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MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

QUEDAN CINCO HORAS PARA EL ALBA.

No se había quedado dormida, ni había bajado la guardia en ningún momento, y por lo tanto la elfa tenía claro que nada peligroso podía haberse acercado al campamento, pero bajó del árbol con el arco preparado.

Por si los sonidos que llegaban a sus oídos no eran suficiente, ver a Bevelek en la puerta del carro de Ameiko le confirmó lo que ocurría. Se acercó a él y cogiendo arco y flecha antes preparados con una sola mano, posó la otra sobre el hombro del varisio en un gesto que intentaba ser consolador, aunque nadie sabría decir quién necesitaba más consuelo.

- Tengo un mal presentimiento.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

QUEDAN CINCO HORAS PARA EL ALBA.

El varisio se sorprendió profundamente al sentir la cercanía de la mujer elfa y el suave toque en el hombro incluso llegó a turbarle un poco pero abandonó esos pensamientos poco concretos para centrarse en lo que sucedía. Con una evidente preocupación en su tono de voz habló.

—¿Un mal presentimiento? ¿En qué sentido? ¿Mal presentimiento de un ataque? ¿Por Ameiko? ¿Ambas cosas...?

La última pregunta sonó como un lamento o casi un ruego. Confiaba en que ninguna de esas cosas pasara pero estaba muy seguro de que los instintos y conocimientos de la elfa superaban a los suyos en gran medida. Mientras agarraba su ballesta con más fuerza comenzó a recordar. Aunque estaba medio dormido y algo cansado, cosa que afectaba a su memoria, creía recordar que nunca había tenido una conversación o algo similar con la exploradora. Le había admirado en secreto por bastantes años y con intención de no hundir su pequeña reputación decidió tomar la iniciativa.

—Coloqué unas trampas alrededor del perímetro pero si quieres podemos dar una vuelta alrededor del campamento, cada uno por un lado para ver si encontramos algo.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

QUEDAN CINCO HORAS PARA EL ALBA.

Ante las preguntas de Bevelek, la elfa movía la cabeza de forma dubitativa y poco concreta. Había algo en todo aquello, un instinto, algo que le decía que algo no iba bien. ¿Podría sentir Ameiko lo que sucedía en otra parte? ¿Debía preocuparse por sus compañeros?

Sabía que nada se había colado en el campamento, pero no quiso llevarle la contraria al varisio. Si él se quedaba más tranquilo, merecía la pena comprobar la seguridad. Sin embargo, antes quiso seguir su instinto. Se acercó a su amiga, y la cogió de las manos. Cerró los ojos, y se concentró en ella.

LA NOCHE Y LA MAÑANA TRANSCURREN PLÁCIDAMENTE.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

MEDIA MAÑANA.

Shalelu ha pasado la noche soñando con Ameiko, que sigue inconsciente en el carromato de la adivina.

Bevelek monta guardia casi toda la noche. Por la mañana todavía se encuentra de guardia, algo adormilado, sentado junto al fuego con su pesada ballesta entre los brazos como si fuese su bebé.

Las dos cocineras y los tres peones ya están despiertos y preparándolo todo para el nuevo día. Yukiya, que ha ido a recoger agua al cercano arroyo es la primera que ve llegar a Vankor y a Koya, y da la voz de alarma.

Enseguida llegan los dos, cansados aunque ilesos. Poco después arriban al campamento el joven Giorgino y una bárbara Ulfen.

LA NOCHE Y LA MAÑANA TRANSCURREN PLÁCIDAMENTE.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

MEDIA MAÑANA.

Cuando Vankor vio a su hermano echó a correr hacia él para fundirse en un fuerte abrazo con Bevelek.

