Partida Rol por web

Guideon asintió, sosteniendo la mirada del gobernador

—Así es, Florian. Parece que vamos a tener que tomar cartas en el asunto —dijo el saulita con la gravedad que lo caracterizaba—. Haremos el camino de Tenklor y buscaremos indicios de lo que le haya podido suceder a la caravana. Depuraremos responsabilidades también. Un contrato no es solo sagrado ante las leyes de los hombres, sino también ante los ojos de los dioses. Quien lo incumple por acción u omisión, por malicia o negligencia, debe ser castigado.

- Bien. - Respondió el gobernador con tono convincente. - Espero que tengan éxito y averigüen que ha podido suceder. - Comentó. - Les deseo suerte, pues la inversión realizada por ambos ha sido grande y no me gustaría que cayera en saco roto. - Afirmó con la cabeza. - Manténganme informado y si necesitan algo, no duden en pedir. Haré lo que esté en mis manos para ayudarles con ello.

- No creo que necesitemos nada más de su parte, su Excelencia... ¿Me equivoco? - Le dedicó una sutil y elegante mirada a ambos compañeros en la tríada. Quizás alguno de ellos tuviese alguna interrogante o cuestión que brindar, pero de lo contrario, el ímpetu del joven por partir hacia su misión era evidente.

—El contrato. Me gustaría revisarlo antes de partir —respondió Guideon, mirando allí donde había desaparecido Narcil Bomber.

-Es decir... -empezó a hablar Nindra, en un tono que Guideon ya conocía bien-. Que usted firma un contrato hace dos semanas, lo entrega a su mensajero a caballo para que lo lleve a su primo o su tío, o quién sea, ¿y después de dos semanas ni siquiera se pregunta a dónde ha ido todo su dinero? Es usted un completo inútil como gobernante, señor Docpher.

La maga se puso en pie, pero se quedó cerca de Guideon y Florian, porque sabía que podía llegar a las manos si se calentaba demasiado.

-Dos semanas para recibir un cargamento, ¿cuánto tiempo pensaba esperar? ¿Un mes? No es cuestión de si la carretera se arregla o no, porque eso a usted le importa un comino, la cuestión aquí que es usted quién manda en la región y quién la gobierna, y está claro que eso también le importa un carajo. Ha perdido usted una inversión de doce mil piezas de oro, yo estaría subiéndome por las paredes si todo ese dinero desapareciera en un contrato. Ya tendría que haber enviado a sus propios guardias o incluso podría habernos avisado a nosotros hace días. Hasta que no hemos aparecido para solucionar sus problemas ni siquiera se ha extrañado.

Nindra resopló. Solo estaba señalando lo evidente y nadie iba a tomarla en serio a menos que convocase una vaca gigante para que se sentase encima del gobernador y lo aplastara. Ya tenía el conjuro en los labios cuando reflexionó que eso a Guideon no iba a gustarle mucho.

-Vámonos de aquí, solucionaremos los problemas de la región, como siempre hacemos. Gracias por nada.

Werdgrim estaba buscando el contrato para mostrárselo a Guideon cuando Nindra abrió la boca para llamarle inútil y eso, evidentemente le enfureció. Todos percibieron como la mirada de aquel hombre se clavaba con furia sobre la pelirroja y como una vena se marcaba en su cuello a la par que cerraba sus puños con fuerza.

- ¿Me ha llamado completo inútil? - Repitió lo que la propia Nindra había dicho y es que no se lo creía. - ¿Cómo se atreve? ¡Venir a insultarme a mi propia casa! ¿Sabe todo lo que tengo que hacer? - Le preguntó levantando el dedo índice y señalándola. - ¡No, no tiene ni idea de todo lo que tengo que hacer! ¡Nocoavov tiene muchos más problemas que esa estúpida carretera! - Alzó la voz furioso. - ¡Mucho más importantes para los habitantes de la villa que los malditos adoquines perdidos de una carretera que conduce únicamente hasta su propio templo! - Golpeó sobre la mesa con el puño. - ¡Deberían haber pagado ustedes por la obra y haber gestionado ustedes el contrato! ¿No se fían de mi? - Lanzó la pregunta al aire. - ¡Pues entonces no sé que hacen aquí! - Aquel hombre estaba como una furia. Parecía que iba a decir algo más, pero se contuvo. Entonces miró a sus guardias. - Acompáñeles hasta la puerta...

Guideon contempló atónito como el gobernador buscaba en vano por la terraza el mismo contrato que hacía solo un momento había pedido que su secretario trajera del interior de la casa. Completo inútil parecía un calificativo que le sentaría bien al buen gobernador, eso se lo tenía que conceder a Nindra. Se levantó alzando una mano en gesto apaciguador, dedicando una mirada elocuente a Florian para que le ayudase a solucionar aquel lío.

—¡Cálmese, intente dominarse! —le pidió Guideon al gobernador, reprimiendo unas repentinas ganas de zarandearle—. Estamos todos un poco nerviosos por todo este asunto. Pero debo recordarle que la carretera es buena para el templo, y el templo es bueno para la ciudad y lo que es bueno para la ciudad es bueno para usted, ¿no es así? Los nocoanos no solo tendrán a su disposición más sanadores, sino que también impulsará la economía de la ciudad, convirtiéndola en un destino comercial de objetos mágicos, componentes y conocimientos.

Y aquello sin mencionar la contribución, por no llamarla soborno, que habían hecho a Docpher para que les permitiera levantar la iglesia allí.

