Partida Rol por web

Te quedas solo en la taberna esperando poder hablar con el tabernero que parece que ha ido a acompañar al resto de parroquianos a sus alcobas. Cuando regresa se dirige a ti y te dice:

Vaya, perdona, no pude atender a tus palabras, por un momento tuve demasiado lío y no doy a más. El grupo del que te hablé eran el hombre gigante, el encapuchado y la mujer esa que anda medio loca. Les encomendé una misión, pero ahora está en sus manos. Para ti no tengo nada en lo que ayudarte, disculpa. Tal vez mañana algo nuevo suceda en este pueblo. 

Ten en cuenta que en esta ciudad siempre pasa algo. ¿Quieres también tú una habitación?

Cuando el hombre termina la frase dos personas entran por la puerta. Una de ellas es una mujer vestida con una capa, el otro es un humano con extraños tatuajes en las manos.

En ese momento el tabernero se pone recto y os dice: Vaya! Más forasteros, ¿en qué puedo ayudaros?

Una oronda cabra de mimbre cuelga sobre la entrada de este edificio de madera; su panza ha quedado deteriorada hace tiempo, lo que ha permitido a una familia de palomas anidar en su interior.

Un fornido hombre vestido con un mandil que parece ser el tabernero se encuentra al lado de un hombre despeinado y con un poco de barba. En cuanto entráis en la sala parecen callarse para detenerse a miraros. En ese momento el tabernero se pone recto y os dice: Vaya! Más forasteros, ¿en qué puedo ayudaros?

Señalo al chico que me acompaña y digo:

-Mi acompañante buscaba una habitación donde pasar la noche. ¿Sería posible para él alojarse aquí?

La mujer ha hablado antes siquiera de que yo pudiera reaccionar. Estaba mirando el lugar bastante más concentrado en la impresión que me causaba que en las personas que había dentro.
-¿Cuánto cuesta el alojamiento?- añado a lo dicho por mi acompañante.
-Por cierto, ni siquiera sé tu nombre- le susurro a la espadachina.

Aire se quedó mirando a sus compañeros, por si tenían algo que decirla.

Acto seguido, se giró y, corriendo, gritó

¡Mi querido Aristóteles, ballena rellena de pan el último! ¡Ja! ¡Y esta vez te ganaré y elegiré la cama! y se fue a su habitación

Graak acabó su plato y su cerveza antes de aliviar los gases de su estómago con un sonoro eructo, tras lo cual descansó en la silla un rato escuchando las conversaciones con una sonrisa, cuando todos se levantaron para irse a dormir les siguió hasta arriba. Buenas noches, mañana nos veremos.

A la pregunta del joven, respondo con otro susurro.

-Amber es mi nombre, ¿Y el vuestro?

Acto seguido, echo un vistazo por la zona y observo a los clientes y el estado de la posada. Cuando acabo, espero a respuesta del posadero para ver si puedo permitirme la estancia allí. 

Sigo a la mujer hacia su habitacion y una vez que me aseguro que entra en la sua y no en la de otra persona me retiro a la mia

Una vez terminado de cenar, el posadero condujo a cada cual a sus habitaciones. Zarus intento no ser muy dramatico a la hora de despedirse de Layla, si fuese por él no dejaría que el día terminarse para pasar mas tiempo con ella, pero era necesario descansar, mañana sería un día igual o incluso mas complejo que este.

Un casi forzado -Nos vemos mañana, espero que duermas bien- había solicitado habitaciones cercanas para estar al pendiente de cualquier señal que indicara que Layla estuviese en peligro, a pesar de que las habitación parecía tener buena custodia de la cerradura, para Zarus era un hecho que entrar no era algo imposible, él mismo pudiera que tuviera éxito en tal labor.

- El menú completo y la pernocta hacen un total de 10 piezas de plata por cabeza. Os recomiendo que esta noche la paseis ya aquí, aún me queda alguna habitación libre y ya es casi de noche. Los paseos por esta ciudad a estas horas pueden resultar algo peligrosos...

-Sea, me quedo entonces. Noche y menú completo para mí también, amable posadero.

Dicho esto, busco en mi bolsa las diez piezas de plata y se las pongo sobre la mesa.

Layla fue junto a Zarus hasta la puerta de su habitación. Se volvió a mirarlo, aunque estaba cansada y lo que más deseaba era acostarse, la compañía del joven había aliviado su corazón y lamentaba que llegara el momento de separarse. 

