Partida Rol por web

Desciendes hacia lo profundo.

Te encuentras rodeado de paredes de nieve y hielo. Y das gracias una vez más por tu inmunidad al frío, por el ritual con el que tu padre te proporcionó la misma defensa ante las bajas temperaturas que el resto de los Hijos de Orn. Tus tatuajes, esas franjas azules que te cubren todo el cuerpo, desde los pies hasta el rostro. Su magia permite que seas capaz de apoyar tus manos directamente sobre el hielo sin sentir el mordisco del frío.

Paredes verticales a tu alrededor. La anchura de la sima ahora será de unos diez metros. Por Orn que esto es enorme, pero apenas hay apoyos, por lo que te dejas deslizar hacia abajo mientras tus hermanos sueltan cuerda. La luz del sol empieza a menguar poco a poco, pero gracias a la antorcha continúas controlando la bajada. La luz del fuego refleja el azul del hielo a tu alrededor. El sonido del viento también se atenúa, y el silencio te empieza a envolver.

¡Una cornisa! La ves de repente, roca negra surgiendo del hielo, y te balanceas hasta ella, apoyando ambos pies. Es grande, lo suficiente para que todos vosotros pudierais descansar aquí si os decidís a descender.

Das un solo tirón fuerte a la cuerda. La señal para que dejen de darte cuerda. En cuanto lo hacen, echas un vistazo hacia abajo. La sima parece aun más profunda. La luz de la antorcha ilumina unos metros hacia abajo hasta que la oscuridad la devora.

Calculas que habrás descendido unos veinticinco metros, la mitad de la cuerda de la que disponéis…

De pronto la cuerda deja de estar tensa y a continuación se produce un tirón desde la misma.

Es la señal que habéis convenido con Corm para dejar de pasarle cuerda. Debe haberse detenido en algún punto del descenso. Ahora, si vuelve a dar otro tirón, significará que quiere que le deis más cuerda. Si da tres tirones, querrá que recojáis cuerda para subirle. Hasta que se decida, sólo podéis esperar.

Echáis un vistazo a la cuerda que os queda. Unos veinticinco metros, la mitad de la cuerda de la que disponéis…

El joven Corm se sentó en la piedra unos minutos para recuperar el aliento mientras meditaba que decía hacer. No era prudente seguir bajando solo, pero tampoco podía arriesgar a su "familia" sin comprobar antes la seguridad de la zona. El bárbaro pasó la mano por uno de los tatuajes de la cara que tanto le habían protegido. Finalmente, decidió el que sería su siguiente movimiento y tiro suavemente de la cuerda como señal.

Se deslizaría  cinco o diez metros más y comprobaria con la antorcha si se veía el fondo. Luego subiría de nuevo. Por un momento pensó incluso que podía tirar una piedra o la antorcha, pero en seguida se dio cuenta de que sí había alguien abajo eso sería el equivalente a decir "Estamos aquí."

—Si de verdad Corm me ha elegido espero que no sea para romperme las vertebras en esta sima— pensó con algo de aprensión mientras esperaba a que sus hermanos le deslizaran unos pocos metros más para ver mejor la profundidad de la cueva.

Transcurren un par de minutos y se produce otro tirón en la cuerda. Eso significa que Corm quiere seguir descendiendo.

Unks y Urm continúan soltando cuerda, de la cual cada vez quedan menos metros. Romt vuelve a asomarse al borde de la sima, pero ya no es ni capaz de distinguir la luz de la antorcha que el bárbaro se ha llevado consigo...

En cuanto das el tirón de la cuerda te apartas de la cornisa con el pie bien encajado en el estribo, un brazo en torno a la soga y el otro extendido hacia abajo, sosteniendo la antorcha.

Bajas hacia lo hondo, entre el hielo. La sima se ensancha por momentos, como si se tratase de una gran caverna. A pesar de la luz que te proporciona la antorcha, eres incapaz de distinguir ya las paredes del otro extremo. Quizás la anchura de este abismo sea ahora de veinte metros o más.

No ves ningún otro lugar cerca de la pared de hielo por la que te están descolgando, y por lo tanto no eres capaz de dar un tirón a la cuerda para indicar a tus hermanos que dejen de soltar soga.

Finalmente, tu descenso se detiene.

Te quedas colgado en el vacío.

Por un momento te quedas desconcertado, pero al segundo comprendes lo que ha sucedido. Simplemente ya no hay más cuerda. Debes de haber descendido la longitud máxima. Cincuenta metros. Cincuenta metros y la sima sigue pareciendo no tener fin.