-Hermano -alcanzó a decir, estrujándolo entre sus fuertes brazos. Permaneció unos segundos así, los ojos cerrados, oliendo la mezcla de sudor y humo propios de Bevelek. Se separó al cabo de un rato, sonriendo ampliamente, feliz, mostrando su blanca dentadura-. Me alegra verte bien. Ha pasado tan poco tiempo y, sin embargo, es como si hubiera transcurrido un año. Y nos han ocurrido tantas cosas allí, en el castillo. Me encantaría quedarme y contártelo todo pero debemos regresar -comentó con premura-. Hemos venido para proteger a Koya en el camino de regreso. Siente que debe cuidar de Ameiko y si lo hace como lo ha hecho con nosotros, no dudo que regresara de ese sueño extraño suyo.

Miró en dirección a la anciana y en su mirada podía verse el profundo afecto que sentía por aquella vieja mujer, cuya sabiduría y belleza interior opacaban su exterior marcado por la edad.

-Cuida de ella, Bevelek. Ha tenido mucho trabajo con todos nosotros y necesita descanso. La dejo bajo tu protección.

Dicho aquello, y tras dar un afectuosa palmada en la espada de su hermano, se encaminó hasta Koya a la que tomó de ambas manos, reprimiendo su gusto natural por estrujarla y alzarla en volandas.

-Te dejo bajo los cuidados de mi hermano que velará por ti, Koya. Gracias por todo cuanto has hecho por nosotros. Has sido una líder protectora e inteligente y he aprendido mucho de ti. Espero poder regresar de nuevo al campamento y no defraudarte con mis acciones del futuro -la mirada de Vankor era de profundo agradecimiento y admiración. Jamás hubiera imaginado antes de aquella aventura, que la gruñona y siempre pícara pitonisa encerrara tras su imagen de abuela a una mujer de tal valía. Los oscuros ojos de Vankor brillaron antes de abrazar a Koya. Cuando se separó, se inclinó levemente y la besó en los labios suave y brevemente. Luego, se separó e inició el camino de regreso aunque se detuvo en la linde del campamento, aguardando a Giorgino-. ¡Adiós! -gritó a modo de despedida-. Nos veremos pronto, si esa es la voluntad de Desna.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

MEDIA MAÑANA.

Últimamente estaba durmiendo mal, muchas guardias, muchos sucesos inesperados y demasiados problemas que habían afectado a su habitual vida tranquila y relajada. Sobrellevaba todo eso con la mayor dignidad posible y trataba no quejarse demasiado había gente en peores circunstancias que él.

Aquella mañana había permanecido haciendo guardia en una duermevela constante mientras abrazaba su ballesta pesada. El sonido de unos rápidos pasos le despertaron finalmente y en el poco tiempo que tuvo pudo vislumbrar la atlética silueta de su hermano.

—¡Vankor!

Dijo Bevelek mientras se ponía en pie y recibía el potente abrazo de su hermano menor.

—Sí, Giorgino me habló cuando vino a por el Jefe Sandru. Me dijo que estás haciéndolo muy bien hermano, no esperaba menos.

Pese al peligro que suponía la aventura de su hermano y el resto del grupo, el mayor de los Dalmuvian estaba orgulloso de que su apellido quedara en buen lugar gracias al desempeño de Vankor.

—Ameiko... creo que empeoró pero no lo sé bien. Shalelu está con ella. 

Suspiró desanimado pues poco podía hacer él en esa situación y las noticias de que su hermano debía volver a marcharse indicaban que el peligro en el castillo continuaba y debían enfrentarlo. Aquello no le agradaba para nada, no quería que su hermano y el resto volvieran a exponerse, pero era una decisión que se alejaba de él.

—Cuidaré del campamento y de los que están en él, pero vosotros tened cuidado allí dentro y volved todos sanos y salvos os estaremos esperando aquí.

Se despidió de su hermano con un movimiento de cabeza mientras se marchaba de nuevo al peligro y él se quedaba allí haciendo guardia, velando porque nada malo pasara.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

MÁS DE MEDIA MAÑANA.

Tras despedirse ambos hermanos y Vankor del resto de miembros de la caravana, el menor de los Dalmuvian emprende el camino de regreso al Castillo de Muro de Salmuera.

