Partida Rol por web

El cultista freno su impetu y parpadeo un par de veces mirando a la elfa. Era una humano de pelo negro y perilla, algo delgado ni siquiera parecía un buen luchador.

-Eh... si... ¿que haceis aquí... amigos?-Preguntó el hombre un poco aturdido.

Su frustrante persecución se vio interrumpida cuando Draenna consiguió convencer al cultista con unas hipnóticas palabras. Increíble, ¿será esa famosa magia élfica de la que tanto hablan? ¿Es capaz Draenna de hechizarte con sólo hablarte? Que tan poderosa aliada estuviera de su lado le hacía sentirse confiado.

—Vuestra guarida, ¿tiene trampas por los alrededores? ¿Patrullas? —dijo el forjado, sin saber bien cómo debía dirigirse a él.

-Si, suelen dejar una partida de ataque para cubrir la retaguardia. Supongo que estará un kilometro siguiendo en esa dirección, hay un paso algo rocoso y seguramente se habrán quedado ahí por si alguien persigue al grupo hacia el campamento-respondió el hombre algo confundido, mirando alrededor suya los cadáveres de su grupo sin llegar a entender que estaba pasando.

Dando la lucha por terminada, el guerrero se apoyó sobre su espadón con una mano mientras con la otra intentaba taponar el feo tajo que le había proporcionado uno de los kóbold. Recuperó el aliento y buscó con la mirada un lugar donde sentarse y descansar.

Tuvo que limpiarse la sangre de la cara con el antebrazo pues le nublaba la visión y no conseguía ver bien el campamento.

Mientras sus compañeros se encargaban del complaciente y amistoso bandido, Abdali se sentó junto al fuego y, según lo hacía, fue consciente del delicioso aroma que la gallina desprendía al calor de las brasas. Ya debía estar hecha y su voraz apetito se había abierto de repente.

Arrancó uno de los muslos del ave y se sentó a comerlo. Se sentía mucho mejor, aunque aun sangraba por los cortes recibidos.

Preguntadle para quién trabaja, qué han robado y para qué?- masculló con la boca llena

Se quedó maravillado con el cambio de actitud del sectario, ¿como lo había conseguido la elfa? La miró maravillado no entendiendo nada pero sonriéndola por su gran acción. Miraba a la cara alucinado como su agrio caracter se había endulzado de repente y estaba más dócil que una ovejita antes de llevarla al matadero. 

Se había quedado tan maravillado que casi se pierde las primeras preguntas. Tras las preguntas de Égida pudo comprobar como el hombre contestaba de manera natural revelando todos los secretos de sus aliados como si nada. Realmente estaba siendo impresionante. Fue entonces cuando Abdali les pidió que hicieran una pregunta por él cuando se intentó centrar para aprovechar aquel encantamiento que había echo Draenna.

- Si. le contestó al hombre que comía a dos carrillos. - ¿Podrías decirnos quienes son vuestros líderes? Hemos visto además que sois muy numerosos. ¿Cuanta gente se queda en el campamento durante los asaltos y cuantos marchan a asaltar las aldeas? ¿Y ya de paso sabríais cuando y dónde vais a volver a realizar el saqueo?

Se estaba conteniendo para no preguntar directamente por los rehenes y esperó para escuchar con atención su respuesta para continuar interrogando.

- Muy bien, con tanta gente y un dragón imagino que tendréis abundante comida y agua para saciar a todos. ¿Cómo la conseguis y dónde la guardáis? ¿Y los rehenes que cogéis para que los necesitáis? espero la respuesta para hacer una última pregunta. - Si quisieras sacar a los rehenes sin que se dieran cuenta, ¿Cómo lo harías?

El cultista pareció algo contrariado por las preguntas de Endozal pero se apresuró a responder.

-Nuestra lider es Frulan Mondath, aunque Langdedrosa es temible pero se dedica a controlar a los malditos kobolds para que no se peleen con los mercenarios-explicó- Hay una dracónida que está por encima de ellos, Rezmir, es un miembro importante del culto pero apenas la vemos, suele ir y venir. 

El hombre se mordió el labio pero continuó.

-Solemos ser unos 50 u 80 asaltando y unos 20 se quedan a vigilar el campamento. Pero no se cuando será el siguiente saqueo, llevamos un tiempo asaltando aldeas simplemente nos movemos cuando nos los ordenan y ya está.

