Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

NOCHE TEMPRANA.

El buen acero de su cimitarra encantada no le falló y sintió por la presión que sentía en codos y hombros como cortaba gruesa piel, carne y hueso por igual. Cuando acabó la trayectoria del golpe la cabezota del monstruoso murciélago rodaba por el suelo y Bevelek lo acabó de tumbar cortando con fuerza y saña a la moribunda criatura.

El varisio miró hacia arriba instintivamente escuchando por si percibiera el sonido de alas correosas cerniéndose sobre ellos, más pronto quedó claro que no era así y una rápida carrerilla le llevó de vuelta al carromato donde yacía Ameiko. Abrió la puerta para constatar que se encontraba allí, y tras hacerlo un sonoro suspiro salió de su pecho. Luego se volvió hacia la concurrencia aún cimitarra en mano, más con la punta hacia abajo en actitud precavida pero no amenazante.

- Todo el mundo tranquilo, esto ya es historia. Sil, calienta algo de leche y usa unas hojas de té para preparar una infusión para las damas, sin duda necesitarán algo caliente. -

Echó una mirada apreciativa hacia el cielo nocturno y luego a el enorme corpachón de la criatura que yacía inerme en mitad del campamento. Chasqueó la lengua contrariado mientras cogía del carromato el cinto con sus armas y se lo ceñía. Tras limpiar la sangre de su hoja la devolvió a su vaina e hizo un gesto a Bevelek para que se acercara, hablándole en voz algo más baja.

- Saquemos esta carroña de aquí Bevelek, no quiero que esté a la vista. -

Mientras el joven varisio y el maestro de caravana arrastraban al repugnante ser, Sandru le dedicó unas palabras de agradecimiento al aspirante a caravanero.

- Quiero darte la enhorabuena Bevelek. Sin tu ayuda esto podía haber acabado muy mal, la verdad. mantuviste el tipo y sajaste a ese monstruo como un verdadero guerrero. Y también importante, le distrajiste lo suficiente para que pudiera buscar sus puntos más vulnerables. Una lucha prolongada podría habernos costado duras heridas si no algo peor y trabajando en equipo hemos conseguido capear el temporal. Gracias de nuevo Bevelek, te has portado como un varisio. -

Ese momento Shalelu Andosana eligió para volver al claro y Sandru la miró con cara de pocos amigos, a ella y a las liebres que portaba en su mano.

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NOCHE TEMPRANA.

Sil no dudó en asentir en dirección a Sandru.

- "Voy, jefe." - Sus palabras fueron acompañadas de movimiento cuando el hombre se incorporó y se dirigió a buscar las hojas de té para preparar lo que le habían indicado.

Ameiko continuaba inconsciente. Aunque visualmente no se apreciaba ningún cambio en su estado, Sandru podía notar la tensión y rigidez en el cuerpo de la mujer.

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NOCHE TEMPRANA.

- "¿Un Mobat?" - Pregunta Shalelu mientras se acerca para examinar el cadáver. - "Seguramente es lo que asustó al jabalí..." - Musita entre dientes mientras aprieta un puño y se yergue para mirar en dirección a Sandru y Bevelek.

- "¿Estáis todos bien?" -

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NOCHE TEMPRANA.

En los momentos inmediatamente posteriores a que él y el Jefe Sandru abatieran a la bestia Bevelek recordó con agradecimiento su tiempo en la academia de guerreros. Allí no había destacado como un combatiente en armas cuerpo a cuerpo pero había aprendido los rudimentos necesarios para saber manejar una cimitarra con cierta soltura. Quizás gracias a esos duros días había salido vivo de aquel combate. Tras terminar de trocear el cuerpo de aquel enorme murciélago en el suelo pasó su brazo por la frente quitándose el sudor que había acumulado por la tensión producida con motivo del enfrentamiento. Poco después limpió la hoja de su arma y la guardó en la vaina.

No supo muy bien como reaccionar hasta que su jefe le volvió a dar una indicación para que le ayudara. Bevelek asintió con presteza y se agachó para transportar el cuerpo del Mobat de la zona en la que acampaban los miembros de la caravana.

—Lo agradezco, Jefe Sandru. Lo hicimos bien, hemos salido sin daños y ese bicho era grande como un demonio. Me sorprendió y no pude dispararle con la ballesta, pero al final acabamos con él. Lo que no puedo evitar pensar es que si esa bestia es lo que nos ataca fuera, ¿a qué se estarán enfrentando Vankor y Giorgino?

