Partida Rol por web

Al cabo de un rato, el joven mediano apareció por la espesura muy cerca de por dónde había partido.

Regresaba algo azorado, pero sonriente. Su expresión revelaba que había conseguido llevar a buen puerto su cometido.

Se acercó a sus compañeros para contarles lo que había podido descubrir.

- Hay una colina que termina en un pequeño risco. Se han ocultado ahí, un grupo de ocho Kobolds y cuatro humanoides. Me ha perecido escuchar que son un grupo que se ha quedado rezagado del resto. Estaban preparando algo de comer... Creo que era pollo... Y parecía que discutían entre ellos. Si nos damos prisa, podemos cogerlos desprevenidos. Concluyó Joorin satisfecho de lo que había hecho.

La elfa sintió el peso del deber sobre sus hombros a medida que caminaba por las casas de Nidoverde. No por que fuese realmente su responsabilidad eliminar a ese culto, sino porque vista la poca resistencia que había ofrecido la gente de la ciudad, ellos eran los únicos que podían plantarles cara. Al menos hasta que no llegara ayuda de las ciudades vecinas y se diera la voz de alarma en la región, alguien tenía que parar los pies al culto o como mínimo un ponerle las cosas más difíciles.

El tiempo era agradable, caminar por ese mar de praderas, sin embargo le daba a Draenna cierta sensación de indefensión. ¿Y si la dragona sobrevolaba su territorio de vez en cuando? Podría verles desde cientos de metros de distancia. Pero ese pensamiento que seguramente rondara en la cabeza de todos como un más que posible riesgo, prefirió guardarlo para si.

Las huellas les condujeron a un campamento cercano y el mediano se adelantó para echar un vistazo. Al parecer un grupo de rezagados había improvisado una hoguera, tras una colina que les resguardaba del viento.

- Es momento de actuar. - respondió al calishita. - No podemos desperdiciar una oportunidad como esta. Debemos debilitar al culto y la única forma es acabando con sus miembros, poco a poco. No somos muchos y tampoco contamos con grandes recursos o poder. Además. - continuó la elfa hablando al resto del grupo. - Seguro que podrán decirnos más cosas sobre el asentamiento permanente cerca de las minas. Yo acepté esta misión para librar a estas tierras de un culto tan pernicioso como este e creo que esta es la mejor forma. Pero no es decisión mía ¿Atacamos?

El terreno jugaba a su favor. Era su mejor oportunidad de hacer frente al culto y probar su valía.

La descripción de la situación dejó al forjado pensativo. Sí que ahora estaban mejor pertrechados que en Nidoverde y contaban con la ventaja estratégica, pero seguían en inferioridad numérica. Pero nada les aseguraba que, si evitaban al grupo, estos les alcanzaran por detrás y se convirtieran al mismo tiempo en emboscados.

—Bien, aprovecharemos la posición elevada y les abatiremos a distancia todo lo posible —dijo, tras reconocer a Joorin su excelente trabajo con un leve asentimiento—. Cuando estén a alcance, Joorin, Abdali y yo entraremos al cuerpo a cuerpo. Atacamos a mi señal.

Eso significaba que volvería a hacer uso de esa energía que le envolvía y que podía canalizar en forma de una columna de fuego. Ya había comprobado que era letal contra las pequeñas criaturas, y allí había muchas contra las que usarlo.

—Intentemos dejar a uno con vida para interrogarlo —les recordó—. Puede que podamos conseguir información útil.

Estaba claro que aquella fuerza masiva de los cultistas no temía que les siguieran pues habían dejado un  rastro que hasta una persona ciega podría haber localizado. Caminaron relativamente tranquilos a pesar que seguían el camino de un batallón de criaturas.

El sol se alzaba sobre sus cabezas cuando divisaron unas nubes de humo elevarse desde el otro lado de una colina. Joorin avanzó para explorar el terreno y saber si se encontrarían con amigos o enemigos y las noticias que trajo no eran halagüeñas. Una partida numerosa se había quedado rezagaba y estaban despistados hablando entre ellos y cocinando. Podrían sorprenderles reducir su número rápido desde la colina, dejarlos atrás no era opción pues podrían encontrarse en una situación con enemigos ante y tras de sí poniendo en serio riesgo su misión.

Asintió ante el plan de Draenna y Égida, confiaba en la habilidad de todos y cada uno de ellos y esperaba poder ser de utilidad para el resto. Agarró con fuerza su ballesta y respiro tranquilo mientras avanzaban a la colina.

Joorin también asintió ante al plan expuesto por sus compañeros. Volvió a sentir un nudo en el estómago ante la idea del combate. Respiró profundamente intentando relajarse.

- Pongámonos en marcha pues. Sugirió el mediano. Si querían aprovechar la sorpresa, no podían demorarse mucho.

Todos estaban de acuerdo en pillarlos por sorpresa así que dejó la mochila en el suelo para que los trastos de cocina no hicieran ruido y avanzó sin hacer ruido hacia la colina.

