Partida Rol por web

Esperando la respuesta de Aire, la chica, sumida en su inconsciencia, parece recuperarse brevemente y mi nombre surge de sus labios. ¿Sería posible?

-¿Layla?, Layla, ¿eres tú? -pequeñas lágrimas surgen de los ojos de Intissar, que a pesar de haberse endurecido como el cuero en los últimos años no puede seguir represando el gran embalse de dolor y soledad que le asolaba.

Por fin, tras años de búsqueda y rezos a todos los dioses para reencontrarse con su hermana, lo había logrado. Layla estaba en sus brazos, pero parecía herida. Nada le detendría de tener a su hermana a su lado, de vuelta, sana y salva.

-¡Ayuda! -Grita Intissar mirando a los alrededores. -Dos mujeres heridas aquí. ¡Ayuda, por amor de los dioses!

Con resignación, Zarus obedece a la "sugerencia" de aquel gigantesco hombre. Su ayuda le servía para poder bajar y ponerse luego al pendiente del estado de Layla, tal vez aun seguía con vida.

Antes de que Zarus pudiera poner un pie en el suelo, un tipo de apariencia atlética tomo a Layla entre sus brazos para luego llevarla al lado de aquella mujer que parecía ser el origen de todo este caos. Dando los pasos suficiente para alcanzar el lugar donde se encontraban las damicelas, Zarus observa con algo de recelo aquella escena, aquel tipo esta haciendo mas por ellas de lo que el pudo, la culpa también salia a atormentar su transtocada mente, eran muchas emociones en tan corto tiempo, un poco difícil de afrontar a su corta edad.

Mientras me centro en atender a ambas mujeres, una figura masculina se acerca por mi espalda. Atento como siempre, me giro con presteza, con el arma lista para ser empuñada.

Aunque los ojos del hombre no muestran aprecio en el justo momento de encontrarse, no parece tener una aptitud hostil, por lo que Intissar se relaja.

-¿Has venido a ayudar? ¿Tienes algún conocimiento de sanación? ¿Podrías conseguir a alguien que lo tenga? -Las preguntas salían atropelladas de la boca de Intissar.

Las preguntas de Intissar fueron tan rápidas que no dejaron responder una cuando ya estaba puesta la otra. Haciendo un intento por ver si podía ser de ayuda para la mejoría de las mujeres que se encontraban reposando en el suelo, Zarus recapitula sobre sus experiencias en el circo, los accidentes solían darse de vez en cuando y era importante tener algo de conocimiento sobre la materia.

Asintiendo con la cabeza, Zarus se pone al mismo nivel que Intissar para ayudarlo a atender a las damas. Layla parecía estar conmocionada ante la presencia de Intissar -Quizás él sea la persona que tanto deseaba encontrar-una presión melancólica invadió por un segundo el corazón de Zarus. En su pensar estaba la idea de que ese hombre era el tan buscado amor por el que Layla había venido a esta ciudad.

Asiendo un gran esfuerzo por controlar sus emociones, Zarus se pone al pendiente de la mujer al lado de Layla. Más que sus heridas, lo que le llamo la atención, en un primer momento fue aquel sapo con el que le vio conversar en una que otra ocasión, estaba intacto, aun después de tremenda caída.

-Me pregunto si esta mujer estará del todo bien de la cabeza, no creo que este animal le pueda entender una palabra, aun así ella se muestra muy animada cuando le habla. Pero viéndolo bien, no parece un sapo ordinario. Pero que mas da… necesito que se reponga para que explique que fue lo que paso entre ella y aquel tipo que estaba en su habitación-

Dirigiendo su mirada en los diferentes puntos del derrumbe, Zarus intenta divisar la figura de aquel sujeto amenazante o la de cualquier otro herido entre los escombros. -Aun me parece increíble que todo esto haya pasado y que no puede hacer nada para evitarlo. Ojala pudiese despertar y suponer que solo se trato de un mal sueño-

Ante los intentos sanadores del desconocido, Intissar se siente agradecido. Sus manos parecen saber lo que hacen y se tranquiliza algo más.

Con Layla entre sus brazos ya nada puede perturbarle.

Una mirada de sincero agradecimiento es entregada por Intissar al hombre que ha tratado a su hermana. Sin duda no será algo que olvide fácilmente.

-Mi nombre es Intissar. ¿Cuál es el vuestro?

Todo ha quedado sepultado bajo los escombros, nada de lo que no os dio tiempo a llevaros tras empezar el derrumbe ha sobrevivido y todo ha quedado hecho pedazos y desgastado. La columna de fuego ha desaparecido tras el derrumbe y ahora una nube de polvo invade el lugar.