LA NOCHE Y LA MAÑANA TRANSCURREN PLÁCIDAMENTE.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

MEDIA MAÑANA.

Habían caminado rápido  camino al campamento,  sin entablar una de esas agradables charlas que normalmente entretenían a abuela y nieto y que provocaban en Vankor poco más que una fugaz sonrisa o un ceño fruncido. La gravedad de la situación lo requería así. Su misión, aunque casi completa, no había acabado, nimucho menos. Lo más importante, la vida de Ameiko, aún estaba en juego.

Así lo pudo comprobar la pitonisa cuando accedió a la tienda donde seguía reposando Ameiko.

- De ahora en adelante yo me ocupo.- Le dijo no sin cierta frialdad a Shalelu. Antes de que partiera la tomó de la muñeca para detenerla y que le pusiera al corriente de su estado. Después la anciana hizo un breve resumen de lo acontecido a la elfa, realzando las aportaciones que su hijo había realizado. Para acabar advirtió a la exploradora de Puta Arena de la presencia de la extraña en el campamento. Sería su función tener un ojo puesto en ella permanentemente, al menos hasta que Koya descartara que era no fuera peligrosa.

La despedida de Vankor, por mucho que la dejara al cuidado de su hermano, dejaba en la anciana un profundo vacío. Lo que más le dolía de violver al campamento era no poder controlar ella misma la seguridad de los suyos. pudo ver en Vankor un brillo especial en sus ojos al despedirse. Sin embargo, fiel a sí mismo y a su integridad tan férrea, acabó abandonándola.

- ¿Y tú, cariño?- Se dirigió a Giorgino.- ¿Vas a quedarte con la abuelita?- Le dijo con sorna. Sabía perfectamente que no se quedaba por su yaya, que también, sino por la bárbara que habían traído al campamento.

CARAVANA DE SANDRU, BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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MEDIA MAÑANA.

La voz de la anciana sacó a la elfa de su concentración. Se levantó despacio, temiendo marearse, y no muy segura de lo que había ocurrido y por qué.

Cuando Koya pregunta, Shalelu la observa con mirada algo distante y confusa.

- Sueña con cosas que pasaron años atrás. Pero son sueños vívidos. No sé si es consciente o no de su estado. Una vez allí dentro... todo vuelve a ser real.

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PASADO EL MEDIODÍA.

A primeras horas de la tarde, el grupo compuesto por Sandru Vhiski, Kelsier Deznad, Propiedad Transitiva, Serveris, Vankor Dalmuvian, y el Viejo Hattori, llegan cargando tres cofres de maderaoscura con cantoneras de bronce y algunos sacos.

El aspecto de Serveris es el más preocupante, pues su piel aparece acartonada y blanca como la cera, sus ojos se ven hundidos y con areolas negras a su alrededor.

Ameiko sigue inconsciente, con Koya y Shalelu turnándose para cuidarla mientras Bevelek y Giorgino se ocupan de las guardias de vigilancia, y las cocineras y carreteros se ocupan del resto de menesteres de la caravana.

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PASADO EL MEDIODÍA.

Cuidar de Ameiko, aunque reconfortaba la conciencia, era extremadamente aburrido. La anciana daba vueltas a las inquietantes palabras que Shalelu le había dirigido acerca de los sueños de Ameiko.

- Una cree que lo ha visto todo y Desna le muestra que sólo Ella tiene una visión total de este mundo.- Las horas pasaban con lentitud y angustia por la suerte de Sandru y los demás, a los que Koya dirigía la mayor parte de sus oraciones. Cuando escuchó el revuelo provocado en el campamento pro la llegada de Sandru, la anciana salió apresuradamente de la tienda de Ameiko, agarrándose la falda para no pisarla con las prisas y provocarse una penosa caída.

