Partida Rol por web

Había fallado en su intento de embestir a traición a aquel lobo, y no era de extrañar, se sentía débil y con la mente nublada. No iba a morir por su herida, al menos no ahora mismo, pero empezaba a dudar de que viese salir el Sol anunciando un nuevo día. 

Una vez más habían logrado sobrevivir, esta vez todos, pero no creía equivocarse al pensar que todavía quedaba largo camino hasta el castillo, y que, desde luego, lo peor debía estar por llegar. En el castillo temía encontrarse con algo mucho mayor a lo que pudiesen enfrentar.

Volvió junto a Kenshi, tratando de disimular el dolor en su costado.

-Bueno, no eres tan fácil de matar- le dijo seria mientras enfundaba su arma. -No se porque nos hemos metido en todo este lío- murmuró. Aunque sí lo sabía, en su caso era por el dinero, pero claro ¿acaso iban a cobrar una fortuna? No, y en cambio no volvería a necesitar cama ni comida jamás.

Barrabás, ahora visiblemente malherido se echa a un lado, observando sus heridas que se concentraban en las extremidades. Se encontraba con fuerzas para seguir, pero no podría afrontar muchas más manadas de lobos. La muerte del ser de hojalata había sido tan rápida que nada podía haberse hecho, había luchado bien, y merecía cualquier honor que el resto de los compañeros le quisieran brindar. Barrabás miró con cierto desprecio al elfo Phenios rebuscando en el cadáver... pero no podía recriminarlo, era un elfo, carente de cualquier sentido del deber y el honor. Con unas vendas cubrió algunas de sus heridas preparándose para quien siguiera abriendo camino.

Moris escuchó a Dagmar y asintió en su dirección, entendiendo lo que decía; sin embargo el credo inculcado era claro con respecto a sus responsabilidades y, por delante de él, estaba el resto de los mortales a los que acompañase. Sonrió, pues apreciaba el gesto y le hacía feliz estar entre gente así.

- Mañana procuraré administrar mejor mis rezos para que quede algo para mí - le concedió a la guerrera mientras cruzaba las palmas de sus manos sobre su propio pecho -, hoy Wee Jas cerrará las heridas de Barrabás.

Dicho esto se aproximó al orco gigantesco y con un brillar rojizo de la punta de sus dedos quedó sin rastro de las dentelladas y zarpazos de aquellos lobos. Barrabás no estaba hablando así que no le importunó con su palabrería, quiso hacerlo, incluso alzó el índice para gesticular mientras encomiaba su carnicería pero no, se le veía molesto y no era sabio jugársela.

Por último inclinó la cintura con las palmas frente a su rostro en dirección a Zila, disculpándose por no tener más que ofrecer y tener que dejarla sin tratar.

Dagmar se curzó de brazos y bufó cuando el sacerdote sanó las heridas del orco —que si bien estaba sangrando, parecía más que capaz de detener a un toro a la carga y partirle el cuello— en lugar de las que le aquejaban a él.

Es usted incorregible, karuth, le amonestó. Pídale a su Dama que le proteja hasta que pueda volver a ofrecerle subendición.

Parecía que la batalla había terminado por el momento dejando una zona del bosque repleta de cadáveres. Por suerte tan solo uno de esos cuerpos pertenecía al grupo que había salido de la aldea. El cuerpo dividido en dos de Socar estaba siendo registrado por Pheinos, y la verdad es que Kenshi no lo veía mal. Los muertos no lo utilizarían más y sus objetos podrían llegar a ser útiles a alguien.

Kenshi estaba terminando de normalizar su respiración mientras buscaba con la mirada a Zila. Su compañera se acercaba a el con un poco de dificultad mientras intentaba esconder la herida que había recibido. Su mirada era seria y sus palabras escondían preocupación.