Entre los escombros podéis ver los cuerpos de Mir-Lat y de Brand que yacen muertos. Un poco más allá un cuerpo herido parece moverse. Parece ser que Lankus Kurrid, el dueño de la taberna también ha sobrevivido. 

Aire y Layla se habían llevado la peor parte de aquello. Ambas estaban conmocionadas y gravemente heridas, pero por suerte ya no corrían más peligro.

Ahora sería una buena opción ir a curar a las mujeres, aunque, por desgracia otra columna de fuego proveniente del Salón de las Rarezas ilumina toda la ciudad. 

Aire se mantiene como puede, viendo como su nuevo "caballero andante" se aleja y coge a otra mujer.

Antes de que pueda hacer nada, otro hombre llega a su lado. Aire le contempla medio pensativa, y su mente divaga hasta el punto de la cena, en que el hombre también estaba con la mujer que su "caballero andante" sostenía

Refunfuñando, empieza a susurrar

¿Has visto, mi querido Aristóteles? ¡Sólo tienen ojos para esa! ¡Y yo qué!

Se pone en el centro de los dos hombres y empieza a carraspear. 

Cuando cree que la miran, se lleva el dorso de la mano a la frente y, con un suspiro, cae, haciéndose la desmayada. Ya en el suelo, se lleva la mano a su vestido y se lo levanta lo justo para que se distinga uno de sus muslos. 

Tras esto, queda tendida en el suelo, esperando ser atendida

-Lazarus, pero poco uso ese nombre, me doy a conocer mas como Zarus- solo responde para no pasar por descortez, pero en realidad estaba bastante incomodo al ver como Intissar se mostraba tan familiarizado y afectuoso con Layla.

La vida de las dos damas parecían estar fuera de peligro. Con aquella suerte no contaron Mir-Lat y de Brand, cuyos cuerpos yacían sin vida aplastados por algunos escombros y algo chamuscados por la inclemencia del fuego. Algo dio la impresión de moverse, no se podía ver con claridad por el humo, pero se podía estar seguro que se trataba de un rostro conocido -Parece que aun sigue con vida, alguien que le socorra- señala en dirección a la figura que vio entre-moverse. Como Zarus se estaba encargando de atender las heridas de las mujeres, no creyó como suya la tarea de moverse a ayudar a aquella persona, solo se limito a hacer que su presencia se notara para los que aun no lo habían visto.

Aire se pone entre Intissar y Zarus, con una intención que le es poco clara al segundo -Vaya... al menos parece que ya esta...- antes de que pudiese concretar su idea, la enigmatica mujer da la impresión de ser victima de una recaída, Zarus se apresura a intentar corroborar su estado, pero es sorprendido por aquel sensual movimiento y le hace desviar la mirada -¿Pero que...? debo dejar de pensar en tonterías y ver si esta bien- esta vez las manos de Zarus se acercaron mas timidamente al cuerpo de Aire en un intento por verificar si al menos estaba respirando.

Con su hermana entre brazos y Aire desmayándose fuera de su alcance, Intissar se siente algo confuso y apenas presta atención al resto de acontecimientos que parecen ocurrir a su alrededor.

La antigua posada, antaño famosa y permanentemente ocupada, no era ya más que un triste y chamuscado recuerdo de lo que fue. El olor de la madera quemada y de otros elementos, carne humana incluida, inunda el aire, hasta hacer que a veces resulte incluso irrespirable.

Intissar se vuelve hacia el hombre que, aunque rudimentariamente, ha sanado a su hermana con cortesía.

-Zarus, vuestro esfuerzo por salvar a Layla, mi hermana, no quedará sin recompensa. Layla es lo más importante en mi vida y por fin me he reunido con ella. Vos me la habéis devuelto cuando, tras encontrarla, parecía que la iba a volver a perder de forma inmediata e irremediable. Por ello, os debo eterna gratitud. Decidme, ¿de qué manera puedo saldar mi deuda con vos? - Mientras habla, Intissar no deja de abrazar con fuerza, pero con ternura, a su hermana que aún sigue algo descolocada.

Aire, la hermosa dama que conoció en primer momento parece haber sufrido un golpe de calor debido al fuego que todavía hace arder los cimientos de la posada, devorando sin solución lo poco que queda de misma, aunque poco puede hacer por ella. Su desconocimiento de las artes curativas por un lado y el estar ocupado protegiendo a su hermana, le alejan de la bella y misteriosa dama que, sin apenas conocerle, parecía haberle coronado como su paladín personal.

Su mirada ardiente había despertado por primera vez en mucho tiempo una pasión en Intissar que parecía escondida, dormida y sumergida en lo más profundo de su ser. El apuesto joven decidió en ese momento que quería conocerla más profundamente, pero era consciente de que su prioridad era recuperar el tiempo perdido junto a su hermana.