- ¡Hijo! ¡Qué alegría! ¿Qué traéis ahí? ¿Estáis todos bien?- Los expertos y vividos ojos de Koya examinaban a todos los valientes aventureros en busca de señales que le indicaran si necesitaban su ayuda. Inmediatamente se fijó en el penoso estado de Serveris.- ¿Qué te ha pasado chico? Tienes mala cara. Ven con Koya.- Indicó con el brazo extendido que le siguiera a su caravana.- Vankor, cariño, acompáñame también.- Aunque se moría de ganas pro saber si Sandru había tenido éxito en lo que ella había fracasado, lo primero era tratar de ayudar al valiente guerrero mestizo sin el cual, seguramente, la anciana no estaría allí.

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PASADO EL MEDIODÍA.

Todo había concluido. Su aventura por el castillo y sus subterráneos habían acabado con fortuna para ellos, excepción de Serveris que al menos seguía respirando. Había ayudado en el traslado de los cofres, rumiando la oferta de Hattori y el posterior silencio de este ante su respuesta, y con el sordo runrún de si su actuación en las últimas fases de la exploración le habían llevado a arrepentirse de lo que le había dicho.

Y por fin se reencontraron. En su caso, apenas unas horas después de haber dejado a Koya en el campamento. Feliz, saludó a Bevelek desde la lejanía y se disponía ya a adelantarse hacia él cuando la pitonisa le pidió que la acompañara.

-Por supuesto, Koya -dijo dispuesto a seguirla-. Yo me encargo de Serveris -y tomándolo de un brazo que colocó sobre su cuello y aferrándolo por la cintura lo condujo a donde la anciana quería.

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PASADO EL MEDIODÍA.

Después de unas horas para volver al campamento cargando los cofres que el honorable Rokuro Kaijitsu-sama nos mostró con toda su generosidad, llegamos a nuestro destino. Nos salen a recibir todos los miembros de la caravana y el corazón se me inflama al ver todos esos conocidos y amistosos rostros.

Siento que hubiese sido mucho tiempo el que no había visto a aquellas personas a pesar de que no han sido más de unos pocos días.

Koya nos pregunta como estamos pero de inmediato se enfoca en mí. Supongo que debo verme tan mal como me siento. Asiento a cuando me dice que le acompañe junto con Vankor para que me vea. Ella me revisa mientras le cuento lo que sucedió:

 - "Luchamos contra un no-muerto que tenía unas garras negras que parecían comerse la luz a su alrededor. Eran terribles de ver y, cuando me golpearon, sentí que la vida y el calor me abandonaban por la herida. Conozco la sensación de sentirse morir por las heridas, Desna lo sabe bien, pero esto se sentía muy diferente. No fue solo sangre lo que me sacaron esos cortes."

Ella me ve y parece saber pronto qué es lo que tengo, por lo que le comento lo que encontramos:

 - "Cuando el resto me vio, supuso que quedé maldito de alguna manera y registramos a fondo las pertenencias de la sacerdotisa enemiga. Encontramos muchos pergaminos. Parece que alguno de ellos es bueno para ayudarme, pero solo usted sabrá como utilizarla."

No sé realmente si mi estado tiene solución pero confío en que Koya podrá ayudarme si es que está a mi alcance. Confío también en su criterio y sé que estoy en buenas manos para encontrar una solución a este malestar si es que existe uno. Me relajo pues, dentro de estos carros y estas tiendas de campaña, estoy en casa otra vez.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

El humo y el calor abrasaban sus pulmones mientras tironeaba desesperada los carbonizados tablones del establo. El sudor caía por su rostro, cubriéndolo de una pátina húmeda y cálida, como el rocío de una noche de verano, mientras miraba angustiada a Shalelu ante lo inútil de su esfuerzo.

