Partida Rol por web

María Ortiz:
- Est… estoy con Clara, perdón señor pero yo no sé quién es usted…

El hombre no se para a hablar contigo, sigue andando hacía la piscina sin prestar atención a lo que decís o hacéis.

PUM, PAF, PLONG y entonces ¡BOUM! Siempre les pillaba por sorpresa la explosión y su expresión era maná para mis sentidos. De pronto, estamos sumidos en una maraña de puños, patadas, agarrones, empujones y… ¿Eso había sido un escupitajo? Puag. No sabía como íbamos, pero estaba seguro de que ganando. Es entonces cuando sentí que algo tiraba de mi con fuerza ¡Pero no me pensaba dejar amedrentar! Ni siquiera lo pensé, descargué una fuerte patada. Tal vez fuera bajito y esmirriado, pero vendería caro mi pellejo.

¡PAF!

El golpe hizo temblar mi pantorrilla, estaba seguro que quien fuera que lo hubiera recibido le tenía que haber dolido. Entonces vi quien había sido el receptor. Un adulto.

“¡Oh, jolines!”

Comenzó a gritar para que nos detuviéramos y pude ver como aquellos gallinas capitanes de las sardinas salían corriendo con el rabo entre las piernas. Pero la satisfacción quedó nublada por el hecho de que había pegado a un adulto ¿Por cuánto me castigarían por ello? ¿Una tarde, un día?... ¿Todo el verano? GLUP. Tenía que hacer algo.

- Yo, yo, lo siento. No quería hacerlo es que pensaba que era unos de ellos y no le había visto y… y yo siempre soy un buen chico y… -

Y entonces me interrumpió, nos llamó valientes y nos dijo que nos invitaba a helado. Me quedé boquiabierto ¿Podía ser esto verdad? Pero si que lo parecía. Tenía que volver a darle las gracias a hector, ¡Su pueblo era la caña de España!

Ni me lo pensé y me dispuse a seguirlo, pero como no, doña “Responsabilidad” empezó a meter baza para fastidiar la invitación y luego… luego… María parecía haberse dejado llevar por “la otra”. Me… me vi… en la obligación de hablar.

- ¡No te preocupes María –

La rodee los hombros con mi brazo, mi voz sonaba…. exageradamente alta ¿Por qué sonaba… tan alta?

“Huele muy bien”

- Somos muchos y este es el pueblo de Hector ¿Te parece preocupado? Porque será lo normal por aquí. ¡Vamos, seguro que los helados están riquísimos! –

Y quité mi brazo rápidamente por si la molestaba que la cogiera así, además,… me miraba con esos ojos…

“¡Céntrate! “

La sonreí tontamente y seguí a Héctor.

- ¡Ey, espérame tío, que yo también quiero helado! -

Como en las carreras de atletismo que salían en la tele cuando daban la salida, así había resultado el petardo que lanzó Borja, el pistoletazo para que hizo que el caos se apoderara de todos nosotros. Patadas, arañazos, algún que otro mordisco, puñetazos, de todo voló en aquellos momentos a diestro y siniestro, incluso me pareció que alguien tiraba una piedra. Me parecía que en algún momento incluso había llegado a cerrar los ojos sin saber muy bien a quién estaba golpeando pues el barullo de piernas y brazos hacía difícil distinguir quién era quién.

No sabía si íbamos ganando o perdiendo, yo sólo daba golpes cuando algo se me ponía a tiro, al igual que hacían los demás ya que en más de una ocasión sentí cómo impactaba una mano o un pie en mi cuerpo. Los abuelos de Héctor no iban a quedar nada contentos con nosotros, en especial conmigo que por ser el mayor tenía que poner un poco de formalidad en la pandilla pero en cambio, aparecía con la ropa rota y seguro que más de un moratón. Y el resto de mis amigos estarían igual que yo.

