la torre.A juzgar por su armadura parecía importante, golpeó el escudo con su hacha y soltó una breve risa confiada.Rokgor optó por enfrentarse al que parecía el más robusto de ellos, y fue directo contra el capitán.Mientras tanto, el clérigo Petrus y también escriba del lugar, pudo interpretar las palabras del guerrero enemigo, repitiéndolas casi para si mismo.... Los cuervos devorarán nuestros restos dijo con dificultad mientras su mirada atónita y nerviosa parecía mirar al mismísimo demonio.

Colocó la palma de su mano hacia arriba, y una esfera rojiza e incandescente comenzó a formarse de la nada.Las gotas de agua que caían sobre ella, se evaporaban al instante.No se pudo ver con claridad, pero pareció esbozar una sonrisa antes de dirigir su palma hacia la torre.La bola salió disparada hacia el edificio de piedra, no sin antes dividirse en tres esferas más que impactaron en diversas zonas con ventanas.Esta explosión ígnea hizo entrar en pánico a los pocos arqueros que resistían.Muchos de ellos murieron calcinados, otros intentaron saltar por la ventana, cayendo en picado hasta partirse los huesos, y los pocos con suerte, intentaban bajar la torre entre gritos de terror y dolor.El fuego comenzó a propagarse lentamente por el edificio.No sería buena idea quedarse en él por mucho tiempo.

Lia observó con atención la magia que conjuró el orco. No conocía ese conjuro, pero reconoció que era poderoso. Era probable que no pudiera matarlo ni siquiera con sus dos pergaminos de proyectil mágico, pero estaba claro que sus pergaminos tenían un destino.

Mientras sacó el primer pergaminó le indicó al enano:

-Ridgern, dispara al cuervo. Algunos magos los usan como ojos para dominar el combate. Pero solo un disparo, después tendremos que bajar. Dudo que podamos hacerlo mucho después.

Después se concentró en leer el pergamino. Mientras en su mano se formaba una pequeña esfera brillante de color púrpura, terminó de leer el pergamino y apuntó con su dedo al orco misterioso de piel azulada. El proyectil salío disparado en su dirección, corrigiendo su propia trayectoria evitando a todos los orcos que intentaran interceptarlo.

Justo después de impactar, los ojos del orco y los suyos se cruzaron brevemente. Anteponiéndose a su miedo, le hizo una mueca de burla para enseguida desaparecer en el interior de la torre.

Al toque del cuerno, la caballería salió del bosque donde esperaban y en un abrir y cerrar de ojos cargaron contra las tropas enemigas, haciendo estragos entre los orcos y goblins que quedaban asaltando el fuerte. Las fuerzas enemigas fueron diezmadas con rapidez, pero todavía quedaban sus cuatro campeones que, ajenos a la aniquilación de sus tropas, entraron en el  patio con facilidad, decididos a decantar la batalla a su favor y ganarla definitivamente. Cada uno de los temibles luchadores se encaró con  uno de los líderes de los humanos. El capitán, el alférez y el ebrio Conde no tuvieron más remedio que aceptar su destino y vérselas frente a frente con cada uno de los aterradores combatientes. El cuarto de los campeones,  que no parecía ser un gran guerrero, empezó a invocar una poderosa magia, hasta que consiguió crear unas imponentes esferas de fuego con las que destruyó parte de la torre, que empezó a arder por varios puntos. Los arqueros que sobrevivieron al brutal ataque entraron en pánico, rompieron su formación y comenzaron a bajar de la torre aterrorizados y en un total desorden.

Por suerte las explosiones no afectaron a la zona de la torre desde  donde Lia y Ridgern observaban con impotencia la escena. El enano ya tenía su ballesta preparada y estaba apuntando al hechicero orco, pero las palabras de Lia le hicieron cambiar de objetivo, aunque el hecho de que la maga no disparara al cuervo le hizo dudar. En varias ocasiones la punta de su saeta se cruzó con el cuervo y otras tantas con el mago, hasta que finalmente descargó el proyectil hacia el ave que revoloteaba por encima de la contienda.

- Y por qué no le dispara tú también ...!! 

