Partida Rol por web

¿Primeras deserciones cuando aún no hemos sufrido ninguna penuria? Todos sabíamos las leyendas de este bosque. ¿Tanto les ha impresionado ver los árboles?

Algo de esto no tiene sentido. Antes de partir para situarme en la columna de guerreros que escoltarán a los civiles me aproximo a la zona donde dormía uno de los 'fugitivos' para ver si encuentro alguna huella o algo que pueda indicar como ha hecho para desvanecerse esquivando a los guardias.

Cuando vas a inspeccionar donde había dormido uno de los desaparecidos, encuentras que aún había algunas de sus pertenencias por allí.

Notas que los soldados también están nerviosos, y oyes a uno de ellos decir que es imposible que se hayan largado sin ser vistos ni hacer ningún ruido.

Es realmente desconcertante que varios hombres hayan desaparecido así sin más. Sobretodo sin dejar rastro. La mayoría acepta que han huido, pero algo te escama; sigues alerta por si notas algo más y sacar tu propia conclusión.

Los árboles están asustados, y llevan mucho tiempo estándolo. Te advierten de que no estáis solos en el bosque. Hace algo más de un siglo que algo habita aquí, y se mueve por las noches. Lo de los desaparecidos no es una casualidad.

Desde la desaparición de algunos de vuestros compañeros no ha pasado nada destacable, salvo que la expedición sigue adentrándose al bosque, cada vez más frío y frondoso. Ahora mismo tenéis una rutina que os tranquiliza los ánimos: durante el día camináis siguiendo el cauce del río y cuando va atardeciendo buscáis un lugar donde acampar.

En esas noches mientras se cena alrededor de las candelas, se comienzan a hacer corrillos, a contarse sus cosas y es que la sensación de vulnerabilidad con la que todos se sienten hace que tengan la necesidad de unidad, de casi familiaridad, de sentir la cercanía aunque sea de extraños, que cada vez lo son menos al paso de los días, y después de una semana sus caras ya son más que conocidas.

En el día en que os encontráis, llegáis a un lugar que probablemente sirva para construir el dique. Es un profundo valle, estrecho y largo, muy angosto en su salida. Un desfiladero da acceso a él desde donde vienen, y dos laderas muy escarpadas, rematadas en picos, lo flanquean. Todo está cubierto por el intrigante y sombrío bosque, salvo los picos de roca que asoman amenazantes y anticipan la Cordillera Krallen. Las aguas del río Kalaa corren feroces en su seno, formando pequeñas cascadas y remolinos aquí y allá.

Valle de la Discordia

Maese Otto parece estar muy contento con el hallazgo, el lugar no podría ser mejor: un pequeño dique ubicado en la garganta del valle podría contener las aguas y formar un enorme embalse en el que acumularlas durante las crecidas, para posteriormente ir controlando su evacuación poco a poco, sin que llegue a notarse en la Planicie. El bosque proporcionará la madera necesaria y de las paredes del desfiladero se puede extraer una roca oscura bastante dura. Calcula que en unas tres semanas los trabajos pueden darse por rematados.

Sin embargo Sir Vormund no está tan contento. El lugar es muy difícil de defender en caso de ataque, no consigue imaginar un perímetro ni tampoco la ubicación más segura para el asentamiento durante los trabajos. Las escarpadas laderas cubiertas por denso bosque no dejarían ver a un posible enemigo acercándose, tampoco es posible construir unas defensas decentes, sin contar con que siempre estarían en desventaja debido a su posición inferior en el terreno. Para asegurar la zona habría que construir puestos avanzados, una red de atalayas de vigilancia, varias líneas de empalizada, y además el asentamiento debería estar en un lugar elevado, inexistente cerca del desfiladero. Todos estos trabajos previos encarecerían y alargarían la misión en demasía.

Con la caravana detenida ante el desfiladero, Sir Vormund y Maese Otto exponen sus argumentos y se enfrascan en una discusión, que poco a poco va acalorándose:

- No es posible defender este lugar, Maese Otto. No pondré en peligro las vidas de todos los presentes.

