Partida Rol por web

Han pasado ya dos días desde vuestra llegada a Mindon Lamath. Habéis trabajado junto a los elfos para reforzar la fortaleza y preparar la resistencia.

Acaban de llegar los exploradores de Tintestel con noticias de las fuerzas de Gailhen.

Las huestes de Gailhen llegarán en dos días a la fortaleza de Mindon Lamath. Ya no quedan hombres de Bree en el grupo; han caído fruto del cansancio del viaje y de la poca preparación de esta gente para esa causa. Son más de quinientos integrantes pero el número crece rápidamente cada día que pasa gracias al poder de la vara.

Conforme Gailhen ha cruzado Eriador en su viaje, el poder de la vara ha atraído mucho mal a su causa. Hombres de las colinas, orcos e incluso Huargos.

Con estas noticias aceleráis vuestras labores de preparación del lugar para la resistencia. Todo debe de estar listo para recibirles.

Han pasado dos días más. Con los primeros rayos del sol os dirigís de nuevo a la fortaleza a ultimar los detalles. Presumiblemente hoy llegarán las tropas de Gailhen, hoy puede ser el día en que el destino de la Tierra Media se tuerza o en que vuestros nombres queden escritos en los anales de la historia, si sois lo suficientemente valerosos.

Os encontráis en Mindon Lamath evaluando la situación. Habéis conseguido reconstruir una puerta en la antigua entrada al promontorio y habéis podido reforzar un poco los muros que flanquean la puerta.

Ranëdhel ha ocultado la inscripción de la puerta y preparado algunas trampas en el interior de la torre para impedir el avance enemigo. Todo está listo.

- Ha llegado el día, compañeros - comienza a hablar Tintestel - el destino de la Tierra Media está en nuestras manos. Sois guerreros valerosos y confío plenamente en vuestra astucia para superar a la hueste enemiga. No será fácil pero estoy convencido de que todos daréis la vida si hace falta por la causa. Suerte amigos.

Terminadas las palabras entona una plegaría a Elbereth "Dama de las estrellas" en Sindarin que os resultan muy emotiva.

Todo está preparado.

- Es el momento, tomad posiciones amigos - sentencia Tintestel.

Amrod está agotado. Se ha dedicado a ayudar a reparar la muralla y lleva dos largos y agotadores días a transportar y colocar piedras. Se mantiene en pie no por capacidad física, que tampoco es que le falte, si no por pura voluntad y sentido de la responsabilidad. Sabe a qué se enfrentan. Sabe qué se juegan. Y sabe cual es su papel.

- Hermanos. Hoy no hay diferencias entre nosotros, porque no las habrá si somos derrotados. Sabéis cual es nuestro objetivo, nuestra responsabilidad en este día aciago. Y es por ello que hoy no hemos de caer en las diferencias, en el orgullo ni en el odio. Hoy somos todos uno, contra el enemigo, en una batalla que será decisiva. Hoy no luchamos por nosotros solamente. Luchamos por nuestras familias, nuestros amigos y conocidos. Pero también por desconocidos, por gente de otras razas, por muchos a quienes no conocemos. Luchamos por todo lo que amamos o que podríamos amar. Y aunque yo no amo la muerte, hay que defender de las garras del maligno, del Enemigo, del traidor, aquello que apreciamos, pues él lo consumirá en fuego, en cenizas, en nada... con garra de hierro y sentimiento de odio.

Y en este momento, poco puedo decir. Buscad en vuestros corazones aquello que améis por encima de todo, y luchad por ello con todas vuestras fuerzas, pues si encontráis una buena razón, una razón verdadera y única, íntima, no habrá para vosotros fatiga ni miedo, sino tan solo decisión, templanza, valor.

Yo tengo mi razón, y lucharé por ella, hasta que la cruel hoja del enemigo me lleve de vuelta con mis ancestros, que hoy harían lo mismo que yo. ¿La tenéis vosotros?

Pues entonces luchemos unidos todos, amigos, compañeros -mira al resto del grupo- hermanos... porque hoy, de una u otra manera, venceremos a la vida y a la muerte, y sea lo que sea que hagamos, y sea cual sea el resultado, no será futil.

