Partida Rol por web

Endozal le sonrió ligeramente cuando le escuchó decir que apestaba y agradeció en el alma oír que había sido de utilidad. Por dentro estaba muerto de miedo y escuchar esas palabras de alguien con tanto talante y valentía como Abdali le llenaba por dentro y le daba un poco más de confianza en si mismo.

Cuando le habló de la necesidad de generar una distracción volvió a erizárlsele el bello del cuerpo pero era realmente necesario si querían sacarlo de allí. - Tengo las tripas revueltas pero puedo seguir. No te preocupes. le susurró a Abdali con voz un tanto temblorosa. Tenía ganas de salir de allí y sabía que eso era el peaje a pagar para poder iniciar su escape. Urgo en su mochila unos segundos y sacó de ella también algo de yesca, aunque observó por los alrededores si había antorchas encendidas. Si conseguían un par de ellas, sería mucho más sencillo provocar fuegos, sino sacaría una de sus antorchas para prenderla.

- Yo también tengo y algunas antorchas. Con la antorcha encendida será más rápido prender fuego a las tiendas. le sugirió.

Draenna comenzó a explorar la grieta que se introducía unos metros hasta llegar a una bifurcación donde parecía haber dos cultistas bien pertrechados montando guardia. Lqa bifurcación llegaba a dos habitaciones escarbadas en la roca. Una de ellas estaba bien iluminada, desde donde estaba podía ver algunos catres de paja y algunos cultistas en su interior, lo que supuso que eran unos barracones donde descansaban los guardias que acompañaban a Mondath. Pero lo más interesante era lo que vio en la otra sala cuando se acercó. 

La sala estaba llena de tesoros. Había arcas de las que rebosaban las monedas, joyas robadas, alijos de comida, pequeñas obras de arte o piezas de cubertería hechas de plata. Todo lo que habían estado saqueado, o al menos una gran parte de ello estaba allí. Si en algún momento volvían estaba claro que debían rescatar todos los bienes que pudieran, aunque su misión ahora mismo era rescatar al semielfo. ¿Lo habrían encontrado ya sus compañeros? 

Bien, entonces yo iré a por las de la derecha, tú a por las de la izquierda. Si algo va mal, sigue con el plan. Lo importante es llevar la información a Nidoverde y debemos dar la oportunidad a Leosin a escapar - dijo con determinación. Separarse les daría más oportunidades, si pillaban a uno, el otro podría seguir con el plan.

El calishita se deslizó hacia una de las chozas más apartadas y encendió la antorcha que llevaba en la bolsa. Se agachó y esperó a que la paja y ramas que conformaban la rudimentaria cabaña prendieran. Luego tenía intención de pasar a la siguiente y así rodeando el perímetro hasta quedarse más cerca de la salida.

No veía cómo iba a poder sacar a los prisioneros de ésta, que había sido su principal motivación. Quizás se tendría que contentar tan solo con Leosin aunque no iba a poder soportar el sentimiento de culpa si consiguiera salir de esta con vida y sin los aldeanos rescatados.

Saber la distribución de las cuevas podía ser de vital importancia llegado el día que fuesen a enfrentar al culto cara a cara. También era cierto que no tenían la capacidad ni el número suficiente para hacerlo mientras todo el mundo, mercenarios, cultistas, kobobols y especialmente los líderes siguieran allí.

Por esa misma razón la elfa no podía marcharse de allí hasta obtener información acerca de su próximo movimiento o quizá una debilidad que explotar. Como por ejemplo, algo para hacerles salir de la meseta y ganar tiempo para acceder a las cuevas o algo que les enfrentara entre ellos. Acabar con Langdredosa podría crear una lucha interna entre las tres fuerzas del culto.

Arriesgándose a tener el tiempo justo para salir y trepar por la cara este de la meseta, se adentró un poco más por las escaleras que había dejado atrás.

Tragó hondo y asintió a las palabras de Abdali, había llegado el momento de salir de allí pero antes de salir debía arriesgar su vida. Pensó en Draenna pero las palabras de la mujer le golpearon en la mente con fuerza de nuevo, si llegaba a escucharle preguntando por ella seguro que volvía hablarle despectivamente. Pues el poder de ella era superior al suyo y se valía sola. Ella sabría como volver sin ponerse en peligro de vuelta al campamento. La inseguridad volvió a acecharle ahora que estaba de nuevo sólo en la oscuridad, pero tenían que ayudar a escapar a ese semielfo y crear una distracción para salir ellos también. Recordó que había tenido un dragón frente a él, ¿que podía haber peor que eso? Se preguntaba así mismo para tranquilizarse. Se había muerto de miedo en aquel momento pero tenía que sobreponerse y ayudar, la vida de Tanis podía depender de ello y había otros que podrían ayudarla si él no lo conseguía, quizá con eso bastará.

