Partida Rol por web

-Perdonad si os interrumpo...-dijo una voz algo cascada desde las sombras a unos metros de ellos- pero más vale que nos larguemos de aquí antes de que Rezmir nos mate a todos-dijo con dificultad. Casi tambaleandose apareció el semielfo, semidesnudo y con el cuerpo lleno de heridas y contusiones. Parecía un milagro que se mantuviera de pie y más aún que hubiera logrado salir del campamento solo. Desde luego debía ser formidable. El hombre señaló hacia el camino por el que el grupo había llegado, su mano temblaba levemente- Será mejor no ir por ahí, suelen tener un grupo de mercenarios vigilando el camino...-advirtió.

—¡Oh! ¿Eres Leosim? —rebuscó entre sus cosas y sacó el colgante de plata—. ¿Esto significa algo para ti?

No es que dudara de las habilidades de sus compañeros, pero le molestaría que algún bandido hubiera conseguido engañarles y que no hubieran salvado a la persona adecuada—. Respecto a ese paso... bueno, no habrá problema. Hemos venido por allí y nos hemos encargado de la vigilancia.

Es él, es él!- se apresuró a decir Abdali no fuera que alguien se lanzase al ataque.

En realidad ese semielfo era más fuerte de lo que se había imaginado. Había conseguido acercarse al grupo sin que nadie hubiera notado nada.

Alguien puede curarle un poco? -su pregunta iba dirigida al forjado y a la druida los cuales ya habían demostrado su talentos en sanación-, no se nos vaya a desmayar por el camino...

La efusividad de Abdali le pilló por sorpresa y quedó totalmente enrojecido. Realmente sólo había meado y se había provocado vómitos para despistar a los guardias. El que realmente se había jugado el cuello era Abdali que si le hubieran visto hubiera acabado colgando del mismo palo que el semielfo y había sugerido el plan de huida.

Agradeció humildemente con un asentimiento con la cabeza al guerrero y no dijo nada sobre lo que realmente había echo para no quedar avergonzado. - El que realmente se jugó la vida has sido tú al acercarte al semielfo. dijo simplemente y en voz baja sonrojado. Con las palabras de Égida Endozal sonrió y le contestó. - Realmente nos mezclamos entre ellos y comimos y bebimos de sus suministros para intentar enterarnos de algo y luego ya para salir si que tratamos que no nos vieran, de ahí las llamas. le dijo para quitarle peso a lo de que habían sido como sombras. No fuera a ser que lo volvieran a enviar más adelante de nuevo al campamento.

De pronto una voz les sorprendió pero no era de alarma. Al girarse vio a un semielfo al que Abdali identificó rápidamente como Leosim. Asintió a las palabras de Égida para reforzarlas. El camino de vuelta debería de estar despejado pero debían viajar con cautela por si eran perseguidos. Tenía ganas de volver a Nidoverde. Había vivido demasiadas emociones y quería saber si Draenna había visto a más prisioneros en el interior de la mina pues Tanis no estaba en el campamento.

Draenna asintió ante el apoyo de Joorin a su propuesta y siguió caminando en dirección a Nidoverde.

Le alegraba ver como el grupo empezaba cada vez a llevarse mejor. Quizá ella misma se acabara acostumbrado a estar en aquella compañía. Llevaba ya mucho viajando sola desde que se había tenido que separar a la fuerza de sus congéneres. Y ellos parecían llevarse tan bien juntos que parecían conocerse desde siempre. 

Los cambios eran difíciles y los elfos tenían especialmente problemas en adaptarse a ellos tan rápido como los humanos.

Negó con la cabeza para dejar esos pensamientos para más adelante y responder a las preguntas del forjado.

- Sí, gracias a mis años de aprendizaje con los druidas, puedo pasar inadvertida en parajes naturales. Primero usé la forma de lagarto para que Endozal y Abdali parecieran mercenarios como el resto, luego pasé a forma de salamandra. Mucho más pequeña e inofensiva a los ojos de cualquier vigilancia y me colé en la cueva. - explicaba mientras avanzaban hasta que llegó el semielfo liberado.

- Me alegra que hayáis podido rescatar al menos a un prisionero. Me temo que yo no he podido averiguar mucho al entrar en la cueva... - explicó algo apenada.

- Cuando me adentré en la cueva. - continuó explicando ya para todos. - oí decir a los kobolds que estaban hartos de ser siempre ellos los encargados de cuidar los huevos de dragón y que estos aún no habían eclisionado. Los kobolds parecían además estar esperando la llegada de "la Madre de todos los Dragones" en un futuro próximo...