Allí colgado, te envuelve el silencio. Y la oscuridad sólo queda a raya por la llama de la antorcha. De pronto te sientes muy solo. La sima te produce una siniestra sensación, la de no ser un lugar para los vivos…

Bien plantados en el borde helado de la sima, los dos corpulentos hermanos sujetan con fuerza la cuerda con la que Corm se ha descolgado. Finalmente se ha llegado al final. Ya no queda más cuerda que dar. Ahora mismo el joven bárbaro está a cincuenta metros de profundidad, engullido por el abismo. Sólo la cuerda que Unks y Urm sostienen les une a Corm, y ésta se mantiene tensa, lo que significa que después de gastarla toda todavía no ha llegado al fondo.

Romt sacude la cabeza. Parece ser que la opción de explorar la sima no ha sido tan buena idea después de todo. Es demasiado profunda. Lo malo de todo esto, es que han perdido un tiempo precioso, y el tiempo en la montaña es algo muy valioso, sobre todo cuando las condiciones climatológicas pueden cambiar tan rápidamente. El viejo guerrero vuelve a mirar las nubes que acechan sobre los otros picos de las Kehalas. Se avecina ventisca.

Con un resoplido, el Guía se dirige a sus dos hijos.

No hay más que podamos hacer. Dadle un minuto más y comenzad a izar a vuestro hermano.

Silencio a tu alrededor. Sólo roto por el crujido del hielo que se escucha cada cierto tiempo.

Sabes que en breve comenzarán a tirar de la cuerda para subirte. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Se acabó tu exploración, allí abajo no hay nada.

¿Nada? Un momento… alzas la antorcha para evitar que te deslumbre y te inclinas peligrosamente sobre la cuerda que te sostiene para escudriñar la oscuridad allá abajo.

Allí, donde debería haber oscuridad total hay… hay algo, como una especie de tenue iluminación. No, no son imaginaciones tuyas, ahora lo ves claramente. ¿Es acaso una salida a la superficie desde la que se cuela la luz del sol? No, no puede ser. Has descendido en vertical, estás seguro, esta sima no puede conducir al exterior. Esa iluminación tiene que venir… del interior de la montaña…

De pronto tienes la apremiante sensación de que el final de la sima está allí mismo, muy cerca de donde te encuentras colgado, sólo que no eres capaz de distinguirlo con claridad. ¿Qué puedes hacer? Sabes que en apenas unos segundos tus hermanos comenzarán a tirar de ti hacia arriba…

Sigo cada movimiento que los hermanos hacen al sostener la soga. Miro detenidamente como se desliza lentamente por el borde de la sima y se pierde entre la oscuridad. Sigo el camino de la soga con mi mirada hasta que la misma desaparece. Los rostros de Unks y Urm no revelan esfuerzo. Son muy fuertes y un bárbaro no es trabajo para ellos. Pero sigo preocupado. La cuerda se congela segundo a segundo y puede que se resbale de las manos de los gigantes. Pienso intranquilo y digo - Muchachos tened cuidado. La soga esta congelándose y podría resbalar -

Es evidente que estoy molesto por las últimas actitudes que ha tenido el bárbaro hacia mi. Pero es solo es. Son solo molestias que se traducen en un sentimiento fraterno de padre a hijo. Al fin de cuentas, él es mi hijo.

Volteo hacia donde provenían las nubes tormentosas. Eso no es bueno. Sé que estamos a mucha altura y unos minutos más aquí podría ser muy peligroso. Al igual que su fiel amigo Korn sabía del problema que tendrían que enfrentar si la tormenta se desatara encima de ellos. Estamos desprotegidos, al borde del abismo, en la cima de la montaña. Esto no es para nada bueno. Con rostro de preocupación ahora lanzo una expresión de consternación hacia Korn que se encontraba mirando hacia la oscuridad de la sima para divisar los destellos de la antorcha que llevaba Corm. Su esbelta y poderosa figura protectora de gran guía hace que mi preocupación se convierta en una simple advertencia - Amigo, será mejor que demos prisa y recojamos a Corm cuanto antes. Las nubes se están mostrando. La naturaleza está hablando y la furia de Orn se estará por desatar - 

Urm asintió y, ayudado por su hermano, empezó a tirar de la cuerda elevando a su hermano pequeño. El tiempo había empeorado y aquello, además de haber sido una perdida de tiempo, los situaba en una situación peligrosa pues ni siquiera para los gigantes de hielo las tormentas eran cosa de risa. Nunca se sabía que males podía desatar la ira de la montaña...