Se separó del valiente guerrero y se movió hacia el lado izquierdo ocultándose tras las tiendas de campaña y moviéndose sin apenas hacer ruido. Sacó una antorcha y se centró en las tiendas dónde descansaban los Kobolds. Aquellas pequeñas criaturas podrían ser molestas pero nadie se extrañaría el inicio de la revuelta y más si era en lugar tan alejado de la salida que haría todos los mercenarios se movieran hacia ese lugar dejando paso libre hacia la salida.

Se movió con cuidado hasta ponerse tras una de las tiendas y tras comprobar que no había nadie mirando por allí , encendió la antorcha usando su yesquero. El fuego era un gran conocido para él y sabía bien cuando la llama cogía bien su combustible. Así que apoyando la antorcha en la base de la tienda, esperó a que esta comenzara a prender y el fuego fuera autosuficiente para moverse con la antorcha a la altura de los pies hasta dos tiendas más hacia la salida repitiendo la misma operación. El fuego lo prendió en la base para que tardara que le diera un poco más de tiempo a moverse fuera del lugar dónde prendían las tiendas. Cuando el fuego hubo prendido en la segunda avanzó hacia la tercera base de la tienda y aquí simplemente dejó la antorcha apoyada para que prendiera poco a poco mientras él corría a ocultarse en las rocas que rodeaban y protegían el campamento. A través de ellas y avanzando con cuidado bajo la luz de la luna avanzaría poco a poco hacia la salida.

Su corazón durante todo el rato en el que prendía las antorchas bombeaba con fuerza de la tensión y estaba sudando a mares. El nerviosismo le golpeaba con fuerza y ahora tratando de recuperar la calma desde las sombras de las rocas miraba de vez en cuando hacia las tiendas que había quemado para ver como se propagaba el fuego y observar como se daba la voz de alarma. De vez en cuando miraba también hacia el lado de Abdali para ver si el hombre tenía éxito. Las rocas le ocultaban bien y mientras se movía algo más despacio de lo normal por el terreno miraba si el grueso del campamento se movía hacia el fuego para avanzar algo más deprisa hacia la salida. Con suerte aquellos que estaban en la puerta podrían haberse despistado con el tumulto y podría salir sin problemas al lugar dónde habían quedado.

Draenna dio media vuelta hacia la parte principal de la cueva. La oscuridad casi completa parecía ocultarla de los cultistas y los kobolds que por allí pasaban. No tardó mucho en ver las escaleras que descendían un par de metros hasta una zona más amplia de la cueva repleta de hongos. Pero algo pasó.

Se empezaron a escuchar gritos de alarma y varios grupos de cultistas y kobolds salieron corriendo de la cueva. Algo había pasado y seguramente tenía que ver con sus compañeros. ¿Habrían logrado rescatar al semielfo? ¿Les habían atrapado?

Al cabo de unos minutos varias tiendas ardían. La alarma sonó en el campamento, los hombres gritaban y corrían a buscar cubos de agua y tierra para apagar los incendios. Aquel lugar se había convertido en un hervidero de hormigas, un caos donde los mercenarios y los kobolds corrían de aquí para allá mientras el humo ascendía hasta el cielo estrellado. 

Joorin y Égida observaban el humo y escuchaban los gritos del campamento desde fuera. Claramente eso lo tenían que haber hecho sus compañeros pero  ¿Habrían logrado rescatar al semielfo y al resto de los cautivos? ¿Les habían descubierto?

Se habían ocultado tan bien que el grupo de patrulla había pasado por alto. Pero lejos de sentirse seguro, Égida estaba intranquilo. ¿Qué habría sido de sus compañeros? No había escuchado alboroto, así que imaginaba que seguían cumpliendo su papel a la perfección. ¿Y Draenna, cómo le iría? ¿Cuánto duraría ese hechizo de transformación tan impresionante?

Sumido en sus pensamientos como estaba, no reparó en el humo y los gritos hasta que Joorin captó su atención. ¿Sería un accidente? ¿O una distracción?