Lo que ocurra después sólo los dioses lo saben.

Parece que todo ha acabado. Poco se puede hacer por los difuntos salvo darles la correcta sepultura y rezar por el descanso de sus almas, pues una muerte tan violenta en ocasiones puede alzarlos como muertos vivientes. El templo se encargará de que no sea así. Sin embargo, aún es posible aliviar el sufrimiento de los vivos.-Traedme a los heridos.-Digo desde detrás de Intissar y Zarus. -Trataré de sanar sus heridas con la ayuda de los dioses.

Tras esto, me acerco a Layla, sujeta por Intissar.-Tranquilos, dejadme un instante....-Digo concentrándome para lanzar el hechizo. Una vez lanzado, echo de nuevo un vistazo a Layla para comprobar que ha surtido efecto. 

-Los demás.-Digo mirando a Zarus por estar más cerca y acto seguido mirando al resto.- Si estáis bien, ¿Podéis traer a los otros? No conviene perder demasiado tiempo yendo de un lado para otro, cada segundo es vital.

Entreabro mis ojos y veo a mi alrededor a Intissar y a Zarus... además hay una mujer que reconozco de la noche anterior de la taberna.... Con la voz entrecortada y una leve sonrisa digo: Vaya... parece que he llegado tarde para presetaros....

Me levanto apoyandome en Zarus y aún recobrando mis fuerzas le doy un abrazo y le susurro a su oido: Gracias... por cuidar de mí... aún poniendote en peligro....

Me giro y abrazo a mi hermano y le digo: Te mereces un tirón de orejas... llevo mucho tiempo sin verte... lastima que no tenga fuerzas para dar ese estiron....

Miro a la mujer que me acaba de ayudar y le digo con una sonrisa: Gracias... Cuando voy a mirar a la mujer mis ojos se pierden en el paisaje que nos rodea...

Mis ojos miran los restos del edificio que aún ardían... el color ocre de los cimientos avivado por el fuego... entre ellos dos cuerpos inertes... algo más cerca el cuerpo del tabernero... aún dolorido y conmocionado...

Mi mirada busca al gigante que entrepuso su cuerpo entre el mio y los escombros ... debemos ayudarlo.... susurro

-No os preocupéis, ayudaré a cuantos pueda.- Digo encaminándome hacia los cuerpos del posadero y el gigante.- Que alguien coja a la otra mujer. Su estado no es tan grave y mi magia es limitada. Si me traéis unas vendas podré ayudarla. Deprisa.

Acto seguido, lanzo otros dos hechizos, uno sobre el gigante y otro sobre el posadero, esperando que sean lo suficientemente poderosos como para que sus vidas no corran peligro. Una vez los he lanzado, trato de ayudarles a salir de entre los escombros comenzando por el más grave.

Devuelvo con fuerza el abrazo a Layla y la beso en la frente. Tanto tiempo buscándote...

Ahora que mi hermana está sanada, agradezco a la sanadora su conjuro de curación y me acerco a Aire a la cual recojo en mis brazos. Su cuerpo, menudo y estilizado, resulta increiblemente cálido al tacto. No puedo evitar pensar en haberle visto una fugaz sonrisilla pícara cuando la he recogido, haciéndome pensar que quizás su desmayo ha sido fingido. Imaginaciones tuyas, Intissar. Pienso para mis adentros.

Con Aire entre mis brazos y Layla a mi lado, me reuno con el resto de, supongo, nuevos amigos y me acerco con interés a ver si alguien más necesita ayuda.

Aire notó como los dos hombres se preocupaban por ella

Bien, mi querido Aristóteles, lo he conseguido pensó

Cuando sintió que Intissar la cogía en brazos, su corazón dio un pequeño brinco. ¡Había dejado a la otra para cogerla a ella!

Sutilmente, tocó el bíceps del hombre y murmuró Vaya, ¡qué maravilla!

Contenta por haber conseguido lo que buscaba, decidió que si seguía en sus brazos ese hombre podía pensar que Aire era una cualquiera, y no podía permitir eso

¡Oh, mi querido caballero! El calor de tu hermoso cuerpo y la dulzura del latir de tu corazón me ha hecho recobrar el sentido. Si así lo deseas, puedes dejarme en el suelo, me agarraré a ti para no caerme dijo mientras agarraba de nuevo su bíceps

Intissar baja al suelo a la preciosa mujer, sabedor ahora de que lo suyo fue una jugarreta para ser el centro de atención y, por qué no, acercarse más a él. Intissar no se quejó y satisfecho, incluso, se dejó llevar.