Dicho esto guardó silencio unos segundos al recordar su encuentro con la dragona la noche anterior.

- En cuanto a la cueva... No pude explorar mucho. Averigüe donde esconden los objetos de valor saqueados y los barracones. Pero la cueva se internaba todavía más...

—¿Y te parece poco? —estaba asombrado de todo lo que había conseguido. ¡Información de primera y sin que esos malnacidos se hubieran dado ni cuenta. Quiso palmear la espalda de Draenna como hacía con el resto de compañeros, pero detuvo el gesto a medio camino. No sabía bien cómo lo tomaría la elfa ni qué opinaba de su particular condición, así que prefirió curarse en salud—. Nosotros no hemos conseguido nada más que escondernos entre los arbustos. Hubo un momento en que pensábamos que nos habían descubierto, pero pasaron de largo.

Comparado con infiltrarse en un ejército de mercenarios y adoradores de dragones, aquello no era nada. ¡Pero ya tendrían tiempo de brillar!

—Eh... Abdali —dijo, acercándose al calimshanita—, referente a eso que dijiste de irte por libre. ¿Sigue en pie? No sé dónde nos llevará esto del Culto del Dragón, pero me apenaría que te marcharas.

Abdali dio un respingo cuando el armado se dirigió a él. En realidad le tenía miedo, pero iban a tener que emborracharlo si querían que lo admitiese. Nunca había visto nada como aquello, destilaba fuerza y poder. No parecía tener compasión. Qué sentiría? Qué serían los seres vulnerables de carne y hueso para una criatura mágica como aquella?

Eh, uhm -intentó responder balbuceante mientras caminaban-, no-no dije que quisiera separarme de vosotros. Solo dije que lo haría si fuera necesario. Es obvio que ir en grupo nos hace fuertes, pero nuestras metas y métodos deben ser similares o nunca podríamos trabajar en armonía.

El guerrero se sorprendió a sí mismo, nunca había hablado de temas tan profundos desde que le preguntase a su hermana cómo podía sangrar cada ciclo lunar y no morirse.

Escuchó con atención lo que había averiguado Draenna. Su capacidad de transformación era asombrosa y para Endozal totalmente antinatural pero la magia era un campo totalmente desconocido para Endozal y le asombraba de sobremanera las capacidades de la elfa.

Cuando Égida comentó la posibilidad de que Abadali se marchara del grupo según había comentado le apenó, pues al igual que el resto eran grandes héroes de los que Endozal quería aprender. La adrenalina le había subido un poco cuando el guerrero le aupó y a pesar de todas sus dudas sobre el heroísmo y la valentía, se sentía muy a gusto con ellos y quería contagiarse un poco de la animosidad por la aventura y el riesgo que parecían compartir todos ellos.

No dijo nada al oir que Abdali no tenía intención de ir por su cuenta pero sonrió y le palmeó al hombro contento mientras avanzaban. El semielfo avanzaba muy callado y esperaba que les pudiera contar algo de lo que sabía pero no se atrevía a ser el primero en preguntarle. En cierta manera a pesar de estar malherido se le veía muy imponente y seguro de si mismo.

Joorin caminaba embelesado escuchando lo que sus compañeros explicaban. Cuán valientes habían sido. El joven mediano sentía cierto orgullo por las hazañas se narraban y todo lo que habían conseguido. El solo se había escondido esperando un desenlace.

- Es una suerte que todo saliera sin contratiempos. Expresó en voz alta.

- Que creen que podemos hacer a continuación? Lucharán contra el culto del dragón, o seguirán su propio camino? Preguntó el mediano al resto de compañía. Parecía abatido de repente debido a la idea de que podría llegar el momento de separarse. 

La intervención de Joorin captó la atención de Égida, que parecía haber puesto voz a sus pensamientos.

—Yo... os seré sincero —el forjado parecía complacido con la respuesta de Abdali, pero la pregunta del mediano le había dejado pensativo. Miró sus blindadas manos repletas de runas y dejó escapar un leve suspiro—. Soy lo que soy por culpa del Culto del Dragón. Y por el camino, gente buena murió asesinada por sus manos. No descansaré hasta que vea su culto reducido a cenizas.

Égida se giró y miró al grupo. Todos tenían un valor inconmensurable, y habían sido capaces de trabajar codo con codo desde el primer momento.

—Sería egoísta por mi parte pedíroslo. Pero... si me ayudáis, os estaré eternamente agradecido.

Cansados pero victoriosos, de alguna forma, parecía el momento para sincerarse. Cuando Égida resumió su motivación para perseguir a los atacantes, Abdali contó su propia historia en breves palabras.