- Sir Vormund, este lugar es perfecto. Tenemos la roca y la madera a nuestro alcance, podríamos comenzar a construir mañana mismo. No hay nada de qué defendernos, ¡eso son historias de viejas! ¿O acaso teme algo?

- Mi papel en todo esto es temerme siempre lo peor. La madera podemos obtenerla en cualquier parte de este maldito bosque, y la roca sólo hay que buscarla un poco más. Los recursos materiales no son un problema aquí.

- No hablo de los recursos, me refiero que este es el sitio para construirlo. Aquí el paso del río es bastante estrecho y lo podemos retener fácilmente, y además el valle nos proporciona un volumen más que suficiente para almacenar las aguas.

- Pero este lugar nos obligaría a construir unas defensas para las que no tenemos tiempo, y en las que no quiero emplear el esfuerzo de los hombres, pues al irnos ya no servirán de nada. ¿No piensa que haya otro lugar mejor más arriba?

- La construcción del dique sería más rápida, y se compensaría si hay que hacer atalayas. ¡Y por supuesto que no lo sé! ¿O se cree que me conozco este bosque de memoria? Mi cometido aquí es encontrar el mejor lugar para construir, ¡y lo he encontrado! Le recuerdo que el suyo es defenderlo sea cual sea.

Al darse cuenta de que todos los presentes les miran con expectación, ambos líderes se retiran y continúan discutiendo en privado.

—Creo que Sir Vormund ha sido una elección excelente como líder.— le digo a alguno de mis compañeros mientras me detengo a descansar apoyado en el tronco de uno de los enormes árboles de la zona —Puedo comprender que a Maese Otto le encante este lugar pero Sir Vormund tiene razón: defender esto será un infierno en caso de ataque.

Luego me acerco a Ringelf y Famirir:

—Por cierto: ¿vosotros visteis algo la noche de las desapariciones? Me resulta extraño que los fugitivos se fueran dejando tras de sí sus pertenencias.

Durante la pela del Mease Otto y Sir Vurmund estuve a punto de gritarles que se callaran, mi instinto me dice que este no es un lugar para andar gritando como unos locos. Pero ya es tarde, la cosa que se supone que esta allá ya debe saber donde estamos gracias a estos dos.

Yo pienso que lo que decía Sir Vormund era mas sensato, nadie sabe lo que hay en este lugar... Nadie. En cambio el viejo maese ignora todos los peligros a los que nos estamos arriesgando. Debería pensar mejor. ¿Para que diablos habrán enviado soldados si no es para pelear?, tal vez ese viejo no se merezca el titulo.

Mientras el Maese y Sir Vormund se fueron a discutir a otro lugar, fije la vista en el bosque, tratando de ver si encontraba algo. En eso se me acerco el viejo de las historias, (creo que su nombre era Rimald) y me pregunto por la noche de las desapariciones, a lo que respondí.

- No... no pude ver nada. Pero estoy seguro de que esos hombres no huyeron, yo creo que algo se los llevo esa noche. Piénsalo, ¿unos tipos de la nada, deciden escapar en la noche y borran todo rastro de ellos?, a no ser que fueran hobbits, eso es imposible... pero la verdad no la se. Pero si de algo estoy seguro es que hay algo aquí... algo que ninguno de nosotros a visto jamas, y es peligroso, muy peligroso.

Por azar, estoy metido en medio de un grupo variopinto, en lugar de con el resto de obreros. De hecho, estoy próximo al grupo de los líderes de la expedición, cosa a la que no estoy acostumbrado, pero no puedo dejar de escuchar, y además, con interés... lo reconozco, yo de temas de atalayas, de donde es mejor o peor defenderse, ni papa... pero de construir presas, acequias, muros... algo entiendo, y coincido con maese Otto. Este lugar es estupendo para una presa. Por ello... me atrevo a hablar a gentes que me imponen un gran respeto, por el hecho de ser gente de armas y avezadas en artes que me son ajenas

-Pero es que hemos venido a lo que hemos venido: a construir una presa para controlar las inundaciones, que hacen que las gentes de la comarca de la llanura mueran cada año, o por las riadas, o por las epidemias y hambrunas. Morir de un flechazo o de hambre... a la gente de las llanuras les da igual, solo que saben que cada año, llega la inundación, y toca rezar para no estar entre la remesa de muertos de la temporada.

