Partida Rol por web

Por desgracia no había pala o pico alguno con el que cavar una sepultura. El bueno de Florian tendría que pensar en otra manera de ofrecer el descanso eterno a esos pobres cuerpos sin vida o dejar que fueran las alimañas las que se encargaran de poco a poco, hacer desaparecer todo rastro de aquellos hombre de Gea.

Mientras Florian pensaba en como enterrar a los fallecidos, fue Guideon, quien sin ser un experto en exploración, si halló un rastro. No era demasiado evidente, pues ya hacía horas o incluso días de él, pero la marca de las ruedas de un carruaje bastante pesado, se adentraban hacia una zona boscosa situada al este de la carretera del norte.

Guideon lo tenía claro. El tipo de persona que asaltaba a unos humildes artesanos en una carretera no tendría demasiados escrúpulos en dejar sus cadáveres tirados en la cuneta para que se pudrieran. 

—Quizá no tenían las herramientas adecuadas para hacerlo, igual que nosotros —dijo en cambio, acercándose a su caballo para guiarlo de las riendas y poder seguir más de cerca el surco que habían dejado las huellas de la carreta—. Mirad, hay un rastro de ruedas que se dirige hacia el este. Parece lógico pensar que si los responsables de estas muertes son bandidos, se han llevado el cargamento por allí.

Que pensaban hacer aquellos hipotéticos bandidos con un puñado de adoquines era algo que estaba por ver.

Nindra tenía ciertos remilgos en cuanto cadáveres y fallecidos se trataba, no soportaba verlos, le daban miedo. No era un pensamiento muy racional, pero se sentía extremadamente incómoda viendo a gente abierta en canal con los intestinos por el suelo. Sabía que no iban a levantarse (o sí, nunca se sabía), de modo que se mantuvo lejos mientras los dos hombres santos hacían sus cosas de hombres santos. Ella abrió su libro y repasó lo que había escrito en él por matar el tiempo.

Una vez Guideon acabó con su labor sanadora, Nindra le tendió el jabón para que quitara la mugre de las manos y también de la cara, el oso le había salpicado encima toda la sangre. Aprovechó para darle un beso cuando estuvo limpio y guardó las cosas.

-Está claro entonces. Alguien ha robado el cargamento. Eso no exime al burgomaestre de ser un completo inútil, no puede tardar una semana en preguntarse qué ha sido de los trabajadores. Y tiene que poner más seguridad en los caminos, si hay bandidos, deberá ofrecer recompensa por sus cabezas. Andando.

Avanzaron un rato en la dirección que creían adecuada. Los railes que las ruedas habían dejado impresos en el suelo, pronto empezaron a difuminarse y ser complicados de seguir y para cuando alcanzaron e bosque se hicieron invisibles para ellos Regresaron tras sus pasos en busca de aquellas marcas en el suelo y cuando las reencontraron, trataron de nuevo de seguirlas, aunque otra vez, tras no demasiado tiempo, volvieron a perderlas. 

Era evidente que necesitaban de un buen rastreador, pues de otra forma podrían estar revisando el terreno una semana y aún así no darían con el camino correcto. Lo cierto era que ellos eran gente religiosa y en ese campo eran expertos. También podían considerarse buenos estrategas en el arte de la guerra y Nindra era conocedora de muchos secretos arcanos. No obstante, en lo referente a naturaleza y supervivencia en terrenos naturales, no eran los más indicados, aunque quizás encontraran un método adecuado para dar con el camino adecuado, sin tener que recurrir a un tercero que les guiase en su marcha.

Con algo de impotencia al no poder sepultar o cremar aquellos cadáveres para darles descanso y respeto, Florian le dio una pequeña indicación mental a su corcel y continuó el paso. Aún si los supuestos malhechores les llevaban días de ventaja, tenía que reconocer que podían estar toda una tarde cavando sin las herramientas y apenas arañarían la superficie. Deberían posponerlo, muy a su pesar, no había una mejor opción. Si había alguna manta cerca o con sus pedazos de prendas restantes, cubriría al menos sus rostros sino la totalidad de sus cuerpos para privar al sol de una imagen tan perturbadora, y a la intemperie de semejante hedor.