Cuando formuló aquella pregunta en alto se sintió como si se hubiera golpeado a él mismo. Había pensado en la pregunta, pero no en las respuestas posibles y las consecuencias que éstas podía acarrear. Levantó únicamente la vista al escuchar a Shalelu.

— No consiguió herirnos, por suerte, lo abatimos antes.

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NOCHE TEMPRANA.

Mientras terminan la faena de sacar de en medio el cadáver de la horrorosa criatura, Sandru se traga las amargas palabras que amenazaban con brotar de su boca tras el comentario de Shalelu. No serviría de nada el echarse nada en cara en la oscura situación que atravesaban donde toda la buena voluntad de los que se encontraban en el claro sería necesaria.

- Estamos bien gracias a Desna. La criatura nos sorprendió cayendo en picado sobre el campamento, pero juraría que provenía del Castillo... Y no creo que estuviera sólo cazando. Ningún cazador se dirige a una fuente de fuego y menos si como sus primos más pequeños la oscuridad no significa nada para esa cosa. Si no hubiera estado aquí Bevelek plantando cara a esa cosa, bueno esto podía no haber acabado tan bien. - El varisio dirige una mirada de soslayo hacia el carro donde reposa Ameiko mientras palmea el hombro del Dalmuvian.

- Puede que buscara algo, o a alguien... - Estas palabras son pronunciadas en la confidencia de la noche de tal manera que sólo la elfa y el joven varisio puedan escucharlas. Espantar al resto de la caravana sería contraproducente a estas alturas.

Una sombra de angustia parece cruzar el normalmente animado rostro del varisio, y no os parece difícil adivinar en qué está pensando. Buenos amigos y su única familia se encontraban en ese lugar desafiando la oscuridad y un lugar sin duda peligroso, si se tomaba como muestra lo que las negras alas de la noche habían traído hasta el campamento de la caravana. Su desgarro entre ir y quedarse era bien palpable, pero por último pronunció unas palabras que bien hablaban de sus intenciones.

- Será mejor que uno de nosotros acompañe siempre a Ameiko. Y espero poder contar con tu privilegiada visión nocturna para que vigiles de cerca el campamento, Shalelu. -

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A Bevelek le había sorprendido que Shalelu no hubiera llegado a tiempo para ayudarles en el combate. No conocía las capacidades reales de la elfa pero en su cabeza su habilidad era casi divina. Había escuchado muchas historias acerca de sus capacidades y como en numerosas situaciones había protegido a los aldeanos de su hogar natal, también había llegado a verla disparar en alguna ocasión con impresionante habilidad. Sin embargo en aquella corta batalla contra el mobat la arquera elfa no había aparecido. Bevelek no dijo nada, pues no era nadie para decirlo y además él había cumplido con su trabajo defender la caravana y a sus integrantes.

—Quizás únicamente quisiera alimentarse —dijo el varisio tratando de poner algo de luz a las siniestras palabras de su jefe.

Mientras discutían los términos de la vigilancia el varisio sacó su ballesta y la dejó preparada para disparar por si volvía a darse el caso de tener que entrar en combate.

—Jefe Sandru puedo poner algunas trampas por los alrededores para evitar que se acerque nada sin que lo escuchemos con algo de tiempo. Si vuela como el mobat quizás no sean tan eficientes pero si es algo que camina sobre la tierra podría servir ¿lo hago?

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El maestro caravanero escucha con expresión seria lo que dice Bevelek. No tiene argumentos para explicar el por qué creía que la criatura venía a algo más que a buscar su sustento pero que así era era algo que le decía el corazón. Por último da por finalizado el debate al respecto con un gesto ya que más susurros en la noche poco bien harían a la moral del resto de la caravana.

- Es una buena idea Bevelek, coloca unas trampas que nos prevengan de si algo se acerca. Yo avisaré al resto de lo que vas a hacer para que lo tengan en cuenta y estén prevenidos. -

Sandru se acerca a los miembros de la caravana a los que dedica unas palabras de ánimo, unos trozos de chocolate negro para las mujeres que guardaba para ocasiones especiales y unos chorritos de brandy en algunas tazas de leche caliente para templar los ánimos.

