Partida Rol por web

-Tal vez causarle daño no era fácil, las espadas encantadas a menudo suelen ser las más difíciles de dañar; Lo que es seguro es fueron elfos quienes la enterraron, no creo que nadie más en aquella época tuviera en la Tierra Media el poder para erigir un lugar como aquel en el que estuvimos. Aunque... -Me detengo un momento y reflexiono- Tal vez fuese construido con la ayuda por numenoreanos, ya que fué por entonces cuando alcanzaron su mayor esplendor. De todos modos, temo que aniqularlo no será tarea facil, si en aquella época consideraron que era mejor construir una gran tumba para mantenerlo enterrado en vez de acabar con él, poco podremos hacer hoy en día...

Las palabras sobre el ejercito orco llaman la atención del sabio Maenist cuando son pronunciadas por Ranëdhel.

- Puede que ese ejercito de orcos sea el principio del terrible ejercito de Gailhen - hace una pausa mientras piensa sobre esas palabras.

- Es cierto que es casi imposible localizar a Gailhen pero si este está reuniendo un ejército y esta comitiva de orcos son parte de él, creo que debemos actuar. Algunos de mis hombres están siguiendolos y, ahora que todavía no se han doblegado al poder de la vara, son más vulnerables. Os propongo destruir este ejercito ahora que podemos y, con un poco de suerte, quizá podamos sacar algo de información sobre el paradero de ese tal Gailhen.

Si ese es el camino que nos ha reservado el destino, debemos emprenderlo sin más dilación. Dar caza a esos orcos es más lícito que permanecer a la espera de acontecimientos de los que nada sabemos...quieran los Vala que sea de más utilidad que limpiar sencillamente la tierra de su inmunda presencia, aunque por si sola sería una labor digna.- hago una pausa, mirando con detenimiento a cada uno de mis compañeros - Mucho hemos visto, y de todas las cosas que nos han ocurrido pocas hemos comprendido. Pero en nuestros corazones todos notamos que hay un final esperándonos, hemos sido elegidos. Ahora la elección es más sencilla, me parece, espada y arco. ¿Lo haremos?, ¿Partiremos a la guerra?.

- Me desagrada, pero así sea.- El rostro de Ranëdhel muestra desasosiego y claro disgusto.- Sin embargo amigos míos, y sabio Maenist; Si la vara fue capturada y puesta a salvo por los valientes de antaño, ¿no dejarían tras de sí más medios que las vanas advertencias, válidas solo para corazones nobles, y esos desgraciados espectros para evitar que el poder de la vara fuera otra vez desatado? Parte de la cueva conservará sus secretos desconocidos para nosotros, y además en algún otro lugar debió Gailhen averiguar de su existencia y poderes.

Mientrás Maenist contaba la historia de la Vara, por mi mente pasaban cientos de cosas a la vez.

¿Sería el Señor Tenebroso, la figura que golpeaba el yunque? Si así fuera, mi corazón lo sintió en seguida y normales eran los escalofríos que sentía y recorrían mi cuerpo.
Estamos a punto de tomar parte en uno de los acontecimientos más importantes de la historia de nuestra era y no podemos permitir que el mal se haga poderoso.

Creo que Carster, estará más que dispuesto a seguir a ese grupo de orcos. Si no hubiera sido porque esta vez le pudimos convencer ya hubieramos disputado esa batalla, aunque en clara desventaja.

Ahora es nuestro momento de atacar y desvaratar sus planes. Aunque más que los orcos, me intriga saber quien es ese humano que iba al frente del grupo.

Parece entonces que tendremos que buscarles de nuevo, y esta vez no escaparan, tantas vueltas para acabar en lo mismo...

Parezco algo cansado, posblemente demasiada informacion para lo que suelo escuchar, y ni siquiera como historia era demasiado buena, demasiados nombres y lios y pocas batallas

Maenist mira a Amrod.

- Probablemente, maese Amrod, ese humano sea un enviado de Gailhen para guiar a esos orcos hasta su destino - mira hacia arriba, pensativo antes de continuar.

- Cuanto me gustaría equivocarme esta vez, amigos, más me temo que mi teoría no es descabellada y que algunos de vosotros ya habíais supuesto algo parecido.

