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BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Mientras se dirigía hacia la caravana de Ameiko vio a Kromdal dirigirse a Serveris lo que le recordó que no había cogido la cubertería de plata escondida por los sirvientes. No solo debía volver al castillo a asegurarse de que los cuerpos de los antiguos sirvientes recibían el entierro que merecían, además localizaría y recogería los bienes de valor que aún quedaban allí dentro. Kromdal, al igual que los demás, había luchado bien, sin vacilar a la hora de jugarse el pellejo, todos se habían ganado con creces hasta la última moneda que pudieran encontrar.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Cepillo a Roiyaru cuando siento unas palmadas en el hombro. Es Kromdal, que me habla y me da un cumplido. Bueno, para él debe ser un gran cumplido aunque no suene mucho a eso, pero le conozco ya lo suficiente para saber cuando está diciendo algo bueno de uno.

Le sonrío y respondo:

 - "Muchas gracias, amigo. Solo hice lo que pude y espero que haya sido suficiente. Pero si no hubiese sido por tu hacha, jamás lo habríamos logrado. Eres un gran guerrero y es un honor combatir a tu lado."

Le hago una reverencia pues cada una de las palabras que he dicho siento como ciertas y le tengo un gran respeto, aunque sea y se comporte como un bárbaro. Creo que es un gran aporte para el grupo y, aunque siempre hable de dinero y furcias como si fuese lo único de valor en el mundo, siento que puedo confiar en él y que, en el fondo, también le importamos.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Ameiko ha permanecido sumida en sus pensamientos un buen rato. Se ha alejado del campamento, aunque no demasiado para darle vueltas a todo en soledad.

No lejos de su posición, Shalelu, Sandru o alguien enviado por éste, han permanecido vigilantes en todo momento para asegurarse de la seguridad de Ameiko.

Aun falta para que caiga la noche, mientras Ameiko regresa hacia el centro del campamento, cuando una mujer robusta aborda a la princesa. La mujer parece orgullosa, aunque no altiva. Intercepta la ruta de Ameiko pero sin gestos bruscos u hostiles y saluda a la bardo con un cabeceo.

- “Hola. Creo que no nos han presentado todavía.” – Comienza en un tono seco.

- “Mi nombre es Kelda. Kelda Destripabueyes.” – Se presenta. – “Estaré un tiempo trabajando como guardaespaldas en esta caravana.” – Añade señalando hacia atrás sin mirar, en dirección a Sandru.

Sus ojos se cruzan con los de Ameiko. Parece como si evaluara a la mujer que tiene frente a sí.

- “He oído que vamos a hacer una incursión… ¿Serás tú la líder?” – Pregunta atenta a la respuesta. – “¿O lo será Sandru?” –

Cerca de ambas mujeres, la figura de Shalelu permanece atenta. Escondida en las sombras había pasado casi por invisible hasta que la conversación entre Kendra y Ameiko comienza. Es entonces, cuando la elfa se deja ver… pero de momento no interviene.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- “¡Jefe!” – Dice llamando la atención de Sandru. – “¿Levantamos el campamento o preparamos la cena?” – Pregunta lanzando un rápido vistazo al cielo. – “Ya sé que es mejor no viajar de noche… pero la gente está intranquila… así que si lo prefiere podemos partir ya.” -

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Mientras el varisio se ocupaba de ciertos aspectos, como empaquetar lo que finalmente se había convertido en mercancía de la caravana, escuchó una conversación que parecía tener relación con su persona, impresión que se vio reforzada cuando la mujer Bárbara llamada Kelda cruzaba sus primeras palabras con Ameiko y señalaba en su dirección.

El bueno de Osbert le hizo una pregunta qué bien venía al caso, pero el maestro caravanero levantó un dedo hacia él pidiendo unos momentos. Era hora de aclarar ciertos aspectos.

- Antes de nada, es verdad que no te hemos presentado a la hasta ahora yaciente Ameiko. Es imperdonable, pero como ya lo has hecho por ti misma, supongo que bien está.