Draenna, con el arco listo para disparar desde la posición elevada, se acercó esperando pillar al grupo por sorpresa o como mínimo con la guardia baja. Tenían una gran oportunidad y no podían echarla a perder. Siempre podía usar su forma salvaje para correr detrás de alguno que intentara escapar, pero por ahora no quería tener que llegar a ese punto. 

Ya que la mayoría había decidido enfrentarse a los bandidos, no le quedaba otra que seguirles e intentar que no se escapara ninguno. Observando el suelo para no pisar ninguna rama ni nada que le hiciera tropezarse y provocar un ruido semejante a un elefante en una cacharrería, se fue acercando al punto más alto del risco y se posicionó con el arco preparado para atacar por sorpresa a los de abajo.

El grupo se acercó agachado por la colina. Efectiuvamente tal y como les había dicho el mediano había un grupo de rezagados bajo el risco a unos 3 o 4 metros por debajo de ellos. Discutían unos con otros pues al parecer los humanoides y los kobolds no se llevaban muy bien. Habían quedado rezagados del grupo principal y habían parado a almorzar asando una gallina que habían saqueado durante el asalto pero los nervios parecían de punta. Estaban tan ocupados discutiendo entre ellos que no se dieron cuenta del ruido que había hecho el mediano, que aún estaba acostumbrandose a llevar su nueva armadura.

Lo habían hecho perfectamente, sigilosos como sombras se aproximaron al borde y allí estaban: bestias y bandidos comportándose como tales sobre las migajas de algo que no era suyo. Verlos le recordó los cadáveres de Nidoverde, las familias destrozadas, los niños huérfanos, los hogares destruidos. No obtendrían piedad.

Las runas brillaron, y el forjado liberó su hechizo contra uno de los kobolds, cayendo sobre él como una columna de fuego. Era hora del ataque.

Abdali tensó el arco y dejó escapar una flecha. Era de sobra sabido que el manejo de las armas a distancia no era lo suyo, así que, según vio que había fallado miserablemente, se posicionó en la base del risco para decapitar con su espadón al primer 'valiente' con el que se cruzase.

El camino hasta lo alto fue rápido y silencioso. Todos prepararon sus armas, dispuestos a derrotar a esos malnacidos.

La elfa se asomó por el risco y el arco tensado disparó una flecha a uno de los cultistas que había sentados junto a la hoguera. El proyectil cortó el aire y  le alcanzó de llenó en el pecho, haciéndole caer hacía atrás. Draenna no sabía si volvería a levantarse, pero al menos le había dejado malherido.

Joorin se colocó junto a sus compañeros, colocó una flecha en la cuerda y tensó el arco corto.

Soltó la cuerda mientras dejaba escapar lentamente el aire de sus pulmones.

La flecha salió certera traspasando la cabeza de una de aquellas criaturas. El kobold calló al suelo sin saber que le había traspasado el cráneo.

Se movió con mucho cuidado, iba más ligero al haber dejado la mochila atrás y no le costaba moverse sin hacer apenas ruido, cuando llegó al borde de la colina observó el ingente número de enemigos que tenían al frente. Les sería difícil que tras sorprenderlos pudieran echarse encima de ellos por lo que podrían mermarlos como habían planeado antes de entrar en combate cuerpo a cuerpo.

Se volvió hacia sus compañeros y les susurró: - Recordad, dejad a un cultista vivo. Los Kobolds poco sabrán de sus planes.

Doblo una rodilla contra el suelo y apoyo su brazo en la otra rodilla para dar estabilidad a la ballesta. Tomo aire en sus pulmones y apuntó a uno de los cultistas. En el momento que empezó a expulsar el aire apretó el gatillo dejando que el virote volará directo al pecho de uno de los cultistas. Desde allí no lo veía pero parecía que había golpeado cerca del corazón.

Giro su cuello estudiando un lugar en el que poder esconderse cuando los cultistas aparecieran para luchar en el cuerpo a cuerpo contra ellos y aprovechar su rapidez para ganarles ventaja.

El ataque los cogió completamente por sorpresa. Cuando Abdali atravesó al primer cultista con su flecha el resto se quedó unos segundos pasmado, sin entender que estaba ocurriendo cuando las llamas de Égida empezaron a quemar un Kobold que, de la sorpresa, al echarse hacia atras cayó sobre el espetón donde asaban la gallina. Entonces fue cuando se dieron cuenta de lo que ocurría y empezaron a correr, buscando sus armas y preparandose para el combate mientras las flechas volaban sobre sus cabezas matando Kobolds y cultistas por igual.

El ataque sorpresa había sido todo un éxito. Las flechas volaban por doquier y los cultistas corrían por su improvisado campamento como pollos descabezados. Égida, por su parte, canalizaba ese flamígero poder contra los kobolds con intención de provocar el mayor desconcierto posible. Sus runas brillaban intensamente, con el fulgor que identificaba al forjado.