- ¿El dragón? El dragón no vive en el campamento, nos mataría a todos antes que rebajarse a algo así-respondió riendo ante la, aparentemente, locura que acababa de proponer Endozal- Nuestra comida y bebida está cerca de la tienda donde se prepara la comida y parte dentro de la cueva. Los esclavos son pocos pero siempre hacen falta: Limpiar, transportar cosas, mover carros...

-No se por que ibas a querer sacar de allí a los prisioneros, amigo. Por las noches los tenemos atados a unos postes cerca de la entrada de la cueva pero no serán trasladados a menos que Mondath lo autorice. 

Joorin se mantenía expectante, sin intervenir en el interrogatorio. Se tocaba donde le piedra había impactado en su cabeza. - Pronto te saldrá en feo chichón. Se decía a si mismo con aire malhumorado.

Lo que el cultista contaba encajaba con lo que habían averiguado de Maren, y además habían descubierto cosas útiles, como el número aproximado de bandidos. Cien, son casi un ejército. Y además con un dragón.

—Los kobolds sólo colaboran porque Langdedrosa los controla —dijo para sí. El siguiente paso sería acabar con el draconiano, pero había comprobado de primera mano que eso estaba, por el momento, muy por encima de sus posibilidades. No había una manera clara de rescatar a los prisioneros, y aunque habían acordado con Nighthill que ellos sólo tenían que espiar y obtener información, si Endozal estaba en lo cierto y su amiga estaba entre ellos, dudaba mucho que el muchacho no intentara rescatarla—. ¿Hay algo a lo que temáis, aparte del dragón? Quiero decir... tus jefes, Frulan y Langdedrosa. ¿Algún otro grupo de bandidos con los que estéis enfrentados? ¿Alguna vez os han atacado?

Según masticaba el sabroso muslito y escuchaba la información que les daba el cultista, un alocado plan se formaba en su mente juvenil: Quedaba claro que la alianza entre mercenarios y kóbolds débil. Como la pólvora, solo hacía falta una mecha para desatar el caos y así poder rescatar a los prisioneros con facilidad. Se lo comentaría más tarde al resto, no quería decirlo delante del prisionero.

Mhmhhh, delicioso... - mascuyó mientras tragaba-. Y qué tenéis pensado hacer con todo el tesoro, amigo? Estáis preparando un ejército para atacar alguna ciudad grande? Qué planes tenéis? Quizás nos podríamos unir. Con quién tenemos que hablar para apuntarnos?

-¿Temer? Por que ibamos a temer a nadie? Somos el Culto del Dragón. El mundo nos temerá a nosotros-dijo el cultista con orgullo-. ¡El gran tesoro marcará el comienzo del reinado de la reina de los dragónes!-exclamo, riendo, lleno de orgullo y de júbilo como si con solo decirlo en voz alta ya saboreara el sabor de la victora.

Sin embargo, para los aventureros, aquello significaba algo terrible...

Ya, ya. Pero sigues sin responderme, melón- el calishita iba perdiendo la paciencia-. Cómo vais a conseguirlo? Comprando un ejército con ese tesoro? Y, cómo podríamos unirnos a vosotros?

Durante el interrogatorio la elfa se dedicó a arrastrar los cuerpos caídos a un lugar más apartado, quizá tras unos arbustos cercanos. Una vez allí le pidió a los espíritus de la naturaleza que hicieran buen uso de ellos. En pocas horas llegarían los animales para alimentarse y devolverles así al lugar de dónde pertenecían.

- Pese a todo el mal que habéis traído al mundo, os iréis de el dejando algo bueno. - susurró en elfico, como una especie de plegaria druidica

-Jajaja como quieres que lo sepa? Yo solo sigo ordenes. Se que los Señores del culto lo conseguirán, cada uno tenemos nuestro trabajo, no?-dijo el hombre que no parecía que fuera a ser de mucha mas ayuda- unirse al culto no es fácil, hay que pasar muchas pruebas y practicar durante meses y años antes de poder llegar a ser un Garra de Dragón. No es tan sencillo como pedir trabajo a un herrero.

Se le removieron las tripas sólo de escuchar que su objetivo con el tesoro era comenzar el reinado de la reina de los dragones. Aquello no podía traer nada bueno. A pesar de los intentos de Abdali de que les aclarará algo parecía dificil sacar algo más de información de aquel hombre.