¡Adelante ahora pues! ¡Por la gloria, por el honor, por aquello que amamos!

Nobles palabras, Amrod. Por mi parte, no necesito más motivo que el recuerdo de Maenist tendido en el suelo y el pensamiento de lo que podría llegar a hacer Gailhen si se lo permitimos... - digo emotivamente - Pero eso no va a ocurrir, no mientras uno de nosotros permanezca en pie y pueda esgrimir un arma.

Situaremos el grueso de nuestras defensas en el muro, alrededor de las puertas. Quizá podamos colocar hasta 100 de tus arqueros en él, con el objetivo de que la vara no pueda acercarse lo suficiente para afectarnos. Carster y tú, Tintestel, podríais dirigirlos, si estais de acuerdo. Debereís abatir al mayor número de enemigos posible antes de que alcancen las puertas.

Yo estaré en la muralla, por supuesto. Pero bajaré para hacerme cargo del resto de tus hombres, que esperarán detrás, lanzando flechas desde abajo. Te rogaría que escogieras para este cometido a aquellos más versados en el combate cuerpo a cuerpo, puesto que entraremos en acción en cuanto vuestra posición corra peligro, con el fin de proteger a los arqueros situados en el muro. Es primordial evitar que Gailhen o su bruja se acerquen siquiera antes de que hayamos provocado el máximo de bajas entre sus filas.

Previsiblemente la puerta terminará por caer. Deberíamos entonces retroceder ordenadamente hacia la torre, nuestro último bastión. Un grupo subirá al último piso para proporcionar cobertura aprovechando la altura, y también podrán disparar sus flechas hacia el interior si es que llegan a entrar, gracias a los preparativos que hemos hecho. También estamos preparados para tender cuerdas por las que puedan bajar rápidamente desde los balcones al exterior de la torre, en caso necesario. Habreis de ser uno de los dos quienes los dirijais, ya que mi grupo aguantará en el combate cerrado al enemigo protegiendo al otro grupo de arqueros, que permanecerá detrás inflingiendo el mayor daño posible.

Más allá de esto, nada puedo decir, pues es incierto el devenir de la batalla. Quizá haya que tomar decisiones difíciles sobre la marcha.  Amrod, Elerin y Ranëdhel podrían unirse al grupo que deseen, aunque creo que deberían ser los primeros en replegarse a la torre, al menos Ranëdhel ya que él ha preparado las trampas y será allí de más ayuda.

Durante estos dos últimos días, he permanecido alejado de los demás, sin participar en las tareas de cantería a sabiendas de que mi nula experiencia en el tema y mi escasa fuerza física no me hacen adecuado para ese tipo de trabajo, en otras circunstancias no me habría importado arrimar el hombro con tal de aprender algo sobre el tema, pero el tiempo acucia y no es momento para la docencia sino para la acción; De este modo, si alguien me ha preguntado durante estos días a qué dedico mis horas, simplemente le dirijo una sonrisa enigmática y respondo:

-A asimilar y perfeccionar el legado de Maenist ya que, si bien no pasé demasiado tiempo en su compañía, no quiero que lo aprendido caiga en saco roto y ahora trabajo para que nos sea útil en la batalla que nos aguarda; Aunque, a decir verdad, en qué manera nos ayudará no puedo preverlo.

Y si alguien ha pasado cerca del lugar en el que me dedicaba a mis labores me habrá podido observar dando vueltas en círculo, mascullando para mí mismo y realizando amplios y complejos movimientos con las manos, y si además se ha detenido y me ha observado durante un tiempo, también podría haber sido testigo de variaciones en mi aspecto y el entorno, a veces una luz parecía iluminarme y hacer más clara mi voz, otras el lugar en el que me hallaba se hundía en las sombras y mi voz se tornaba cavernosa y terrible, también podría haber sido observador de cómo destellos de luz cegadores salían de mis manos abiertas para desvanecerse a escasa distancia, sin embargo, muy afortunado debía ser el curioso para haber presenciado cualquiera de estos espectáculos, ya que la mayor parte del tiempo mi actividad se limitaba a los mencionados pases y susurros, acompañados de limitados periodos de descanso, en los que medicaba a observar la actividad de refuerzo de la muralla con expresión adusta. Curiosamente, pese a lo, aparentemente, liviano de mi quehacer era sorprendente que en las noches, cuando me unía a los demás en la duermevela élfica, parecía tan agotado como aquel que se había pasado el día acarreando pesadas piedras.

