Partida Rol por web

La vuelta pareció mucho más larga que la ida, en parte por el silencio y en parte por el fracaso. Pero al menos el grupo no había disminuido.

Allí estaban de nuevo, ante aquellas murallas y, como no, ante los guardias. Antes de que Moris empezara con su repertorio de palabras, Thorgüs ya estaba rebuscando su pequeña saca.

-Prefiero ser el único al que debas algo, así cobraré algo si por alguna de aquellas nos dejas antes de saldar tu deuda. Le dijo Thorgüs con una pequeña sonrisa, al parecer el estar tan cerca de comida y lecho le levantaba un poco el ánimo

Dagmar enarcó una ceja y sonrió con inusual delicadeza. No era proveerle de diversión el propósito de las palabras de Moris, pero lo había hecho.

Si anda entregando sus pertenencias con tal alborozo, sentenció, pronto no le restará más que el pellejo por dar, y habrá de enfrentarse al mundo desposeído y desnudo, como un recién nacido. 

Ella misma se hubiese ofrecido a pagar la tasa, pero el druida habló primero 

Si hemos de saldar nuestras deudas, sean las fueren, no nos queda más remedio que encontrar trabajo, recordó a los demás. 

La arena de combate no interesaba a Dagmar. Preferís morir en una zanja solitaria que hacerlo donde otros podían regocijarse en sus estertores. Y, además, no le restaba demasiada confianza en sus habilidades 

Vera se encogió ante la pregunta de Socar. Hoy es el primer día que se llevan a cabo esas Arenas. Y me temo que desconozco el lugar donde se realizarán. Lo mejor que podéis hacer es dirigiros a la Catedral de Kord y ellos os indicarán el lugar. Comentó despreocupada mientras esperaba a que le pagasen el diezmo de entrada.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

    Socar mantuvo la mirada durante unos segundos a la guardia, encontraba un insulto el continuo sangrado al que los estaban sometiendo sus compañeros y ella misma pero al mismo tiempo la pequeña parte cabal de su mente le advirtió sobre lo que podría iniciar un enfrentamiento directo con los protectores de la muralla. Llevando la mano a la bolsa dejó caer las monedas para pasar a ir directo a la Catedral donde le dirían el lugar exacto donde se celebrarían los combates, sabía que aquello se alejaba de su idea inicial pero las arenas de sangre no le eran un terreno del todo desconocido, el mismo Hextor usaba rituales semejante para que sus adeptos alcanzasen la gloria y tal vez el participar en esos combates fuera la plataforma que necesitaba ahora para impulsar su andanza.

Como la otra vez que entró, la guardia de la ciudad pedía dinero para entrar. No sé hizo esperar mucho cuando un grupo de cuatro aventureros apareció y sin mediar palabra uno de ellos pagó.
Buenos días respondió a la guardia mientras entregaba cinco piezas de cobre.
Después se dirigió al grupo que parecían tener claro su destino
Disculpar caballeros, mi compañero Phenios y yo, mi nombre es Kalicalwe, tenemos entre manos un encargo en el que pagan bastante bien hizo una marcada pausa ¿Estáis buscando ganar dinero? La recompensa que ofrecen es suculenta aunque entraña su peligro, es por ello que estamos buscando audaces aventureros dispuestos a arriesgar su vida. Tenemos dos compañeros más en una de las posadas de Tormentos. Junto con vosotros cuatro sería suficiente para ganar la recompensa

Estaba hablando Dagmar de trabajo, observando cómo la figura blindada se alejaba en dirección al templo de aquel dios desconocido, y el trabajo vino a ella como conjurado por hados traviesos. El hombre que les hablaba era, a juzgar por su aspecto, un elfo. Uno de baja estatura, pero a quien sus armas y armaduras lo identificaban como un guerrero. Otro elfo más alto lo acompañaba. Ambos parecían jóvenes, pero la mujer sabía lo suficiente de tales seres como para intuir que habían experimentado ya vivencias que multiplicaban las suyas.

Buen día, Kalicalwe y Phenios, los saludó. La voz de la mujer tenía un acento cuyo origen era difícil de discernir. Me llamo Dagmar. Ellos son Thorgus, y el karuth Moris. El que se adentra en la ciudad se hace llamar Socar. No puedo hablar por ellos, pero sí por mí. Busco ganar dinero y el peligro, si es coherente con la paga, no me espanta. Háblenos del trabajo.

Encantado de conoceros. Hay una aldea que está teniendo problemas con los animales que le rodean, son tan agresivos que atacan a todos. El trabajo consiste en ir a la aldea y solucionar el problema ya que están en una situación extrema. Pensamos que hay alguien detrás de todo.
De la recompensa no os puedo decir con exactitud pero cuando éramos cinco a mí me preguntaron que quería de recompensa y les dije que 100 po para mí solo, cosa que aceptaron. Si ahora somos más quizás bajen la recompensa. El motivo por el cual no llevamos a buen termino el trabajo es porque el sanador del grupo, ya que éramos cinco al principio, se fue en mitad de un combate con unos lobos dejando expuesto al grupo. Si aceptáis venir, tendríamos que ir a una posada de Tormentos donde hay dos de nuestros compañeros esperando, pues hemos venido aquí a reclutar.