Súbitamente, un crujido negó aquello que creía imposible y un fragmento se desgajó de la pared. Su garganta emitió un sollozo de alivio e introdujo en la oquedad una de sus manos, dispuesta a hacer palanca y desgajar cuanto quedaba de aquel madero. Pero sus dedos acariciaron algo frío y suave y se aferraron a ello sin que mediara la voluntad de Ameiko. Y ante aquel contacto, un escalofrío la recorrió. Rápida e instintivamente retiró la mano, como si le ardiera pese al frío tacto. Los ojos de la joven posadera se posaron en la extremidad que, contrariamente a sus deseos, mantenían la presa alrededor de una extraña figurilla verdosa que semejaba un sapo y en torno a la cual se fue formando una espiral neblinosa que fue adquiriendo densidad y blancura al tiempo que crecía y la envolvía hasta cubrirla completamente.

-Shalelu -alcanzó a gemir con un deje de pavor en su voz.

Y en medio de aquella bruma espesa como una papilla, nada podía ver, nada podía oler, nada podía oír. El fuego y el humo desaparecieron, así como el asustado piafar de las monturas, el crepitar de las maderas o los gritos de lucha. Cerró los ojos, víctima de un miedo cerval, temiendo por su destino. Lágrimas de desesperación corrían por sus mejillas al tiempo que creía sentir que su alma la abandonaba, un alma sabia conocedora de su inmediata muerte.

Pero en medio del horror, tomó aire. Era quien era y era hija de quien era. No podía ni debía enfrentarse a la muerte de aquel modo. Debía mirarla a los ojos, de igual a igual, y ser conducida a donde fuera con la barbilla alta.

Y así sus párpados se abrieron, gracias a su voluntad y a un espíritu indomable. Parpadeó, soprendida. Ante ella una realidad nueva y sin embargo vieja, conocida, cálida, hogareña. Rostros conocidos, olores conocidos, una realidad conocida.

Pero entonces...

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Koya revisa los pergaminos que conseguimos y elige uno que cree que podría ayudarme. Realiza un ritual, algo que no había visto nunca pero en el que participo con la esperanza de que sea capaz de ayudarme. Varios miembros de la caravana participan en él, realizando cantos y mantras de la fe de Desna.

Al cabo del tiempo que toma, siento el poder de la diosa sobre mí, devolviéndome la vida que aquel no-muerto me quitó. Siento como las fuerzas vuelven a mí, recuperando el vigor que tenía antes de aquel desafortunado encuentro. Ahora vuelvo a ser yo por fin.

Sonrío, a pesar de que el malestar no se va tan rápidamente como quisiera y un fuerte cansancio queda después de todo lo vivido. Le agradezco a Koya y a todos:

 - "Muchas gracias por sus atenciones. Ahora estoy completamente recuperado y se lo debo a ustedes. Muchas gracias."

Les hago una profunda reverencia pero mi atención pronto cambia de foco pues es el momento de ver si Ameiko reacciona a lo que hemos encontrado en el castillo. Hattori ha dispuesto la extraña caja que encontramos y la abre al lado de ella. Una extraña escena sucede, en la que un espíritu abandona el cuerpo de Ameiko y ella por fin despierta.

Quedo pasmado por lo que veo y no tiendo a reaccionar cuando ella abre los ojos nuevamente, esta vez de su propio color. Permanezco pendiente, sin saber realmente qué ha sucedido ni qué implicancias tendrá.

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Sandru ve que Hattori va a abrir la Caja de Custodia y por un momento está a punto de impedirlo, pues tiene un mal presentimiento al respecto, pero viendo que el estado de Ameiko no ha mejorado al regresar al campamento, finalmente consiente.

Kelsier ha ayudado a trasladar uno de los cofres. Tiene la esperanza de que dentro haya algo que le resulte útil. Ve a su madre, quien no se separa de la postrada Ameiko. Shalelu parece cansada, como si hubiera de alguna manera compartido parte del trance de Ameiko. Espera con expectación al momento en que Hattori abra la caja mágica.

Serveris habla con Koya, contestando a todas las preguntas de la anciana adivina varisia. La voz del Ronin suena un tanto debilitada. Su fatiga y debilidad es evidente.