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Cuando Tinestel nos informa de lo que han recogido sus exploradores, no puedo evitar una expresión de sorpresa y alivio, ya que parece que he errado completamente en mis predicciones.

-Bueno, parece que Gailhen finalmente no se escudará en los inocentes y podremos desatar toda nuestra ira en contra del enemigo sin temor a dañar a nadie que no lo merezca, tanto mejor para nosotros.

Luego escucho las apasionadas palabras de Amrod y el plan de batalla de Änaril, con el cual no puedo estar más de acuerdo y asiento con la cabeza mientras lo va desgranando, finalmente, expongo el que quiero que sea mi papel en esta batalla.

-Bien dicho Änaril, sin embargo yo añadiría que debería destacarse un pequeño grupo a las puertas de la torre, por si Gailhen se vale de las malas artes de la bruja que lo acompaña y de la distracción provocada por el combate para escurrirse hacia el interior, yo no confiaría en que él desconoce la palabra de mando que abre la puerta, desgraciadamente, hasta ahora ha demostrado ser una persona de recursos. En cuanto a el lugar que ocuparé en la batalla, sin duda donde seré más útil por el momento será con los arqueros -Suspiro ligeramente- Mis artes mágicas son muy limitadas y habrán de reservarse para cuando nos encontramos cara a cara con Gailhen, momento en el que espero que el legado de Maenist se vuelva en contra de aquél que lo asesinó y sea de ayuda para derrotarle, por ello, quisiera estar en la unidad de arqueros más cercana al combate cerrado, por si el malvado decide personarse.

Bueno, supongo que la mitad de arriba tendría que haberla incluido en la escena anterior, pero he andando un tanto ocupado estos últimos días en la txozna y no he podido conectarme, trabajo y farra hacen una abominable combinación. Mencionaste que querías que hiciese unas tiradas para los hechizos, tú dirás.

Si hay que cerrar el camino en las escaleras creo que ese puede ser tambien mi sitio, hasta entonces estamos de acuerdo acuerdo

Respondo, ya preparado para la batalla desde hace varias horas, solo vestido con el pantalon, de tela ya descolorida por muchos dias de viaje y con el torso desnudo, solo cruzado por las cintas de las que cuelgan las armas

Hago crugir los dedos mientras aseguro la cinta del carcaj

Pero espero que antes les hagamos nadar un poco, y podamos ver a los arqueros elfos en accion

- Hemos trabajado en la torre lo mejor que hemos podido, pero es piedra y polvo y no un bosque. Nuestro trabajo permitirá entorpecer el ascenso hasta la Voz y permitir a un grupo preparado obtener ventaja. Hay cuerdas que moverán obstáculos de roca y troncos, bloqueando parcialmente accesos y tramos de escalera; otras permitirán a guerreros ágiles ganar zonas más altas o bajas mediante contrapesos de un solo uso. Luego habrán de trepar a pulso. Quienes han ayudado conocen la disposición de éstas. En pocos minutos podría aleccionarse suficientemente a un grupo sobre su situación y uso.- Ranëdhel inspira profundamente. Su labor, poco satisfactoria pero que al menos añade una pequeña ventaja adicional a los defensores, y el haber pasado los días trabajando duramente en los trabajos más pesados que habrían extenuado a alguien de menor fortaleza, no han mermado en nada su coraje ni sus fuerzas. Pero una vez más se ve forzado a combatir, y aunque las noticias traidas indican que el mal ha atraido al mal y no serán inocentes a los que haya que enfrentarse, la prueba que el Destino ha determinado para ellos le abruma.

- Combatiré en donde me asignéis, y tal y como Anäril desea me uniré a aquellos que defiendan la torre. Elbereth nos proteja, y que Ulmo nos ofrezca un pasaje propicio a las Salas de Mandos si la muerte nos alcanzara.- Tan solo desearía luchar con el mar tras nosotros. Deberá bastar este lago para servirme de tumba si fracaso.