- ¿Todo el mundo está bien? Parece que sí por la manera en que coméis, jo, jo. Esos bichos no se acercarán más después de ver qué hicimos con su amigo, además vamos a alimentar un poco el fuego para hacerlo más grande y que tengan miedo. Bevelek está poniendo algunos lazos de tal manera que se oigan ruidos si algo se acerca así que estad atentos si oís sonidos estridentes. En un rato todos a dormir de nuevo, ¿eh? -

La sonrisa y las palabras de Sandru calan en el campamento mientras en su fuero interno el varisio se pregunta si alguien será capaz de conciliar el sueño esa noche más que al golpes en el mejor de los casos. Al peligro que acechaba a su familia y amigos se había añadido uno más cercano que amenazaba a los presentes.

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- "¡Jolines! ¡Menudo susto! ¿Estáis todos bien?" - Dice saliendo del carro donde dormía.

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Sale del carro en que dormía cabizbajo.

- "Lo siento, jefe. Me he despertado sobresaltado con el corazón en un puño, apenas capaz de respirar, cuando he oído ese aterrador chillido. No he sido capaz de moverme hasta ahora. ¿Qué era esa bestia?" -

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- "Fuera lo que fuera esa cosa... parecéis estar todos nerviosos. Dadme un par de minutos y prepararé unan sopa caliente para mejorar los ánimos..." - Ofrece Saray, asomando el rostro también tras salir de un carro. Aunque mira a Sandru para que le confirme si está de acuerdo con el plan, o si por el contrario se vuelve al interior del carro a intentar dormir.

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- "¿Pero esto qué es? ¿Alguna clase de murciélago? ¡Pero si es más grande que un caballo! Ignoraba que existieran estas cosas." -

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Sandru asiente de manera amable en dirección a Saray.

- Claro señora Mara, algo caliente nos vendrá bien a todos para templar un poco el ánimo. Demos un poco de fuerza a esa hoguera para que se caliente la sopa. -

Tomando algunas brazadas de leña el varisio se acerca al fuego donde comienza a enredar para darle más viveza. Tras eso responde al comentario del otro conductor.

- Estoy tan sorprendido como tú Narlo. Había oído historias, pero engordadas por unas cuantas cervezas y nunca algo como bien has descrito, de tan desmesurado tamaño. Si Bevelek no llega a estar atento y le hubiera plantado cara no sé qué hubiera pasado. ¡La ración más grande para el joven Dalmuvian, señora Mara! -

Sandru sonríe un tanto intentando espantar los miedos de la concurrencia con su charla entre banal e inspiradora.

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- "Ah, somos una vergüenza, señor Vhiski, ninguno de nosotros hemos sido capaces de superar el terror que ha hecho presa de nosotros." -

Después se acerca a Mara:

- "¡Yo te ayudo con esa sopa!" -

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Al cabo de pocos minutos la cocinera Mara ha logrado calentar una especie de caldo encima de las brasas de la hoguera principal.

Bevelek regresa tras haber colocado algunas trampas en el perímetro, y Mara le ofrece a él el primer cuenco a rebosar de una sopa receta de su abuela.

- "Toma, joven Dalmuvian." - Le ofrece antes de ir a rellenar el siguiente cuenco. Así, uno a uno, ofrece un poco a todos los integrantes de la caravana.

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Sandru acepta con un cabeceo agradecido el cuenco de sopa mientras usa una de sus cucharas para remover cuidadosamente el guiso mientras sopla su superficie. Dedica de tanto en tanto miradas de reojo hacia el carromato donde reposa Ameiko, ahora acompañada por Shalelu Andosana. A un lado de la hoguera ha quedado la caza que se había cobrado la exploradora en su excursión nocturna. Luego se dirige al hombre que aún anda recogiendo los instrumentos de cocina.

- No te hagas mala sangre Osbert, es algo que nos puede pasar a todos en un momento dado. Esa criatura era realmente grande y su chillido podía romper el cristal seguramente. Nada te prepara del todo para algo así en mitad de la noche.

Pero ahora ya saben que no pueden jugar con nosotros, ¿no es así? Además con la elfa de vuelta en el campamento y su privilegiada visión nocturna no nos podrían tomar por sorpresa de nuevo. -

La sopa cala en el cuerpo del varisio como un cálido bálsamo haciendo que la adrenalina anterior que aún corría por sus venas comience a disiparse dejando aparecer el principio de un necesario y reparador sueño.