Vankor acompaña a Koya con una última mirada a uno de los cofres. De alguna manera, tiene la esperanza de que dentro haya algo que le sea de utilidad.

Koya estudia el pergamino que le entrega Serveris. Es cierto que es una magia clerical potente, pero también lo es que el pergamino fue escrito por un Clérigo de Desna, por lo que la anciana se siente capacitado para usarlo. Así lo hace, durante un largo rato, en un ceremonial en el que todos los que creen en la diosa Desna ayudan aunque sea simplemente repitiendo unas frases rituales de la Diosa de los Viajes. Finalmente el pergamino se queda primero en blanco y luego se consume, mientras Serveris queda envuelto en una blanca luz divina. Pocos minutos después, Serveris parece completamente revitalecido. Su piel vuelve a tener su color normal y sus ojos tienen también su apariencia normal. Incluso sonríe, pese a la ordalía que ha padecido.

El Viejo Hattori, una vez finalizado el ritual de Desna que restaura el alma dañada de Serveris, se siente más confiado. Entra en el carro de Adivina donde reposa en coma Ameiko. Lleva en sus manos la caja magica de Custodia. La acerca a la noble Tien y, tras un suspiro, la abre.

Ameiko se incorpora en la cama en la que ha permanecido postrada estos días y abre los ojos. Sus ojos están blancos y luminosos. Son los ojos del Espíritu Kami que la ha poseído, tratando irracionalmente de protegerla en su locura. Ameiko extiende la mano y la introduce en la Caja de Custodia, extrayendo su contenido:

Es una curiosa figurita de jade, obviamente un artefacto magico de origen Tien, de Minkai, el país de origen de los padres de Ameiko.

Cuando Ameiko toca la figurita, una especie de aura blanca abandona el cuerpo de la noble posadera y comienza a revolotear llena de alborozo alrededor del artefacto.

Ameiko Kaijitsu cierra los ojos y cuando los abre de nuevo vuelve a ser ella... Pero entonces...

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

El aparentemente interminable paseo hasta el campamento cargados con los tesoros del Castillo del Muro de Salmuera es aligerado por alguna cancioncilla que entona de manera desafinada el maestro de caravana, que seguidamente pasa a bromear con Propiedad sobre el contenido del tesoro, de tal manera que todos pueden oírlo.

- Bueno amigo Kromdal parece que al final hemos encontrado mas de un millar de piezas de oro en nuestro viaje. Además he echado un vistazo a esos hermosos objetos de arte, y en cuanto podamos encontrar un perista creo que sacaremos cerca de otro medio millar de piezas. Claro que pare eso necesitaremos un área civilizada, una ciudad en el mejor de los casos. Allí hay gente que aprecia en sobremanera estos objetos de arte.

Parece que esto responde a aquella charla que mantuvimos hace tiempo sobre las ventajas  y desventajas de ser un asalariado, ¿no? Además hay algunos objetos mágicos que de no encontrar uso para ellos podremos convertir en buen dinero de ser el caso, ¡por no hablar de los cofres que aún no hemos abierto! -

El varisio guiña el ojo al bárbaro tratando de devolver a Propiedad a un estado anímico agradable, ya que había notado que durante la excursión al castillo se tensaba cada vez más mientras veía como las cosas iban pasado por delante suyo sin hablar de partes ni montantes. Tener una buena porción de oro al alcance la la mano le sentaría bien al shoanti.

Por último la llegada al campamento es tan buena como Sandru esperaba al ver a todos a salvo y de una pieza, excepto por la noticia de que Ameiko aún reposa en el carromato de Koya, inconsciente. Quizás después de todo sí que habría que abrir esa caja, era la última baza que les quedaba por jugar. Si eso no funcionaba estarían en manos de Desna.

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Al fin habían vuelto, la noticia de que el grupo entero volviera a la caravana alegró enormemente a Bevelek pues temía que el peligro hubiera sido mayor en el tramo final de la aventura y alguno de sus compañeros hubiera resultado herido. Aunque la alegría era manifiestamente notoria en él, no quiso agobiar a los recién llegados e intentó contener sus gestos de alegría. Nada más verlos aparecer saludó al grupo con su mano extendida mientras preguntaba.

