Partida Rol por web

Jueves 26 abril 1923, 20:00. Estación de tren. Kingsport.

El equipo de investigadores descendió del tren en la estación de Kingsport junto a media docena escasa de viajeros. Por el camino le habían echado un vistazo a un pequeño folleto publicitario sobre la ciudad que incluso incluía un mapa. La ciudad destacaba por ser un destino vacacional de verano y si bien no era excesivamente grande (unos 8000 habitantes) parecía que su clima resultaba adecuado para atraer a una nutrida colonia de artistas y bohemios. Sin embargo la fuente principal de ingresos de aquella comunidad era, sin dudarlo, la pesca.

La estación de Kingsport se encontraba casi a las afueras de al ciudad, en su zona más occidental. A esa hora ya empezaba a oscurecer y el lugar estaba casi desierto. Una leve brisa movía un montón de papeles de periódico desperdigados por el suelo. La cafetería de la estación ya había cerrado. Una salida parecía llevar a través de una avenida arbolada hacia el pueblo, que se derramaba sobre la ladera de la costa hacia el mar. En la parada de taxis había tres vehículos esperando a posibles recién llegados.

El par de horas que había durado el trayecto sirvieron a Jeremy para repasar y ordenar sus notas, y para echar un vistazo bastante minucioso al folleto propagandístico de la población. Cuando llegaron a Kingsport estiró las piernas, y ayudó a Miss White a bajar del tren. Echó una mirada circular, abarcando lo que les rodeaba.

-Propongo que nos hospedemos en esa pequeña pensión que anuncia el folleto, la "Posada Bruma Costera". Será menos costosa que el hotel, y posiblemente, desde mi punto de vista, mucho más familiar y acogedora. De entrada acerquémonos a los taxistas, quizá alguno de ellos llevó al Sr. Bermont ayer a algún sitio de la ciudad, quizá a esa misma pensión. Si no pasó desapercibido a los revisores de Arkham, mucho menos a los taxistas de una población más pequeña. ¿Les parece...?

Sin esperar respuesta a una pregunta totalmente retórica, con su bolsa de equipaje colgada al hombro, se acercó al grupo de tres taxis. Los conductores estarían charlando tranquilamente a la espera de clientes, como solía hacerse a la llegada de los trenes. Sonrió al más cercano.

-Buenas noches. Vamos a hospedarnos, y me preguntaba si podría alguno de ustedes indicarnos si conocen a nuestro amigo, para que nos lleven al mismo lugar. Es un joven que viajaba con una caja grande, llegó ayer. ¿Lo llevaron a la Pensión, o quizá al hotel...?

Elizabeth poco tardó realmente en personarse cuando la hora fue la indicada, ataviada con un sobretodo de mujer largo marrón claro hasta debajo de las rodillas, que abierto permitía divisar una blusa de color rosa y la falda al tono con lo que la prenda de abrigo. Su cabello corto estaba peinado como es habitual hacia un lado, siempre de tacones, elegante como de costumbre. 

Sin mayores dilaciones, terminó por arribar en Kingsport junto con aquellos hombres. Ya se encontraban en el sitio al que en teoría Isaac se encuentra, y era un momento idóneo para pensar como él, quizás adivinando sus intenciones. Por esa razón tras ser ayudada por Jeremy, al cual agradeció de forma amable, asintió con su cabeza con respecto a las ideas que propone y agrega un par más. 

— También... El puerto. Quizás su tío está aquí o la Tienda de Curiosidades... — sugirió un tanto pensativa. — Con respecto a la Posada, estoy más que de acuerdo. 

Una vez allí en "La Bruma Costera", permitió que sea aquel hombre el que maneje la situación. 

James llegó con su petate al hombro y la gorra calada en la cabeza, fumando un pitillo en rápidas caladas mientras el grupo se reunía.

El viaje fue silencioso, ya sabían que el muchacho había tomado ese trayecto, por lo que no tenían necesidad de corroborarlo en el interior.