- Yo vivía felizmente en una granja con mi familia hasta que un dragón rojo decidió comerse todo nuestro ganado y ya de paso asesinar a los humanos que lo protegían. Solo quedé yo cuando la vil bestia decidió que estaba saciada.

No me caen bien los dragones y cualquiera que mate en su nombre a los inocentes, es mi enemigo- sentenció.

Mi mentor- continuó su relato-, un paladín de la Orden del Guantelete llamado Ontharr Frume, me dio la información de que había un incremento de ataques de dragones por la zona y me pidió que viajase a Nidoverde a investigar.

Eso es pues lo que me ha traído hasta aquí. Deberé ir a informar a Sir Frume cuando hayamos asegurado al zona. Sin duda La Orden del Guantelete tomará medidas contra lo que hemos descubierto aquí y me encantaría que me acompañarais, toda ayuda será poca para luchar contra el Culto del Dragón.

- Señor Égida, Sir Frume estaría orgulloso de contar con su fuerza y determinación en esta campaña.

La pregunta de Joorin no le cogió por sorpresa pues Égida había abierto la puerta a esa cuestión. Escuchó las palabras de Égida y Abdali. Ambos eran asombrosamente valientes y tenían el motor que les guiaba para seguir adelante. Sin embargo el sólo tenía el motro para seguir adelante y la faltaba esa valentía y fiereza en combate que ambos tenían. Se sentía un poco incomodo hablando de esto ante el semielfo que se mantenía callado pero contestó.

- Yo si me lo permitis, seguiré a vuestro lado. Por lo menos hasta que encuentre a Tanis o sepa de su destino. No estaba entre los prisioneros en el campamento y estoy muy preocupado porque Draenna no ha mencionado que en el interior hubiera más prisioneros. Pero se lo debo a ella y creo que a vuestro lado puedo aprender mucho para poder llegar a salvarla. les dijo un poco cabizbajo pues él carecía de ese fuego interno que guiaba a Abdali, Égida o Draenna. Había pensado que él era muy diferente a todos ellos pero notó como Joorin también se sentía un poco como él. Por lo que se acercó a su lado y le puso la mano sobre el hombro.

- El culto del dragón es un peligro para todos. No solo las Tierras Verdes están en peligro-dijo el malherido semielfo, al que le costaba caminar al paso del resto aunque parecía estar algo mejor tras haberle curado algunas de sus heridas. El abuso de los cultistas debía haber sido terrible-. El concilio de Aguas Profundas debe saberlo, la Orden del Guantelete... todo el mundo-dijo- pero no podeis enfrentaros a ellos directamente, muchos de sus miembros son muy peligrosos y estan por todas partes...

Lo que Leosin debió de pasar en aquel campamento debió ser terrible. Abdali no se atrevió a preguntar por aquello, pero sí a su nuevo amigo Endozal.

- Endo, hermano, has hablado muchas veces de esa tal Talis o Tanis, quién es? Por qué la buscas? Quizás si nos contases más podríamos fijarnos si la vemos o preguntar por ella.

- Pero no son tantos como para poner en peligro a todo el mundo. Tienen un dragón eso sí. Pero ... comentó totalmente ignorante Endozal a las palabras declaradas por Leosim y quedándose pensativo. Había muchos mercenarios y cultistas pero de lo que había escuchado sobre Aguas Profundas por aquellos que habían pasado por la posada de sus padres. Disponían de un potencial militar elevado además de grandes héroes entre sus filas. Abdali le sacó de su ensimismamiento y se quedó un poco helado. ¿Había dicho el nombre de Talis mal? Los nervios le estaban pasando factura.

- Talis. ¿He dicho Tanis? Perdonadme. Se llama Talis y es una semielfa. Creció conmigo y hemos compartido infancia juntos en Klocpi. Sus padres están aterrados y preocupados por no poder volver a verla y cuando oí a través de un peregrino, habitual de la taberna, de que le parecía haberla visto arrastrada por este culto. Al saberlo no me lo pensé y partí tras investigar dónde podía estar el culto. Y por no pensarmelo aquí estoy. Le debo mucho a ella. se abrió ante sus compañeros. - Es rubia con el pelo largo y rizado, un poco más alta que yo y muy guapa. dijo ruborizándose un poco.

Mientras caminaban por las oscuras praderas de vuelta a Nidoverde, varios de sus compañeros empezaron a explicar sus razones para haberse dirigido al sur de la costa. Tanto Égida como Abdalí parecían estar al corriente no solo de la existencia del culto, sino además de lo peligrosos que podían resultar.