—¿Todos estás bien? Por aquí la cosa está tranquila, aunque Ameiko... 

No quiso comentar nada más al respecto, simplemente esperó a que ellos se fueran enterando poco a poco del estado de la mujer y contaran lo que había pasado en el interior del castillo. Mientras esperaba a que todos se acomodaran decidió ir a dar un paseo por los alrededores pues tenía tareas pendientes que resolver.

— Voy a recoger las trampas que puse en los alrededores del campamento por seguridad. Ahora vengo no contéis nada interesante en mi ausencia.

Tras esas palabras Bevelek echó a correr, algo poco habitual en él, y se internó en el bosque con la intención de recuperar todas sus pertenencias por si en un futuro volvía a necesitarlas.

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Sandru resopla ligeramente por el esfuerzo de haber cargado el cofre hasta aquí, pero da una rápida revista a campamento en orden de asegurarse de que todo está en orden. Cruza algunas palabras banales con el personal asalariado para tranquilizarles, mientras hace un gesto a Shalelu Andosana a modo de saludo. Por último saluda a Bevelek, al cual palmea la espada. El joven no parecía muy efusivo con su hermano, pero Sandru supuso que la llegada del grupo había distraído al Dalmuvian.

- Hola Bevelek, pufff, déjame que tome un poco de aire, uno ya no está para cargar cosas pesadas, Desna nos dio los carros para algo. Pero divago, aquí tienes a Vankor, sano y salvo como te prometí. -

Asiente a los asuntos mundanos de los que habla el joven carretero.

- Recoge lo que necesites y prepara un carro por favor, aún queda al menos un viaje que hacer a la fortaleza. -

Después de eso la mención de Ameiko le hace gravitar hacia el carromato de su madre, donde la mujer tien yace. No se aprecian cambios en su estado, y Koya niega con una angustiosa lentitud la cabeza. El Viejo Hattori parece que no puede más y se acerca nervioso con la caja para presentar su contenido ante la afectada mujer. Por un momento parece que Sandru va a impedirlo, pero por último ayuda a Hattori a subir al carromato y es testigo de primera mano de los que ocurre cuando la caja es abierta.

El corazón está a punto de salir del pecho del fornido varisio cuando Ameiko se levanta y en aparente trance toma el Sello de Jade que se revela en el interior de la caja. Es como si algo saliera de ella y diera vida a los poderes que encierra el objeto ya que en ese momento los testigos de la escena son golpeados por una visión. Una terrible visión. Las garras de la locura podrían hacer presa aquellos de mente débil, pero el grupo de compañeros parece arropado por la misma energía que emana del Sello, además de por su propio arrojo, que han demostrado a lo largo de todo lo ocurrido hasta ahora.

Cuando Sandru recupera el control de su cuerpo y las facultades mentales parpadea asombrado y un impulso le hace cerrar la caja que contiene el Sello, dejándolo oculto en su interior. A pesar de no estar a la vista, la presencia del artefacto arde en su mente como si le hubiera marcado el alma con un fuego verde, que hace que no sea capaz de sacarse de la cabeza su imagen y presencia. Ahora era parte de él, tanto como una mano, o su propia sangre.

Las visiones que bailan aún ante sus ojos han sido explícitas. Peligro mortal para un pueblo, familias enteras asesinadas, Ameiko Kaiju... no, Amatatsu Ameiko heredera última de un linaje real. A través de las décadas los acontecimientos se han precipitado y un resumen parece haber ha sido ofrecido por el poder del Sello, un poder que Sandru siente tan íntimo como su propio aliento. También se ha revelado la cabeza del mal que acecha tras todo ese maléfico plan, el Oni de los Cinco Tormentas, un nombre hueco pero que inspira un temor atávico en cualquiera de los diez al que le sea mencionado. El Sello debe estar en la caja salvo que por una perentoria necesidad hubiera de ser extraído de ella.