Fue un adulto el que tuvo que venir a poner paz en aquel caos. Un adulto que hizo que los gitanos se largaran de allí a la carrera aunque estaba convencido que pronto volveríamos a saber de ellos. Un adulto que, en lugar de enfadarse con nosotros nos invitaba a un helado. Un adulto al que yo no dejaba de mirar como todo un salvador pues, aunque fuera mayor que Michael y que incluso estaba gordo para ser capaz de hacer alguno de sus bailes, por lo menos se vestía igual que él, o por lo menos igual que en ese vídeo que había visto en la tele, Smooth Criminal, donde hacía ese alucinante movimiento hacia adelante sin caerse.

Asentí con la cabeza a su propuesta, a pesar de que el adulto ya había echado a andar y que incluso las chicas del grupo, a excepción de la valiente Ana, parecían reacias a seguirlo.

—Héctor tiene razón. Vamos a estar en una piscina pública y no nos separaremos. ¿Qué crees que puede pasar? —Comenté a las chicas dispuesto a seguir al hombre vestido como Michael—. Venga vamos. No siempre alguien nos invita a un helado por ser valiente —dije mientras recogía mi bici y seguía al hombre.

Finalmente esa actitud de Borja terminó por convencerme. Su abrazo fue agradable aunque se cortó de golpe. Es que con él no daba para un momento tranquilo que ya su cabeza bullía en ideas y ahora se trataba de divertirse.

Ya veré qué le digo a mi tía sobre los arañazos y eso. Total que sabe que soy medio torpe con la bicicleta.

-Vale, Clara si estamos todos juntos estaremos bien… y tengo deseos de un helado.

Mi primo también estaba magullado así que me acerqué a su lado para caminar detrás de Héctor y los demás. Miré a Clara pues solo iba a seguir si todos estábamos juntos.

La piscina es un agradable descubrimiento para vosotros, pues tiene todo lo que os gusta. Un bar donde sirven refrescos fríos, helados y comida envasada. Además tienen dos maquinas, un pinball espacial y una maquina recreativa con el juego de moda. Uno en el que tienes que mover las piezas y girarlas para completar lineas.

Además hay una piscina, enorme y llena de agua. Aunque lo malo es que hay que pagar para entrar, pero hay una promoción para pasar todo el mes que podría estar interesante. Bueno, aunque con el estado en el que vais a llegar de vuelta es poco probable que los abuelos os lo permitan. Pero quien sabe, el verano es largo y aquí hay más niños. Miráis desde la ventana como están jugando a saltar dentro del agua, como hacen carreras dentro y fuera del agua, y como los más mayores se han puesto a la sombra para jugar a las cartas. La verdad es que se oyen muchas risas que proceden de ahí abajo.

El hombre os invita a unos helados que terminan siendo unos flash de hielo con sabores. Los tienen de fresa, naranja, cola y uno verde que no sabéis de que es. Cogéis el que queráis, que el señor os invita a uno a cada uno. 
Tras daros el helado se acerca a la entrada del bar, os hace un gesto para que os acerquéis y os dice.

- Me habéis caído bien, y parecéis ser buenos chicos. Os invito a visitarme, mi casa se mueve conmigo - os señala la rulot que visteis aparcada afuera mientras deja un botellin de cerveza encima de una mesa. Pero podéis encontrarme en la garganta del diablo, no tiene perdida. Solo tenéis que seguir la carretera que sale del pueblo y tomar luego el desvío señalizado.

Hace una pausa para sacar un cigarro de Celtas que enciende con una cerilla que luego tira al suelo.
- Yo vivo cerca de una laguna, allí aprovecho para descansar, leer libros, escuchar la radio, y pescar. La gente del pueblo dice que ese lugar esta maldito, una tontería de unas ranas. En fin, haced lo que queráis, pasarlo bien, y no os metáis en líos. Pero si esos gitanos os vuelven a incordiar allí podréis encontrarme.

Tras decir esto le da un largo trago a su botellin de cerveza, se la acaba, y os guiña un ojo.
- Nos volveremos a ver, chicos. Tomad esto para que no os aburráis.

