Partida Rol por web

Tomás toma dirección hacia la hospedería, con la esperanza de que los dos ladrones pasen por allí o estén allí escondidos. El salón está solo habitado por el gato Isaac, quien parece haber dado cuenta de los restos de la cena (algunos platos estaban sin tocar y ahora lucen limpios como una patena) y ahora está tumbado sobre unos sacos apaciblemente.

Tomás sube las escaleras y se asoma a las celdas de los ladrones, que están abiertas pero totalmente vacías. En su interior, algo de ropa esparcido algunos restos de comida, pero nada más digno de mención.

Finalmente, Tomás vuelve de nuevo al salón con la intención de salir y seguir buscando por fuera. Y justo cuando iba a poner el primer pie fuera de la hospedería, el valenciano se topa casi cara con cara con uno de los truhanes, quien junto a su compañero, parece que pensaban entrar a recoger algo o a esconderse. La cara de sorpresa de ambos era únicamente comparable a la del propio Tomás.

Abraham deja a Gonzalo y María en la iglesia y sale al exterior algo después de lo que lo hace Tomás. Afuera, la oscuridad es total, aunque se distingue desde la distancia el resplandor de las grandes antorchas que al parecer Damián ha encendido para iluminar el portón del monasterio.

El corto camino a los establos se hace penoso por la falta de luz, pero transcurre sin problemas. Una vez allí, Abraham toma la antorcha que había encendida en el exterior y se introduce en las cuadras donde esperaba encontrar a todos los animales durmiendo pero que, sin embargo, están todos despiertos y agrupados unos contra otros (en caso de no estar atados).

Esperando lo peor, Abraham busca a su mula entre la oscuridad, pero felizmente la encuentra donde la dejó amarrada, también despierta y con buen aspecto aunque algo nerviosa. El animal se permite un ligero movimiento de cola cuando reconoce a su amo, lo que reconforta enormemente a Abraham .

Una vez revisado el estado de su compañera, Abraham se acerca a donde dejó su carro estropeado con sus valiosas mercancías. Al parecer todo está en orden, lo que también relaja al comerciante a quien la palabra ladrón provoca un nerviosismo mayor que casi cualquier otra palabra. En todo caso y porque más vale prevenir que curar, el comerciante comienza a cargar algunos rollos con intención de llevarlos a su celda y tenerlos así a buen resguardo durante la noche.

Hicham esta durmiendo placidamente agarrado al libro que tanto le costo conseguir, soñando con su cálido hogar y la tranquilidad de su aldea.

-Hola -dice Tomás con una sonrisa en la boca-. Os buscaba.

Y sin más, alza el sable y acuchilla al que tiene delante.

Abraham deja la tea en uno de los soportes colocados en la pared a tal efecto. Coge tantas telas como puede cargar con comodidad y emprende su peregrinaje. Prefiere adentrarse en la oscuridad a arriesgarse a poder dañar sus valiosos materiales con la antorcha. Confiando en orientarse bien en el escaso trayecto hasta su celda, sobretodo teniendo en cuenta que va a tener que hacer varios viajes si quiere llevar todo el material y acabará por aprenderla de memoria.

Canturreando para entretenerse y alejar los temores que se esconden en las sombras de la oscura noche va caminando tranquilo pero a buen ritmo mirando alrededor como si pudiera ver mucho más allá de sus narices. Abraham está inquieto, y no es para menos dados los sucesos que han acontecido hasta el momento esta noche pero confía en mantenerse alejado de los problemas. Aunque duda que sea capaz de dormir lo que quede de noche del tirón, pese a que el trabajo físico le ayudará bastante ya que es probable que se agote debido a su no muy buen estado de forma.

Por todo lo más sagrado de las tres religiones!!! ¿Pero es que no puede haber un momento de tranquilidad en este monasterio?...

Abraham, cargado como si de animal de tiro se tratase, se abría paso en la oscuridad hasta la cercana hospedería, cuando ya casi tenía el primer viaje hecho, al resplandor de la entrada de la casa de huéspedes se recortan dos figuras, casi sin duda las de los dos extraños peregrinos y supuestos ladrones y herejes.