- Nosotros también fuimos atacados en nuestro hogar, en lo más profundo de los bosques. No se si se trató del culto del dragón o de otros. Teníamos la misión de velar por un túmulo sagrado y un objeto antiguo. Allí según me contaron mis maestros, yacía el cuerpo de un dragón dorado. Acabaron con casi todos nosotros, pero logramos salvar cuatro de éstos medallones. - dijo tirando de una cadenita que llevaba al cuello y de esta colgaba la cuarta parte de un pequeño disco de oro con la cola de un dragón grabada.

- Cada uno de nosotros se marchó en dirección opuesta y prometimos no volver a vernos nunca más. Mi misión es custodiar el fragmento de este medallón y alejarlo del túmulo. Creímos que era la única forma de que no pudiesen acceder al cuerpo de ese ser. - dijo la elfa desvelado así, parte de su pasado.

Leosim escuchó atentamente las historias que iba contando el grupo. Pese a estar bastante herido parecía lo suficientemente espabilado como para no perder detalle de lo que ocurría a su alrededor. 

El camino había sido largo y con el herido habían tardado más de lo previsto en llegar a Nidoverde. Por suerte no tuvieron ningún contratiempo, ningún mal encuentro con barbaros o cultistas ni ninguna otra criatura pero aún así cuando llegaron se encontraban muy cansados tras pasar toda la noche caminando por el desierto de verdes colinas.

Para cuando llegaron a Nidoverde ya era de día y la población estaba bastante activa. Las tareas de reconstrucción estaban en marcha, aunque los daños no habían sido tan graves los aldeanos se ayudaban unos a otros reparando los destrozos que habían ocurrido en algunas casas incendiadas. También había aumentado el número de patrullas dentro de los disponible y algunos guardias vigilaban la zona junto con algunos aldeanos que se prestaban voluntarios para ayudar.

Los guardias del castillo les dejaron pasar mientras uno de ellos iba a avisar al gobernador Nighthill quien apareció acompañado de Nesim, que corrió a sujetar a su maestro pasando un brazo por encima de sus hombros.

-Pensé que te habrían matado-le dijo- me alegro de que estés bien. Jordern ha ido a Berdusk a por ayuda y...-pero el semielfo no le dejó terminar.

-Eres un estúpido... había conseguido infiltrarme en el campamento de los cultistas-le regaño mientras caminaban hacia la zona donde aún atendían a los heridos de la noche anterior-. No tenías que haber mandado a nadie a por mi, les has puesto en peligro para nada.

El otro monje no dijo nada pero miró al grupo con una sonrisa.

-Que alegría veros de vuelta amigos-les dijo el gobernador extendiendo los brazos hacia el grupo sin prestar atención a la conversación entre los dos monjes- ¡cuanto me alegra tener de vuelta a los héroes de Nidoverde!-el hombre hablaba en voz exageradamente alta para que todo el mundo escuchase los elogios hacia los aventureros-. Espero que no tuvierais muchos problemas, y habeis logrado rescatar a alguien, es más de lo que esperaba. Descansad ahora y reunios conmigo después para contarme todo, ya he preparado vuestras monedas-dijo con una sonrisa mientras les acompañaba hacia el interior.

Durante el — afortunadamente tranquilo — viaje de regreso, el grupo compartió sus motivos* para enfrentarse a ese maldito Culto. Algunos, como Abdali o Endozal, les tocaba directamente; otros, como Draenna, parecían haberse visto involucrados por su misión personal. Si era sincero consigo mismo, Égida no necesitaba más. Querían ayudarle, combatir a su manera a esa secta que pretendía utilizar dragones para conquistar el mundo. Pero, ¿serían posibles de hacer lo que mencionaba Leosim? Compartía los pensamientos de Endozal al respecto, y tenía la esperanza de que, si conseguían deshacerse de ellos antes de que crecieran en poder, serían historia.

—No pensé que me alegraría tanto ver este torreón —dijo el forjado con un suspiro. Se despidió de Leosim con un leve asentimiento y agradeció al Gobernador el recibimiento. Parecía que el hombre no era reacio a pagar lo prometido, sobre todo considerando los riesgos de la misión. Una vez que fueron a un lugar más apartado, Égida echó un vistazo a las heridas de sus compañeros y su equipo—. Si tenéis algo en mal estado o alguna herida, decídmelo. Si queréis, dormid un poco. Os lo habéis merecido. Cuando estéis más descansados, hablaremos con el Gobernador para que podáis contarle todo lo que habéis visto allí dentro.