Partida Rol por web

- Ahora mismo nos dirigíamos a la habitación de Adam, señor Cornelisz - responde William manteniendo la compostura -. ¿Cómo se encuentra su mujer? Todo esto debe ser muy duro para ella. Ya dicen que el amor de una madre no conoce límites.

Si el diario de María Dabrowski y su contenido ya sobrevolaba la mente del doctor, lo que terminó de espolear su voraz curiosidad fue saber dónde se ubicaba el despacho del señor Cornelisz. Ahora tenía que ingeniárselas para entrar y examinar esa biblioteca personal, en palabras de Olga.

Al salir de la habitación, apareció de un modo repentino Jacob Cornelisz. De nuevo, William demostró nervios de acero y estuvo rápido calmando la situación.

-Bien jugado, William...-, pensó Jamal, algo sorprendido por la velocidad con la que Cornelisz se había aventurado a subir las escaleras. Volvía esa intuición, ese pálpito. El matrimonio ocultaba algo y Olga empezaba a resultar terriblemente creíble en sus revelaciones. Entonces, extrañado, reparó en que Jacob salía del dormitorio principal.

Dejó a William tomar la iniciativa, ya que sus palabras sonaron muy naturales. Mientras tanto, Jamal se retrasaba unos pasos, adoptando un gesto pensativo, tramando una estrategia para despejar el camino al grupo en la planta superior.

-Señor Kennedy... Señorita Walker...-, dijo en voz muy baja al periodista y a la criminóloga. -Permanezcan alerta. Es posible que necesite de su ingenio para persuadir al señor Cornelisz de que abandone el interior de la casa...-.

Cuando el Dr. J. acompañaba sus palabras con esa enigmática mirada rasgada, uno podía dudar si lo que movía a ese hombre era un implacable deseo de la justicia o una incontenible e insaciable curiosidad por lo oculto.

- Ahora mismo nos dirigíamos a la habitación de Adam, señor Cornelisz - responde William manteniendo la compostura -. ¿Cómo se encuentra su mujer? Todo esto debe ser muy duro para ella. Ya dicen que el amor de una madre no conoce límites.

- Bueno, como comprenderá, no se lo está tomando muy bien, pero confío en que ustedes encuentren a mi hijo -dice en lo que parece más una amenaza que un ruego de un padre al que le han quitado su hijo-. Estaré en la planta de abajo, el coronel Ellis está de camino. Ya saben dónde encontrarme.

Y, sin más dilación, se despide asintiendo con la cabeza y baja las escaleras con paso firme.

Jamal reaccionó con rapidez al ver a Jacob bajar las escaleras.

-Olga, sobre la biblioteca del señor Cornelisz... ¿Tiene usted la llave de esa habitación?-.

Sabes que Ellis es un veterano de guerra que sirvió junto a Weston en la Gran Guerra. Por lo menos, eso atestiguan las fotos del despacho de Weston en las que ambos aparecen con veinte años menos, un subfusil bajo el brazo y una sonrisa en la cara.

Tiene ciertos contactos e influencia en las altas esferas de la Oficina de Investigación y alguna vez le has visto entrar y salir del despacho de Weston en la sede de Nueva York, pero no le conoces personalmente.

-Olga, sobre la biblioteca del señor Cornelisz... ¿Tiene usted la llave de esa habitación?-.

 - ¿La biblioteca? -pregunta negando con la cabeza-. La biblioteca está abierta, señor doctor. Aunque no le gusta mucho que entre, me dice que no hace falta que limpie, porque seguro que estropearía los libros -hace una mueca-. Además, dice que le molestaría, porque pasa la mayor parte del tiempo ahí metido -explica-. Cuando no está en la bodega, claro, es un gran aficionado a los vinos -vuelve al tema-. Utiliza la biblioteca como despacho y siempre tiene mucho trabajo, ya sabe.

- Me gustaría revisar la habitación del chico - reflexiona William en voz baja -, pero si el resto queréis ir a la biblioteca... Tal vez no sea mala idea. Aunque habría que ir con un cuidado extremo: alguien debería asegurarse de que el señor Cornelisz está distraido.

Jamal asintió a las palabras de la doncella para seguidamente posar sus ojos en la puerta de la biblioteca.

-A veces, la solución se presenta sola...-, comentó intercambiando una rápida mirada con sus compañeros tras ver marchar al señor Cornelisz. Era evidente que la sensación de urgencia se había relajado en su, por otro lado, imperturbable rostro. -Aún está la señora Cornelisz en el dormitorio-, apuntó en voz baja.

Jamal iba a ofrecerse a acompañar a William al dormitorio de Adam, pero al final el agente del FBI le dejó la puerta abierta a tomar la iniciativa y no pudo resistir su impulso.

-De acuerdo. Inspeccionaré la biblioteca lo antes posible. Señor Kennedy, señorita Walker, necesitaría de la ayuda de uno de ustedes. El otro puede ayudar a William a cubrir el pasillo, por si la señora Cornelisz sale del dormitorio-.

