Partida Rol por web

Esperemos a llano... y tire la granada contra la locomotora. Que reviente ese cabron de Berger...

¡Maldito! Se iba a salir con la suya... susurra Senn por lo bajo mientras hace señas al italiano.

¡Si me hubiera hecho caso desde un principio! ¿Alguna otra idea?

No. Esta opción ha desaparecido. Con la llegada a las montañas, si desengancharamos los vagones rodaríamos montaña abajo y sin los frenos de emergencia no podríamos deternos sin descarrilar...

Tampoco podemos lanzar una granada a la locomotora, corremos el riesgo de que se estropeen el sistema de frenado.

Podemos hacer dos cosas, la primera esperar a que la locomotora se quede nuevamente sin agua, eso llevaría máximo unas 2 horas, pero para entonces ya estaríamos en territorio alemán, y usted, señor oficial - Le dice a Monetti - no tendría ningún derecho allí.

La segunda opción es disparar a berger y ocupar su puesto para frenar el tren. No somos maquinistas, pero no debe ser difícil accionar el freno. Ustedes son militares, ¿creen que podrían atinar de un disparo a Berger desde el vagón de carbón?

Pregunta Francesco.

Como se hallan en el exterior y el viento provocado por la velocidad les azota con fuerza, Francesco debe gritar para hacerse oir por encima del rugir del tren.

Han pasado más de veinte minutos desde que salisteis de la estación, habéis perdido tiempo en intentar parar el tren, sin éxito. El italiano observa el vagón del carbón, y su granada...

Es muy complicado, no voy a hacerlo, no puedo acertar así como así en una locomotora en marcha, el viento es contrario, además...corremos el riesgo de que caiga en el carbón y todo se incendie...y no podemos disparar, no se puede disparar al maquinista desde el tren. ¿Quién mató al maquinista?

Mientras tanto Gario está revisando equipajes italiano alemanes y de pasaje, aprovecha que nadie le recrimina para hacerlo, busca algo...

¡Joder no hay nada! Sólo este trozo de hierro, ¡apártense!

Golpea el freno hidráulico con la barra de hierro, un par de veces, nada ocurre, pero le detenéis por si acaso lo consigue y rodáis ladera abajo. Monetti os mira.

¿Esperamos a llegar a Alemania? Aunque eso supondrá que la autoridad es usted...

Abro la puerta del vagón de equipajes y hablo alto para que el señor Gario me escuche. Desconfío del señor Gario, así que me separo de la puerta antes de hablar, no vaya a ser que me pegue un tiro...

Señor Gario, deje de revisar los pasajes, por favor, casi va a hacer que nuestro compatriota y el señor Senn desconfíen de todos nosotros...

- ¿Usted sabe cómo hacerlo? Parece saber muchas cosas del tren. Dígame, ¿de qué manera podríamos frenarlo? Haré lo que haga falta.

Sin darme cuenta, le he ido apretando las manos a la única persona de este tren que parece saberlo todo.

Gunilla te mira y te aprieta la mano.

No lo sé todo, sólo me gusta cotillear, nada más. No podrán soltar el vagón con facildad, hace falta mauinaria pesada, aunque tal vez pueda romper el enganche. Aunque fíjese, estamos en una cuesta y los frenos ya han sido usados, es arriesgado soltar el vagón, espero que también se hayan fijado en eso.

Gunilla acariciera su marido mientras murmura algo, quizá esté rezando o sólo pensando en voz alta.

Deje de golpear el enganche, hay que parar el tren, no destrozarlo y bajar ladera abajo. Tal vez haya que subir al vagón carbón e intentar acabar con el maquinista, pero va armado, y pisar carbón puede desequilibrar al que suba, y hacerle caer, o peor, que caiga a los rieles...

Monetti mira el rifle de Senn.

Tampoco se puede acertar con facilidad, mala situación es esta...¿qué hacemos? ¿Algún voluntario?

Yo... yo podria subir e intentarlo. Pero debe ayudarme. Una bala me dejo cojo... no soy el mas indicado pero si ningun Hombre se arriesga a morir por el Reich tendre que hacerlo yo... dice Senn tratando de envalentonar al Italiano.

Maldito Berger y maldito Stein...

- Voy con ustedes. El enganche no es simple, sino hidraúlico- me estiro, pensando que quizás sea la última vez que lo haga- en lugar de soltar simplemente el vagón, tenemos que romper el enganche. Y si no salimos de esta, pues al menos será haciendo algo útil.

