Partida Rol por web

Lucrecia no relajó la sonrisa. Solo apartó una parte de ella de sus ojos para sustituirla por una mirada de comprensión.

—No creo que más de diez años* —replicó—. Sé que es un fastidio, cielo, pero me harás un favor que no olvidaré. Y descuida, compensaré el esfuerzo con creces.

Claro que es un fastidio, per nadie te obligó a dedicar tu vida a escribir tu diario con tinta gris. ¿Es que tienes otra cosa que hacer, sabandija perezosa? Escaquearte a desayunar por octava vez, ¿verdad? No puedo imaginar la dedicación que tiene que requerir mantener esa figura. Si no tuvieras voz de silbato no sabría si eras hombre, mujer o pavo relleno.

Cuando no hay reunión del concejo, varios oficinistas y escribas trabajan en esta sala, copiando textos legales, investigando problemas o haciendo cuentas.

Un cartel indica que para solicitar la ciudadanía es necesario una espera de 15 días.

Cuando te diriges a una de las oficinistas, ésta te saluda con una amplia y generosa sonrisa haciéndote sentir cómodo con tus preguntas.

Ella te responde tranquilamente y sobre todo de muy buen humor.

- Bueno, señor dijo a Tinkle, lo primero que tienes que entregar en esta oficina es un papel con tus datos, y sobre todo esperar unas dos semanas hasta que el concejo examine tus documentos.

Los requisitos necesarios para obtener la ciudadanía son:

- Demostrar habilidades comerciales. (4 rangos en Artesanía, Interpreta u Oficio).
- Ser capaz de ayudar en la defensa de la villa. (Tener al menos nivel 2 de PJ)
- No ser un criminal o rufián reconocido.
- El pago de una tasa de 10 po.

Los beneficios obtenidos gracias a la ciudadanía son:
- Abrir un negocio y tener propiedades en la villa
- No pagar la tasa al entrar a la villa
- Derecho a voto cuando el concejo pone a referendum alguna ley.

Asintió al observar la fecha. Está bien. Dijo aceptando aquel encargo con resignación. Esta tarde pásate por aquí, supongo que para entonces ya te habré dado una respuesta. Y trae algunas monedas, porque este encargo espero que tenga su recompensa. Mostró una sonrisa a la espera de que Lucrecia la dejara ya en paz.
 

Bien , los requisitos son duros pero eso me alegra porque asi se que mis vecinos serán gente de bien .Me encojo de hombros .Lamentablemente mi bolsa no se ha recuperado y no he encontrado trabajos bien remunerados como para poder pagar la tasa .Ire a buscar algún encargo con lo que poder conseguir esas 10 monedas .Hago un gesto de despedida y me dispongo a salir.-Volvere con el dinero  

Lucrecia agrandó la sonrisa. Era mejor esperar unas horas por la posibilidad de encontrar una pista que empezar la investigación desde cero. Al fin al cabo, acababa de llegar a la ciudad; todavía no tenía contactos a los que recurrir. Quién sabe, Lucrecia, puede que te convenga portarte bien con esa mujer; una aliada en el ayuntamiento, aunque no sea más que una archivera del registro, no es una inversión terrible.

—Gracias, cielo, muy amable —se despidió.

Salió del ayuntamiento pensando en su siguiente paso. Tenía dos citas a las que acudir ese día, y mucho tiempo libre hasta una y otra. Podía aprovecharlo para descansar; había pasado la noche en vela y se sentía a punto de apagarse como la llama de una vela encerrada bajo un vaso. O puedo dedicarlo a empresas más productivas y dormir más tarde.

Mientras caminaba hacia el ayuntamiento, había estado pensando en las joyas robadas. Podía acudir al gremio de joyeros, o incluso al mercado, y contar alguna historia lacrimógena sobre la procedencia de las joyas. Podía hacerlo disfrazada de una viuda madura pero todavía atractiva, luciendo un generoso escote empapado por las lágrimas —sí, estoy sola desde que él murió. Creía que no nos iba mal, pero él... él me ocultaba cosas. No, no me atrevo a decirlo, es humillante para una mujer, caballero. Esto es todo lo que me queda de él, lo que me regaló cuando aún... cuando aún... Deshacerme de ello es como arrancarme el corazón, por tercera vez—. Se estremeció de risa imaginando la escena.