Sin embargo sólo han sido presentado fragmentos, partes de una historia que aún podría completarse y de un destino que podría alcanzarse. Hay una clave, un peldaño que subir que podría arrojar luz sobre todo esto: La imagen de Rokuro Kaijitsu vendiendo a Suishen la espada ancestral de la familia a un mercader ulfen llamado Fynn Snaevald en la ciudad de Kalsgard. Si recuperaran ese arma sin duda tendrían acceso a una información privilegiada sobre lo que se abate sobre la familia real y sus súbditos. Sin embargo esa decisión debía tomarla la recién despierta Amatatsu Ameiko, que por fin estaba despierta.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Sandru Vhiski mientras corría a abrazar a la joven que acababa de incorporarse. El torrente de alegría que corría por su cuerpo era tal que tardó unos segundos en darse cuenta que tenía entre sus brazos a la Emperatriz de un país. Dio un paso atrás enjuagándose las lágrimas mientras farfullaba algo ininteligible, fruto de la pura felicidad y el azoramiento. Era una imagen nada común el ver a Sandru Vhiski sin palabras.

- Ameiko, yo... espero que estés bien. Hemos visto muchas cosas, si tú también las has visto creo que debemos hablar sobre esto. Es algo que nos ha dejado a todos apabullados profundamente. -

La joven tenía el porte de una princesa, pero que realmente perteneciera a la familia real de un lejano reino era algo que maravillaba y asustaba a Sandru a partes iguales. Esperaba que el Sello se hubiera ocupado de dejar esas visiones también en la conciencia de Ameiko, y que así ella hablara sobre qué pensaba sobre todo este asunto.

BOSQUECILLO DE MURO DE SALMUERA, CARAVANA DE SANDRU VHISKI:

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, DÉCIMO SEXTO DE CALISTRIL.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Las visiones que la extraña estatua de jade nos brindó son toda una revelación. Una muy vivida pero a la vez terrible. La visión de aquellos ejércitos de demonios y los asesinatos estremecen el corazón de cualquiera que lo vea, sobre todo el mío pues estoy viendo los acontecimientos que hicieron que mi familia huyese de aquellas tierras, el Imperio Minkai, y llegasen a las tierras varisias en las que buscaron ocultarse. Después de ver los terribles males que les perseguían, no los culpo.

"Si guerreros honorables y poderosos como ellos tuvieron que huir y esconderse, es porque el peligro era completamente real. Después de haber luchado contra Kikonu y sus adláteres, claramente era así."

Pero la cosa no termina ahí pues la revelación de que Ameiko es la descendiente directa del fallecido Emperador de Minkai y, por lo tanto, legítima sucesora del trono, es algo mucho más grande de lo que nos podríamos haber imaginado. Mucho más grande que todo a nuestro alrededor. Mucho más grande que nosotros mismos.

"Su derecho y deber es ir a reclamar ese trono."

La visión de la espada es la clave pues ella puede saber cosas, además de ser un símbolo de su herencia y, por lo tanto, evidencia de quien es y de quien desciende. Lo siguiente es intentar recuperarla de alguna forma.

Cuando todas las imágenes han cesado, todos despertamos nuevamente y Ameiko también. Sandru le habla y asiento a sus palabras:

 - "Me da mucho gusto verte recuperada, Ameiko. Estoy feliz por eso, pero también creo que debemos hablar de esto. Es de suma importancia."

No sé de qué podríamos ser capaces nosotros pues no estamos hablando de limpiar unas ruinas de unos monstruos, estamos hablando de viajar a otra parte del mundo y reclamar el trono de un imperio lejano que quizás en qué condiciones esté. No sé qué sucedió con ese gobierno, con esas tierras y ni siquiera con ese pueblo. Son cosas de suma importancia antes de plantearnos una posibilidad real de conseguir algo.