—Y por último estamos nosotros, que somos tres aventureros con experiencia. Nos hemos ofrecido a ocuparnos de investigar este asunto. Arriesgaremos nuestras vidas para echar un vistazo a lo que ha sucedido en la carretera, y si unos bandidos han robado un cargamento de malditos adoquines como usted los llama, ¿qué harán con otras mercancías más valiosas que los comerciantes traigan de Tenklor a aquí? ¿No sería mejor cooperar con nosotros en todo lo posible para recuperar su inversión y además anotarse el tanto frente al Duque de que usted ayudó a mantener la carretera segura?

- Si... cierto. - Dijo tratando de disimular al percatarse de que no estaba en su despacho, sino al aire libre y que había enviado a uno de sus lacayos en busca de aquel contrato. Las palabras de aquella bruja pelirroja le habían sulfurado tanto que había perdido los nervios y casi la cabeza.

- Es cierto que su llegada a la villa puede revitalizar la región. - Comentó. - Puede que la construcción del templo atraiga peregrinos y puede que la economía se revitalice, pero eso no es motivo suficiente como para que esa mujer... - Señaló con la mirada a la pelirroja. - ...venga a insultarme a la cara en mi propia cara. - Miró entonces a Guideon y Florian alternativamente. - ¿Estaremos de acuerdo en eso, verdad?

No podía decir que conociese en gran profundidad a la persona de Niandra, por lo que aquella reacción le sorprendió un poco. No se explicaba cómo alguien como Guideon, o al menos la imagen que tenía de él en su infancia, convivía con una compañía tan... Agitada. Aunque, al fin y al cabo, puede que esa misma fuese la esencia de la Tríada. No obstante, por sinceros que fuesen consigo mismos, no era el lugar ni el momento más favorables para expresarlo.

- Cuando nuestros corazones palpitan con tal fiereza, todo tipo de palabras nacen de nuestros labios, con tal de expresar nuestra pasión. No nos dejemos llevar por el vacío significado de tales vocablos, sino por nuestros sentimientos detrás. Todos estamos igual de frustrados por la situación, mas sólo es porque nuestros corazones nos impiden permanecer de brazos cruzados ante tales dificultades. - Habló con cierta calma Florian, buscando contagiar la misma a través de una poética conclusión. Quizás, algo que pudiese simpatizar con Niandra, era que él también en el fondo, era un joven más apasionado de lo que se esperaba de un cruzado de su fé.

- Todos queremos colaborar, por el bien de la región. Reservemos y enfoquemos nuestras energías para la verdadera amenaza. - Sugirió al fin y al cabo ya llamando a la voz de la razón, aclarando lo importante con palabras más directas. Discutir entre ellos no resolvería nada, y los errores ya habían sido cometidos. Sólo quedaba enmendarlos.

Nindra asistió al estallido del gobernador con indiferencia. Mientras aquel energúmeno se ponía de los nervios y la señalaba con el dedo, con la palabra "bruja" bailando en sus labios, pero sin llegar a mencionarlo, supuso que porque eso podría terminar con su reputación por los suelos. Guideon trató de calmarle, sin decir que Nindra estaba equivocada o que no había querido decir eso, porque todos allí sabían que la maga había dicho una verdad como un templo de grande.

-No es un insulto, gobernador. Es un hecho -comentó, cruzándose de brazos-. Sé muy bien lo que he querido decir, Florian -restalló mirando con ojos chispeantes al paladín, con un fuego que demostraba que su ira no estaba descontrolada, sino que se trataba de vehemencia pura-. Y esa mujer, como usted me llama, es una maga especializada en convocaciones planares que podría abrir un agujero al Averno si quisiera, y en cambio está viendo que una carretera que podría haber estado construida hace semanas, lleva paralizada un tiempo porque nadie se ha hecho responsable. Son sus tierras, gobernador, y esa carretera sale del dinero de sus gentes, de sus impuestos, de su propio bolsillo, y del nuestro. Si se siente ofendido por una verdad, en lugar de culparme a mí de sus propios errores, arreglélo. Si no tiene tiempo, delegue en sus subalternos, que para eso están.

Que la tratasen de tonta o de loca era lo que más hacía enfadar a Nindra. Bien lo sabía Guideon, de aquí quién mejor la conocía, y el único que no la juzgaba cuando se exaltaba. Resopló y se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja con un gesto nada apaciguador.

-Nosotros veremos qué ha pasado y usted se llevará un tanto cuando solucionemos el problema, si es que lo existe. Pero no he podido evitar decirle lo mal que ha llevado este asunto. No soporto la incompetencia. ¡Vamos! No necesito que me diga donde está la puerta, me abriré paso yo misma.

Se dio la vuelta y se alejó de la terraza.

Werdgrim Docpher negó con la cabeza al contemplar la actitud de aquella mujer. Las palabras de Florian habían apaciguado un poco sus ánimos, pero ver que la mujer pelirroja, en vez de disculparse seguía con la misma actitud irrespetuoso no hizo más que conformarle que era una salvaje sin modales. Al menos sus dos compañeros, sobre todo el sirvo de Seyran, sabían comportarse de forma debida ante una autoridad como él. 

- Tengan muy buenos días caballeros. - Se despidió de los dos siervos de la Tríada, pero no de la maahnita. La ruptura entre ambos era ahora más que evidente. Si era posible una reconciliación entre las dos partes, sólo la Tríada lo sabía.

Y así fue como los tres máximos representantes de la nueva fe en la región, abandonaron el castillo Docpher en busca de respuestas. Respuestas a cerca del porqué de la desaparición del cargamento de adoquines que debía servir para adecentar la carretera que conducía a su templo.