Pero antes de intentar algo así, por divertido que fuera, valía la pena tratar de encontrar una solución de futuro. Una ciudad como aquella debía de contar con contrabandistas, estraperlistas, traficantes y, en general, especialistas en comprar mercancías de procedencia dudosa y canalizarlas de nuevo hacia el mercado, a cambio de una generosa mordida por el riesgo asumido. Y quiénes necesitaban tales servicios. Los ladrones, claro, pero ellos no colocaban carteles indicando su oficio en sus locales. Quienes si lo hacían, era los que no roban, sino que "encuentran".

Bostezó, se estiró lujuriosamente y, preguntando direcciones a los transeúntes, se dirigió hacia el gremio de barrenderos.

Este alargado edificio de ladrillo se mantiene en un estado de conservación excelente. Una cúpula central es flanqueada por dos alas gemelas de oficinas, archivos y almacenes. La sala central sirve de cámara de audiencias para las reuniones del concejo, abiertas al público.

La ciudad es bastante grande y ante la noticia de la falta de miembros de mi especie, me siento más impulsado a hacer cosas por mejorar ciertos aspectos y cuando llego al ayuntamiento creo que es un buen comienzo.

-Saludos, tengo entendido que el alcalde está interesado en conocer a la gente que llega a la ciudad- digo controlando mis palabras al ser un lugar oficial.

-Pues vengo por ese motivo.

Mi gesto es serio, pues creo en lo que estoy haciendo, tal vez los que me rodean puedan ver en mi alguien enfadado, pero no es así.

Entendido, entonces vaya usted a hablar con él. Vaya a buscarle a su mansión que es donde seguramente se encuentre. Aquí solo viene cuando hay reunión con el consejo.

Su casa es fácil de encontrar es la mansión Timertikos, es una de las mansiones más al oeste de la ciudad.

Este alargado edificio de ladrillo se mantiene en un estado de conservación excelente. Una cúpula central es flanqueada por dos alas gemelas de oficinas, archivos y almacenes. La sala central sirve de cámara de audiencias para las reuniones del concejo, abiertas al público.

Tras vueltas, revueltas y un infortunado incidente con una cabra, Mak ha conseguido llegar hasta el ayuntamiento. Asombrado por el tamaño y la multitud decidió que lo mejor sería entrar por la puerta central y preguntar a quien fuera para saber a donde debía dirigirse.

-¿Hola? Busco a ¿Ligodia el Guardia?- dijo titubeando- Quiero unirme a la guardia, hacerme residente, conocer el clima de la ciudad...¿Donde debo ir? ¿Aqui se ofrece trabajo? ¿Sabe alguien donde puedo comprar una alfombra como esa?

Alguien que estaba en la sección de información no dudó en responderte:

- Buenos días, aquí no hay nadie con ese nombre. Para unirse a la guardia, vaya usted a los cuarteles y hable con Iborian. Para conocer el clima salga fuera y mire el cielo. El trabajo se suele ofrecer en las tabernas, normalmente es allí donde la gente busca aventureros. Esta alfombra se compró en el mercado.

Y los requisitos necesarios para obtener la ciudadanía son:

- Demostrar habilidades comerciales. (4 rangos en Artesanía, Interpreta u Oficio).
- Ser capaz de ayudar en la defensa de la villa. (Tener al menos nivel 2 de PJ)
- No ser un criminal o rufián reconocido.
- El pago de una tasa de 10 po.

Los beneficios obtenidos gracias a la ciudadanía son:
- Abrir un negocio y tener propiedades en la villa
- No pagar la tasa al entrar a la villa
- Derecho a voto cuando el concejo pone a referendum alguna ley.

Atiendo a lo que nos cuenta el trabajador del ayuntamiento. No me esperaba que tuviera que ir a la mismísima casa del alcalde para poder hablar con él tenendo en cuenta que tienen un edificio donde se supone que debería poder encontrarlo. 