Por otro lado comentarte que Ameiko ha estado enferma durante unos días, pero ahora ya está recuperando las fuerzas.
No sé dónde has oído la palabra "incursión" pero creo que tu sangre bárbara te juega una mala pasada, Kelda. Nadie va a incursionar en ninguna parte. Sí que se está planteando el si el camino de esta caravana se dirige al norte al sur o en otra dirección. Ese rumbo es algo que decide en gran parte Ameiko, que es nuestra amiga y alguien a quien queremos ayudar en sus asuntos personales.
Por otro lado querida, el que lleva las riendas de la caravana es un servidor, y todo lo que atañe a ella es mi responsabilidad y área de influencia. No le debe de ser difícil pensar en esos términos a alguien cuyo sistema tribal contempla la figura del cacique y del chamán de la tribu. Ambos deciden en sus respectivas áreas de influencia, si bien su fin último es el bienestar de los componentes de la tribu.

Si tienes alguna duda más, estaremos encantados de responder a tus preguntas. -

Sandru miró de reojo a la furtiva Shalelu, la cual acechaba en las cercanías. Nunca se sabía muy bien cómo reaccionaría la extraña mujer, era como intentar enseñar un truco a un gato e intentar que lo llevara a cabo. Algo dudoso cuanto menos.

Devolvió su atención a Osbert con un vistazo.

- En respuesta a tu pregunta, la cena Osbert. No moveré una rueda si no tengo claro nuestro rumbo y si Desna lo permite, sin que el sol brille en el cielo. -

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​- "¡La cena pues! Yukiya, trae más agua del arroyo. Veamos, qué tenemos por aquí. Arroz y cecina. Sí, creo que servirá." -

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Estaba en un segundo plano, apoyado en su siempre fiel ballesta pesada, mientras escuchaba hablar al grupo atento a cada cosa que se decía tratando de captar como estaba el ambiente. Sus ojos se abrieron evidenciando sorpresa al ver a la mujer bárbara entrar como una exhalación y hablar con esa franqueza. ¿Incursión? ¿De qué estaban hablando? Ellos eran una caravana de mercancías, no un grupo de asalto. Aquella opción le desagradaba en alto grado así que miró al Jefe Sandru esperando que él pusiera su acostumbrada cordura a la situación. Respiró profundamente, con marcado alivio, cuando esto sucedió.

Cuando escuchó la llamada de la cena Bevelek se relajó completamente y se dispuso a disfrutar de una buena comilona en compañía del grupo entero. Seguramente decidirían que hacer y que ruta tomar más adelante, pero esa no era una tarea para él que no era más que un humilde trabajador de la caravana. Con una sonrisa en los labios se dispuso a echar una mano a Saray Mara en sus labores para ver si podía picar algo con antelación, que aquellos sobresaltos le habían abierto el apetito.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

La joven cocinera mira a ​Saray y tras unos segundos asiente. Se da media vuelta con el ceño fruncido y se aleja en dirección al arroyo para ir a cumplir con su tarea.

- "Ya voy... ya voy..." - Refunfuña para sí.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

​Shalelu carraspea levemente interrumpiendo la conversación entre Kelda y Ameiko, y el recién incorporado Sandru.

- "Una vez claros los roles... creo que basta de atosigar a Ameiko por hoy." - Comenta en un tono que parece más una afirmación que una sugerencia. Se aproxima a la bardo y coloca con suavidad una mano en su hombro.

- "Ameiko, ¿tienes un minuto? Me gustaría hablar contigo..." - Comenta a la mujer.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Kelda observa con una ceja ligeramente elevada a Sandru, y luego contempla la intervención de Shalelu.

No parece tomárselo a mal, pero como parece que las otras dos mujeres requieren algo de privacidad, la guardaespaldas se centra en el jefe de la caravana.

- "Bien. ¿Entonces tú eres el cacique o el chamán?" - Pregunta a Sandru sin ningún tapujo. Luego sonríe un poco, casi como si estuviera bromeando aunque cualquiera lo diría. Se encoge de hombros y añade una explicación:

- "En mi tribu obedecemos al cacique cuando estamos en medio de una incursión. Está bien saber que existe el chamán, y sería el segundo al mando... líder si el cacique cae... Pero hasta entonces sus órdenes no pueden contradecir las del cacique." - Explica. - "Es mejor que todos tengamos claro desde el principio cómo funciona aquí." - Aclara.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

La intervención de Shalelu aleja a Ameiko de las preguntas de Kelda, que es casi lo mejor que podía pasar, al menos por el momento. Sandru  sonríe a la mujer ulfen mientras se encoge de hombros ligeramente al contestarle.