—La única salida y entrada de este lugar es por donde ellos han entrado, vayamos y esperemos escondidos allí para asegurarnos de que nadie les cierra el paso.

Abdali había sudado la gota gorda. Sabía que él no era especialmente silencioso ni pasaba desapercibido dada su estatura y su gran espadón, pero gracias a la oscuridad de la noche, al efecto embriagador de la fiesta y ahora al denso humo, parecía que el plan iba a funcionar.

Se atrevió por tanto a echar un vistazo a los prisioneros. Si estuvieran desatendidos quizás hubiera una posibilidad de soltarlos y sacarlos de ahí.

Joorin volvió a asentir a las palabras de su compañero Égida.

- Tengamos cuidado de no ser visto, parece que la cosa se pondrá fea. 

Joorin no podía esconder su nerviosismo y preocupación por sus compañeros. Estarían todos bien?

El camino hasta los aldeanos estaba libre, pero no así la salida del campamento.

El calishita meditó unos segundos en las consecuencias de soltarlos a todos. Si los interceptaban mientras huían, cosa que era lo más probable, alguno resultaría gravemente herido o quizás muerto. Debería conformarse esta vez con escapar con vida y rezar por que Leosin también lo hubiera logrado.

Intentó buscar con la mirada a Endozal para emprender al marcha juntos. 

La elfa maldijo mentalmente. Justo ahora que iba a introducirse escaleras abajo en busca de información valiosa...

Quería encontrar la localización de la cámara los huevos de dragón. Por desgracia todo su plan pendía de un hilo. Y con todo el mundo en alerta podrían sospechar de su presencia, incluso en esa forma que había adoptado.

Rápidamente se pegó al techo de la cueva y corrió hacia el exterior, intentando no alertar a ningún de los kobolds con los que se había cruzado al entrar.

Draenna salió como rápidamente de la cueva. Fuera, en el campamento, todo era un caos. Varias tiendas ardían la ceniza volaba de aquí para allá mientras grandes grupos de cultistas llevaban cubos de agua para apagar los incendios. La semielfa se fijó en que no había nadie atado al poste que había visto antes. 

-¡Apagad los fuegos!-resonó la voz de una mujer dracónida, tan profunda o más que la de Langdedrosa. Una dracónida de escamas negras acababa de salir de la tienda de campaña mas grande. Vestía una túnica purpura con los bordes y decoraciones doradas. Lo seguían la mujer que ya habían visto antes en el asedio a Nidoverde, Frulam Mondath, y un hombre encapuchado que vestía ropas carmesíes-. ¡¿Donde está el prisionero?!-bramó- Mondath, encuentraló ¡y córtale la cabeza!-bramó con enfado mientras que la humana corría a dar ordenes a sus tropas.

Pero ni Endozal ni Abdali se quedaron allí para ver el desenlace. Entre el caos del momento pudieron pasar entre los grupos de mercenarios que medio borrachos y sorprendidos corrían a ver que ocurría y a ayudar con los incendios. Durante un instante Abdali se paró a unos metros del lugar donde estaban el resto de prisioneros dudando sobre si podría rescatarlos pero enseguida descartó la idea. Era imposible desatarlos sin que nadie los viera y de poco servía que los matasen a todos así que continuó corriendo hasta llegar fuera del campamento.

Allí, asombrados, esperaban el mediano y el forjado, observando como el campamento se convertía en un hervidero y las columnas de humo se elevaban hacia el cielo. Habían visto pasar a un grupo de guardias hacia el interior pero nadie salía. Sus compañeros no aparecían y empezaban a ponerse nerviosos. Hasta que de pronto vieron salir dos figuras que se escabullían entre las sombras como podían.

-Pssst, por aquí-les llamó Joorin para que se uniesen a ellos los dos humanos- ¿Y Draenna?-preguntó Égida pero la respuesta no tardó en llegar.

-Aquí-dijo la mujer saliendo de entre las sombras ya en su forma élfica.

La elfa apareció de repente en su forma verdadera. - ¿Qué ha pasado en el campamento? he visto un montón de tiendas de campaña en llamas. - preguntó sorprendida antes de nada. - Estáis todos bien por suerte. Al oír las voces de alarma, desde el interior de la cueva, creí que os habían descubierto o incluso atrapado.

Bueno, será mejor que nos alejemos ya, antes de que manden alguna patrulla para buscar a los saboteadores... - dijo poniéndose la capucha y empezando a buscar una ruta segura de regreso a Nidoverde. - No se vosotros, pero yo no acamparía esta noche tan cerca de su campamento. Voto por viajar de noche y descansar de madrugada, en cuanto lleguemos.