Ayudó a la señorita White a llevar su equipaje, como su madre le había enseñado que haría cualquier caballero, y siguió al señor Greystone a la zona de taxi, aceptando su propuesta de hospedarse en la posada.

- Tendremos que ojear unas páginas amarillas, no creo que un apellido como ese sea muy común. - sugirió a la muchacha ante la mención del tío.

Los taxistas se acercaron solícitos a los recién llegados. Cuando Greystone hizo las preguntas uno de ellos recordó a Isaac:

—Sí, un joven con un enorme paquete envuelto. Lo recuerdo. Yo mismo lo llevé precisamente a la Bruma Costera. Lo recuerdo bien por el paquete, que no me dejó ni tocarlo cuando me ofrecí a meterlo en el maletero, como si temiese que se lo fuera a arrebatar. Por lo demás era un joven educado, se notaba de ciudad.

Durante el viaje Charles le echó un vistazo al folleto local; marcó las partes que más le llamaron la atención. Por lo demás, disfrutó del paisaje y provechó para charlar distendidamente con sus compañeros de viaje. Incluso aprovechó la ocasión para pedir disculpas al señor Johanson, al que notó un poco molesto en la biblioteca, sin duda por algún comentario sobre los túneles de mantenimiento. Realmente Johanson le parecía un buen hombre y el simple hecho de que se sintiera ofendido, demostraba su entrega a su trabajo.

Al llegar a Kingsport, lo primero que le llamó la atención fue el olor del lugar, marcado por la brisa marina, lo que le resultó muy agradable, a decir verdad, tan diferente a la aburrida ciudad de Arkham.

Asintió cuando Greystone propuso la pensión. 

-En realidad es una fortuna que solo haya dos alojamientos en la ciudad. O al menos, dos que estén dispuestos a anunciarse en el folleto local. Puede que Bermont fuese lo suficientemente inteligente como para evitar cualquiera de ellos si prentedía pasar desapercibido, pero obviamente, no podemos dejar de intentarlo. Vayamos a la pensión y preguntemos por él. El hotel creo que lo podemos descartar. 

Greystone, a diferencia de él, se veía acostumbrado a utilizar transportes públicos, de modo que agradeció cuando se acercó a pedir un taxi.

Las pesquisas del detectivo fueron fructíferas. Pronto pudieron confirmar que la pensión Bruma Costera era el lugar donde deberían seguir buscando.

-Bueno, pues no hay más tiempo que perder. 

-Oh, estupendo, muchas gracias. -Respondió al taxista, mientras abría la portezuela. Y luego asintió a Charles.- Pues vamos, espero que en la Pensión tengan alojamiento para los cuatro. Y quizá algo de cena.

Ese era el siguiente paso, aunque Jeremy tenía sus dudas de cómo actuar a continuación. ¿Qué le dirían al muchacho si lo encontraban nada más llegar? Sin duda se asustaría de verlos. ¿Quizá sería más lógico que sólo su novia preguntara en la pensión, antes de abordarle? Aunque quizá no se toparan con él a bocajarro, era una posibilidad a tener en cuenta...

Una luz pareció brillar en aquel oscuro camino, al menos su novio había costeado una habitación en la misma posada donde estaban por ir. Aquello era un golpe de suerte sin dudas. 

- ¿Vamos? Ya tenemos un destino. - dijo Elizabeth tras reflejar un atisbo de esperanza en su rostro.

No todo estaba perdido, aunque bien claro ha quedado que Isaac si. 

James ayudó a la señorita White a colocar su maleta en el maletero del taxi y esperó a que todos entraran en el vehículo para ocupar el hueco libre.

Habían dado con el rastro de Bermont, por lo que no podían dejar de seguirlo y el señor Greystone ya iba detrás de ellos.