Aunque por otro lado se sorprendió de tener aquella sensación. Estaba acostumbrada a estar sola y nunca había permitido que nadie llegara a rozar sus sentimientos. 

Estar aquí me está afectando...  Se dijo mientras sus labios hacían el gesto de casi sonreír. 

- Buenas noches, Zarus... - Le dijo con suavidad. Abrió la puerta del dormitorio y entró en él, no sin antes dedicarle al joven un último gesto de despedida. - Descansa... - Susurró.

Rebusco entre mis pertenencias, casi suplicando encontrar el dinero. Y ahí está. Pongo las diez monedas de plata en las manos del posadero y acompaño a Amber hasta una mesa. Me siento y ya más tranquilo la miro y respondo a su pregunta.
-Mi nombre...-respiro profundamente para tranquilizarme y fuerzo mi memoria-... Me llamo Russell. Russell Theodore Davies- suspiro y miro en derredor-. Al final creo que no nos hemos equivocado demasiado con el lugar. Parece acogedor...
Me moría de ganas de saber qué hacía una mujer como Amber en Tormentos Cristalinos. Pero preguntárselo implicaría tener que dar explicaciones de por qué estoy yo aquí. Y mi memoria aún no había logrado responder esa respuesta.

-Pse... no es el peor sitio donde he estado.-Respondo con cierta indiferencia. 

El joven que me acompaña parece dubitativo, absorto en sus pensamientos. Puede que solo sea tímido. Puede que nunca haya hablado con una mujer. Sin embargo, antes fue más fluido, más... normal. Puede que no sea nada, o puede que me tema a mi, con este aspecto...

-¿Te dan miedo las tabernas, chico? ¿O es mi espada?.-Pregunto con curiosidad.  

Amber me mira, curiosa. Debe haberse percatado de mi diatriba interna.
-No- digo sinceramente mientras observo en derredor-, la verdad es que ni me asustan las tabernas- y mirando su espada me encojo de hombros-, ni tampoco tu espada. No me tengáis en cuenta mis rarezas, habladme de vos ¿a qué os dedicáis?

-A todo y a nada. Viajo por el mundo buscando un lugar donde hagan falta mi espada y mis habilidades. ¿Y vos?-Pregunto sin mirar al chico.

-¿Dónde estará mi cena...?.-Pienso mientras hablo con el muchacho.

-Muy honrado por tu parte- digo con una sonrisa. Sigo la mirada de Amber hasta el tabernero-. Yo... no sé qué hago aquí- sonrío-, supongo que estoy en ese punto en el que tengo que encontrar mi propio camino.
No es la verdad, pero tampoco es mentira. En realidad ni siquiera habría sabido qué contestar.
-¿Dónde estará el tabernero con nuestra cena?- pregunto en voz alta.

-Creo que está criando los pollos que nos van a servir de cena. Suponiendo que sean pollos.

Ya que el tabernero se retrasa, mejor continuar con la conversación. 

-Y... ¿Por dónde pasa ese camino? ¿Dónde empieza?-Pregunto burlona- Algo habrá que sepáis o queráis hacer ¿No? Quizás sea un primer paso para buscar un camino de vuestro agrado. ¿Cuál es vuestro oficio?

Tras decir esto, espero con una sonrisa su respuesta.

El tabernero se acerca a vosotros y os trae una sopa, luego continúa con un estofado de ganso y termina con unos helados de chocolate. 

- Cuando terminéis será un placer acompañaros a vuestras habitaciones. Ya están preparadas, disculpad la demora pero he tenido que habilitar un par de ellas que no suelo usar. Ya están disponibles para descansar cuando queráis. 

-Muchas gracias- le digo al posadero.
Había llegado justo a tiempo, las preguntas de Amber me empezaban a agobiar. Apuro la sopa y luego doy buena cuenta del estofado.
-Soy un superviviente- digo al fin-, no tengo más oficio que sobrevivir. Solía trabajar para la guardia de un señor, al norte de aquí. Pero... no salió bien- siento que lo que digo es cierto, pero no sé cuánto-. He venido en pos de un camino, pero ¿cuál? ¿por dónde empiezo? ¿qué es lo que ando buscando? Lo sabré cuando lo encuentre... espero. Supongo que ando más perdido que encontrado.
Sin querer había agarrado el colgante mientras hablaba. Y al terminar lo me doy cuenta y lo suelto. Sonrío y un pequeño rubor avergonzado tiñe mis mejillas.