Partida Rol por web

Aquello tendría que valer, aquel arrecife extraño era algo que no había visto en ningún sitio cercano. Por desgracia no sabía nada de aquellas plantas, tendría que encontrar ayuda para ello. No se le ocurría mucho así que recogió un buen puñado de aquellas hiervas y salió del agua. Se volvió a colocar la capa por encima de la cabeza y se dirigió sin pausa hacia el templo de nuevo.

Si, veamos qué tiene que ofrecernos este lugar- con su ya típica sonrisa hacia su compañera- creo que no debemos er discretos en cuanto a las preguntas, aunque me gusta como te queda la capucha así, pareces mucho más misteriosa de lo que eres.

Comenzó a caminar fijándose en el lugar. El pescado no le hacía mucha gracia en crudo, pero una vez cocinado lo devoraba como cualquier otro plato acompañado de algún licor lo que le daba ganas de comprar algo para hacerlo más tarde en algún lugar .

-Buenos días- dijo a uno de los hombres con los que se cruzó- me han dicho que por aquí podía encontrar a los peces sierra y no se la verdad si se han burlado de mi.- Esta pregunta la repitió en varias ocasiones para ver las respuestas o las expresiones de la gente.

En un instante en el que no tuvieron a nadie delante y después de su poca delicadeza le susurró a Nanth- deberías contarme pronto por qué buscas a esa gente.

Ladeo la cabeza intentando comprender a qué se refiere mi compañero en cuanto a lo de que parezco más misteriosa de lo que soy.

Pronto entiendo lo que intenta decirme. Mientras me rasco la mejilla, con el ceño fruncido al escuchar su forma de plantear la búsqueda entre los lugareños, entiendo que el carácter humano exige un trato más... directo.

¿A eso se refiere?

Me encojo de hombros mientras echo hacia atrás mi capucha y dejo que mi largo cabello plateado resbale sobre mi espalda extrañada por esa manera de proceder de los humanos, pues siempre me he sentido más cómoda y segura entre las sombras, pero por lo visto no era la forma adecuada del lugar.

Me llevo parte del cabello tras la oreja, girando el cuello y entonces lo veo.

Por todos los dioses. ¿Qué es aquello?

Encojo los ojos forzando la vista hacia el ser que estaba vislumbrando mientras agarro el brazo de Elwimir y le aprieto, haciendo que se aparte conmigo de la muchedumbre. Me pongo de puntillas y acerco mi pecho a su brazo para susurrarle al oído.

- Por Vheron, ¿has visto eso? - sin gestualizar, le indico con la mirada al ser que caminaba entre las cajas apiladas, no muy lejos - ¿es un maldito hombre-pez?

Sin dar opción me dirijo hacia aquél ser, de forma discreta, pero sin ocultarme.

Ante las palabras de su compañera Elwimir, dejó su búsqueda para ver lo que le estaba diciendo.

-¿Un hombre pez?- preguntó cuando se puso a su altura.

-Nadie por aquí parece saber nada del grupo ese-diciendo esto aprovechó para acercarse un poco más a su compañera-¿un hombre pez puede interesarle a alguien?, monetariamente me refiero

Niego con la cabeza de lado a lado haciendo que mi plateado pelo se balancee con el gesto.

- No sé cuánto me daría un esclavista por él - no hay ni un ápice broma en mi voz. Si Elwimir pensó en algún momento que me importaba lo más mínimo el destino de aquél hombre-pez se disipó de repente.

- Sin embargo... - dije mientras me encaminaba tras aquél extraño ser - me pregunto si la organización "Peces Sierra" se llama así por algo más que pura literatura. Quizá...

Que esta raza exista en esta ciudad, explicaría el sobrenombre de la organización ¿Puede que este formada por hombres de aquella extraña especie? Sólo hay una forma de averiguarlo.

Elwimir sorprendido ante la repentina desaparición de su compañera comenzó a buscar por la zona. Tal vez se ha´bia acercado más a aquel hombre pez o tal vez estaba siendo víctima de un secuestro. Sea como fuere, preguntó a la gente que andaba por allí si habían visto a la Drow, que pese a ir cubierta, sin duda alguna había llamado la atención.

-Maldita bruja- pensó Elwimir mientras intentaba vislumbrar a la Drow entre la gente-la próxima vez que la encuentre...

No sabía que haría la proxima vez que se encontrara con la atractiva drow, pero por ahora daba igual, necesitaba dinero y para ello necesitaba trabajo, así que preguntó por la taberna más cercana y se dirigió hacia ella.

El mayor negocio de Tormentos Cristalinos es la pesca, siendo la comida típica local el marisco. Esta pujante industria se centra en la sección suroridental de la ciudad, concretamente en siete grandes almacenes donde los pescaderos venden sus capturas a los engargados de limpiar y preparar el pescado, para después enviarlo a los mercados o restaurantes de la villa.

Cada uno de los almacenes está dirigido por una de las siete familias de pescadores residentes, con al menos pudientes arreglándoselas en los edificios apiñados a su alrededor. Las barcas de pesca abarrotan los muelles, donde el tráfico es intenso al amanacer y al traer las capturas al anochecer.

Esta sección de la ciudad también alberga el rentable gremio de pescadores; cada uno de los almacenes hace las veces también de casa gremial.

Los mayoristas cargaron sus compras y las embarcaciones siguen faenando. A estas horas, los almacenes estan aún menos concurridos que por la mañana y Elwimir no está ahí.

Era de esperar. Los humanos no son gente en quién se pueda confiar. Son volubles y fieles únicamente al tintineo de las monedas.

Recorrí los almacenes de camino a la posada del puerto, donde podría comer y quizá averiguar algo sobre los peces sierra.

El mayor negocio de Tormentos Cristalinos es la pesca, siendo la comida típica local el marisco. Esta pujante industria se centra en la sección suroridental de la ciudad, concretamente en siete grandes almacenes donde los pescaderos venden sus capturas a los engargados de limpiar y preparar el pescado, para después enviarlo a los mercados o restaurantes de la villa.

Cada uno de los almacenes está dirigido por una de las siete familias de pescadores residentes, con al menos pudientes arreglándoselas en los edificios apiñados a su alrededor. Las barcas de pesca abarrotan los muelles, donde el tráfico es intenso al amanacer y al traer las capturas al anochecer.

Esta sección de la ciudad también alberga el rentable gremio de pescadores; cada uno de los almacenes hace las veces también de casa gremial.

La lanzada me dolía, señal inequívoca que aún andaba lejos de recuperar mis fuerzas. De lo contrario, una punzada tan mundana habría sanado en apenas unos instantes, mientras que ahora debía cuidarme y andarme con un millar de ojos para evitar que nadie aprovechara mi momento de debilidad.

De todos modos, ahora el jaleo en los almacenes era el suficiente como para tener más cuidado que la vez anterior, además el sol se encontraba en lo alto... un inconveniente más para la lista.

Al final había localizado un lugar donde descansar y dejar que el tiempo sanara mi herida. En cualquier caso, debía permanecer atento, no fuera a ser que alguien me hubiera visto y decidieran satisfaccer su curiosidad.