Circle Court era una zona ubicada no demasiado lejos de los muelles, un trazado curioso que formaba un círculo casi perfecto por el que cruzaban dos calles principales. Bruma Costera, tal como la publicidad indicaba, estaba en una de esas avenidas principales. Desde allí, aunque estaban a unas cuantas calles de distancia, ya se podía ver claramente el mar y escuchar graznido de las gaviotas.

La posada era un edificio  de tres plantas con una entrada amplia con puertas de cristal festoneada por plantas. Parecía un sitio acogedor y cuando la comitiva entró se encontró con un amplio recibidor de madera en el que destacaba un mostrador de ébano. Varias puertas, una de las cuales indicaba el comedor, y unas escaleras ascendentes partían de este punto de llegada.

Tras el mostrador había un hombre de aspecto ratonil, con nariz respingona y pequeño mostacho. Quizás no llegase a la cuarentena pero el pelo empezaba a escasearle y el peinado con cortinilla no le favorecía demasiado.

El hombre sonrió a los recién llegados.

—¡Bienvenidos a Kingsport caballeros, señorita! ¿Es su primera vez en nuestra bella ciudad? Mi nombre es Gustave. ¿En qué puedo servirles? ¿Desean pasar la noche? Me temo que es ya un poco tarde para ofrecerles una cena en condiciones, nuestra cocinera ya se ha marchado, pero si no han comido durante su viaje seguro que puedo encontrar algo que prepararles.

Al parecer el lema de que 'Bruma Costera' era un sitio acogedor se mantenía a rajatabla por el personal.

James ayudó a la señorita White con el equipaje una vez descendieron del vehículo y entró el último en la posada, dejando que tanto el señor Greystine como Charles hablaran con el recepcionista.

Aprovechó ese momento previo a entrar para fijarse si muchas de las ventanas estaban iluminadas, tratando de hacerse una idea de si la posada alojaba muchos huéspedes.

También usó el tiempo en que sus acompañante realizaban las gestiones de las habitaciones para ver si la posada mantenía las llaves guardadadas y comprobaba si muchas estaban entregadas.

La joven Elizabeth le agradeció a James con a través de una sonrisa y un ligero asentimiento de cabeza, siendo aquello algo que si bien es muy protocolar, ella al parecer lo utilizaba por pura consideración. Es que le agradaba ese tipo de actitudes hacia su persona, era inevitable y siendo la única mujer del grupo, los tres hombres eran capaces de cuidarla muy bien. 

— Muchas gracias, así es. — respondió la rubia y agregó. — La idea es pasar la noche sí, estamos de pasada y claramente pensamos en lo que dice el folleto. Lo cálido siempre es un fiel referente a optar. — agregó en un tono amable, cuidado y muy típico de ella. — ¿Tendrá habitaciones para todos nosotros? 

Tras decir aquellas palabras, permitió que sea Greystone aquel que continúe con esto, si bien era el que más labia tenía. También parecía el más experto en estos menesteres, de momento sus intervenciones jamás habían fallado, así que confiaba en él ante el trato con aquel sujeto. 

Charles entró a continuación. Sonrió al conserje. 

-Buenas noches-dijo tímidamente-cualquier cosa estará bien...para cenar, digo.

Lo suyo sería preguntarle por Bermont, pero no sabía cómo hacerlo sin que resultase violento. Quizá más tarde...así de entrada no le parecía adecuado. No es lo que haces cuando llegas a una pensión a pedir habitación ¿no? Quizá en un descuido pudieran acceder al registro, aunque en realidad, la duda no era si había ido allí, que ya lo sabían, sino dónde encontrarlo. Por el momento, decidió esperarse. 

-Hola, hola, buenas noches. -Un sonriente y jovial Greystone se acercó a la recepción respondiendo a la bienvenida del tal Gustave. -Sí, como le ha dicho la Srta, deseamos alojamiento. Y tal como ha apuntado nuestro compañero, cualquier cosa ligera para cenar será estupenda. Como ve no llevamos excesivo equipaje, quizá sólo estemos un par de noches. 