Mira que no es de tipo listo decir lo que piensas ante quien no conoces, pero... me meto en camisas de once varas...

-Supongo que a Sir Vurmund no le gusta por la forma del terreno, pero es justo en este tipo de forma del terreno en que hay que hacer la presa; en un terreno llano, sería inútil ni tan siquiera intentarlo.

Bajo un poco la voz, pues... lo mismo me meto en camisas de once varas, pero... hay otro tema...

- Y de lo de las desapariciones... es raro, porque... oí conversaciones de los centinelas, y dicen que era imposible, que tal y como estaba dispuesto todo, no ser posible ni entrar ni salir del campamento, y que no vieron luego rastro alguno. Es como si... se hubiesen esfumado. Pero no anden diciendo esto por ahí muy alto, porque hay gente... con tendencia al pánico.

Sonrío ante la franqueza del joven obrero, intentando recordar su nombre. Joshua. Eso es. Así le había llamado alguien de camino.

—Entonces os diré una cosa maese Joshua;— en mi voz no hay tono de burla, para mí un obrero merece el mismo respeto que un capataz —si los que desaparecieron lo hicieron pese a estar rodeados por un círculo de vigilancia me temo que da igual que encontremos un terreno más idóneo para el trabajo. Me parece razonable lo que decís sobre la configuración del terreno pero entiendo la preocupación de sir Vormund.

Me vuelvo hacia la chica carpintera:

—¿Creéis posible establecer un par de estructuras de madera que sirvan de atalaya en aquellos riscos?— señalo una zona más alta, desde la que se pudiera vigilar la construcción —¿Cuánto tiempo creéis que llevaría hacerlo?

Es evidente que sir Vormund estaría haciendo esas mismas preguntas a Maese Otto, pero no creo que fuera un problema tener varias opiniones al respecto.

Vuelvo un tanto preocupada tras tener contacto con la naturaleza que nos rodea, en esto que escucho una discusión bastante airada entre los dos hombres con más poder en la expedición: el constructor y el líder, es decir, entre Maese Otto y Sir Vormund. Mala cosa, un conflicto interno sumado a un conflicto externo, ¿qué podía haber peor que dos poderes enfrentados en un entorno hostil?

Tal y como están los ánimos, informarles de algo sería avivar el conflicto, no sé qué puedo hacer para mejorar la situación. - Quizás podríamos adelantarnos un grupo para ver si hay mejores lugares para realizar la obra, quién sabe igual más adelante hay - me atreví a decir a pocos metros de los dos personajes que llevaban la voz cantante, por extraño que parezca, tuve la suerte o el infortunio de comentarlo en un momento de silencio, así que, mi propuesta la escucharon ambos, y todos los que estaban alrededor también. 

Estaba tratando de encontrar las palabras para amortizar mi comentario cuando el caballero Rimald me pregunta por la posibilidad de construir algo parecido a una atalaya en los riscos, como una zona de observación del campamento, si es que finalmente aquí se hace la obra - Sí, claro. Si me ayudan unos hombres lo podemos hacer. El problema será por la noche, hay algo en el bosque...

Escucho con atención mientras discuten, sinceramente ambos tienen razón en algún punto, aunque me parece que Sir Vormund ha pensado las cosas con más calma y a pesar de que yo quisiera terminar con la misión y salir lo más rápido posible de este lugar, estoy de acuerdo en que este sitio es una trampa mortal, pues para quien desee realizar una emboscada, le resultaría muy fácil el tener a todos en un mismo sitio, ocupados en una construcción como la presa.