Y deja sobre la mesa unos cuantos recortes de periódico. Os acercáis a ojear las hojas y descubrís un puñado de crucigramas y varios busca las diferencias. Cuando levantáis la vista podéis ver como se sube en la rulot y se marcha.

-Oh, está bien. -Maldita presión de grupo, al final siempre había que hacer lo que querían los chicos si no quería sentirme excluida... literalmente. Tuve que pegar un par de buenas zancadas para alcanzarles y que no nos dejasen a María y a mí ahí tiradas en medio de la calle. La piscina parecía un lugar fantástico en el que pasar buenas horas y, de paso, hacer algo de ejercicio. No iba a desatender mi entrenamiento todo el verano, claro está, y la piscina era un sustituto fantástico. Tenía que acordarme de comentárselo después a mis amigos. Acepté el helado del señor desconocido, de fresa por supuesto, que devoré rápidamente. Tanta carrera y pelea me había dado sed. El frío me subió a la cabeza: -¡Ay! -pero es que estaba tan rico y fresquito.

-Deberíamos hacerle caso. -comenté una vez que el hombre ya se hubo marchado. -y no meternos en más líos. Al menos, por hoy. Si me disculpáis, me gustaría ir al baño a lavarme un poco. Al menos lo bastante como para que tus abuelos no nos maten en cuanto nos vean. -dije, mirando a Héctor.

Habla por ti Clara, a mi fijo me van a dar una regañina de las de aquellas y posiblemente hasta un rapapolvo para no olvidar, el coronel es bueno, pero estricto así que estoy hecho. - digo con una expresión de resignación única 

Bueno al menos los gitanos se la van a pensar antes de andarse de macarras de nuevo. Ana ¿Cómo estás? ¿Crees que podremos escaparnos más tarde? - pregunto con esa expresión que anuncia otra de mis ideas.

Eso de la hondonada suena un sitio que me gustaría visitar antes de que me castiguen de por vida. - sentencio aclarando mis intenciones para todos los demás.

En verdad se me antojaba tener una de mis escapadas con Ana, pero no quería precipitar las cosas, pues hasta ahora ibamos bien y no incordiabamos a nadie cuando estabamos todos juntos.

Mientras espero la respuesta de Ana, yo disfruto de mi helado verde que resultó ser de manzana al final, ya luego me asesría como es debido para poder volver a casa, después de todo mis abuelos ya tendrían todo dispuesto para la comida.

Al final era mejor ir por los helados. No cabía duda de que algunos íbamos a ser regañados si es que no teníamos una buena estrategia de defensa. Tomo un helado de fresa mientras escucho lo que ese señor propone. Es como un cono de hielo con sabor a fresa, pero está muy bueno.

Parece que le hemos caído bien. Me alegro… es mejor eso de tener amigos que enemigos. Oh! Pensar en eso de enemigos me hace acordar de esa pandilla de zoquetes.

Me interesa mucho la parte en donde explica lo del lugar maldito, estoy escuchándola con total atención pero luego Clara dice lo de ir al baño a limpiarnos un poco.

-Sí, yo… también voy, creo que tengo un poco de tierra hasta por debajo de mi gorra.

La sacudo y veo cómo un polvo marrón sale volando por todos lados.

El señor antes de despedirse deja en la mesa unos cuantos recortes de periódico, tomo uno que es un crucigrama.

-Me encantan estas cosas –alego, aunque todos me conocen en ese aspecto. Me guardo un crucigrama para hacerlo después y voy junto con Clara al baño de chicas.

Un lugar maldito… mmm… eso me gustaría verlo. Sí… estaría genial visitar ese lugar. Da miedo… pero esa es la idea, ¿no?