Los sanadores pasaban las batallas en sus tiendas, atendiendo a los heridos, o hacían aparición tras ellas, buscando supervivientes entre el maremágnum de cuerpos exánimes y dolientes. Había de ser terrorífico para un médico andar en medio de la batalla. ¿Justificaba eso el comportamiento de aquel de quien hablaba Kalicalwe? Aunque no gustaba de juzgar lo ajeno, Dagmar lo dudaba, y que los cuatro restantes hubieran sobrevivido al lance apoyaba su opinión.

La recompensa parece suficiente, incluso repartida entre más, dijo la mujer. Ocuparse de animales hostiles parecía tarea más sencilla que hacerlo de hechiceras y dragones. Incluso si había alguien detrás de los ataques. A usted, Thorgus, que tiene conocimiento de tales asuntos, ¿qué opinión le merece? 

Thorgüs miró a Dagmar y acarició su barba antes de saludar a los dos extraños y contestar.
-Parece un buen trabajo, si los lobos no vienen en grandes manadas, Hizo una pequeña pausa, Y respecto a las sospechas de si hay alguien detrás estoy casi seguro.
Los lobos no son tan agresivos por naturaleza, ¿verdad Darko?. Dijo esto último acariciando al animal.

Tras.esto se dirigió a la guardia y tras buscar el dinero en su saca, mientras refunfuñaba, se lo dio no sin antes hacer una rápida cuenta de cabeza sobre su deuda con Moris.

Moris asintió y bajó la cabeza, convencido de que aquello era lo correcto y guardándose de cualquier demostración de júbilo pues las dos últimas expediciones habían sido complicadas y carentes de recompensa con la que mantener su sustento.

-Por favor, buen Kalicalwe, decidme en qué posada estarán vuestros aliados para que os pueda encontrar- se disculpó, pues imaginaba que separar a sus recién encontrados voluntarios no le haría ilusión-; he de atender un compromiso en el mercado pero estaré donde me digáis antes de que den las nonas.

- ¡Estupendo! ¡Jajajajá!- festejó Phenios- Ha sido llegar y encontraros listos para la aventura, qué alegría y sí, jejejeje, cuidado con los lobos- se frotó el cuello con un temblor en la voz-. Pero si hay que ir a la Catedral de Kord, vayamos que os acompañamos.

Azuzar a lobos era una hazaña mucho menos impresionante que sumir una región en un invierno excesivo. Detener a quien estuviera tras ello parecía, a simple vista, una tarea más cercana a la altura de las habilidades de gente como ellos.

Ni tan mansos, apostilló por lo bajo, observando con desconfianza al lobo del enano.

Dagmar pagó la tasa y se adentró de nuevo, con los demás, en la ciudad.

Que el encuentro con la dama de cabellos carmesíes le sea propicio, deseó al karuth cuando el sanador anunció su propósito, aunque en su fuero interno era escéptica sobre las posibilidades de que la dama hiciera aparición.

La posada el bote del lagarto

Moris se giró para mirar a Dagmar a su único ojo bueno e inclinar la cabeza en señal de respeto, el karuth apreciaba las palabras de la aventurera - señal inequívoca que le había escuchado durante la acampada en el bosque nevado - y ansiaba poder ayudarla a cumplir con sus ambiciones.

- Wee Jas tiene su marca sobre tus cabellos también, Dagmar, bendita seas- se llevó sus manos cruzadas al pecho expresando su fe con una sonrisa-; nos veremos en el Bote del Lagarto y recibiré encantado tus patadas cuando haya hablado demasiado de mi felicidad.

Se giró entonces hacia el enano, quien ya por segunda vez había demostrado su confianza en que sus deudas le serían devueltas, y se despidió de él.

- Gracias, Thorgus; todavía no hemos terminado de volver y ya me quiero ir de nuevo contigo y con Darkon de aventuras.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Por fin había llegado, y por cierto estaba bastante cansado y sediento. Aunque eso no quitaba el típico aspecto jovial y feliz que siempre tenía, esta vez el cansancio pudo frenar su típica catarata de preguntas y comentarios azarosos de cada vez que conocía a alguien, y sus preguntas y comentarios quedaron solamente en:

-Buenos días, señores- y mientras sacaba las correspondientes pc del bolsillo decía- ¡Qué cansado estoy, y qué sediento! ¿Cómo hacen ustedes los guardias para permanecer horas en esta posición, cargando tan pesadas armaduras?-

Se le estaba antojando una buena cerveza, sabía que su dinero era escaso, pero una jarra no haría daño, ya encontraría una forma de hacer dinero, así que al final de sus preguntas añadió. 

-¿Sabe usted donde puedo tomar una buena cerveza? Pero que tampoco sea el lugar más caro de la ciudad, ya que el bolsillo aprieta en estos días...

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Xaz se quedó abajo, frente a la puerta, con las piernas abiertas y los brazos cruzados. 

-Será posible tanta mala suerte? Maldita sea, este viaje ha sido mortal y ahora no me dejan entrar porque tienen miedo de la noche? No, DESEO dormir en una taberna y lo conseguiré. Aunque tenga que colarme.

Xaz se planteó escalar la muralla, pero no parecía una buena idea, pues era demasiado alta y probablemente aunque no hubiese guardias apostados en la puerta, sí que estarían vigilando el lugar.