Mientras pienso en estas cosas, Rimald nos realiza una pregunta a Farnirir y a mi sobre las desapariciones, Farnirir se adelanta a responder y yo asiento con la cabeza, pues pienso lo mismo, no creo que esos hombres se hayan marchado así de fácil. -La noche que desaparecieron tenía la impresión de que alguien o algo nos observaba, no pude divisar nada, pero desde entonces tengo esa sensación por las noches-. Respondo inmediatamente después de Farnirir. 

Luego, Rimald habla con Rilwen sobre construir una atalaya en los riscos, después de que intercambian unas palabras agrego: -No soy de la idea de quedarme en este lugar, pero si se prolonga nuestra estancia, lo mejor es cubrirse las espaldas para no ser sorprendidos.-

Y justo cuando los dos líderes sienten que su discusión está subiendo de tono, se hace un silencio en el que sin decir ni una palabra, ambos saben que seguirán, pero no a la vista ni oídos de todos. Es entonces cuando, inoportunamente, se oye desde los presentes "Quizás podríamos adelantarnos un grupo para ver si hay mejores lugares para realizar la obra, quién sabe igual más adelante hay". Sir Vormund gira la cabeza en busca de la osada y al encontrarse con ella, le lanza una mirada de una agresiva intensidad, en la que sin mediar palabra le deja bien claro dónde se puede meter sus opiniones y quién es el que manda allí. Y piensa "ya me ocuparé de la carpintera esa después".

Al cabo de un rato regresan Sir Vormund y Maese Otto. Ya han encontrado un punto medio entre sus posturas. Es Sir Vormund quién comunica a la expedición que se quedarán finalmente allí, construirán la presa y para defenderse construirán también unas atalayas. Todo les llevará poco menos de un mes, en principio.

- Carpintera -digo dirigiéndome a Rilwen, en tono enfadado- no sabe cómo me alegra que hace un momento expresase su entusiasmo por formar parte de un grupo de avanzadilla, que ascenderá hasta aquella cresta. -Señalo con mi dedo enguantado el pico más alto que puede observarse desde aquí, al norte del desfiladero.- La acompañaréis vosotros cuatro -sigo señalando a Rimald, Joshua, Genaro (otro obrero compadre del mujeriego) y Etor (un hombre callado y fortachón que empuña un hacha)- y levantareis la primera de las atalayas que serán nuestros ojos allá arriba. Partireis al alba. Hablad con Maese Otto para que os de lo que necesitáis y os explique con más detalle.

Justo después hago lo mismo con otros dos grupos de cinco hombres, indicándoles picos diferentes a los que tendrán que subir y construir sendas atalayas de vigilancia.

Y para relajar los ánimos me dirijo a todos:

-Nos ha costado, pero hemos llegado y estamos aquí. Hagamos una gran obra que todos alaben. Celebremos pues con una buena cena que somos los elegidos para esta misión-

Sé que unos hombres bien descansados y con el estómago lleno (y otras cosas vacías), rinden como el mejor ejército jamás imaginado, es la forma en la que se basa mi motivación.

El jefe de cazadores os pide que salgáis al bosque en busca de alguna pieza decente para la cena, también os dice que tengais cuidado, y que volvais de inmediato al campamento si veis algo extraño.

Mi comentario desafortunado ha hecho que todo el mundo me conozca, eso tiene una parte buena que en cierto modo me ha hecho caso y vamos hacia ese risco a construir una de esas atalayas defensivas, y también una parte negativa que es adentrarnos más en el bosque. Puede que allí estemos más seguros pero, desde luego yendo sólo 5 si sucede algo vamos a tener que aprender a sobrevivir de una manera en la que dudo que en mi vida haya tenido experiencia alguna semejante, pero voy a tratar de ser optimista y pensar en que la construcción de esa atalaya es una buena idea y que cuanto antes esté construida, antes empezaremos a construir el dique y antes nos iremos de aquí.