Le dio tiempo a pronunciar justo antes de ver a la joven desaparecer por las escaleras - Espera chalada!! vas a necesitar a alguien que te proteja ahí abajo !!  - Y tras eso Ridgern volvió a coger sus hachas y rápidamente bajó de la torre siguiendo los pasos de Lia. Mientras descendía por las escaleras iba ordenando a los soldados que quedaban - ¡¡Acribillad al mago y a su cuervo!!!! Descargad hasta la última de vuestras flechas contra ellos!!! Estamos a un paso de victoria y no la perderemos por culpa de un desgraciado hechicero!! No le tengáis miedo, sangra igual que nosotros!!! Vamos!!! Muerte al mago!!! Muerte a su cuervo!!!!- Gritaba Ridgern escaleras abajo para alentar a los desorientados soldados que quedaban en la torre.

Los líderes de los soldados estaban ahora demasiado ocupados como para dar las órdenes adecuadas y el  heroico comportamiento que el valeroso enano había mostrado durante la batalla le otorgaba cierto rango entre los soldados, que  tenían motivos para  obedecerle, pues había demostrado gran valía y audacia en combate y hasta  su propio capitán había seguido una de sus instrucciones.  - Vamos, salid de la torre!!! Quiero ver a ese mago hecho un colador antes de que vuelva a pestañear!!! Acribilladlo vamos!!!!! - Siguió alentando Ridgern en su camino, intentando organizar a los arqueros que salían en tropel de la torre.

El virote silbó en dirección al cuervo, quedando cerca de impactarle, pasó de largo.Era un objetivo volador, en movimiento y no muy grande, sin duda un objetivo no apto para principiantes o manos dudosas.El cuervo siguió revoloteando por la zona mientras graznaba de vez en cuando.

A pesar de los gritos de Ridgern, los arqueros estaban moralmente derrotados, mentalmente exhaustos y físicamente agotados.No podían más que huir con sus últimas fuerzas ante tal devastadora muestra de magia piromántica.

El proyectil que disparó Lia fue directo hacia el hechicero orco, pero al impactar en su cuerpo, se deshizo en mil partículas brillantes, como si no hubiese sido efectivo del todo.Radrosh miró hacia su pecho y usando su mano, sacudió la zona como si se quitase el polvo o la suciedad de sus ropajes, demostrando la poca eficacia del hechizo.Ahora su mano adquirió un aura violácea mientras engarrotaba sus dedos con suma tensión, parecía ser que su objetivo eran los arqueros que iban saliendo de la torre.Finalmente, cerró su mano con fuerza como si sentenciara a muerte y aplastara a la misma vez las vidas de aquellos humanos.

-Zee anna....kampar....- de pronto, aquella aura violácea comenzó a emanar de las cabezas de los arqueros.Estos se llevaron las manos a la cabeza sumergidos en dolor y una total confusión.Las miradas de todos ellos habían desaparecido, ahora en sus ojos solo dominaba un profundo color negros que inundaba todo el globo ocular.Algunos de ellos se lanzaron a atacar a los orcos restantes que aún peleaban contra las pocas tropas de infantería, otros se quedaron completamente estáticos, farfullando y murmurando palabras incomprensibles para los oídos de los presentes, y por último, había un grupo de arqueros que había adquirido un comportamiento totalmente agresivo y desviado, atacando a sus propios aliados, arquería, infantería e incluso a los aventureros.

Ahora, Lia y Ridgern encontraban su camino al exterior de la torre entorpecido por tres arqueros que le cortaban el paso de la torre, la cual comenzaba a arder con más fuerza.Estos parecían tener el ceño fruncido, y tenían sus dagas bien sujetadas en sus manos, con no muy buenas intenciones.

Por otro lado, el alférez atacó a su contrincante sin dudarlo un segundo, usando sus espadas gemelas, avanzó hacia a ella y en el último momento fintó y atacó desde el lado opuesto para propinarle un peligroso tajo en su costado, pero la mujer orco parecía estar versada en el combate, y usó su antebrazo para bloquear sin mucha dificultad aquel espadazo.El filo de la espada resbaló por una superficie ferrosa, formada por una cadena que envolvía una y otra vez el antebrazo de Adish, convirtiéndose así en una armadura temporal cuando ella lo deseaba.Durante el impacto saltaron chispas por el golpe que iluminaron ambos rostros por unos segundos.La orco propinó una patada en el pecho al alférez, separándole de ella, y acto seguido hizo volar la cadena atada en su otro brazo, comenzando a girarla sobre ella como un remolino.