El doctor J. miró fijamente al agente Bennet antes de asentir con decisión. Luego, se giró siguiendo las indicaciones de Olga y avanzó hasta la biblioteca. Tuvo una ligera inquietud al tomar el pomo y girarlo. No sabía qué aguardaba en el interior, sólo que tenía que buscar algún indicio sobre esas extrañas acusaciones de brujería que la doncella había vertido sobre sus empleadores.

Si no les importa Dr. me gustaría acompañar al señor William a la habitación del pequeño Adam.

Miro a al Dr. y asiento estaba claro que sabía lo que hacía, mi conocimiento era estrictamente teórico, y a veces me perdía cuando estos hombres empezaban a moverse tan deprisa. Sin embargo ví que se desenvolvían bastante bien, eran rápidos y ágiles en la búsqueda.

-Claro Dr. Jamal, voy con usted, quizá mis conocimientos en criptografía nos ayuden con la búsqueda, si es que vemos algún tomo interesante. Siempre es útil tener en el grupo un pequeño ratón de biblioteca.

Miro al Dr.J y pienso en que en la biblioteca podría comentarle en que necesito su ayuda, el retrato de los que se llevaron al niño sería importante, alguien podría haberlos visto o quizá podríamos sacar un perfil psicológico de su aspecto.

- No seré yo quien les impida entrar en el despacho del señor, pero no voy a acompañarles -advierte-. No quiero saber nada.

Olga abre entonces la habitación de Adam, seguida por el agente Bennet y el señor Kennedy. El doctor Jamal y la profesora Walker aprovechan para deslizarse hasta el otro lado del pasillo y entrar en el despacho de Jacob.

Entráis en la habitación del pequeño Adam y os encontráis con un cuarto no muy grande, con el suelo de madera, pero más lustroso que el de la habitación contigua, la de Olga. Tampoco cruje al pisarlo. Se nota quién es el hijo del magnate y quién la sirvienta.

Las paredes están cubiertas por un papel pintado con motivos demasiado serios para un niño de tan corta edad y un par de cuadros apenas rompen la monotonía de las paredes. Una cómoda de madera con varios cajones descansa en un lado de la pared, con un espejo encima. 

Al otro lado de la estancia, una cuna con barrotes altos y unas sábanas revueltas. Cerca de la cuna, la ventana. No es una ventana lo suficientemente grande como para dejar entrar la luz necesaria para que no parezca una cueva ni lo suficientemente pequeña como para que no quepa nadie a través de ella.

Olga, de nuevo, espera en la puerta.

Entráis en la librería privada de Jacob, dejando la puerta abierta por si oyéseis pasos en la escalera. Al otro lado del pasillo, desde dentro de la estancia y tal como está dispuesta la arquitectura de la planta superior, podéis ver a Olga en el umbral de la habitación de Adam.

Unas grandes estanterías cubren las paredes de ambos lados del despacho de suelo a techo. ¿Cuántos libros habrá allí? Cientos, como mínimo. Miles, incluso. Las baldas de las estanterías tienen una más que fina capa de polvo, señal de que la doncella no mentía al afirmar que Jacob no le dejaba entrar a limpiar.

Al fondo de la habitación, un ventanal que da al jardín y un escritorio con un libro sobre la mesa, papeles revueltos y un par de plumas estilográficas.

William se pasea por la habitación estudiando cada rincón y fijándose en cualquier cosa que le llame la atención o le parezca fuera de lugar. Sus años de experiencia en el cuerpo deberían permitirle descubrir cualquier pista que este lugar escondiese.

- Dígame, señorita Lesek - el agente se dirige a la criada mientras sigue investigando la habitación -, a parte de la ventana abierta, ¿les dejó alguna indicación más a los secuestradores? ¿Vio algo fuera de lugar cuando vino a la mañana siguiente?

Por favor señor Willian usted primero, no me gustaría destruir las pocas huellas que hayan podido quedar aún sin destruir.

- Kennedy entra en la habitación después de William, saca del bolsillo de su gabardina su bloc Y lápiz  - Dios mío esto no parece la habitación de un niño!! ¿Qué clase de personas son estas? - En un primer momento me dirijo hacia los cuadros para echar un vistazo, al mismo tiempo - Señor William ¿Quiere que busque por información en la cómoda?.

a parte de la ventana abierta, ¿les dejó alguna indicación más a los secuestradores? ¿Vio algo fuera de lugar cuando vino a la mañana siguiente?

Escandalizada, Olga entra en la habitación y cierra la puerta tras de sí, cruzando los dedos para que la señora Cornelisz no haya oído nada de eso.

- No, sólo dejé quitado el pestillo de la ventana, es lo único que me pidieron -se rasca el brazo y mira al suelo, nerviosa-.  Luego, cuando volví por la mañana y ya no estaba el señorito Adam, volví a echar el pestillo porque me dio el pánico. No quería que los señores me culpasen por habérseme olvidado cerrarla.