Caballero Rimald, ¿podría pedir que nos acompañara algún cazador? había pensado en Farnirir y Ringelf. Ya ha visto cómo ha reaccionado Sir Vormund, quizá vos podríais sugerirlo. Os lo comento porque de entre los que ha citado ninguno es propiamente un cazador y nos vendría bien al menos uno ya que nos adentramos en el bosque, incluso para cazar o vigilar cualquier cosa que pueda ocurrir al caer la noche. - Me había fijado que había señalado a dos hombres de armas y a dos obreros pero ninguno de nosotros era un hombre de campo que conociera los bosques o supiera andar por ellos, quizás era una osadía la mía, o quizás no. De todas maneras el "no" ya lo tenía, así que, no perdía nada intentándolo. Además a esos dos cazadores los conocía y a los otros no.

Partiríamos al alba, había que llevar todas las herramientas necesarias, así como víveres para pertrecharnos durante lo que nos lleve la construcción de la atalaya. Y viendo lo escarpada que era la montaña, sin caballos, ni carro habría que transportar la madera loma arriba, eso llevaría tiempo y esfuerzo. Quizás mediante el uso de poleas y cuerdas podríamos avanzar la obra, luego con andamios ir construyendo una torre sobre la que alzar una superficie que sirva como puesto de vigilancia, sí, podría hacerse, estaba visualizando cómo se iría construyendo la atalaya y el tipo de herramientas que necesitaba para ello, así como su evolución hasta acabar la obra.

Se dirige a donde se encuentra Joshua, - ¿oye tú te acuerdas cuando hicimos la reparación del molino? que empleamos aquel andamio móvil con cuerdas, podríamos hacer uno parecido para facilitar el traslado de los árboles hasta la zona de la atalaya, incluso podríamos hacer una plataforma con el propio andamio, bueno mañana será un gran día, nos conviene dormir bien hoy- Era importante descansar esta noche, pues al alba habría que adentrarse aún más en el bosque, buscar la madera necesaria para construir la atalaya, así como explorar el terreno. Y subir hasta ahí arriba iba a llevarnos tiempo, otro tanto talar la madera necesaria y subirla para acabar construyendo la torre de vigilancia y volver. Nos llevará unas jornadas, cuanto antes comencemos... mejor.

Cuando escuche que los dos lideres habían llegado a ese acuerdo casí golpeo al tipo que me lo dijo, pero recorde la frase de "no mates al mensajero".

- Como se les ocurre, ¡nos estan poniendo en riesgo a todos!.

No pude evitar recordar la sensación que tenia en la noche de las desapariciones, y derrepente tube un sensación de peligro, y como si algo estubiera corriendo hacía mi, me di vuelta rapidamente pero solo vi la espesura del bosque mientras una gota de sudor me recorria la frente.

- Esto no puede salir nada bien.

Cuando me entere de que Sir Vurmund iba a mandar a Rilwen y a otros tan arriba de la montaña decidi que les tenia que advertir sobre lo que podia pasar y me diriji a Rilwen, porque era la unica a la que conocia.

- Oye Rilwen... Ten cuidado, yo que tu no confio en Sir Vurmund, se nota que los esta mandando a subir solo por que la situación lo requiere, pero seguro su opinion sobre ti no a cambiado nada. Y ademas busca mas protección no se que clase de monstruos hay en este lugar, pero ten por seguro que estas en mas peligro que nunca en tu vida. Incluso creo nadie a pasado mas peligro que nosotros.

Gracias Farnirir, lo tendré en cuenta. - No conocía a Sir Vormund, así que, no sabía si realmente era rencoroso o quizás las circunstancias le condicionaban en su forma de ser, de todas maneras tendría en cuenta las palabras del cazador.- Hoy he hablado con los árboles y me han avisado de una presencia maligna que sale de noche por el bosque -igual no me creía con eso de que podía hablar con los árboles, o igual sí, de todas maneras quería advertirlo porque si esa presencia maligna habitaba en el bosque y salía de noche, bien podría ser la causante de las desapariciones.

Cuídate Farnirir, a esos riscos no voy sola, me acompañan 4 hombres más, así que, espero construir esa atalaya y volvernos a encontrar, y construir el dique y volver sanos y salvos todos al pueblo. - Esperaba volver, pero también quería tranquilizarlo.