- Yo seré difícil de matar, pero tu y tu cuerpo me pide que no te quite un ojo de encima. - Guardó su arma y se agachó cuando estuvo cerca de Zila. Sin preocuparse de como fuera a reaccionar ella le separó el brazo del cuerpo para poder ver como estaba la herida que le habían hecho. - No hay hemorragia y la herida no es tan profunda como para que nos debamos preocupar. - Se levantó muy arrimado a ella mientras la miraba a los ojos y la cogía de la cintura con una mano. - Preciosa, si lo que quieres es que te toque solo tienes que pedírmelo. Yo estaré encantado. -

Thorgus salió de ese estado en el que se encontraba, más cerca del final que del principio, tosió y abrió los ojos. Lo primero que vio ante el fue el rostro de Moris sonriendo y contestando a Dagmar. 

-Lo bueno de estar inconsciente antes de tus curaciones milagrosas es que me ahorro escuchar esas palabras y frases extrañas que dedicas a ese Dios tuyo. Me alegro de que estés con nosotros y siento no ser de mucha más ayuda. 

Darko se dirigió hacia el enano y empezó a lamerle la cara en señal de felicidad por no haberlo perdido en aquella batalla. El enano sonrió, pero luego frunció el ceño y se dirigió al lobo, susurrando en su oído. 

-Tu también debes ayudar al grupo, siento que hayan acabado con los de tu especie. Pero no parecían actuar por propia voluntad. Entiendo que no hayas querido actuar contra ellos, pero sabes que te necesito a mi lado. 

Kalikalwe apenas tardó un minuto entrepar a lo más alto de uno de los árboles del bosque y desde allí pudo ver perfectamente la ubicación del castillo. Estaba suficientemente cerca como para que llegaran antes de que se les hiciera de noche. Tan solo tenían que continuar avanzando en la dirección que iban y no tardarían en llegar. 

Phenios echó un vistazo a los bolsillos del difunto Socar y sacó todo lo que podría serles de ayuda, aunque apenas llevaba gran cosa.

	Monedas de cobre	0	0.01	2	0.02	0.00
	Escudo pesado de acero	15	20	1	20.00	15.00
	Mangual pesado	10	15	1	15.00	10.00
	Mangual	5	8	1	8.00	5.00
	Yesca	0	0	0	0.00	0.00
	Monedas de plata	0	0.1	6	0.60	0.00

Mientras tanto, Moris se dedicaba a sanar las heridas de Barrabás y el casi difunto enano, logrando cerrarlas y haciéndole recuperar la consciencia. 

Barrabás se levantó, mucho más recuperado, pero con algunos dolores aún. - Agradecido, Moris de WiiJás. Si favor tu necesitar, llamar a Barrabás. - El orco se ajustó la armadura de cuero que llevaba, cuyas correas se habían aflojado durante el combate. No había tiempo que perder, y muy posiblemente, la llegada al castillo era inminente. Barrabás estaba muy preparado para arrancar la cabeza de aquel presunto druida, y poder volver a llenar la Taberna de Loto de carne en abundancia.

Así es respondió a Dagmar aún encaramado en lo alto del árbol es en aquella dirección señaló con el dedo y el brazo si nos aligeramos está lo suficientemente cerca como para que no se nos haga de noche y llegar antes. Tras ello bajó y se acercó a los restos de Socar, ya estaban repartiendo sus pertenencias, no había nada de utilidad para él excepto el dinero pero ya se lo habían repartido así que cogió el mangual pesado si nadie va a querer usar esto me lo quedo yo, no es un arma que yo vaya a usar pero la venderé para sacar algo de dinero.

Después miró en la dirección donde se encontraba el castillo que ya tenía ubicado y empezó a andar hacia allá en marcha, antes de que se nos haga de noche.

Será lo mejor, replicó Dagmar. Por mucho que ese castillo fuese la guarida de su objetivo, no podía tener más ojos en él que en el bosque, donde cada matorral, cada ramaje y cada sombra podía albergar un espía.

Estaba a punto de anochecer, y aunque contaban con varios compañeros capaces de ver en la oscuridad, estarían en desventaja contra los animales.