- Bueno, hay varios atenuantes en marcha Kelda. Esto no es una tribu y no es una incursión, como ya te comenté. Yo soy quien lleva los asuntos de la caravana, y aunque uso cierta manga ancha y me gusta creer en la capacidad de consenso, si debes dirigirte a alguien como cabeza de la caravana, soy tu hombre.

Soy quien te ofrecí un puesto como guardaespaldas en la caravana, lo cual te debería dar una pista para tener claro cómo funcionan las cosas aquí. Estoy a cargo y en mi ausencia es Koya, la mujer que vive en ese carromato además de ser mi madre, quien toma las decisiones con respecto a la caravana. -

Sandru se desenvolvía con pies de plomo con la ulfen a a pesar de todo. Prefería que tuviera las cosas claras, pero también sabía que era muy probable que se internaran en un territorio que ella conocía y su ayuda para resolver ciertos asuntos como la elección de rutas, peligros naturales de la zona y modo de comportase de las gentes que poblaban esas tierras podían marcar una diferencia. Era mejor tenerla de su parte.

Por no hablar de que esperaba que de darse el caso, la mujer jugara un papel relevante en tratar con la persona o familia que poseía en esos momentos la espada ancestral de los Amatatsu, y que seguramente el recuperarla sería uno de los primeros pasos a dar en caso de que la caravana se dirigiera hacia el norte. La verdad que el varisio se alegraba a hora de haber conseguido aquellas cálidas pieles a tan buen precio.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Más y más palabras, nuevas presentaciones, Shalelu. Alzó ambos brazos, las manos abiertas.

-Esta noche, en la cena os daré una respuesta. A todos. Y confío en que sea la acertada, queridos míos. Ahora, disculpadme pero hay mucho acerca de lo que debo reflexionar y neecsito estar sola. Shalelu, amiga mía. Estaré encantada de hablar contigo y concederte ese minuto y cuantos necesites, pero ahora no. Tras la cena, si me lo permites.

Dicho aquello y sin mirar a nadie, avanzó unos pasos para internarse en el bosquecillo, a la búsqueda de la más que necesaria soledad y de la ayuda de Desna para deshacer las nieblas que se enroscaban a su alrededor y que sentía la asfixiaban.

VA TRANSCURRIENDO EL RESTO DE LA TARDE.

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AVANZADA LA TARDE, ANTES DEL OCASO.

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AVANZADA LA TARDE, ANTES DEL OCASO.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta que el humor de Propiedad Transitiva iba degenerando desde que Sandru había empezado a hablar con la uffern yo-soy-grande-aunque-me-encuentren-esclavizada-y-vencida. El que le ofreciera un puesto en la caravana le gustaba tanto como podía gustarle..... ¿la tisis? ¿la peste? El bárbaro shoanti se obligó a tranquilizarse. Tenía buenos objetos y, aun confiaba, en recibir algo del tesoro que se había obtenido. Y esos locos varisios con sus locas caravanas y sus locas armas y costumbres le caían bien.

A pesar de todo no pudo dejar de suspirar pesadamente, y escupir al suelo, y se acercó a Kelda cuando terminó de hablar con Sandru.

- Me da igual que seas tan arrogante y necia como todos los tuyos que conozco. Entiende bien esto, uffern: te encontré a ti, enemiga de mi gente, despojada de todo y tirada en una celda, como premio de un monstruo. Monstruo al que yo maté, y mis amigos te liberaron. Asúmelo, y asume lo que me debes. Y lo que nos debes a todos.

Mientras hablaba sentía la rabia aumentar en su pecho. Pero saber que sus frases le harían a la puta uffern tanta gracia como un puñetazo en el vientre calmó su propio enfado con lo que, tras sus palabras, ufanamente, se dio la vuelta y se marchó a seguir tomando algo de su cena.

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Koya sonrió maliciosamente cuando Ameiko rechazó a Shalelu. La elfa era tan soberbia que seguro que esperaba que, para una vez que iba a abrir el pico, Ameiko la recibiera con honores de reina. La que no parecía tan callada era la bárbara uffern.