Era hablar por hablar, no tenían ni idea de si encontrarían rápidamente al muchacho, o no. Y si, en el caso de que lo encontraran, iba a ser fácil hacerse con el libro "prestado". 

-Me preguntaba si en esta época del año estarían ustedes muy desbordados. Primavera, buen tiempo... ¿tienen muchas habitaciones libres? 

También el detective aprovechó su cháchara para hacerse una idea de lo que le rodeaba. El libro de huéspedes, para empezar, el casillero de llaves, y cualquier indicación que pudiera serles útil.

James echó un vistazo a las ventanas de la pensión. Había un par de ellas de las que salía luz, pero el resto estaban apagadas. Claro que a esa hora bien podía ser porque sus ocupantes ya estuvieran durmiendo. Al entrar, por deformación profesional, se fijó en los llaveros que había tras el mostrador. Faltaban tres de las doce llaves que componían el mosaico¹.

—Oh, sí, tenemos sitio de sobra en esta época del año. A partir de junio la cosa es muy diferente, viene mucha gente para disfrutar de nuestras playas. Pero aunque el tiempo está siendo benigno esta temporada la verdad es que no es habitual que haya demasiados visitantes en abril. Apenas estamos a un tercio de nuestra capacidad.

El hombre recogió cuatro llaves para ponerlas sobre el mostrador. Jeremy intentó echar un ojo al libro de reservas pero el buen Gustave acababa de pasar la hoja para recoger la llegada de los nuevos visitantes. En el día de hoy eran los primeros que se alojaban².

-Ah, bien. Entonces no hay problema por espacio. Por cierto, ayer llegó un amigo y compañero nuestro de la Universidad, al que queremos dar una sorpresa. Isaac Bermont, también procedente de Arkham. ¿En qué habitación se hospeda? Si es posible querríamos saludarle incluso antes de cenar, puede que quiera hacerlo con nosotros en cuanto vea que estamos aquí. No se lo espera, no sabe que veníamos tras él. Estará encantado, ya imagino su cara cuando nos abra la puerta y vea... ¡a su novia!

Jeremy hizo un gesto apreciativo hacia Miss White, y sonrió a Gustave. Su intención era la de aparentar ser un grupo de despreocupados estudiantes que habían decidido ir en busca de su amigo, sin más.

El señor Maldini miró a Emily y carraspeó:

—Oh, vaya... pues lo siento de veras. El señor Bermont recogió sus cosas esta mañana. Debió surgirle algo porque en principio me dijo que se quedaría toda la semana, pero hoy parecía tener algo de prisa por marchar.— sonrió a Emily un tanto azorado —¡Es posible que haya vuelto a Arkham!

Parecía azorado porque el estudiante no estuviese allí. Seguramente pensaba que había algún lío de faldas por medio y que la novia se iba a llevar un chasco al no encontrar a su pareja en donde éste le había dicho que estaría.

James simplemente asintió ante las palabras del señor Greystone, mientras dejaba las maletas en el suelo y asentía quitándose la gorra.

Tres de las doce habitaciones no eran demasiadas para vigilarlas aunque quedaba ver si el detective era capaz de engatusar al conserje y se ahorraban la tediosa tarea de seguir rastreando a Bermont.

- Oh... - fue lo único que pudo decir cuando la labor dio sus frutos y descubrieron que Bermont ya no estaba allí.

Se quedó mirando al detective, casi esperando que éste dijera que se marchaban en ese mismo instante.

-Podría ser, o quizá debe haberle surgido algún imprevisto y se ha ido hacia otra parte. ¿Han limpiado ya su habitación? Quizá dejó alguna nota que nos dé una indicación de dónde buscarle. Podría darme esa habitación en lugar de la mía, no me importa en absoluto estirarme las sábanas, jajaja.

Era una tontería marcharse ahora, casi de noche, y sin saber hacia dónde. Mañana verían qué camino tomar, tanto si les daban la habitación de Isaac como si no.