La esfera repleta de pinchos surcaba peligrosamente el aire, reventando algún que otro cráneo tanto orco como humano que se encontraba en sus alrededores, peleando ajenos a esta ferviente pelea.Finalmente, la bola salió despedida directa al cuerpo de Drago, pero este pudo desviarla con facilidad usando sus filos.La esfera se estampó en la húmeda tierra, a un lado de Drago.

El capitán hizo frente sin mostrar temor alguno.Había vivido muchas batallas a lo largo de su vida, había visto todo tipo de criaturas y allí estaba, aún permanecía vivo a pesar de su envejecido aspecto, seguía poseyendo una formidable fuerza.Sujetó su espadón con sus dos manos y corrió hacia Valik.En el último momento giró sobre sí mismo y realizó un tajo circular para cortar por la mitad a su contrincante.Pero Valik era un muro de hierro, y su escudo paró aquel golpe, incluso llegando a hacer rebotar el ancho filo del capitán.

No tardó en responder al ataque de su canoso contrincante, y lanzó un ataque rápido y directo hacia el pecho del capitán con su larga hacha terminada en pica.Sin embargo, el capitán fue rápido e interpuso el ancho de su filo entre su cuerpo y el arma de su enemigo.La puntiaguda pica se topó con el formidable acero del capitán, haciendo saltar alguna que otra chispa.

El Conde andaba con cierta torpeza hacia su enemigo.Su mirada se encontraba mezclada entre odio y alcohol.La mano que sostenía el elegante y rico estoque, comenzó a moverse de forma torpe, realizando ciertos tajos y estocadas al aire, una de dos, o estaba calentando o quizá sus movimientos no estaban del todo controlados.

A escasos metros del absorto Rokgor, adoptó una pose de combate típica de un luchador de esgrima, aunque seguía tambaleándose ligeramente, ahora parecía haberse transformado en otra persona.Una de sus manos descansaba detrás, sobre su cintura, y la otra sujetaba con sutileza y firmeza la empuñadura del delgado pero afilado filo.En apenas un pestañeo, la hoja del estoque pareció moverse, pero seguía en su sitio.En cambio, en el pecho de Rokgor había dibujada una fina y alargada herida por la cual comenzaba a emanar tímidamente una sangre azulada con tintes negruzcos.Rokgor bajó su mirada y observó su pecho ensangrentado, volvió a alzarla y lleno de cólera, lanzó un espadazo de forma vertical para partirle la cabeza en dos al Conde.El ataque fue rápido y certero.Por suerte, las ondulciones y movimientos inesperados del cuerpo del Conde, le permitieron mover la cabeza en el último momento, provocando un corte en uno de sus hombros, salvando así su cabeza.

La situación en la torre era caótica. Los pocos arqueros supervivientes habían entrado en pánico y corrían despavoridos buscando salir de allí. Pero el mago orco volvió a actuar y su poderosa magia terminó de empeorar las cosas. Los soldados que quedaban fueron poseídos por el hechizo del saman y perdieron el control de sus actos. Muchos se lanzaban  a atacar desesperadamente a lo primero que se cruzaba en su camino y ya no distinguían a amigo de enemigo. Tanto fue así que tres de los arqueros que habían caído bajo el hechizo del orco, sacaron sus dagas y cortaron el paso de los aventureros en su huida, con la intención de atacarles en cualquier momento.

Ridgern no quería enfrentarse a ellos, pues al fin y al cabo eran soldados de su mismo bando, pero ahora parecían poseídos por la magia del temible  Radrosh y tenían que salir de allí si no querían arder dentro de la torre. El enano cogió su escudo y poniéndolo al frente, intentó abrirse paso entre los arqueros, confiando en que sus cortas dagas no pudieran atravesar el duro metal de su coraza. - Vamos lia, intentaré abrirme paso entre los soldados para escapar de la torre. 