Cuando he llegado hasta el ayuntamiento, me he fijado en un par de lugares interesantes que están aquí cerca. Uno de ellos es el templo de Boccob. Pese a que no es una deidad que tenga que ver mucho con mi creencias decido ir a ver el lugar, dentro de lo que cabe allí encontraré clerigos que tal vez necesiten ayuda e imagino que no tendrán tampoco demasiados seguidores.

Asumiendo sus imposibilidades se decidió que parecía interesante la opción y quizás sería el desafio que buscaba.

-¡Iborian! Si eso era...vaya que memoria la mía- dijo recordando el nombre del Guardia que le habían citado- Vaya buena cantidad de información ¡eh!...si señor, eso es lo que yo llamaria un trabajo bien hecho...¿alguna taberna donde pueda encontrar esos trabajos?...no es, es que soy nuevo en la ciudad...aunque me ha parecido un sitio encantador, pero no se donde está nada de nada.

Se quedó mirando esperando alguna señal más de donde encaminarse.
 

Este alargado edificio de ladrillo se mantiene en un estado de conservación excelente. Una cúpula central es flanqueada por dos alas gemelas de oficinas, archivos y almacenes. La sala central sirve de cámara de audiencias para las reuniones del concejo, abiertas al público.

De vuelta a su aspecto habitual —deslumbrante aspecto habitual—, Lucrecia entró en el edificio del ayuntamiento. La funcionaria le había dicho que buscar lo que le había pedido era mucho trabajo, y que le llevaría toda la mañana conseguírselo. Dudaba que fuera totalmente cierto, una exageración para hacer que se sintiera culpable por tener la osadía de pedirle que hiciera su trabajo. De cualquier modo, le había dado tiempo más que de sobras, así que se dirigió hacia donde había hablado con ella aquella mañana, buscándola con la mirada.

La mujer que había estado atendiendo antes a Lucrecia seguía por allí trabajando, y cuando la vio llegar le dedicó una amplia sonrisa. Bien, tengo tu información. Le dijo contenta, ¿qué me traes tú a mi? Dijo esperando que le pagara por ella.

En su mundo mental, Lucrecia se imaginaba con un cuchillo de carnicero en la mano, cortando la avarienta mano de la funcionaria de tres tajos. ¡Zas! ¡zas! ¡zas!. Y la mujer se llevaría la muñeca si mano a los ojos, y observaría la sangre brotar un instante antes de chillar como un cerdo en el matadero.

Claro que en realidad nunca haría algo así. Mutilar a la gente no era la mejor forma de ponerlos de tu parte. Y en cualquier caso, hacer algo así en medio del ayuntamiento era una locura. Así que la muchacha sonreía con la empalagosa dulzura de una jarra de miel.

Con un fugaz pase de manos, una reluciente moneda de oro apareció entre sus dedos índice y corazón.

La mujer tomó la pieza de oro sin dudarlo, y con una amplia sonrisa y siéndola completamente franca, empezó a hablar.

No he podido averiguar mucho sobre la mujer que me pediste investigar, tan solo que Skie Raynclff estuvo viendo aquí durante un largo periodo, Tobías Licorambarino la dejó embarazada durante una tórrida aventura. En lugar de aceptar al hijo ilegítimo, el noble rompió su relación y pagó para que Skie y su hijo nonato se mudasen a una lejana ciudad del norte.

Sobre lo que hizo después o a dónde fue, o qué pasó con el hijo de Tobías, ya escapa de mi competencia. No encuentro ningún tipo de dato que pueda ayudar. Lo lamento.

Si una funcionaria se había enterado de aquella historia, era porque toda la ciudad la sabía. La rumorología no se abría camino hacia los registros del ayuntamiento. A menos que este sea un lugar muy singular.

En cualquier caso, todo aquello ya lo había inferido de las cartas, y la mujer no le había dado la información que quería realmente.

—¿Y dónde vivía antes de marcharse de la ciudad? —preguntó—. Necesito localizarla. Puede que alguno de sus antiguos vecinos sepa algo.

La mujer no dudó ni un instante en pasarle la dirección de aquella mujer. Pero ahora la casa estaba ocupada y allí ya no habría nada, ni una sola pista. Culquier tipo de información que pudieran facilitar los vecinos, no sería muy diferente de la que ya le había entregado la mujer.