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​Shalelu sale finalmente del carromato de adivino donde descansa Ameiko. Parece resignada.

Se acerca a Sandru, quien ya ha terminado su sopa y se dispone a montar guardia para relevar al joven Bevelek.

- "Ameiko sigue igual." - Señala con la cabeza los restos, ahora algo apartados, del enorme murciélago.

- "¿Crees que vino del Castillo?" -

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Su pecho ascendía y descendía suavemente, refugiada en su tranquilo sueño. Nada enturbiaba la paz de aquel momento. Una suave brisa acarició el rostro de Ameiko y el olor de los cerezos en flor la alcanzó haciendo que se rebullera perezosa, resistiéndose a abandonar su letargo. El sonido de la lluvia sobre la cerámica de los tejados, el golpeteo húmedo y vegetal de la fuente de bambú la condujeron a un duermevela del que definitivamente se despertó.

Con los párpados aún cerrados, se estiró sensualmente, como un felino con el estómago lleno y suspiró. Bostezó quedamente, cubriendo con una delicada mano la boca, y se incorporó para mirar en derredor. Una luz tenue y lechosa parecía envolverlo todo, desdibujando perfiles, y su mirada no acertó a fijarse en ninguna línea de horizonte, en una frontera que le permitiera distinguir el aquí y el allá. Las manos se cerraron sobre el lecho antes de que Ameiko se pusiera en pie.

Bajó su mirada y allí donde hubiera debido estar el colchón, no había nada. Perpleja, parpadeó y miró en torno suyo. Algo ondeaba a su alrededor. Estiró la mano y alcanzó a tocar la blanquecina y fina gasa que pendía vertical, suspendida desde un techo imposible de ver. Una, otra, otra más hasta ser miles, innumerables gasas parecieron desprenderse desde lo alto, formando un bosque fluctuante y embriagador.

Ameiko sintió un principio de mareo ante aquella selva de frágil tela que la envolvía y que se agitaba al compás del viento. Comenzó a andar, apartando con las manos el tul, para descubrir que tras uno había otro. Sus pasos se aceleraron hasta lanzarse a una loca y desenfrenada carrera sin meta ni objetivo. Tropezó y en su caída se aferró al cendal más cercano que como una serpiente constrictora la rodeó por el talle. En el suelo, desmadejada, su cabello negro y blanco suelto como una alfombra, su respiración jadeante, las mejillas enrojecidas, vio como una tras otra las gasas caían como nieve sobre ella, cubriéndola hasta sepultarla, ahogándola.

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El Dalmuvian no dudó y tras escuchar la aprobación del Jefe Sandru salió raudo y presto a cumplir con su tarea. Primero se dirigió al carro que él ocupaba y recogió todos sus materiales de experto trampero y con ellos al hombro se internó en el bosque que rodeaba la posición del grupo. Estuvo un prudente rato colocando trampas alrededor del perímetro del campamento y tras finalizar su tarea volvió junto al grupo justo a tiempo para escuchar como el Jefe Sandru engrandecía su actuación. Era bien cierto que estaba contento de su desempeño combatiendo al monstruo pero él bien sabía que de no ser por su jefe hubiera acabado muerto contra esa bestia. Sin embargo agradeció las palabras con una sonrisa tímida, un sonrojar en las mejillas y un leve asentimiento. Por otro lado no dudó en aceptar con mucho gusto la comida que Mara la cocinera le tendió.

—¡Gracias! Esto siempre reconforta.

Tras esas palabras sus ojos se fijaron en Shalelu y algo de temor surcó la cara del hombre de la caravana al escuchar la posibilidad de que aquella bestia procediera del lugar donde se encontraban su hermano y su primo pequeño.

—No... no creo, esas cosas no creo que vivan en castillos ¿no?

Sus palabras aparejaban más deseo que razón pues realmente desconocía de forma total que podía suceder con una criatura así pero confiaba en que las palabras de alguien con más experiencia le pudieran dar la razón.

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​- "Bueno, no es del todo imposible, joven Dalmuvian. En especial si el castillo está en ruinas o si la criatura era la mascota de alguien..." -

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- "Si una criatura así es la mascota de alguien, no quiero ni imaginar quién o qué será el amo de esa bestia." - Comenta Narlo mientras da un sorbo de su cuenco también.