- Ay, hija, piensa que eres la última en llegar. Todos aquí tenemos claro aquí como funciona esto. Sólo debes saber adaptarte. Imagino que cualquier cosa será mejor que como estabas, ¿verdad?- Ante la presentación de su hijo Sandru como la "chamán" de la caravana Koya no pudo más que disfrutar de la diversión que el mote le producía.- Ese de allí es mi carromato. Cuando necesites consejo no dudes en venir a hacerme una visita. ¡Pero ahora vayamos a cenar! Celebremos que todo ha salido bien. Además, cuanto antes cenemos, antes nos contará Ameiko su decisión.- A pesar del optimismo y alegría que mostraba la anciana Pitonisa en su interior bullía de preocupación. Daría un ojo por saber  en qué estaría pensando ahora mismo su amiga Ameiko y por poder pasear a su lado para aconsejarla.- Venga, Gigi, vayamos a cenar antes de que Bevelek nos deje sólo las migajas.

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Las venas de la frente de la mujer se inflan repentinamente al tiempo que su blanca piel se torna sorpresivamente roja por la sangre que le sube deprisa a la cabeza.

La mujer Ulfen echa mano de su hacha al tiempo que los músculos de sus brazos comienzan a inflarse visiblemente como primer estadío del espasmo de furia de un Berserker autentico.

Después mira a Sandru, y al resto de miembros de la caravana congregados, evitando mirar a Propiedad Transitiva. Respira amplia y lentamente por la boca y cierra un momento los ojos mientras trata de destensar sus manos, cuyos nudillos se han puesto blancos sobre el mango de su hacha.

Finalmente, aparentemente más calmada, dice:

- "Soy Kelda Destripabueyes. Y tú pareces un buey. Apártate de mi camino." - Seguidamente, se sienta junto al fuego, dándole la espalda al Bárbaro tatuado Shoanti de los acantilados varisios.

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- Y mi nombre es Kromdal, mujer. Y es evidente que la gratitud y cumplir con las deudas de vida no son propias de tu naturaleza.

Y sin más, estando ya todo dicho, el bárbaro se aleja de la bárbara.

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Resopló por lo bajo al ver la actitud de la nueva incorporación de la caravana y prefirió no añadir más leña al fuego, confiaba en sus superiores y sabía que ellos eran mucho más capaces en tareas que tuvieran que ver con el liderazgo que él. Sin embargo aquella mujer salvaje y ruda, de gestos poco amables no era del gusto del varisio que se limitó a mirarla mal de vez en cuando. Tampoco mucho pues andaba pendiente de la comida que rondaba que merecía mucha más atención para él que cualquier recién llegado.

Bevelek disfrutó del alimento como hacía mucho tiempo que no disfrutaba, pues temía que viendo la deriva que iba a tomar el grupo los peligros aumentarían y tendría menos opciones de tomar una agradable y apacible comida en compañía de todos los presentes.

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Era mucho lo que había pensado Ameiko en su solitario paseo. Y mucho lo que había hablado con Hattori. Y mucho lo que podía haber llorado por la frustración, por su destino aparentemente escrito y por la necesidad de elegir. Pero finalmente había tomado una decisión, una decisión que marcaría su futuro y el de aquellos que ahora se congregaban en torno al fuego, dispuestos a cenar.

Su llegada coincidió con las agrias palabras que el bárbaro cruzaba con la liberada guerrera y no pudo evitar lanzar un leve suspiro.

-Buenas noches a todos -dijo a modo de saludo-. Kromdal, por favor, no te alejes. Ven, siéntate a mi lado. Aquí -pidió palmeando un asiento a su lado e indicando al bárbaro el lugar elegido a su vera y con una mirada suplicante en sus ojos-. Kelda, estás entre amigos. Tu hacha no tiene lugar aquí. Al igual que no necesitamos hablar de deudas de honor o de sangre -repuso calmadamente-. Creo que este nerviosismo es en parte por mi culpa. Cuando desperté de mi pesadilla, ansiabais una respuesta inmediata que me sentía incapaz de daros. Mi cabeza era un caos. Aún lo es. No voy a mentiros. Unas horas de reflexión y una charla con mi buen Hattori no bastan para despejar mis dudas. Temo que depositais demasiadas esperanzas en mí y no me siento tan fuerte y capaz como parecéis creer que pueda llegar a ser. Sobre mis hombros se ha depositado una fuerte carga, una responsabilidad a la que no sé si podré hacer frente de forma adecuada. No obstante, he decidido afrontar mi destino. Pero voy a necesitaros. A todos y a cada uno de vosotros. Sí, soy egoísta. O realista. Pensad lo que gustéis.

Guardó unos segundos de silencio, observando las llamas. El chisporroteo de un leño pareció devolverla a la realidad con un ligero sobresalto y sonrió a los presentes algo avergonzada.