Cruzo la mirada con Alexandro, y a continuación con el alemán, aunque algo menos amistosa hacia éste último.

- Vamos Alexandro. Paremos esta locura, mientras podamos.

Hagamos lo que podamos.

Dice Alexandro mientras asiente a la voz de la señorita.

Sofía aparece en el vagón. Monetti mira a los italianos que remolonean para subir al vagón carbón, no les culpa, son civiles al fin y al cabo y este asunto no va con ellos, sin embargo Senn es otra historia. Monetti mira su uniforme de teniente de las SS y después se queda mirando la Cruz de Hierro que el alemán lleva en el cuello, se ríe. Guarda la pistola en la funda y empieza a subir al vagón carbón, cuando llega arriba, no sin mancharse de negro en gran parte de su uniforme mira a Senn por última vez.

El orgullo del Reich...-murmura.

Monetti desaparece de vuestra vista, no han pasado ni diez segundos cuando a vuestras espaldas suenna disparos de ametralladora, impactos con un temible ruido metálico recorren todo el tren, en vuestro vagón perforan el techo, varios proyectiles consguen atravesar el blindaje del vagón de carga, pero ninguno os alcanza. Aún os estáis preguntando qué ha sido eso cuando otra ráfaga igual causa efectos similares. Miráis por la ventana y veis como dos aviones están maniobrando para volver a hacer otra pasada y disparar al tren.

Senn sonrie al ver al italiano encaramarse al vagon de carbon y avanzar en post del traidor Berger.

Gracias susurra cuando las balas retumban por todo el tren. Se arroja al suelo mientras abre el maletin que enseño al italiano con las armas... ninguna nos sera util ahora...

Aun asi, coge el subfusil y dispara una rafaga contra los aviones que se preparan para bajar de nuevo en un futil intento de amenazarles.

No servira de mucho, disparar y al suelo. ¡Arrojense al suelo!

Sofía, ven aquí.

Le grito a la mujer cuando empieza a llover plomo de gran calibre sobre el techo del tren.

Necesitamos protegernos debajo de cuantas más maletas mejor.

Dice mientras quita las maletas de debajo del último estante del mueble destinado a guardarlas y ayuda a la mujer a arrastrarse bajo el estante desde el suelo.

Con todas esas maletas encima, es el lugar más seguro del vagón.

Me acerco a la maleta y busco un arma conveniente. Elijo un fusil. Senn tiene razon, no servira de mucho. Miro mi arma durante un momento y despues comienzo a disparar a quemarropa. Si he de morir, caere luchando.

Los aviones viran y se disponen a realizar otra pasada, o no saben que estáis ahí, o no les importa, ¿qué les habrán dicho sus mandos sobre el tren? Os amontonáis tras el equipaje y algunos baúles y portamaletas por si llegan más disparos, pero esa cobertura protege más el alma inmortal que el cuerpo, pues si las balas han conseguido atravesar el blindaje es seguro que atravesarán las maletas. Perdéis a los aviones de vista, deben estar acercándose por detrás. Esperáis.

En la cabina suenan tres disparos, dos de pistola y uno de fusil; después, nada más. Pensáis en Monetti, ¿lo habrá logrado? Observáis el exterior, estáis cruzando un puente sobre un pequeño río seguís ascendiendo, acabáis de abandonar Italia, debéis de estar en Alemania. Las ametralladoras vuelven a sonar, poco después los proyectiles llegan hasta vuestro vagón, esta vez ninguna bala ha perforado el techo, sin embargo en la segunda andanada si lo hacen, un par de balas impactan cerca de Francesco una, y junto al brazo de Gario otra. Un denso humo empieza a entrar en el vagón y destellos rojizos os iluminan desde el vagón del carbón, que, según parece, está ardiendo.

¡El vagon de carbon esta ardiendo! ¡¿Que haremos ahora?!

Solo se me ocurre una cosa... tirarnos del tren... colocaremos unas maletas debajo nuestra y rezaremos... no... no tenemos opcion.

Senn se aproxima a cojetadas al vagon de equipaje y coge la caja con los tesoros del Reich, pidiendo ayuda en caso de que no pueda solo. Introduce dentro su ropa y mira a los demas.

Solo tendremos una oportunidad... no sabremos cuanto aguantara la estructura y ardera el resto...