Cuando llegan a la piscina Ana elige el flas de cocacola, como siempre.Lo parte por la mitad y va masticando poco a poco el hielo esperando que la parte de abajo se derrita un poco pawa beberselo como si fuera un refresco.Siempre se toma el flas de la misma forma.
-Nos podemos escapar a la hora de la siesta, no crees? Dice contestando a Héctor, la verdad es que le apetecía pasar un rato con él.Aunque estando todos juntos de vacaciones no iba a ser tan fácil escabullirse juntos como cuando están en la ciudad.- Oye, hay que ponerse de acuerdo en lo que vamos a contar. Decimos solo locde las bicis?Podemos contar que estabamos jugando al Tour y que nos ha pasado como a los de la tele, el primero se ha caido y hemos ido todo el peloton al suelo...Igual cuela, no creéis?

Aprovecháis el baño para asearos, lavaros la cara y las manos. Al menos suavizar los restos de la pelea, aunque hay daños en la ropa que van a ser complicados de disimular. La abuela suele estar muy atenta con vosotros, sabéis que va a ser complicado evitar que se de cuenta de lo ocurrido.

La propuesta de Iron Maiden (Ana) es interesante, tal vez una puesta en común podría ayudaros a que la trola sea más creíble.

Pues si no añadimos que ibamos bajando la ladera, pues no cuela igual mi bici tiene algunas heridas, así que bebamos una soda a la salud de mi noble corcel herido en batalla.

Y si le echaís un poco de tierra a las vuestras, tanto mejor, pues, ¿Qué opinaís? - pregunto mientras ideo como hacer más creíble la historia de la rodada por la colina.

-Sí, la verdad es que no me parece mala idea. -Dos veces que estaba de acuerdo con Ana el mismo día. ¿Qué estaba pasando? -Si nos van a echar la bronca más nos vale que sea por un accidente que por habernos metido en una pelea. Además, quitando al señor ese raro de antes, nadie más nos vio, ¿no?. Aunque con el petardazo de Borjita no me estrañaría que SÍ nos hubieran oído. -dije, aún mosqueada con aquel diablo de niño. Aún no estoy muy segura de si es buena idea ir a la Garganta esa de la muerte, o como se llame, pero lo primero era evitar que nos castigaran el resto de las vacaciones, luego ya habría tiempo de discutir.

-Me parece una buena idea. De todos modos yo soy medio torpe con la bicicleta en general. Si quieren puedo ser la primera que se cayó e hizo que el resto tropezara también.

Sería creíble, pienso y mientras tiro unos manojos de tierra y hierbas sobre mis ruedas. Mi Apolonia es muy bonita y me da lástima ensuciarla así pero los chicos tienen razón.

Es una mentira blanca, eso es. Las mentiras blancas no cuentan como mentira… no es como si hiciera trampa en un examen o algo así. Eso sí sería malo.

Estuvo guay descubrir un lugar como la piscina, desde luego allí nos lo podíamos pasar bomba si es que los abuelos de Héctor nos dejaban ir de vez en cuando. Mientras me comía el flash al que nos había invitado el desconocido, el mío de cola que solía chupar hasta dejarlo blanco, miraba por la ventana cómo lo pasaban los demás niños de pueblo en el agua, y debían estar pasándolo en grande porque se reían mucho. En esos momentos sentí envidia pero… estaba convencido que el coronel nos dejaría ir si nos portábamos bien.

Pero ese era precisamente un punto que nos iba a resultar bastante difícil de conseguir, sobre todo después de cómo íbamos a llegar ese mismo día con moratones, la ropa sucia e incluso rota. Suspiré resignado mientras sentía envidiaba por aquellos chavales que chapoteaban y se divertían a tope guay. Además, que quizás si me daba bastante el sol me podría poner lo suficientemente negro para imitar mucho mejor a Michael. Esa sí que sería una gran idea.

Casi se me había olvidado la presencia del desconocido, pero cuando habló para despedirse, sus palabras captaron por completo mi atención. La garganta del diablo… pa flipar en colores. Aquello sí que sonaba interesante y estaba más que dispuesto a que toda la pandilla fuera allí algún día, o mejor aún, que fuéramos esa misma tarde si los abuelos de Héctor no nos castigaban mucho.