- Amigo Ranëdhel, señor de los mares. Vuestra ayuda nos será inestimable. Tú más que nadie sabrás guardarnos de las fuerzas del enemigo de otra manera que no sean las espadas. Creedme, la espada no es el único medio de vencer.

El elfo se levanta de su sitio y os indica la salida de la cueva.

- Partiremos pues rápidamente - dice mientras hace una señal a uno de sus hombres.

- Sadron, prepara unos caballos para nuestros amigos.

- Partiremos tras pedir a Yavanna por nuestro destino, ¿necesitáis algo antes de partir?

- Eso dependerá de vuestra sabiduría, sabio Maenist.- Ranëdhel mira a Amrod y pasa la mano sobre su propio pecho en el lugar en que la espada del espectro lo atravesara días atrás, con cierta aprensión-  Mi amigo Carster y yo mismo combatimos con los fantasmas guardianes en la caverna de la vara. No hirieron nuestra carne en forma alguna que pudieramos ver, pero ha dejado un peso sobre nosotros, que si bien no es grave, desearíamos remediar. ¿Sabríais a qué me refiero?

Nada desea mi corazón más que partir a la caza del enemigo lo antes posible. Y si disponeis de caballos, les alcanzaremos aunque no detengan su marcha durante el día.

Pero lo que afirma Ranëdhel es cierto, sabio Maenist, ese mal no debe ser ignorado. Y nuestras artes de curación, o más bien debería decir las de Elerin, han demostrado ser insuficientes para determinar la naturaleza del mal. Temo que, si nos dejamos llevar por el entusiasmo, sea demasiado tarde luego, y no habría suficientes lamentos para un error como ese.

El elfo asiente y os hace una señal con la mano.

- Acompañadme.

Os lleva a una caverna natural (7) escavada en la roca. El techo de esta cámara es muy alto y en el centro observáis una piscina llena de agua escavada también en la roca del suelo.

De suelo y el techo parten estalactitas y estalagmitas que en algunos puntos de unen formando columnas naturales en la gruta. Salpicando la pared llegáis a ver pequeñas piedras verdes (algo muy inusual en la piedra caliza que reina en este lugar).

En las cuatro esquinas de la piscina se erigen cuatro pilares no naturales representando cuatro figuras talladas en la piedra negra: un hombre sosteniendo un poderoso arco, una figura emergiendo de las olas, un hombre con un poderoso martillo y un yunque y una figura bajo una toga.

En el centro de la piscina se erige un gran bloque de piedra blanca tallada que representa una bella joven portando una cesta con flores. Rodeando la piscina crecen algunas flores que en nada se parecen a las comunes del lugar y la estación.

- Es una representación del espírituo de Yavanna, la señora de la tierra - dice Maenist mientras señala a la figura central.

- Oromë, el cazador - dice mientras señala al hombre del arco - Ulmo del mar, Aulë el herrero y Námo el guardián de las Casas de los Muertos - dice señalando a cada una de las figuras restantes.

En algunos lugares encontráis algunas sillas que indudablemente suponéis que se encuentran aquí para el culto.

- Las aguas de este estanque os calmaran el espíritu. Bebedlas amigos.

Algo aturdido por la sorpresa de encontrar un recinto sagrado en un lugar tan inesperado no acierto al principio a decir nada. La belleza y la sensación de paz que transmite me llenan de una sensación de calor espiritual que hacía tiempo que mi cansado corazón no sentía.

Sin articular palabra, y aunque no he sido herido como mis compañeros, me acerco solemnemente al manantial y bebo de él. Invito con un gesto a Carster a imitar mi gesto, para disipar sus posibles dudas.

El sitio parece un tanto inquietante, sobre todo despues de haber salido hace nada de la cueva donde estaban esos espectros, pero parece que los elfos no estan demasiado preocupados, asi que entro echando alguna mirada a los lados, sobre todo a las estatuas

Despues al escuchar al elfo y sobre todo al ver a mi compañero beber de la fuente, hago lo mismo pese a que no del todo tranquilo

Imitando el gesto de Anäril me acerco al agua y con las dos manos recojo un poco y lo bebo.

