Partida Rol por web

Esta bella mansión es tan señorial como clásica. Un sinfin de gárgolas se asoman a los aleros de sus tejados, casi tantas como pararrayos jalonan sus vértices. Un escudo de armas sobre la puerta muestra una daga con una llave cruzada sobre campo dorado.

Intissar, sabedor de los extraños sucesos de la casa, decide esperar en un callejón cercano desde el cual puede mantenerse en el anonimato, mientras observa, paciente, como gentes de diversa índole entran en la casa cada poco tiempo. Los minutos se suceden, intercalando momentos de gran afluencia con momentos de absoluta calma. Quizás la diosa de la Fortuna haga que aparezcan personas que él conoce y con las que acercarse más a su hermana.

En el tiempo que estás allí vigilando y mirando no parece pasar demasiada gente, tan solo ves como cuando empieza a anochecer como varias personas van entrando con un maletín de uno en uno. No parece que vengan en grupo sino de forma individual. Por allí no aparece nadie que te resulte conocido.

Tal vez hayan pasado muchos años como para que seas capaz de reconocer a cualquiera de tus contactos... ellos y tú erais muy jovenes y ha pasado mucho tiempo de aquello...

Las horas pasan y nada parecer ocurrir. Intissar cansado decide irse, cuando de repente, poco a poco, personas con maletines van entrando de uno en uno en la casa. Aunque comienza a oscurecer, la luz es suficiente para ver las caras de muchos de los sospechosos, si bien no cree reconocer a ninguno. Parece que la espera ha sido infructuosa, por lo que Intissar se dirige hacia el Gran Puente para encontrarse con Argot, quizás las cosas sean más productivas con él.

Esta bella mansión es tan señorial como clásica. Un sinfin de gárgolas se asoman a los aleros de sus tejados, casi tantas como pararrayos jalonan sus vértices. Un escudo de armas sobre la puerta muestra una daga con una llave cruzada sobre campo dorado.

Antes de largarte de allí observas como un extraño hombre robusto, alto y pelirrojo con una barba y muy serio se acerca a la casa Lassiter. 

Intissar advierte que su cara le recuerda a alguien, pero no está seguro. La luz del día comienza a irse y las facciones de la gente se vuelven difusas a mayor distancia. Forzando la mirada, Intissar observa desde su escondrijo al visitante. Su figura, de aspecto temible, destacaría en una multitud. El color de su pelo también parece algo distintivo...

¿Quién será?

El hombre se encontró, tras girar una esquina, con una gran mansión extrañamente decorada con mil y una esculturas que simbolizaban diablos, dragones, hidras y otras figuras fantasmagóricas. Aquellas gárgolas no le daban a al edificio ningún tipo de estilo romántico ni acogedor. Pero peores casas había visto Ethan en sus muchos viajes!

Se acercó a la puerta, no sin antes prestar atención al escudo que lucía en la portalada de la casa. Dió un par de golpes utilizando el picaporte con forma de león y esperó que le abrieran la puerta.

En aquel momento se dió cuenta que no sabía del todo como pedirle al señor Lassiter el que le recibiera, le ofreciera un trabajo o encargo, y lo más importante: pasar la noche en su casa.

Nunca había sido muy dado a la conversación y, muy a menudo, era rudo a la hora de escoger sus palabras. En ese momento se abrió la gruesa y pesada puerta, apareciendo tras ella el rostro de un anciano de piel pálida y faciones marcadas. Mirando de arriba a bajo inquisitoriamente al guerrero, le preguntó utilizando un tono sospechoso:

-Qué desea?

-Vengo a ver al señor Lassiter.

La sorpresa apareció en la mirada del que intuyó que era el criado de la casa.

-Al señor Lassiter?... Y quién tiene el gusto de dar compañía al señor de la casa? - esto último lo dijo con algo de sorna, cosa que comenzó a molestar a Ethan.

-Dígale que Ethan "Brazo de oso" ha venido a hacerle una visita para...

-Ethan... qué?

-"Brazo de o..."... nos conocemos de la caravana que llegó a Tormentos hace unas horas.

-Aaaah... un vigilante... ahora mismo le comunico su llegada. Espere aquí, por favor.- Y le cerró la puerta en lso morros.

Ethan solo podía esperar a que Lassiter se acordara de él y accediera a recibirle. Bien, y a afrecerle su ayuda.

Pasado unos breves momentos la puerta se abre de nuevo. Sorprendido el señor Lassiter te mira de arriba a abajo y te dice:

- Vaya, señor Brazo de Oso, juraría que le pedí reunirnos mañana y no hoy por la noche. ¿Qué le trae a mi humilde morada a estas horas, y que es lo que le perturba como para no poder esperar al alba?

Parece ser que el grandullón pelirrojo no es tan bien recibido como otros, y alguien que parece ser un sirviente tras un breve intercambio de palabras le cierra con la puerta en las narices. A los pocos momentos abre un hombre vestido con ropas de noble, parece ser el dueño de la casa. El hombre se sorprende al verle.

Parece que a este tipo no le han permitido el paso como al resto de los que llegaron. Además, lo poco que llegas a ver te sirve para darte cuenta de que se diferencia en algo del resto, no lleva ningún maletín.

Intissar espera pacientemente a que la conversación entre ambos personajes termine. Quizás si el pelirrojo es finalmente despedido, pueda acercarse a él e hipotéticamente poder sacarle algo de información...

Aquella situación incomodaba en cierta manera al guerrero. Cierto era que la cita con Lassiter había sido pactada para el día siguiente, pero los sucesos de aquellas primeras horas en Tormentos no habían sido como él hubiera deseado.