¡Los abuelos! Con las pintas que llevábamos era segurísimo que nos la íbamos a cargar, y no era yo sólo el que pensaba así pues Ana ya estaba lanzando su propuesta para que no nos riñeran demasiado. Qué grandes ideas tenía esa chica…

—Genial, me parece una buena idea. Mi bici ya está sucia y con algún rasponazo —me había caído de verdad así que en ese sentido yo no iba a mentir, simplemente no iba a contar lo que de verdad había pasado—. Podemos decir que me tropecé con una piedra, que salí volando y vosotros chocasteis conmigo… No sé, algo así.

Seguro que los abuelos de Héctor se tragarían la historia ya que no era nada descabellada, los chicos solían caerse ¿no? Pero más que la regañina que pudiéramos tener yo en lo que pensaba era en nuestra excursión a la garganta del diablo.

Terminándome aun el flash de fresa (Soy un amante de los clásicos) escucho a Hector su plan para que no nos castiguen de por vida o por lo menos, hasta el final de verano. Es algo a evitar y más ahora que parece que tenemos un sitio interesante al que ir. Clara se queja de que puede ser difícil explicar el petardazo que he lanzado.

- No te preocupes Clara, con esa cara tan roja siempre podemos decir que te has tirado un pedo enorme jajajaja. –

Mientras lo digo me alejo de ella para evitar cualquier represaría. Entonces me giro al resto.

- Bueno chicos, no queráis ser todos los primeros en caeros de la bici, en estos casos, lo que mejor viene para que una mentira cuele, es jugar con una verdad. Así que el que el que deberíamos decir que se ha caído es Hector, al fin y al cabo, esto es una realidad ¿eh amigo? – y sonrió picaronamente recordando el guarrazo que se ha metido en mitad de la carrera. – Vamos a “adornar” las bicis y a poner cara de arrepentimiento. Así –

Y pongo una cara de pena ultra exagerada, marcando el gesto con la boca siendo casi cómico. Me giro en dirección a María. La veo preocupada y no me gusta verla así. Me gusta verla sonreír.

Mira que a veces tienes buenas ideas Borja, vaya pedazo de hostia que me he metido y el pobre relámpago azul ha quedado tan golpeado que ahora parece la chispa celeste.

Así que, por mi sin problemas de ser el primero en caer. Solo mirad lo chula que ha quedado la bici. - digo con una sonrisa.

-Vale, Héctor cayó primero. Mi bici igual está bien embarrada ahora, me va a costar un poco limpiarla.

Sonreí, satisfecha de mi trabajo de "ensuciado del transporte" y vi que Borja me miraba un poco preocupado, así que sonreí más para que supiera que estaba todo bien. Todos esos nervios de antes empezaban a abandonar mi panza un poco. Aunque, por otro lado, nadie me quitaba la experiencia de tortazos que habíamos vivido.

Ana la da con el pie un empujón a su bici, que lógicamente acaba en el suelo. -Pues arreando, que ya tenemos que contar.dice mientras le lanza algo de arena a su bici. Después la recoge del suelo y comienza a caminar empujándola. -¿Que creeis que habrá hoy de comida?Ojalá sea algo fresquito como gazpacho o ensalada campera...

En mi rostro se dibuja una mueca de asco ante las guarrerías que está diciendo Ana.

- ¿Ensalada y gazpacho? ¿¡En serio!? Que somos ¿Conejos? -

Solo de pensar en tener que comer verde me revuelve el estómago. Estamos de vacaciones hombre, momento para disfrutar.

- Yo espero que tengamos hamburguesas ¡O mejor! Chuletas de cordero… oh chorizo… aaah –

Se me está haciendo la boca agua. De pronto un sonoro rugido resuena en el lugar y me llevo la mano al estómago.

- Oh, oh. La bestia se está despertando ¿Volvemos ya? Me muero de hambre. -

Y con la bici lista, pongo rumbo hacia la casa de los abuelos de Hector.