Y de repente, con inesperada sonrisa, se retira a un punto cercano desde el que observar el camino por donde el enemigo de todo lo bueno habrá de llegar. Allí, mientras sus camaradas continúan tomando las últimas y dificiles decisiones, comienza a entonar con voz fluida un canto de esperanza, que narra cómo la estirpe de Olwë se dirigió en el gran viaje para encontrar a los Valar y cómo por su gracia encontraron la dicha en el mar y en las costas donde fundaran Alqualonde.

Como calma que precede a la tempestad os invade un peculiar silencio que os deja oír la escasa corriente del Nenuial.

Ese silencio os hace sentir bien unos instantes así que os recreáis en él tratando de no pensar en los momentos que os quedan por vivir. Los elfos de Tintestel se han encaramado a los árboles en busca de una buena posición de disparo de sus precisos arcos. Algunos han ocupado las posiciones que Anäril indicó y pronto todo estaba preparado para la batalla.

La primera brisa de la noche os acaricia los rostros y os hace volver a sentir esa incierta sensación de paz. Un par de horas más tarde la noche ha caído completamente y ocurre lo que debía ocurrir tras el irremediable paso del tiempo.

A lo lejos llegáis a ver los fuegos de las antochas del grupo de asalto del enemigo. A simple vista os parecen bastantes más del medio millar que os predijeron los exploradores de Tintestel, la mayoría orcos y hombres de las colinas.

Han acampado a pocos metros del borde del lago y rápidamente comienzan a construir improvisadas embarcaciones para cruzarlo y diversificar su asalto.

- ¿También por las aguas?- enarcando una ceja el joven sinda se pregunta el porqué de un despliegue tan abundante y variado para llegar a un lugar que puede alcanzarse con facilidad a pie. Sin perder tiempo corre en busca de Anäril.

- Anäril, mellonui. Me resulta extraño que decidan venir por el río pese a tener ante sí un camino más directo. Deberíamos estar prevenidos. Con tu permiso, aconsejaré a Carster preparar fuegos con los que incendiar las embarcaciones. Siendo pequeñas y construidas aprisa será dificil para sus tripulantes extinguir los fuegos. Dudo que provoquen muertes, pero pondrán a remojo a bastantes asaltantes.

Tal y como acaba de exponerle al general noldo, correrá a dar instrucciones a los arqueros de Carster.

De acuerdo, Ranëdhel - asiento seriamente - Tú eres nuestro especialista en esa materia. Debemos evitar que alcancen nuestra posición por varios frentes o nos veremos en serias dificultades. Al parecer, el tercer grupo no va a poder permanecer tan ocioso como yo pensaba.

ATENCIÓN TODOS - grito levantando la voz por encima del fragor de los murmullos que se han levantado alrededor - SABEN QUE ESTAMOS AQUÍ, TRATARÁN DE RODEARNOS. MI GRUPO SE ENCARGARÁ DE QUE NO PUEDAN LLEGAR POR EL AGUA, SEA EN EMBARCACIONES O A NADO.

Cubriremos pues nuestros flancos, trataremos de incendiar sus barcas como propone Ranëdhel, y de abatirlos con flechas. Las puertas son vuestras - comento a Tintestel y Carster - Creo que se ha equivocado al dividir las fuerzas, pues parece que no ha contado con la pericia de tus arqueros. No podrán llegar por el agua, y si lo consiguen serán unos pocos, y les abatiremos fácilmente... - añado pensativamente, con una mueca que podría ser una sonrisa - Eso son buenas noticias, a no ser que nos tenga alguna sorpresa reservada - Trato de mostrar una actitud confiada, transmitiendo seguridad a quienes me rodean a pesar de la tensión del momento.

Luego giro sobre mi mismo, buscando algo con la mirada - Ah, Amrod, estás ahí. Tu arco será bienvenido, pues nos hará falta tu puntería para acertar a esas embarcaciones. Acompañanos si lo deseas.

Preparáis rápidamente unas hogueras con las que poder incendiar las flechas de los arqueros. Cuando todo está preparado un centenar de flechas iluminan el cielo con sus puntas incandescentes.