Lia siguió al enano lo más pegada posible a él. En la mano tenía una daga para cortar a todo aquel que se acercara demasiado. Antes de salir de la torre consiguió articular:

Espera, no te alejes de la torre. Las catacumbas pueden ser nuestra vía de escape antes de que la torre colapse. Si se derrumba nadie podrá seguirnos.

El enano avanzó con el escudo ariete.Las dagas chocaban contra el metal que protegía al aventurero, revotando cada ataque que realizaban.El escudo siguió avanzando imparable a través de los arqueros, empujando a varios de ellos al suelo y a otros apartándolos a un lado, dejando una breve línea de escape de la torre.Pero los arqueros, totalmente poseídos, se levantaron y retomaron su ataque hacia los aventureros.Un par de ellos se avalanzaron a por Ridgern.Uno intentó agarrarle para inmovilizarle y entorpecerle mientras que el otro intentaba apuñalarle con su daga.

Parece que la combinación fue letal, y cuando el enano intentó zafarse del arquero que le molestaba, el otro aprovechó y le clavó la daga en su costado.Ridgern pudo ver la cara enfurecida y totalmente poseída del arquero que le acababa de atacar.Parecía que el odio y la locura se habían apoderado de él y si no le paraba los pies, clavaría esa daga una y otra vez hasta acabar con su vida.

Por otro lado, otro arquero que esperaba fuera de la torre, se abalanzó contra Lia para realizarle un tajo cortante.Pero fue con tanto ahínco que tropezó con un peldaño de las escaleras de la entrada de la torre y cayó al suelo.La maga, aprovechando el momento, le clavó la daga mientras estuviese en el suelo, provocándole una herida en la espalda.Ante tal ataque, el arquero ni se inmutó, no pudisteis escuchar ningún grito de dolor o queja alguna.

Los arqueros del suelo se levantó.En total habían cuatro, dos con Ridgern, uno en las escaleras y otro recién levantado listo para atacar.Si los aventureros lograban ver a su alrededor, se había convertido en una batalla campal a tres bandos.La infantería, los orcos y la arquería que se peleaban entre todos ellos, incluso algunos arqueros osaban acercarse a los elegidos o atacaban sin control a sus líderes.

Aprovechando que la cadena de Adish estaba estirada y tensa, la enredó en uno de sus filos y tiró de ella, provocando que su contrincante perdiese el equilibrio tropezando hacia adelante.Aprovechando esta situación, solo tuvo que correr hacia a ella y provocarle un tajo en su vientre.Ahora habían cambiado posiciones.Drago sacudió su espada restante.Había sido una maniobra arriesgada pues había perdido una de sus arma, pero seguía teniendo otra.

Adish se tocó el vientre, donde tenía ahora una larga herida horizontal cruzándolo, y por la cual emanaba una cortina de sangre negruzca.Se giró súbitamente para mirar al alférez.De un poderoso tirón, arrancó la esfera del suelo y la lanzó hacia su contrincante, pero Drago la evitó fácilmente haciéndose a un lado.Esta vez, tras fallar el golpe, Adish decidió rotar la cadena y hacer girar la esfera para mantener un área de seguridad alrededor de ella.

-Déjame conocerte mejor, hermosura...- se atrevió a pronunciar el alférez de manera burlona, frotándose la frente con su antebrazo para quitarse los restos de barro y sangre.

El capitán siguió propinando severos espadazos al escudo de Valik, incluso haciendo retroceder su posición, arrastrando el barro bajo sus pies.Pero cuando Valik vio la oportunidad, desvió uno de los ataques de Helms, y lanzó un ataque rápido y directo hacia él.

Como un aguijón, el hacha se clavó en la armadura del capitán, pero la punta no llegó a profundizar mucho debido al grosor de la armadura y de la rapidez del ataque, carente de contundencia.El capitán sintió un dolor breve y punzante en uno de sus pectorales, cesando sus constantes ataques que también le habían dejado exhausto por el momento.Masculló con odio y tomó una posición más defensiva ante la burlona risa de Valik.