Siguiendo las indicaciones y el rastro de Guideon, el jinete los acompañó al paso relajado de su montura, sólo para desembocar en un bosque carente de un sendero claro. No había un rastro evidente, seguramente el paso del tiempo habría hecho lo suyo, aunque supuso que quizás llevar una carreta en medio de una arboleda no debía ser tarea sencilla por igual. - Debe de haber una ruta, algún sendero claro por donde hayan podido transportar un carro. - Dedujo el joven de cabellos anaranjados en voz alta, alzando su vista en busca de algún camino más despejado si lo había, a falta de rastros de hombres o ruedas.

- Adamantina... ¿Puedes sentir algún olor cerca? Humanos vivos, posiblemente rodeados de madera y arcillas. - Le indicó a su leal compañera, confiando también en que su percepción animal y superior a la suya, pudiese llegarles a indicar algo. Quizás ella pudiese sentir con su olfato algo que su compañero no, y aunque se viese como no más que un hermoso corcel envuelto en bardas de placas, era casi tan inteligente como cualquier persona. El caballo asintió tras un relinche y comenzó a buscar y olfatear. Con sus sentidos compartidos, siempre confiaba más en los de Adamantina que en los suyos.

Un hombre jamás reconocía que se había perdido ni pedía indicaciones, esa era una regla no escrita en Gea y en todos los planetas en los que había hombres y mujeres. De modo que Guideon estaba de un humor de cien diablos, pero no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Por fortuna, Florian y su caballo ofrecieron al elegido de Saule una salida que le permitía conservar su orgullo.

—¡Qué olfato el de Adamantina! —dijo con una sonrisa al ver cómo el caballo celestial olfateaba el rastro como un sabueso—. Jamás había visto nada igual.

A Nindra le gustaban los bosques de flores, no esos feos que no tenían ni una mata de color distinto al verde. Además, no había estado en muchos bosques en su vida, de modo que solía tropezarse con todas las piedras o ramas que sobresalían ligeramente del camino. En su vida de aventurera prefería ciudades, montañas e incluso cavernas sinuosas repletas de criaturas horribles a las que machacar.

Se dio cuenta de que estaban perdidos, pero no lo hizo notar porque vio a Guideon enfadado como un niño pequeño que se queda sin chocolatina y no pudo evitar reírse. Le encataba cuando se ponía así de gruñón, de modo que revoloteó cerca de él para picarlo un poco más, pero sin apretar demasiado.

-¡Genial! -dijo al ver que la montura de Florian encontraba el rastro-. Adamantita es muy eficiente.

Ya le habían corregido más de una vez que ese no era el nombre de la montura, pero a ella le daba igual porque a todas las criaturas convocadas solía dotarlas de un nombre que a ella le gustaba más. A eso se le sumaba que tanto el saulita como el seyranita eran igual de solemnes que las esculturas del templo, por lo que Nindra alborotaba todo lo que podía y más.

Adamantina encontró finalmente un rastro. ¿Cómo un caballo era tan extremadamente bueno siguiendo rastros? Era todo un misterio y sin embargo, fuera por suerte o realmente porque sabía lo que hacía, llegaron hasta una vieja carretera secundaria, en la cual acababan los surcos de las ruedas del carromato que sin duda cargaba con los adoquines. Pronto lo tomaron y tras un par de horas siguiendo el discurrir del mismo llegaron hasta una pequeña depresión del terreno.

Desde su posición se observaba lo que parecía ser una antigua y desvencijada construcción entorno a un foso. Se trataba de una fortaleza en ruinas, con una casa de piedra en su interior y una torre con una pared rodeando el patio interior. Se podían observar dentro de sus muros a varias personas, todos ellos humanos, los cuales parecían estar tratando de adecentar los muros de aquella barbacana. Parecía gente humilde, no obstante, había otros humanos, los cuales vestían con túnicas de color ocre, que parecían ejercer algún tipo de función de liderazgo, mandando y supervisando el trabajo.

Al acercarse más a la fortaleza, pudieron ver claramente como la parte superior de la vivienda en el interior de los muros se había derrumbado. Parecía estar hecha de madera y de la vieja estructura tan solo quedaban algunos restos astillados y quemados. Ya a las puertas de la fortaleza, nada se escuchaba, todo estaba muy tranquilo y tan solo el sonido de los mosquitos zumbando a su alrededor. 

El foso todavía estaba inundado y el agua estancada, era posiblemente la principal causa de que hubiera tanto mosquito en los alrededores. El camino acababa en un puente levadizo que travesaba el foso y daba acceso a la fortaleza. El puente estaba ligeramente inclinado y carcomido, pero también era evidente que alguien lo había reparado recientemente colocando cuatro planchas nuevas de madera.