-Koya, necesitaré tu sabiduría. Eres quien eres y Desna habla a través de ti. Sandru, mi querido y buen amigo, compañero de mil y una aventuras. Este viaje sin ti carecería de sentido. Eres bueno y valiente, sensato y fuerte. Y jamás me mentirías -los ojos de Ameiko brillaban húmedos por la emoción que sentía-. Shalelu, eres la voz de la experiencia y una buena amiga. Sentí tu presencia y tu voz guiándome en medio de las pesadillas, un faro en mitad de la tormenta. Hattori, mi fiel y leal Hattori. Eres un padre para mí. El hombro en el que descansar, la mano a la que asirme. Y vosotros, Bevelek, Vankor, Serveris, Kelsier, Giorgino, mis jóvenes y feroces guerreros. Nada de cuanto se ha logrado hubiera sido posible sin vosotros. Estoy aquí y ahora por vuestros sacrificios, por vuestros esfuerzos y os lo agradezco enormemente. Y desearía que así siguiera siendo. Kromdal, el shoanti más feroz que haya conocido -afirmó poniendo delicadamente una mano sobre su antebrazo-. Carecemos de un pasado en común, pero has luchado y sangrado por mí. ¿Cómo podría pagarte por eso? ¿Cómo podría pedirte que siguieras a nuestro lado, a mi lado?

Esa era la realidad. Un destino, una nueva aventura y la necesidad de una familia. Una familia no de sangre, sino elegida. Sonrió tímidamente primero y abiertamente después, mirando uno por uno todos los rostros congregados.

-Tengo hambre. ¿Qué hay para cenar?

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Aún duraba, no el enfado sino... ¿cómo decirlo? ¿rabia? No, no era en realidad rabia. Para Propiedad Transitiva el hecho del enfado y el malestar de Kelda era una buena noticia. Al fin y al cabo, mucha mala sangre había entre uffern y shoantis, y ni el bárbaro era rápido en perdonar, ni tampoco tenía la amplitud de miras para evitar tomarse venganza ante lo que, para él, habían sido desaires de sus compañeros. ¿O acaso no le habían ofrecido a la muy perra salario y tesoro? ¿salario y tesoro por qué? ¿por ser tan idiota de dejarse capturar por el oni al que el propio Kromdal había dado muerte tras múltiples regeneraciones? Mandaba narices. Por no decir otra cosa.

Al menos se va calentita. Estaba pensando para sí el bárbaro quien, al haber dicho lo que quería decir, y haber podido además decir la última palabra, se sentía bastante bien consigo mismo.

Pero entonces, y precisamente en ese momento, llegó Ameiko. Para ser sinceros, el bárbaro se temió lo peor. Cuando ella le pidió sentarse a su lado, lo hizo (primero porque era amiga de amigos y había sangrado por ella mucho y bien; segundo porque no se decía que no a una princesa; tercero porque estaba bien buena, qué demonios; y cuarto porque sentía curiosidad) pero manteniendo cierta prevención. A ver si se le ocurría reprocharle sus palabras a la puñetera uffern.

Lo cierto, sin embargo, es que aunque algo de eso hubo, Propiedad Transitiva no lo sintió. ¿Era la diplomacia de la princesa? ¿su aspecto sensual y agradable? ¿algo parecido al aprecio por aquella que, de alguna manera, había salvado? Fuera como fuese, de las palabras de Ameiko sólo le quedó al bárbaro un profundo sentido de satisfacción.

- Joder, Ameiko, algo se nos ocurrirá. Además, mentiría si dijera que no ha sido una expedición buena también en lo económico. Y Serveris, Giorgino y todos los demás son gente que aprecio. Si Sandru mantiene su acuerdo conmigo, claro que seguiré con vosotros. ¿Donde si no iba a divertirme tanto?-  se rió de forma estruendosa- Por cada espíritu y cada deidad bajo las estrellas, si hasta eres capaz de poner lo importante primero. Comer, claro que sí. Que sobrevivir y matar da hambre, y no poca. Y por lo que veo, tenemos un trono que reclamar. Y seguro que alguien tendrá que enseñar a esa gente como lucha un shoanti de verdad.

Pareció que no iba a decir nada más pero, luego, una idea perversa, un tanto pueril, apareció en su mente. Probablemente innecesaria, y seguramente ridícula. ¿Pero acaso tales pequeñeces eran algo para el shoanti?

- Cuenta con mi hacha.