Partida Rol por web

Matog se acerca al coronel Von Heiser y con aire afable le comenta.

- Se bien que esto es un poco irregular Herr Coronel pero no creo que deba preocuparse por esta relajación de las normas militares… después de todo ¿Cuándo los italianos han sido un problema? ¿Señor?

Acto seguido Matog dio media vuelta y se dispuso subir al tren.

El capitán Stein recibe la llave. Con una inclinación de cabeza, la acepta. -Gracias, Herr coronel.- Al llegar a la estación, sale del coche, acompañado por su asistente. Preocupado por la reacción de alarma del coronel, ante algo relativamente simple como aquello, se dirige a él:

-No se preocupe, Herr coronel, dudo que los italianos provoquen incidentes. Quizás hasta nos amenicen el viaje.- Dice, con una sonrisa. Se despide del coronel, con el saludo de las SS, tras lo que sube al tren, siempre seguro de que su asistente le sigue. 

Caminando por el andén, me dirijo al tren, seguido por mi chofer que carga con el equipaje. Una vez cerca del vagón correspondiente, le indico a mi sirviente que suba el equipaje a mi compartimento, mientras me giro en busca del oficial al mando de los alemanes que supongo que nos escoltarán durante el trayecto.

Una vez enfrente a los oficiales (si me dejan pasar hasta dónde ellos están), les ofrezco el más cordial de los saludos.

Caballeros, es un honor para la nobleza italiana verse acompañada durante un viaje por tan insignes soldados. Dios bendiga a Italia y Alemania cómo naciones hermanas que son.

Despojándome del sombrero.

 Permitan que me presente, Emmanuel Aluccio, Conde de Castilbianco.

Cuando veo el enfado del Coronel por algo tan simple como un vagón civil enganchado a un transporte militar me doy cuenta de lo importante que es la misión, no había caido en el vagón cuando eché el primer vistazo al tren completo, pero ahora resalta de entre todos los demás. Quizás nos acompañen algunas personalidades cercanas al Führer o simplemente sea un vagón especial para la tripulación que nos servirá durante el trayecto hasta Berlin.

No es propio de una misión que parece tan importante un error de concepción tan notable, seguramente el vagón finalmente venga con nosotros hasta la capital... Estoy deseando subirme a ese tren y poner rumbo a Berlin, tengo tantas ganas de llegar... Todo esto lo pienso mientras miro al coronel con cara de desconcierto.

Mientras el Capitán Stein y su asistente suben al tren un hombre se baja del tren y se acerca al coronel Von Heiser.

Disculpe coronel, soy Fiodor Kassel, el maitre del tren, el vagón al que usted se refiere ha sido enganchado a este tren por órdenes del Gran Consejo Fascista, al aprecer han presionado bastante para que el vagón de civiles italianos se enganchará en él, pues tengo entendido que sus ocupantes han de llegar rápidamente a Berlín...

Agradezco sus respetos señor Conde, pero ahora si me disculpa tengo un asunto que solucionar sobre este tren, no es que su presencia me moleste, sino el hecho de que este tren está reservado para las autoridades del Reich.

Señor Kassel lléveme frente al encargado de la estación, yo mismo haré que desenganchen ese vagón de MI tren. Señores oficiales, quedénse aquí, esto no durará mucho...

El Coronel Von Heiser y el señor Kassel entran por una puerta en dirección al despacho del jefe de estación...

Ante los comentarios de los nuevos pasajeros del Tren,Hein no puede mas que estremecerse.

¡Son demasiados! La cosa se complicara...

Señor, no creo que nuestro lider tenga algun problema en permitir que estos miembros seleccionados por el Consejo Fascista vengan con nosotros... ademas, ocuparan otro vagon si no me equivoco, ¿no es asi?

Tu asistente llega a su compartimento y notas como fuerza la puerta que conecta el tuyo, ahora podréis abrirla cuando queráis. Se acerca y te ayuda con el equipaje mientras te susurra.

¿Wilheim, crees que ese vagón nos traerá problemas? Son civiles, pero nunca se sabe...