Aún así continuó atento a sus palabras. Los propios cultistas parecían denominarse garra de Dragón y sabiendo la funciones que podían realizar una de esas garras prefirió dejar de pensar en ello. Tenían la información que necesitaba para volver al gobernador sin acercarse a aquel campamento salvo una cosa que sería dificil de conseguir. El proximo objetivo y sobre todo cuando. Con la información que les había facilitado si conocían cuando se marcharían a asaltar otro lugar, además de poder avisar a ese lugar para que lo abandonaran y salvar en el proceso muchas vidas ellos podrían atacar el campamento defendido por sólo 20 de esas personas y tratar de liberar a los rehenes. Si el grueso de los asaltantes estaba allí era tarea imposible.

De repente se fijo en el arma que el cultista llevaba y comenzó a ponerse un tanto nervioso si lo que hubiera echo Draenna dejaba de tener efecto el cultista volvería atacar, por lo que Endozal con una sonrisa en la boca disimulado trató de sorprenderse por la manufactura del arma.

- Ese arma es de una manufactura excelente. ¿Dónde las conseguís? ¿Podrías dejarmela para comprobar su manejo? Quizá tengas que indicarnos donde conseguir armas tan buenas. le dijo, se notaba algo de inseguridad en el joven cocinero pero se sentiría más seguro si ese cultista estaba desarmado antes de que se acabaran los efectos mágicos.

Así que no son simples mercenarios, son el brazo armado del Culto del Dragón. No sabía exactamente qué pensar respecto a esa nueva información, y lo peor es que estaban empezando a llegar a un punto en el que el bandido no podía darles mucha más información. Además, estaba el tema de la duración de aquel hechizo, algo a lo que Endozal parecía haber reparado también por cómo pedía el arma al tipejo. ¿Qué harían cuando hubieran obtenido todo lo que necesitaban de él?

Lentamente, sacó su martillo y se colocó detrás de él, dedicando una larga mirada a sus compañeros. No podían dejarle marchar, y nada le diferenciaba de aquellos que ahora se estaban convirtiendo en alimento para las bestias gracias a Draenna.

—¿Qué tal vuestras heridas? —preguntó a Joorin, Abdali y Draenna—, ¿necesitáis que les eche un vistazo?

El cultista miró extrañado a Endozal.

-Es una espada... cualquier herrero puede hacer uno, no tiene nada de especial-le dijo mostrandole la espada pero sin ofrecersela. Ni siquiera le preocupó que el forjado se colocase tras él.

Abdali terminó por chuparse los dedos para quitarse la grasa del pollo, y se las 'secó'sobre el pantalón aunque, lejos de quedar limpias,  la sangre que decoraba toda su vestimenta pasó a sus manos manchandolas de nuevo. Parecía no darse cuenta de ello, pues estaba concentrado en otras cosas.

El cultista iba a ser un problema. Si lo dejaban ahí, aunque estuviera atado, seguramente alguien le encontraría y liberaría. Entonces podría ir a informar sobre el grupo. Tampoco era una opción matarlo a sangre fría, eso era un horror por el que el guerrero no pasaría fácilmente.

Poco a poco su plan parecía ser la única salida a todo ese embrollo. Se levantó y se dirigió al 'prisionero', esperando que sus nuevos amigos entendieran el plan, estuvieran de acuerdo y le siguieran la corriente.

- Verás amiguete, sentimos mucho el destrozo que hemos hecho en tu campamento pero parecíais unos bandidos y como nosotros nos ganamos la vida como podemos, pensamos acabar con vosotros y robaros sin más. Pero ahora que nos has contado que tenéis un plan y mucha gente que os respalda, quizás podríamos trabajar juntos si nos aceptaseis como mercenarios. Qué te parece? Podemos ir contigo y nos presentas a tu gente. Seguro que les viene bien nuevos 'brazos'armados.

La elfa emergió de los arbustos para ver lo que se estaba cociendo en el campamento. Vio las intenciones de Endozal de evitar sorpresas innecesarias y la reacción de Égida de colocarse detrás del cultista para dejarle sin sentido gracias a su pesado martillo.

Por último escuchó la propuesta de Abdali a lo que tuvo que intervenir. - Me temo que dentro de unos minutos nuestro amigo no se encontrará tan dispuesto y solicito como ahora. Os recomiendo que toméis un descanso amigo mío. Seguro que al despertar lo veréis todo de otro modo... - dijo mientras le hacía un gesto de asentimiento a Égida, dando a entender que si ya habían terminado, podía dejarle echar una siestecita.