Corm no se planteó la opción de tirar la antorcha, sería demasiado vistoso por lo que decidió tirar una piedra. No obstante todas las precauciones eran pocas por lo que apagó las llamas antes de tirar la piedra. Si por un casual había alguien abajo y caía una piedra no pasaría nada, pero si caía una piedra y veían una luz arriba...

Gruño por el esfuerzo de subirlo rápidamente pasado ese minuto y el sentimiento de rabia, que no hayamos podido llegar hasta abajo. Puede que haya visto algo que nosotros no hayamos visto y haya servido para algo bajarlo.

Rápidamente aplastas la antorcha contra el hielo de la pared más cercana, consiguiendo que ésta se apague en tan sólo unos segundos.

Te balanceas en la cuerda mientras buscas rápidamente una pesada roca que previamente has cogido. Extiendes la mano y la dejas caer, intentando soltarla lejos de las paredes.

En ese momento, un brusco tirón te lleva hacia arriba. Tus hermanos te están izando. No haces caso y te concentras en escuchar algo allá abajo, aunque sea el más leve sonido.

¡Ahí está! ¡Un golpe! ¡Piedra sobre piedra! ¡No, espera, otro más!

Oyes un repiqueteo, como si la piedra hubiese golpeado sobre una superficie sólida y hubiese rebotado un par de veces antes de detenerse. Gracias a Orn que no ha caído sobre un lecho de nieve, que hubiese amortiguado cualquier sonido.

Mientras subes hacia la superficie, haces un cálculo rápido. El ruido no provenía de lejos… tu dirías que entre diez y veinte metros…

Las reacciones de los hermanos son contrarias a las habituales. Algo que llamó mi atención. Urm solía ser salvaje, euforíco, y no meditaba demasiado las cosas. Había dedicado años de entrenamiento a encausar sus actitudes y sensaciones hacia la armonía. Mientras que su hermano Unks era más tranquilo, sereno y reflexivo con cierta sabiduría natural. A menudo le pedía que expresara su fuerza con mayor rudeza. Sin embargo, ambos se han expresado de manera inusual. Mirándolos fuertes e imponentes, fiel imagen de su padre, comienzan a subir al bárbaro. Estarán madurando para convertirse en el líder del clan? Es un gran desafío.  

Con un último tirón por parte de los hermanos, Corm llega hasta la superficie. Romt le ayuda a subir al borde del abismo y el joven bárbaro se toma unos segundos para recuperar el aliento y explicar a todos lo que ha visto allá abajo…

Corm esperó unos segundos para recuperar el aliento. La subida le había pillado de improviso y la diferencia entre oscuridad y luz le hacía frotarse los ojos. Tras unos instantes donde sintió la mirada del clan clavada en él comezó a explicar lo que había visto.

La herida es profunda, pero no eterna—dijo mirando a Korn fijamente— En total seran unos 60 metros, y poco antes de la mitad del camino hay una cornisa donde podemos descansar. Además...creo que hay una especie de escalones, pues tiré una roca, y rebotó un par de veces en lugar de caer a plomo.

El bárbaro espero unos instantes a que los gigantes asimilasen la información antes de continuar hablando —Yo voto por bajar

No es demasiado, creo que después si hiciera falta podríamos subir escalando la grieta-dijo Urm asintiendo- venga, pongámonos en marcha antes de que el tiempo empeore.

Diciendo esto se dispuso a ir tras Corm que guiaba al grupo en la bajada.

Corm está agitado. Ha hecho un esfuerzo importante. Pero sé que es un chico fuerte y ágil que no tendrá problemas. Comienza a descender con la cuerda atada a su cuerpo. Lo sigue Urn. La decisión fué la correcta. La tormenta no tardará en desatarse por completo y aún nos falta llegar al pico para poder alcanzar mejor a la mina con las piedras. Además, descendiendo por la ladera se nos dificultaría y podríamos ser vistos. Pienso para tranquilizar mi mente de culpas y perturbaciones. Lo único que me preocupa es Kurn. Sacudo levemente mi cabeza para librar estos pensamientos.

Sin decir una sola palabra ahora mi rostro refleja una leve sonrisa pero de desconfianza para asentir la decisión de bajar por la sima. Volteo hacia Korn y digo con una mirada de admiración - Korn, irás detrás de Urm. Os parece? Despúes Unks y por último yo - me detengo unos segundos para escuchar las palabras de Korn antes de inclinarme para dar paso a los demás.