Me dirijo al Conde Aluccio al que saludo con el brazo alzado:

-Conde, para nosotros también es un honor que alguien tan distinguido como usted nos acompañe. Sin embargo, ha debido haber algún error. Este viaje era en principio únicamente un transporte militar.

Después le hablo a Hein Senn:

-Que ocupen otro vagón no es motivo para que interfieran en un asunto privado de nuestro amado Führer. Esto no es un tren de pasajeros ordinario, estoy seguro de que el coronel lo solucionará rápido.

Le contesto a mi asistente también susurrando, con cuidado de que no me oigan fuera.

-No lo creo, Karl. De hecho, quizás incluso nos brinden alguna que otra oportunidad... Con suerte, los miembros de las SS más paranoicos estarán ocupados vigilando a los civiles... Puede que hasta haya sido una suerte...-

Trato de tranqulizar a Karl, que parece preocupado. En realidad, el hecho de que suba tanta gente al tren no es nada bueno, pero quien sabe... Quizás sea un modo de distraer a los demás miembros de las SS. 

Una mujer de unos cuarente y tantos años, rubia y alemana se acerca a vuestros compartimentos, uno a uno, ayudándoos con el equipaje.

Buenos días a todos, soy Gunilla Kassel y seré su cocinera en este viaje. Les informo que los horarios son los siguientes: el desayuno es entre las 8:30 y 9:30, la comida de 13:30 a 14:30 y la cena de 20:30 a 21:30. El bar está abierto desde las 11:00 a las 22:00. Todo ello en el vagón restaurante, donde se sentirán cómodos. Estos horarios son flexibles a sus gustos, sin embargo deberán avisarme con tiempo si no quieren comer en frío.

Mi marido es Guenter y es el maitre, ahora mismo está fuera discutiendo con un coronel grosero algo sobre este vagón, espero que no nos retrasemos mucho, si necesitan algo no duden en pedírmelo, estaré en el vagón restaurante. ¡Buen viaje! Una cosa, a la salida de Roma hay algunas obras de reparación que levantan mucho polvo, les recomiendo cerrar las ventanas para evitar que entre la tierra.

Me acerco a Holfred y le digo con frialdad: no tenemos intención de abandonar este tren oficial, y no se por que se arma tanto revuelo por que vayamos en el mismo tren, en el que ademas vamos en un vagon diferente al suyo. ¿Que es lo que le preocupa tanto? Aunque si quiere puede decirle en persona a mi padre que le incomoda nuestra presencia en el tren. Supongo que sabra quien es mi padre.

Muchas gracias por su atención, señorita Kassel, y disculpe mi acento Napolitano.

Le digo, tras lo cual continúo deshaciendo mi pequeña bolsa. Cierro el ventanuco del compartimento y salgo al exterior en dirección al vagón cafetería.

Hein mira consternado a sus compañeros alemanes. La situacion se complicaba por momentos con nimiedades.

No creo que haya problemas en que ocupen su vagon y no salgan del mismo. Atravesaremos paises en los que como sabran no somos del todo "bien recibidos"...

Y no, no se quien es su padre, pero no creo que sea el Fuhrer, del cual vienen nuestras ordenes... ¿me equivoco?

Esperemos a que se arreglen con el jefe de estacion y si no hay mas remedio partiremos juntos hacia Berlin...

Cuando Francesco está alejándose en dirección al vagón cafetería, da un frenazo en seco, como si acabase de recordar algo. Efectivamente eso ha ocurrido, ya que Franesco da media vuelta y llega hasta la puerta de su compartimento para cerrarla con el burdo cerrojo antes de continuar su andar en dirección al bar.

Espero que en el vagón cafetería haya diarios. En caso contrario deberé salir fuera del tren y buscar a un chico de prensa antes de que nos pongamos en marcha.

Mi padre es miembro del gran consejo fascista y no, no es el Führer, pero me parece que vamos a tener que viajar juntos, asi que sera mejor que hagamos el viaje lo mas agradable posible.- dicho esto me meto en mi vagon sin dar opción a replica.

El capitán Matog se lleva aparte a su subordinado , Herr Senn, y le dice algo.