¡Qué curioso lo mucho que había cambiado su caracter en apenas unas horas! Desde el frío y calculador hombre que era cuando, alejado de su hermana, había vuelto a la ciudad que lo vió crecer con la misión de encontrarla a cualquier precio, al cálido y alegre Intissar de su juventud antes de que la desgracia se cebase con su familia.

Aún tenía asuntos pendientes, pero por primera vez en su vida, Intissar se sintió liberado de una terrible carga y podía disfrutar, desde hace mucho, de la vida y los placeres, quizás mujeres hermosas incluídas, que la vida le brindaba.

Así que, haciéndose el confiado, permite a la bella Aire asirse a su brazo mientras caminan en busca de nuevos amigos.

Graak notó como la estructura cayó  quedando en pie únicamente el techo que estaba sujetando, aún así, quedó atrapado entre los escombros, sin embargo con la fuerza de su aún enorme tamaño los apartó para ver como una mujer se acercaba para curarlo. Gracias señora.

Tras una breve mirada a su alrededor observó los cadáveres de dos hombres, uno de ellos Brand, al cual se acercó mientras menguaba hasta recuperar su tamaño normal. No me has dado tiempo ha conocerte pequeño, pero parecías un tipo que sabía defenderse, ven, vamos a enterrarte. Sin decir nada más arrastró los dos cuerpos hasta alejarlos de las llamas antes de ir con el pequeño grupo que se había formado. ¿Estáis todos bien?¿Qué coño ha pasado Aire? No me gusta que me despierten en mitad de la noche, y menos quemando la posada.

-Su hermana- el rostro de Zarus pareció impactado por la noticia, en realidad pensó que la relación entre ellos era algo distinta -No ha sido nada- responde lo mas rápido que puede para no hacer tan notoria la impresión que había causado en él aquellas palabras, también se sentía apenado por haber pensando algo tan vano hacerca de las intensiones de Layla para llegar a esta ciudad. -No hay deuda que debas pagarme, pues con ella yo me encuentro muy agradecido- dice mostrando una calidad sonrisa a Intissar para luego contemplar a su hermana -El haberte conocido ha sido suficiente recompensa para mi-

Una nueva figura saca del absorto en el que se encontraba Zarus, -¿Sanar sus heridas con la ayuda de los dioses, en verdad puede hacer eso?-aunincrédulo, vio como aquella mujer logró una gran mejora en el estado de Layla con solo posar sus manos sobre ella. Aquella dulce voz se dejó escuchar nuevamente, esta vez le agradecía por estar al pendiente de ella, pero lo cierto era que Zarus no había cumplido a cabalidad dicha tarea, pero aun así, la alegría de verle por completo a salvo le hizo olvidar toda angustia o pena. La abraza dubitativamente correspondiendo a su gesto de afecto, nunca había tenido tan cerca a una mujer, al menos no una que su cuerpo y su mente la reconociese como tal.

Atendiendo a lo dicho por aquella mujer de fe y la sugerencia de Layla, Zarus va a la ayuda del gigantesco hombre y del posadero. Aquella mujer también fue hacia ellos, entre ambos ayudan a sacudirse los escombros al mas grade de los dos hombres, ella hace lo mismo que con Layla, logrando hacer que se sienta mejor, luego hace lo suyo por el posadero, mientras Zarus se encarga de levantarlo para ubicarlo en un lugar mas seguro.

El gigante, ya no tan gigante, toma los cuerpos sin vida de las hasta ahora únicas victimas de aquel desastre y luego de darles una nueva ubicación, se desplaza hacia donde se encuentra Aire y Intissar para hacerle una unas preguntas, -Es cierto todo esto comenzó en su habitación- dice recordando que ella se encontraba en platicas con aquella figura de amenazante voz ante de la explosión que provino justamente de su dormitorio.

Zarus se acerca hasta donde esta Layla y desde hay empieza a cuestionar a Aire -Tu sabes que fue lo que ocurrió, ¿Cierto?- aquello era mas una afirmación que una pregunta, al juzgar por la determinación de su mirada -Ya es hora de buscar que todo cobre algún sentido, no entiendo nada de lo que ha ocurrido-

Aire estaba un poco desorientada, y no sabía de que le hablaban. Notó su oído húmedo y, al llevarse allí la mano, notó que sangraba.

Vaya, que contratiempo... dijo para sí misma

Ante las preguntas de Zarus, pareció volver a la realidad y, mirándole, dijo

Un bicho feo entró en mi cuarto. Iba desnudo e iba buscando unas monedas. Supongo que quería vestirse. Saqué una moneda y le pregunté que para qué las quería...

Miró sutilmente a Graak-Hal y empezó a guiñarle el ojo con mucho descaro

Después estalló y la habitación con él, y se llevó mi moneda...

Aire se calló, ya que se estaba mareando por momentos