Seguro que este sorbo ayudará a recuperar toda la energía que hay en mí. La necesitaré en esta busqueda de enemigos. La misión que nos ha tocado, no es precisamente pan comido.

Al llegar mi turno, tras mis compañeros, me acerco con reverencia al estanque mirando alternativamente a cada estatua. Cada Vala me inspira un profundo respeto, pero es para con Ulmo Señor de las aguas con quien yace el amor de todo habitante de los Puertos Grises. Le dirijo una profunda reverencia y pensamientos y una oración en sinda agradeciéndole sus dones, y rogando su apoyo para lo que nos ha de sobrevenir. Finalmente, uno ambas manos ofrmando un cuenco para llenarlas del agua de vida, las alzo llenas y goteantes mostrándolas a la representación de la Dadora de Frutos en símbolo de aceptación de otro de sus dones, y bebo. La influencia del lugar es muy fuerte en Ranëdhel, pero es una influencia cálida y tranquilizadora.

El agua de la fuente os revitaliza. Os hace transportaros a ese mundo mágico presente en las viejas historias de los elfos.

Incluso aquellos que tan lejos os sentís de las historias élficas, que tan cerca de la guerra estáis cada día os véis, por un momento, transportados a ese mundo mágico que alguna vez habéis.

Cuando volvéis al mundo real os encontráis a un personaje nuevo frente a vosotros. Camina con decisión hacia vosotros y os hace una reverencia antes de hablar.

- Los caballos están listos, señor Maenist - dice dirigiendose al elfo.

Maenist devuelve la reverencia al montaraz y os indica la salida con la mano.

- Gracias, Sadron - le dice con amabilidad, con dulces palabras como el padre que habla con su hijo.

- Amigos, partamos cuanto antes. Si esos orcos llegan a conectar con el poder de la vara el enemigo puede formar ejercito antes de que podamos siquiera tomar la primera de nuestras decisiones.

- Preparaos para partir, nos veremos junto a la estatua en cuanto estéis listos.

Se despide de vosotros con una inclinación de la cabeza.

Notas el agua revitalizar cada una de las partes de tu cuerpo. Casi dirías que la estás viendo fluir por el interior de tu cuerpo. Te transportas a tu barco. De nuevo estás en el gran mar que tanto anhelas, pero esta vez es distinto, tienes un arma en la mano y una criatura que jamás has visto emerge de las aguas amenazando tu barco.

Y luchas contra ella. Tan ferozmente que casi ni te reconoces. Y vences...

Al igual que el resto, siento cómo la profunda calma y belleza que transmite este lugar me embargan y me quitan la palabra en cuanto entro en la estancia y, a medida que me acerco al estanque, noto que las estatuas de los Vala nos miran y nos conceden su bendición por el simple hecho de entrar en su presencia.
Mientras me arrodillo para beber, musito una pequeña plegaria de agradecimiento a Aulë, a quien venero por encima de los demás, por concederme el don de visitar este lugar y cuando me alzo, siento cómo me abandona gran parte del agotamiento y oscuridad que cargaba desde que salimos de la cueva maldita; Sin embargo, no puedo evitar que mientras me alejo del lago y admiro el lugar, la dicha se vea empañada por un cierto sentimiento de melancolia, sitios como este son muy escasos hoy en día y a medida que los eldar parten hacia Aman, quedan todavía menos, siento lastima por la belleza que se está perdiendo y nunca volverá.

Ranëdhel despierta de su ensoñación, con el rostro endurecido. No ha vivido los antiguos tiempos de los Eldar, pues es demasiado joven en términos de los elfos. Pero su alma es antigua, y los poderes de los Valar han resucitado recuerdos de antaño, pues Iluvatar concedió a los Primeros Nacidos el don de regresar de las Salas de Mandos y volver a tomar forma de carne y hueso.

A la llegada de Sadron informando que los caballos están ya preparados, desenfunda la pequeña espada de Bree con una soltura a la que no están acostumbrados sus amigos de viaje. Tras examinar su filo con rostro firme y emociones enfrentadas vuelve a enfundarla: - Mostremos la Luz a esta Oscuridad que está intentando envolvernos. ¡Partamos!