Habéis logrado incendiar algunos barcos y una segunda oleada de flechas os garantiza haber detenido el avance por el lago.

Cuando aún saboreáis esa primera ventaja un tremendo golpe hace temblar la improvisada puerta que preparasteis para detener el avance. Un segundo golpe hace que la puerta caiga haciendo que las primeras unidades de orcos. El primer envite de estos es muy fuertes y vuestros combatientes poco pueden hacer a parte de soltar sus arcos y afrontar como pueden la embestida.

Han caído varios y  Anäril ordena replegarse como había planeado. La caída de la puerta tenía que ocurrir pero a todos se os antoja demasiado pronto.

Ahora podéis ver las fuerzas de Gailhen de cerca. Son muchos: orcos, hombres de las colinas e incluso huargos. Las primera carga es brutal y pese haber detenido el avance por el agua ahora el problema está en otro sitio.

Debéis decidir y nuevamente es una decisión difícil.

Suponiendo que si Gailhen entraba en algún momento en el fortín sería a través de la puerta principal, yo me había encargado de comandar una de las unidades de arqueros cercanas a el portón; De modo que asisto en primera fila a el derrumbe de fortificación cuando, en un ramalazo de buena suerte, los orcos golpean con su ariete un punto de la puerta poco afianzado e irrumpen como una plaga en la explanada en la que me encuentro, donde de pronto se lucha un encarnizado combate en el que los defensores tratan más de salvar la vida que dañar al enemigo.

Recordando el plan de Änaril y pensando que todavía debería faltar mucho para esto grito con voz potente:
-¡Enea Aldeth! ¡Aguantad y retroceded ordenadamente al primer nivel de la colina! ¡Los que no estéis combatiendo no dejéis de disparar al enemigo en ningún momento!

No volverán a intentarlo por el agua, pero ahora el problema viene de las puertas - pienso mientras ordeno a mis elfos que me sigan para cubrir la brecha que con tanta crudeza ha abierto el enemigo - Espero que puedan mantener a raya al Portador, si avanza estaremos perdidos...

MAHTA ELDA, MAHTA (Aguantad elfos, aguantad) - grito con alta voz desde la primera estribación de la colina, tratando de infundir ánimo a los míos - NO DEBEN LLEGAR A LAS MURALLAS.

Ranëdhel ha permanecido junto a los arqueros que disparaban a los barcos, por si su intervención y consejo fuera de ayuda. Ve satisfecho como los defensores han logrado evitar que las barcas enemigas alcanzasen la orilla de Mindon Lamath.

Pero la alegría es efímera. Las puertas han caido y los arqueros que las defendían se hallan en peligro. Multitud de salvajes atacantes parecen sorprenderlos y piensa que la estrategia planeada no es la esperada. El viento trae las palabras de Elerin y Anäril infundiendo ánimos e impartiendo instrucciones.

- Por Ulmo, ¡haced algo la puerta ha caido! - observando como el enemigo entra por las puertas a borbotones y que superan a los elfos en número, grita a los arqueros- ¡Disparad tras la puerta, allí por donde los enemigos están entrando, frenadlos al menos!- pide a voz en grito con la esperanza de que al menos entren menos enemigos y los elfos puedan retroceder hasta las murallas como Anäril estableció antes de la batalla.

La situación no es nada alentadora. Desde tu posición puedes ver a las tropas de Gailhen ascendiendo la colina raudos.

Anäril y su grupo interceptan a los que pueden y los arqueros hacen lo propio aguantando con valor alentados por las palabras de tus amigos elfos.

Parece que la batalla se ha detenido en la mitad de la colina. Un enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre el grupo de Anäril y las huestes de Gailhen se ha convertido en el grueso de la batalla. Eso te relaja. Los arqueros tienen buena posición de tiro y eso os da cierta ventaja.

Pronto te das cuenta de que no todo es tan fácil. Un pequeño grupo camina raudo hacia tu posición en la torre. Una mirada más atenta te revela al hombre de la vara y su bruja conduciendo un par de centenas de orcos hacia la torre.

La batalla parece haber despistado a tus compañeros y ahora va a ser difícil detener a este grupo.

Tienes que pensar rápido.