-Buenas noches, señor Lassiter. La verdad es que no he tenido suerte en esta ciudad: tabernas con mala bebida, gente desconocida, una ciudad sin nadie que conozca.... a parte de usted, claro está. La verdad es que la ciudad nunca ha sido un lugar donde me encuentre demasiado cómodo, si le soy sincero. Y sin encontrar un lugar donde descansar... he pensado que puede que no le importe que pase la noche aquí. No me hace falta más que un suelo donde estirar mi manta y poco más. Prometo no ser ninguna molestia.

Odiaba sentirse de aquella manera, sentir como si pidiera limosna al salir de un templo... Cuanto deseaba volver a estar en el exterior, con los sentidos alerta por algún peligro inminente.

¡Vaya! Menudas altas esperanzas tienes muchacho, no te vale con el suelo de la calle, que tienes que venir a descansar en el suelo de mi mansión. Discúlpame, pero como bien le dije, nuestra reunión había sido aplazada para mañana y esta noche tengo mucho lío. Mi nombre, ni el de los Lassiter quedaría bien si permitiera dejarle dormir en el suelo, mejor búsquese una posada donde le dejen un buen colchón y una buena manta donde pueda descansar de tan largo viaje. Aquí tiene. Lassiter rebusca en su bolsillo y saca de un interior 7 piezas de plata, dos piezas de cobre y una de oro. Toma, con esto seguro que te sirve para descansar esta noche y tomarte el desayuno de mañana.

Si quieres, mañana podremos tener una audiencia, pero ahora no. Cuando cae el sol tengo mucho trabajo. Un placer, de nuevo, señor "Brazo de Oso".

Y diciendo esto te cerró con la puerta en las narices.

Los gestos del pelirrojo parecen ser como si le estuviera pidiendo un favor o algo, entonces el hombre niega con la cabeza, le señala a él, así mismo y a la casa. Entonces rebusca en su bolsillo y saca algo y se lo da. Le da unos golpecitos en el hombro y con un gesto parece que le invita a irse. Segundos después le cierra con la puerta en las narices.

Con cuidado, como haciendo el encuentro fortuito, Intissar se acerca al pelirrojo. Lo hace de una forma abierta, pero discreta a la vez. No pretende que su acercamiento parezca demasiado furtivo, ya que eso podría dar a entender que es un asaltante. Pero tampoco lo hace de una forma muy directa.

-Te saludo, amigo. ¿Qué? A ti tampoco te han dejado entrar, ¿me equivoco? -mientras con la mano señalo a la casa. Mi mirada es directa a sus ojos, intentando descubrir en todo momento cualquier detalle que me pueda resultar útil. -¿Qué te ha traído aquí a esta casa?

Con el nuevo peso en su bolsa de monedas, Ethan comenzó a deambular por las calles de la ciudad buscando un lugar donde poder descansar y reponer fuerzas, como bien había dicho Lassiter.

Entre las calles de Tormentos apareció un cartel de un local que podría solucionar sus problemas de resguardo. El cartel de madera, colgado de unas cadenas, mostraba el nombre del establecimiento: El Lenguado Macerado.

No tenía muchas más opciones, así que se metió sin pensarlo dos veces en el local, esperando tener más suerte que en las dos últimas veces.

Con el nuevo peso en su bolsa de monedas, Ethan comenzó a deambular por las calles de la ciudad buscando un lugar donde poder descansar y reponer fuerzas, como bien había dicho Lassiter.

De pronto un joven apareció de la nada y le saludó. Instintivamente, Ethan hechó mano a la empuñadura de su arma esperando lo peor. Podría ser que el muchacho hubiera visto que Lassiter entregaba le las monedas y quisiera hacerse con ellas...

Pero por la manera de actuar, aquel joven no parecía tener malas intenciones. Pero, de momento, no se fiaría.

-Sí, no han querido prestarme ayuda... Acompañé a Lassiter durante el trayecto con la caravana y me ofreció trabajo en caso de interesarme. Y la verdad es que, en lo que llevo aquí, no he encontrado nada interesante... Pero lo importante ahora es encontrar lugar para pasar la noche. Y tu deberías hacer lo mismo.

Y acto seguido, se giró y comenzó su camino. Pero notaba la mirada del joven a su espalda... y algo le dijo que, como él, podría estar solo en una ciudad desconocida.

-Me dirijo al Lenguado Macerado. Si quieres venir...

Y de nuevo, inició la marcha.

Entre las calles de Tormentos apareció un cartel de un local que podría solucionar sus problemas de resguardo. El cartel de madera, colgado de unas cadenas, mostraba el nombre del establecimiento: El Lenguado Macerado.

Intissar observó con detenimiento las facciones del rubicundo hombre. Algo en su mirada le hacía creer que era un hombre de fiar, pero, por lo que le contó, poco útil para sus fines. El hombre invita a Intissar a ser compañeros, al menos hasta la posada, pero eso no entraba en sus planes.

-Educadamente debo decirte que no. Mis obligaciones me reclaman en otro lugar esta noche. Quizás en otra ocasión.

Aunque Intissar se queda unos instantes mirando al hombre alejarse, rápidamente se centra y vuelve a sus asuntos. Esa noche tenía una cita importante, de la que esperaba sacar algo más en claro que en ese momento. Así que, con las mismas, se giró y se dirigió hacia el lugar de su cita. Aún tenía tiempo, quizás podría intentar conseguir algo de comida de camino en algún puesto callejero.