Moris, le ruego que camine entre los demás, donde no puedan alcanzarle si sufrimos otra emboscada.

Moris sonrió en dirección a Thorgus, dichoso de verle en pie y de bien humor. Era de sus primeros compañero de aventuras que seguía con vida y el que siguiese así era bueno. Como druida todavía tenía mucho que aportarle a este mundo, a su fauna y flora; su historia no debía terminar tan pronto.

- El amansar a tantos lobos cambió las tornas, Thorgus, todos estamos agradecidos por tu ayuda - le hizo saber, negándose a que su espíritu se oscureciese bajo la sombra de la duda, el enano era un aliado valioso -. Ni siquiera estando caído Darko nos atacó, creo que eso habla volúmenes de la fuerza de vuestro vínculo; así que no quisiera a ningún otro aventurero en tu lugar y celebro que sigas aquí, con nosotros.

Las palabras de Barrabás revelaban que tenía un fuerte concepto del honor o, al menos, de agradecimiento. Esto ilusionó a Moris, quien miró a lo alto para ver los ojos del orco y asentir. Lo cierto es que tenía algo que pedirle.

- La cáscara de mi cuerpo está roto y lo siento cambiar a cada latido de mi corazón, te ruego veles mi sueño cuando duerma y espantes a aquellos que busquen hacerme daño - con aquello le bastaría, pues Barrabás ya le había dicho que recogería el cuerpo de Socar a la vuelta - Muchas gracias por tu ofrecimiento Barrabás, tus cadenas, brazos e integridad son igual de fuertes.

Cerró los ojos y sonrió cuando llegó a sus oídos la recomendación de Dagmar, genuinamente se sentía protegido por aquel grupo y ojalá él hubiera podido proteger a Socar tanto como los demás lo hacían con él. Con dedicación y fe habría de mejorar su capacidad para alzarles una vez cayesen, puede que hasta tomar su mano para que no cruzasen las puertas a los Salones de la Muerte.

- Desde luego, haré como decís - dijo, incapaz de evitar usar el tono obsequioso que, hace no tanto, usaba cuando en el templo le amonestaban -; entre todos estaré a salvo.

No le hizo especial gracia el gesto de Phenios, jamás consentiría tal profanación del cuerpo de un difunto, pero si en verdad Socar era una especie de armadura animada y el casco protegía al elfo de una herida mortal, haría mejor guardando silencio. Al menos por ahora.

Hecho el reparto Phenios asintió ante las intrucciones de Kalicalwe y se dispuso a partir.

- Me pregunto si nos darían algo por los pellejos de los lobos - no aguardó a las respuestas antes de añadir -. Cuando hayamos terminado con la torre, claro, jejejeje.

Estaba contento de ver tanto lobo muerto, él les había sobrevivido de milagro pero estos a su grupo no.

Tras el reparto de las pertenencias de Socar el grupo se dispuso a marchar en dirección al castillo. Con paso rápido y sin encuentros no deseados llegarían con el sol fuera, aunque dudaba que todo les fuera a salir como ellos deseaban.

- Si no queremos que la noche caiga sobre nosotros lo mejor será retomar rumbo al castillo cuanto antes. -

Kenshi se puso detrás de Zila por si necesitaba ayuda para avanzar a causa del dolor que pudiera notar por culpa de la herida del costado.

Sonrió hacia Moris, era un ser extraño a su parecer, pero eso no quitaba que fuera una buena persona además de noble. Escuchó las palabras de Kalicalwe y miró en la dirección que indicaba tratando inútilmente de visualizar el castillo entre la Mara de vegetación. Estaba dispuesto a abrir de nuevo la comitiva y tomó camino al Castillo, no sin antes echar un último gustazo al cuerpo de Socar, al que no se había acercado a saquear por respeto, y darse un par de golpes en el pecho. 

Pese a que nadie creía que fueran a ser capaces y preocupados porque cualquier otro peligro les volviera a acechar, esta vez sí que llegaron a la puerta del castillo.