Si todos estaban de acuerdo, el camino sería lo bastante largo como para contarles lo que había averiguado. Por desgracia no era gran cosa, o al menos eso creía. A ella le hubiera gustado adentrarse más en las cueva...

El corazón del mediano dió un respingo de alegría al comprobar que todos sus compañeros estaban a salvo, y juntos de nuevo.

- Parece una gran idea, señora Dreanna. Confirmó Joorin, al cual no le apetecía nada que los encontrarán merodeando cerca de aquel lugar.

Ya tendrían tiempo de abrazarse, felicitarse y contarse que había sucedido si lograban escapar de aquel lugar. 

Se mantuvo en la sombras de la ladera cerca de la salida a la espera de que llegara Abdali para salir con él. No abandonaría el campamento sin él. Además el prisionero también debía de haber escapado por los gritos que había escuchado mientras se alejaba de la zona de tiendas. Una sonrisa y un suspiro se le escaparon al ver salir al hombre por el otro extremo y rápidamente se unió a él para salir al exterior dónde Joorin y Égida les esperaban. Cuando les preguntó Égida por Draenna se encogió de hombros pues se habían separado y cuando fue a explicárselo la mujer aparecía a sus espaldas sin un rasguño y en su exuberante cuerpo de elfa. Estar a su lado le recordó su insignificancia y notó como su mano temblaba de la tensión que había sufrido prendiendo las tiendas y escapando a través de las sombras. Escondió sus manos a sus espaldas para que no se dieran cuenta sus compañeros del evidente nervisismo que le recorría

- Hemos sido nosotros. Les dijo taciturno y mostrando en su voz un poco de culpabilidad como si lo que hubiera echo no hubiera sido algo bueno a pesar de los seres malvados que habitaban el campamento. - Teníamos que hacer algo para ayudar a salir al señor semielfo y facilitar también nuestro escape. les confesó.

Cuando Draenna les dijo que necesitaban ir avanzando la pidió un momento antes de partir e invitó a Abdali a que les contará dónde había quedado con el prisionero antes de que volvieran a Nido Verde.

El guerrero calishita interrumpió a Endozal abrazándole con fuerza y subiéndole en el aire, alegre como no había estado en mucho tiempo.

- Ah mi valiente cocinero! Si no fuera por él no podríamos haberlo logrado!

Lo depositó de nuevo en el suelo, para continuar con la explicación. - Endozal se 'trabajo' a los guardias sin ningún problema, dándome tiempo para soltar al maestro del monje ese.

A propósito, he quedado con él en la cañada por la que hemos entrado. No sabía muy bien qué hacer y no teníamos tiempo para mucha conversación. Pensé que dado que habíamos acabado con los que estaban allí y que hay muchos lugares donde esconderse, no sería mal lugar.

Pasemos pues por allí a ver si ya ha llegado, si no os parece mal. Hagámoslo rápido, antes de que les de tiempo a montar una patrulla para buscarnos.

Echó un vistazo a todos para comprobar que se encontraban bien. Parecían de una pieza, eran un grupo muy resistente...o con mucha suerte. Le hubiese encantado que le contasen lo que habían estado haciendo, pero se recordó que aún estaban en una zona altamente peligrosa; habría que esperar a llegar a Nidoverde.

El forjado se alegró enormemente de que estuvieran sanos y salvos, y de que hubiera estado en lo cierto con que ellos eran los responsables de las llamas. Mientras se alejaban de allí para asegurarse que no les veían, comprobó que estaban sanos y salvos.

—Os habéis movido como sombras, ¡no hemos escuchado ningún alboroto hasta que empezaron las llamas! —en las palabras de Égida se apreciaba auténtico respeto y asombro. Y sin embargo, había una preguntas que tenía en mente pero que no sabía si lanzar al grupo. Se trataba, evidentemente, de por qué no habían podido rescatar a más aldeanos. Para él estaba claro que habrían hecho todo lo posible, pero no quería hurgar en la herida: Abdali era quien más vehementemente había hablado al respecto de rescatarles.

—¡Ah! Lo encontrásteis, genial —le alegraba que no hubiera sido necesario el colgante de plata que les prestaron—. ¿Y tú Draenna? ¿Te ha servido bien tu hechizo? ¡Es impresionante!