Pero cuando aún no se había repuesto de la sorpresa, Abraham ve aparecer a Tomás por la puerta quien, sin mediar más que media docena de palabras, la emprende a espadazos con el primero de ellos.

Parece que ninguno de los presentes han notado la presencia del comerciante pero la cosa parece ser seria y que, si nada lo remedia, la sangre correrá en el monasterio.

Hicham, pese a la placidez de su descanso, escucha el inconfundible sonido del combate no demasiado lejos.

- Bien, bien... cójanse un sitio y no molesten demasiado en los rezos... como imagino que no conocerán nada de la liturgia ni de los salmos, simplemente quédense callados e intenten abrir su mente y su alma al Señor....

El Prior se gira ante la llegada de otro de los monjes más ancianos a los que los viajeros no habían conocido aún.

Me quedo al lado de mi señora, pendiente de la escena que sucede a nuestro alrededor, y con espada corta a mano, en su vaina, pero a mano, pues si tengo que dar muerte a alguien en la casa del señor para proteger a la baronesa, que Dios se apiade de mi alma, y del que quiera hacernos algún mal.

- ¿Está todo preparado hermano Francisco?... nunca habíamos empezado tan tarde... no os preocupéis por el cáliz... debemos empezar ya, dice y se coloca frente al altar de piedra.

Este monje, de aspecto bondadoso y afable, parece ser quien dirgirá la misa esta noche. Su presencia ha coincidido con una perceptible bajada del volumen de sonido en la iglesia, como si su entrada hubiese sido la señal esperada por todos los monjes para callarse y prestar atención. Además, la mayor parte de los integrantes de la comunidad comienzan a alinearse a lo largo de la nave central mirando hacia el altar y permanecen allí, de pie, en silencio y con los ojos cerrados.

- Llamad a los que queden fuera y cerrad las puertas... vamos a empezar..., dice el prior en voz alta y, acto seguido, algunos jóvenes salen por las diferentes puertas laterales para, previsiblemente, cumplir las órdenes de su superior.

Abraham se pega a la pared más cercana aprovechando a que sus ropajes oscuros le ayudan a pasar desapercibido en la tenebrosa noche. Coge y pone las telas tras su espalda para protegerlas con su cuerpo y evitar que sus vistosos colores delaten su posición.

Abraham queda en silencio casi conteniendo el aliento, como espectador del sangriento combate esperando a ver como se resuelve. Si Tomás se viera en un trance siempre podría acudir por sorpresa a socorrerle tras reunir el valor necesario y siempre cogiendo la tela menos valiosa y más fungible como arma contundente.

La hoja de la cimitarra se deslizó por el costado del viejo de una forma completamente inesperada. Tomás se sorprende y se maldice a sí mismo por su estupidez.

Sin embargo, se recobra inmediatamente y se prepara para la reacción de los ladrones.

Los dos peregrinos, muy sorprendidos por la pequeña emboscada a la que han sido sometidos, cobran ánimos al ver que el ataque no ha sido lo mortal que esperaban sino, más bien, un simple y torpe aspaviento que ni siquiera ha pasado cerca de su objetivo. Dispuestos a dar su merecido al infractor y viendo clara la ventaja de dos contra uno, desenvainan sus espadas cortas y se lanzan al combate.

María susurra a Gonzalo, cuando el silencio empieza a pesar entre los muros de piedra.

-Oh, espero que Tomás y ese converso tan agradable, Abraham, tengan tiempo de volver y refugiarse... o resguardarse... en la Iglesia. Os aseguro que nada me gustaría menos que saber que algo horrendo ha ocurrido allí afuera, y que nada se ha podido hacer por ellos. ¡Dios no lo quiera! No llega a mirarle directamente. Se mantiene rígida, con la cabeza gacha, la capucha aún sobre su cabello, como corresponde a una mujer en la Casa del Señor. Pero tampoco calla. -Por cierto... ¿habéis encontrado a vuestro pariente...? Con todo este trajín no he vuelto a preguntaros...

Mientras habla, en tono comedido y apenas audible, la mujer no pierde ojo de lo que sucede a su alrededor. Puede que la Iglesia sea un lugar Santo, pero si es cierto que el Diablo puede andar hoy por la tierra a sus anchas... nada estará seguro hasta que pase esta fatídica noche...