Durante una de tus estancias en la villa de Nocoavov escuchaste como unos aldeanos recordaban como una antigua secta construyó una fortaleza en una zona húmeda y pantanosa, donde se instalaron durante un tiempo. Dijeron que a día de hoy seguía abandonada, pero que sus muros todavía seguían siendo el testigo mudo de todo lo que aconteció en el interior de los mismos.

Sabes también que en la zona en la que os encontráis hubo tiempo atrás un viejo altar dedicado a una deidad oscura y secreta. Nadie sabía la localización exacta de dicho altar, pero atando cabos, podría ser perfectamente que los cultistas eligieran un lugar a priori tan estéril y de compleja edificación, precisamente porque allí reposaba el altar dedicado a su corrupto dios.

El ceño de Guideon se acentuó cuando llegaron a la fortaleza en ruinas y observó a los tipos de túnicas ocre. Los observó ir y venir, supervisando las labores de reconstrucción de la barbacana.

—Cultistas, probablemente —dijo en un murmullo, señalando a los entunicados—. He oído hablar de un culto a una deidad oscura y secreta en estas latitudes. A juzgar por el terreno, aquí es donde debió levantarse el altar. Si lo están reconstruyendo es mala señal.

Señaló después a las personas humildes que trabajaban.

—Y esos deben ser los artesanos que iban a arreglar la carretera de acceso al templo de la Tríada. Han debido traerlos aquí a la fuerza para que reconstruyan la barbacana. Los que nos encontramos en la carretera… —negó con la cabeza—. Fueron los que debieron resistirse. Preparaos. Aquí va a haber más que palabras.

El jinete sonrió ligeramente, al ver como su montura lograba sentir un mínimo rastro lejano y sintiendo todo el empeño que ponía al seguirlo. Definitivamente estaban vinculados, ya que ambos se encontraban impetuosos y ansiosos por una de sus primeras andanzas junto con la tríada. - Ni yo. Hoy debe estar inspirada. - Confesó cálidamente el joven, igual de sorprendido que sus compañeros. Estaba claro que no era un corcel ordinario, mas hoy claramente se encontraba inspirado. Adamantina estaba de seguro enfocada, de lo contrario seguramente le habría respondido con un relinche correctivo a Nindra como cada vez que mal pronunciaba su nombre.

Sin oponerse ante los pasos e instintos de ella, el caballero se dejó llevar por su cabalgar hasta ser conducidos a lo que se veía como una lejana fortaleza. Una... Incompleta. Esperaba más una sucia y humilde guarida, mas la explicación de Guideon ilustraba mucho mejor la escena. Un cuadro mucho más serio del que había previsto.

- Han de sentirse seguros, de comenzar a develar su secretismo. - Aseguró en voz alta, observando la dañada estructura. El gobernante había mencionado que no habían peligros hace una década, y una fortaleza así no se iniciaba a reparar en pocos días. Debían de llevar su tiempo alzando sus cimientos desde las sombras. - Debemos tener cuidado a la hora de encararlos. De presentarnos como sus rescatistas, podríamos exponerlos a ser utilizados como rehenes. Ya hemos visto que estos hombres carecen de piedad alguna. - Expuso Florian, suponiendo que más allá de los detalles de tu actuar, lo mejor sería mostrarse desentendidos de los prisioneros que en el fondo deseaban rescatar.

Nindra observó la barbacana y el trajín de los cultistas en su interior.

-Pues vamos a tener que llevar un poco de cuidado, Guideon, querido. He convocado a todas mis criaturas para frenar a ese oso y no dispongo de más ayuda durante el día de hoy. ¿Esperamos a mañana? Supongo que no puede ser.

Nindra abrió su libro para pasar las hojas y consultar lo que todavía había disponible.

-En fin, por el momento solo puedo enredarlos en mis telarañas y hacer que se resbalen en el suelo. Si creéis que con eso es suficiente, vamos allá.

- No podemos permitirnos el sentarnos a esperar, cuando no sabemos si estos hombres tendrán la oportunidad de ver el siguiente sol. - Contestó apasionadamente Florian, dando un par de pasos delante con su caballo. Tomó con fuerza su pendiente, invocando a su poder divino para recobrar sus dones y fortalecer su fé. Sus ánimos eran claros, quizás por demás impetuosos, pero no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados con enemigos tan férreos de la libertad que ahora tanto valoraba.